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Catalina Ruiz-Navarro y Gustavo Rugeles

8 Feb

Desde hace más de seis meses el portal Plagiosos está esperando una explicación de Catalina Ruiz-Navarro, la Universidad Javeriana o El Espectador sobre el plagio comprobado de cuarenta páginas en su trabajo de grado para ejercer como filósofa. Ese mismo portal ha ido revelando nuevos plagios y autoplagios de la feminista estrella y todos los medios siguen guardando silencio. En las redes sociales menos de diez personas han llamado la atención sobre el delito y ninguno de esos análisis o llamados de atención han logrado que los medios se fijen en el tema y la pregunta sigue siendo la misma: ¿Por qué los medios protegen a Catalina Ruiz-Navarro si todos saben que a medida que pasa el tiempo tiene menos credibilidad? ¿Por qué un asunto tan serio como el plagio en una persona que se posicionó como figura pública, intelectual, periodista y feminista pasa desapercibido en Colombia y hechos que deberían escandalizarnos menos porque son pan de cada día en uno de los países más subdesarrollados y violentos del mundo puede ser objeto de indignación durante semanas por medios oficiales, portales independientes y por tuiteros como si se tratara de un hecho extraordinario?

Gustavo Rugeles agredió a su novia en diciembre pasado y también agredió a su novia anterior hace dos años. En una hora tres mujeres en Colombia se acercan ante la autoridad competente para denunciar maltrato y violencia intrafamiliar, en quince días de 2018 en Colombia han muerto más de siete mujeres y quien cometió el crimen fue su pareja sentimental. El Caso Gustavo Rugeles ha sido registrado en todos los medios, fue primera página en El Espectador el domingo anterior, Daniel Coronell se ocupó del “nazi de Bosa” en su columna dominical de la revista Semana y el pobre muchacho, usado por los poderosos para publicar información delicada falsa o verdadera en el portal llamado El Expediente -donde aparece como Director- el pobre hombre enamorado del poder y de los poderosos, joven aspiracionista como Catalina Ruiz-Navarro pero machista y sin fotos en bikini y como si fuera poco residente de Bosa (¿a quién le importa la vida y la suerte de un habitante de Bosa?), ese hombre que seguramente necesita ayuda psicológica y no ser usado como escudo entre enemigos que ejercen como políticos, abogados y periodistas poderosos que quieren más poder porque son avaros y escriben con odio, ese ser inocente llamado Gustavo Rugeles ha sido objeto de análisis y de repudio en todos los medios y la pregunta es simple: ¿Por qué siendo la violencia contra la mujer un hecho que no debería escandalizarnos tanto porque vivimos en medio de esa violencia desde que Colombia existe como República Independiente y mientras escribo esta frase un hombre está humillando, violando, despreciando o dándole golpes a la mujer que “ama”, por qué si el caso Rugeles es uno entre millones y han muerto varias mujeres en dos semanas en manos de sus parejas, por qué ese caso en particular ha sido y sigue siendo tan importante para todos los medios y tantos columnistas, incluida Catalina Ruiz-Navarro, quien también lo acusó de forma violenta en su columna de El Espectador?

Virginia Mayer y la autoficción

28 Oct

La revista SoHo se constituye cada cierto tiempo en soporte para publicar historias escandalosas con la idea de que presentan irreverencia o verdad desnuda, historias  narradas por gente común que busca ser vista y leída y que para conseguirlo se vale de estrategias que en muchas ocasiones atentan contra su dignidad como seres humanos. A ellos, a los «escritores» y al director de la revista no les importa si el texto está bien escrito o si la historia es relevante, lo que de verdad importa es que se hable mucho de la publicación, bien o mal pero que se hable para que los lectores no olviden que la revista todavía existe y da de qué hablar. Para lograr su cometido cuentan con una colabora  frecuente, una mujer sin pelos en la lengua, la gran Virgina Mayer.

Lo más sorprendente de la última colaboración de Virginia Mayer en la revista SoHo es que en medio del revuelo que causó la historia de su aborto terminó revelando que es autora en primera persona -como Fernando Vallejo y como Jaime Bayly- (en otras ocasiones ha dicho que es la versión femenina de Charles Bukowski y no tiene claro todavía si goza más de sus experiencias sexuales con hombres o con mujeres, como Frida Kahlo). Virginia Mayer sabe que escribe como los grandes y vive como los rebeldes, no espera que otros se lo digan, ella lo sabe.

Virginia Mayer nos dio a entender en la entrevista que concedió en Caracol Radio que se instala en la autoficción y entonces vale la pena hacerse varias preguntas:

¿Convertir la vida privada en espectáculo público es arte?

¿Narrar una historia vivida detallando los pasajes más escabrosos y buscando de forma deliberada afectar las emociones del lector es autoficción, amarillismo,  falta de decoro o deseo loco de llamar la atención recurriendo a los recursos más extremos, una especie de porno de la vida?

¿Se está confundiendo la autoficción con la autodenigración?

¿Por qué le resulta tan estimulante al público de las redes sociales ver como personas comunes se autodenigran compartiendo sus miserias personales en espacios públicos y suelen solidarizarse con ellos?

¿Por qué la miseria ajena genera tanto morbo?

¿Por qué las revelaciones de carácter sexual son las que gozan de más éxito en un país como Colombia?

¿Es parte de nuestro subdesarrollo?

¿Por qué quienes narran las historias escabrosas cargadas de sentimentalismo y estados de ánimo, arrebatos del alma dignos de ser tratados por un profesional de la salud mental, son tan explícitos y por qué eso excita tanto a los lectores? Los detalles del abuso infantil, la destrucción de unos senos en una cirugía mal practicada, un aborto fruto de un encuentro ocasional -sin condón- con un desconocido contactado en Tinder.

¿Cansados de las telenovelas los internautas se excitan más con las historias reales narradas por seres destrozados?

¿Gozan un poco con estas exposiciones de la propia miseria y se consuelan pensando que hay alguien en el planeta que sufre, llora y maldice su soledad, su abandono, su falta de amor, más que ellos?

¿Por qué el recorrido de estas historias siempre es similar?:  publicación en un medio impreso que también se puede leer en versión electrónica, impacto en las redes sociales, explosión de la noticia en todos los medios y en muchos casos -pensemos en la revelación de Adolfo Zableh- el pobre ser vulnerado y sufrido termina publicando un libro que espera vender bastante bien en la próxima feria.

La entrevista a Virginia Mayer en Caracol Radio -medio amarillista por excelencia- fue titulada: «La polémica columnista reveló todo lo sucedido tras haber revelado su decisión» y en medio de risas vulgares, frases procaces y un español pobrísimo las periodistas felicitaron a Virginia Mayer por  su valentía, por hablar de una situación que han vivido millones de mujeres, porque es una mujer provocadora. Virginia Mayer muerta de la risa pronunció frases no precisamente dignas de una escritora de autoficción sino de una persona común sin formación literaria ni sentido del gusto; cabe recordar que en la  autoficción el autor renuncia a su clase, se burla del poder, al que renuncia también, claro; renuncia a una posición económica o social acomodada, no es una simple exposición burda de la vida privada de forma directa sin haber pensado en una apuesta estética, es algo mucho más complejo, no es algo que pueda hacer cualquier persona.

Estas son las frases célebres de Virginia Mayer para Caracol Radio:

«Yo pensé que me iban a dar durísimo porque este es el país del Sagrado Corazón, estoy lista a que me llueva lo que me llueva, no importa qué me digan, no me da duro, no me interesa qué me diga nadie, es problema mío cómo follo, soy sin pelos en la lengua para nada, súper abierta, escueta, es difícil ser Virginia Mayer, empecé a escribir en primera persona, revelo las cosas más íntimas, muy cruda, muy real, ellos (mis viejos) me aceptan como soy, me aceptan como vengo. Yo le dije a Chaves: Eres famoso pero nadie sabe quién eres. Yo no me enamoro de un hombre o de una mujer, ya no queda nada oculto, yo quiero amor, me ilusiono con cualquier baboso y la vuelta no funciona».

¿Virginia Mayer es una especie de Fernando en La virgen de los sicarios y Chaves es Wilmar?

¿Virginia Mayer tiene claros los límites entre escritor, narrador y personaje?

Mejor no me sigo haciendo más preguntas y espero que no me vayan a amenazar de nuevo de muerte o con ácido por haberme ocupado de un tema tan sensible como este.

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Adolfo Zableh y Catalina Ruiz-Navarro: dos periodistas colombianos exitosos

16 Ago

La idea de éxito es subjetiva, eso nadie lo pone en duda, pero algunas formas de éxito parecen tan contundentes que pueden dejar con la boca abierta de puro asombro a algunas personas de las que esperaríamos un análisis más concienzudo de la situación, un análisis objetivo y desapasionado de su idea de éxito y de las personas exitosas. Hay personas inteligentes que admiran a Adolfo y a Catalina, a él lo ven inteligente, directo, cínico, autocrítico, burlándose de sí mismo como los payasos más patéticos de todos los tiempos…  A ella la ven comprometida con la causa femenina, enarbolando la bandera de las mujeres sin voz a través de todas las formas de lucha, a través de todos los medios y rompiendo las fronteras. De México a Barranquilla y de Barranquilla a Bogotá como una buena gran intelectual preparada para el mundo globalizado.

Todavía hay personas que consideran como un triunfo ser columnista de El Tiempo o El Espectador. Adolfo es columnista de El Tiempo y Catalina lo es de El Espectador. Ese es un muy buen gran comienzo diría la persona poco analítica y seguramente muchos piensan de esa manera, pero olvidan que Adolfo y Catalina no publican sólo en esos medios prestigiosos sino en seis o siete medios más, ellos van del espacio más frívolo y vil a la página más comprometida con la realidad nacional. Los dos están ávidos de recoger dinerillo de diferentes fuentes para tener el estatus económico y social con el que soñaron cuando eran dos jóvenes ansiosos por ser reconocidos por los demás como gente inteligente, analítica, comprometida y exitosa, especialmente exitosa. Fueron jóvenes ambiciosos, eso nadie lo pone en duda. Lo que debemos preguntarnos es si su realidad está a la altura de sus sueños. Yo creo que no, creo que ellos aspiraban a llegar mucho más lejos y a ganar mucho más sin trabajar tanto. Debemos reconocer que los dos periodistas son trabajadores incansables, trabajan como negros, no tienen derecho a cansarse, eso lo sabemos todos también.

Los dos reconocen sin asomo de rubor que hay momentos en los que se ven ahogados y necesitados porque en general a los columnistas les pagan mal o no les pagan o les pagan con bonos o con anchetas o con pases de cortesía.

Adolfo y Catalina me hacen pensar en la estrofa de una vieja canción que me gustaba mucho cuando era niña. Mientras escribía los dos primeros párrafos de esta bella composición la recordé y recordé mi infancia; creí que tal vez ellos podrían fundar una linda familia, los dos tienen claro que su carrera hacia el éxito es evidente, aunque supongo también que para ellos sería más divertido estar en el papel de Daniel Coronell, León Valencia o Félix de Bedout.

Con ustedes, el versito de una vieja canción que me hizo pensar En Adolfo y Catalina, con el supuesto de que fueran una linda pareja:

El, pensando sólo en dinero
ella, en la moda en París
aparentando lo que no son
viviendo en un mundo de pura ilusión
diciendo a su hijo de cinco años:
No juegues con niños de color extraño (costeños colombianos negros, por ejemplo)
ahogados en deudas para mantener
su status social en boda o coctel
(qué fallo)

Adolfo es perfecto burlándose de sí mismo y Catalina es maravillosa en su papel de mujer empoderada. Eso excita a la masa. Los dos representan bien su papel.

Ian Schnaida y el periodismo con carácter

12 Jun

Hace menos de seis meses recibí una propuesta de Ian Schnaida, el director y jefe supremo de Con la oreja roja, el medio que revolucionaría el periodismo en Colombia. Ian me invitaba a ser una de sus columnistas.

¿Pero por qué yo? Hice la pregunta entre admirada y confundida, se supone que no necesito publicar en ningún medio porque tengo este blog, el más leído de Colombia. El blog que leen los periodistas más prestigiosos de este pobre país, el blog que tanta gente lee temblando de ira e indignación.

Me dijo Ian que como Con la oreja roja pretendía hacerle poner la oreja roja a la gente ridícula, presumida y convencida de nuestra pobre patria yo era la persona más indicada para formar parte de este proyecto tan original en Colombia, el país de los payasos y los irreverentes. No sería la nueva bobada literaria ni la nueva actualidad panamericana, sería algo mucho más ambicioso.

Sin nombrarme a ninguno de estos ilustres me dijo que yo era la columnista ideal para tan ambicioso proyecto porque era una mezcla explosiva, porque poseía las cualidades intelectuales más exquisitas de gente como Groucho Marx, Charles Bukowski, Thomas Bernhard, Howard Phillips Lovecraft y Ambroce Bierce. Lo más seguro es que Ian no conoce a ninguno de estos autores pero a través de sus palabras me dio a entender que yo era La elegida para humillar y ofender a las grandes personalidades de Colombia desde su nuevo medio de expresión. Ian casi me hacía un favor al concederme el privilegio de publicar allí, me daba la posibilidad de existir, publicar en su página sería el trampolín a la fama que había estado esperando durante tanto tiempo.

¡No sabía de qué forma agradecerle a Ian el gesto tan hermoso de haberse fijado en mí!

No sé por qué le dije que sí, cada semana recibo propuestas similares a la de Ian y siempre digo que no sin pensarlo. A Ian le dije que sí y le dije que comenzáramos a trabajar ya, que quería ser famosa cuanto antes. Le dije que no sé escribir por contrato ni por encargo, que lo poco que podría ofrecerle son los pobres perfiles de nuestros personajes ilustres que he publicado en este blog, que sólo podría hacerle sugerencias. Ian aceptó. Le propuse que comenzáramos con Luis H. Aristizábal, el maestro del aforismo en Twitter. Ian no lo pensó mucho, dijo que le parecía perfecto.

A los dos días recibí algunas sugerencia de Ian y de uno de sus asesores (había olvidado decir que el equipo de Ian es muy nutrido y al parecer todos se toman muy en serio su trabajo), cuando sus colaboradores se ponían en contacto conmigo imaginaba que así se debe sentir la gente que recibe instrucciones de grandes personalidades que trabajan en la NASA o en el Fondo Monetario Internacional.

Una de las asesoras o colaboradoras de Ian me pidió en tono respetuoso que cambiáramos algunas palabras ofensivas que había usado para referirme al maestro Luis H. y yo les dije que no, que no aceptaba. Se suponía que ellos abogaban por la libertad de expresión, iban a revolucionar el mundo a través de la irreverencia y la verdad en la cara. Publicaron el perfil sobre uno de los hombres más cultos, amados y admirados de Colombia sin cambiar ninguna palabra y todo fue paz y amor hasta cuando llegamos al segundo texto.

El segundo texto fue sobre Carolina Sanín: La situación de Carolina Sanín es complicada, un texto que hizo llorar hasta a Dios. El gran problema con este texto fue que tardaron demasiado tiempo en publicarlo, el texto estaba siendo municiosamente estudiado por el comité de asesores de Con la oreja roja y el gran Ian me pedía que tuviera paciencia, que probablemente pasaría a edición. Después de varios días de tormentosa espera por fin el texto vio la luz, pero publicaron mal el título, escribieron Carolina Salín.

Cuando vi semejante despropósito le pedí al gran Ian que me sacara de su grupo de columnistas, me parecía el colmo que cometieran un error tan estúpido y me daban motivos para no volver a aceptar nunca más en la vida invitaciones de gente tan mediocre o tan convencida.

Cuando renuncié al medio que revolucionaría el periodismo en Colombia Ian se convirtió en mi enemigo público. Desde ese día cree que no soy digna de sus ojos, que Con la oreja roja merece invitar a personas con más valía.

El periódico El Colombiano busca estrellitas de Twitter para entrevistar y el gran Ian recluta grandes mentes -también de Twitter- para que vomiten hasta hacerle poner morada la oreja al objeto de su burla.

Catalina Ruiz-Navarro: censora de la revista SoHo

9 Ago

En la revista SoHo ofrecen todo tipo de productos y entre esos productos está la mujer. Casi todos los productos para la venta están relacionados con mujeres y sexo: carros, hoteles, restaurantes, colonias, condones, ropa, juguetes sexuales, alcohol… Durante quince años Daniel Samper Ospina se ha dado el lujo de desnudar a más del 90% de las mujeres a las que se ha propuesto hacer pasar por su revista y algunas de ellas, claro, son feministas indignadas. Hoy vamos a hablar de una de las más indignadas e incoherentes de todas: Catalina Ruiz-Navarro.

Los dos trabajos más destacados de ella en la revista han sido: catadora de condones y participante en una encuesta sobre sexualidad, la mujer y la sexualidad de la mujer típica de la revista SoHo: amante del sexo a cambio de comida, regalos costosos y dinero, la mujer exigente que se hace pagar y se fija en la marca del carro, aquella que valora al hombre dependiendo de cuánto pagó en el restaurante y en el motel.

En el último número de la revista hicieron experimentos con productos que se ofrecen en el mercado, querían saber si las cualidades del producto corresponden con las que anuncian los medios: cremas reductoras, tratamientos para la calvicie, brujos y prostitutas conseguidas a través de páginas web, entre otros. En el caso de las mujeres el experimento consistía en saber si la mujer que aparece en el portal es la misma que llega a prestarle el servicio sexual al investigador. De las tres mujeres sólo una correspondía a la realidad. La conclusión es que ni las cremas, ni los brujos ni las prostitutas cumplen con las expectativas del cliente. Todo predecible, nada digno de escandalizar a nadie.

Catalina escribió una columna en El Espectador en la que sienta su voz de protesta porque en la revista la mujer fue tratada como un objeto sin su consentimiento, juzga con severidad a Daniel Samper Ospina como si no lo conociera, como si no fuera consciente del tratamiento que le da a la mujer número tras número en la revista de la que es director. Todos sabemos, no necesitamos ser expertos en nada para saberlo, que en la revista SoHo la mujer es un producto más. En todos los números salen modelos ambiciosas que presentan su perfil sexual para quien desee hacer uso de sus servicios, con frecuencia entrevistan prostitutas y actrices porno para animar a las mujeres que leen la revista para que aprendan las técnicas que proponen estas  maestras. Los hombres se deben sentir muy bien viendo cómo estas mujeres, las que posan y las que participan en los experimentos, se sienten dichosas porque trabajan para un medio tan prestigioso y no se complican pensando en la forma en que son vistas por los lectores.

Pueden indignarse Carolina Sanín y Salud Hernández, pueden despreciar al director de la revista, a los lectores y a las mujeres que se sienten realizadas porque colaboran para la revista. Catalina Ruiz-Navarro no, ella no tiene derecho, ella se ha congraciado muchas veces con Daniel Samper Ospina, ha consentido ser tratada y vista como un pedazo de carne, como carne para la venta, soltera y disponible. Así la presentan en la encuesta.

De nuevo, como tantas otras veces, uno no entiende si Catalina Ruiz-Navarro se esfuerza por llamar la atención, si pide ser insultada por alguien como yo, si goza con el descrédito permanente, o si no tiene el nivel de inteligencia y coherencia suficientes como para entender que ella no es la mujer más indicada para ajusticiar a la revista ni al director.

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El fin de la revista El Malpensante

14 Jul

Ayer publicaron en El Espectador un lamento titulado «La utilidad de un mal pensamiento», se trata de una noticia y un grito desesperado: la revista El Malpensante está a punto de quebrar y Andrés Hoyos pide una colaboración a sus suscriptores para que no se pierda esta joya. Cuando leí la  noticia me alegré porque le he hecho seguimiento a esta revista desde 1996, desde su fundación, he sido testigo de los mitos y leyendas que se han creado a partir de su nombre. Creo que su quiebra es un hermoso pretexto para escribir sobre revistas, intelectuales y escritores colombianos.

En 1996 Andrés Hoyos fundó la revista El Malpensante y ese fue un gran acontecimiento para los intelectuales colombianos, era una revista famosa en los departamentos de literatura de las universidades bogotanas, relucía en librerías grandes y pequeñas, hasta un mísero vendedor de revistas tiradas en una acera -carcomidas por el polvo y por el agua- se sentía elegante porque vendía los números pasados de tan importante documento. Tener el primer número era signo de estatus. Nosotros, los lectores, los intelectuales, las jóvenes promesas, nos sentíamos obligados a formar parte del milagro, también queríamos leer la revista El Malpensante.

Sin más preámbulos empecemos a desarrollar tan apasionantes temas:

1) Revistas

Las revistas están condenadas a desaparecer, desaparecerán todas antes de que caigan los pocos periódicos que todavía sobreviven. A pesar de los soportes pasados, presentes y por venir el libro seguirá existiendo, el papel de los libros sigue siendo seductor, comprar libros todavía es la  gran experiencia y leerlos nunca pasará de moda porque los lectores de libros no leen por moda, leen en letra impresa porque ese es el soporte perfecto para el libro, no es cuestión de estatus.

Se puede prescindir de revistas y periódicos impresos porque los contenidos de estos medios son manejables en la web, no tiene sentido luchar y llorar por una revista o un periódico que desaparece porque hay millones de periódicos y revistas en versiones digitales; es ridículo armar un escándalo, sentir que al desaparecer El Malpensante los lectores pierden algo noble, algo que no puede faltar en el estudio o en la sala de nuestra casa, un objeto de aristocracia, un fetiche cultural, cuando en realidad no se está perdiendo nada, los contenidos que publican en ese medio seguramente están publicados en otras revistas o en las páginas personales de los autores. No tiene sentido armar un drama por algo que se veía venir, las revistas que desaparecen mueren de muerte natural. Lo que las mata no es la mala calidad sino la tecnología.

2) Intelectuales

Los intelectuales colombianos quedaron desnudos gracias a las redes sociales, primero en Facebook y luego en Twitter. Algunos, los más rancios, los herederos de Adorno, todavía no tienen correo electrónico y siguen escribiendo sus composiciones en su vieja máquina de escribir, esas almas de élite no producen ni risa.

Los otros, los de las redes sociales, nos mostraron de qué está hecha la cultura colombiana. Los grandes intelectuales, las grandes mentes, los gestores, los editores, los correctores de estilo y los colaboradores frecuentes de la revista El Malpensante están casi todos en las redes sociales y el panorama no puede ser más desalentador. Deben estar muy tristes con la muerte de  la revista, cuando desaparezca quedarán convertidos en un simple tuitero, en un pobre hombre con cinco mil amigos en su cuenta de Facebook. ¿Para reír o para llorar? Yo creo que es lo justo, es lo que esta gente se merece.

3) Escritores colombianos

En el artículo de El Espectador mencionan tres grandes mentes de la cultura colombiana: Ricardo Silva Romero, Alberto Salcedo Ramos y Piedad Bonnett, me permito citar:

Sobre el tema de la calidad, el escritor Ricardo Silva Romero, varias veces publicado en El Malpensante, cree que esta revista “ha logrado elevar el nivel de la discusión, no tiene miedo de hablar y ha servido para conectar a muchos autores en español”. Alberto Salcedo Ramos, quien se dedica en exclusiva a la literatura de no ficción, siente que allí encontró “unos editores que siempre se mostraron dispuestos a apostar por una buena historia”.

Salcedo Ramos es periodista, pero en el caso de Silva y otros autores que crecieron en la ficción, el periodismo ha sido otra forma de vivir de la escritura. Aunque muchos no viven de ello. Es el caso de Piedad Bonnett: “No espero vivir de escribir. Tener otros oficios no es bueno sólo en términos pragmáticos sino como opción de vida. Por ejemplo, Kafka era abogado.

Gracias a las redes sociales y a la lectura de las obras de estos «maestros» sabemos que la literatura colombiana pasa por una de sus peores crisis. No hay escritores dignos de ser estudiados en un salón de clase (por eso, yo, por ejemplo, prefiero a los estudiantes de comunicación social, música, mercadología, publicidad o pedagogía), porque la literatura colombiana actual, la que publican las editoriales, la de los autores que ganan los premios importantes, no es digna de ser leída, mucho menos de ser estudiada. Es triste haber estudiado  literatura para terminar renunciando a dar clases de literatura.

Faltó que en El Espectador pidieran la voz de auxilio de estas otras mentes brillantes, amantes todos de la alta cultura, de la Idea que defiende con ahínco el gran intelectual Andrés Hoyos. ¿Por qué no sentaron su voz de protesta también las mentes más autorizadas, los amigos de la Casa Malpensante: Héctor Abad Faciolince, Jorge Franco, Daniel Samper Ospina, Adolfo Zableh, Luis H. Aristizábal, Antonio García Ángel, Camilo Jiménez,Vladdo, Carolina Sanín, Juan Gabriel Vázquez, Evelio Rosero Diago, Juan Esteban Constaín, Margarita Posada, Virginia Mayer, Catalina Ruiz-Navarro..?

Lo justo es que escriban una hermosa Carta Abierta para que sea firmada por ellos y por los que no están en la lista, los  intelectuales que no desean que desaparezca la revista. Convertir el sueño en una gran causa para promover en un grupo de Facebook.

Les propongo el título de la Carta: «La revista  El Malpensante no puede desaparecer».

 

El periodista: ese perro guardián de la verdad

16 Abr

El periodismo es  arte y es oficio

El periodismo se ejerce con título o sin él.

Hay profesores de periodismo que nunca han ejercido

Y hay periodistas que nunca han estudiado.

Para ser periodista se necesita saber leer y escribir.

Y por eso puede ser periodista el electricista y el abogado,

El panadero y el coronel.

Un poeta también puede ser periodista sin haber hecho curso de poesía

Pero un periodista no puede ejercer como abogado.

En Twitter todos somos periodistas, dicen los expertos en redes más sofisticados.

***

Ayer una señora dijo en tono de ladrido:

El periodista es el perro guardián de la verdad.

Ella cree en el periodismo y en la verdad.

¡Oh! ¡Dios! ¡Que mujer tan arriesgada!

Ojalá los físicos estuvieran tan convencidos como ella.

¿Cuál periodismo?

¿Cuál verdad?

El periodista trabaja para el dueño de un banco español

Y la verdad está más confundida hoy que hace dos siglos.

Esa Escuela de Periodismo -la del perro guardián de la verdad- debe hacer sentir bien a mucha gente candorosa

Ojalá yo pudiera ser tan optimista como esos profesionales convencidos de la valía de sus diplomas y la definición de sus Carreras.

Ella (la periodista titulada) quisiera ladrar de ira cada vez que alguien atenta contra la verdad

Ella tal vez expulsa babaza espumosa cuando sabe que hay periodistas sin deseos de llegar tan lejos como ella.

¿Hay esperanza o estamos llegando a límites insalvables de insania mental?

Sólo Dios lo sabe

¿Por qué puedo ser una pobre profesora hora cátedra?

22 Mar

La mayoría de los profesores universitarios no son profesores de tiempo completo o de planta sino profesores catedráticos. Para armar un sueldo «digno» los pobres deben trabajar en dos o tres universidades, hacer trabajos de investigación y escribir libros que luego enviarán a concursos con la ilusión de ganarse un premio gordo. Cuando escriben no están pensando en arte o en desarrollo sino en plata, en invitaciones, reconocimientos, estatuillas para decorar la mesa de la sala o del estudio… Como los comerciantes, viven de la frase célebre que dice Plata llama plata; escriben mucho, publican mucho, trabajan mucho y leen muy poco porque no tienen tiempo para leer, sólo para trabajar. Esa es la triste y dolorosa realidad.

¿Por qué puedo ser yo una pobre profesora hora cátedra de una sola universidad?:

–  Porque la plata no me gusta.

– Porque este trabajo me deja mucho tiempo libre para leer, escribir, ir a cine, caminar y dormir.

– Porque no tengo hijos, mascotas, no pago arriendo y nadie depende económicamente de mí.

– Porque no debo costearme una penosa enfermedad.

Pero, claro, otros profesores tienen hijos, perros, gatos, carro, familiares de los cuales deben hacerse cargo. Les gustan los lujos, los buenos vinos, los viajes, las buenas vistas desde una terraza imponente de una gran ciudad.

Debe ser triste soñar con una vida aristocrática y trabajar como una mula para concederse de vez en cuando la sensación de que se vive la vida soñada.

Tengo un consuelo: no soy periodista, esa gente vive mucho peor que una pobre profesora hora cátedra.

A los demasiado honestos

26 Ene

Twitter es el espacio perfecto para constatar que la mayor parte de la gente es estúpida, pero hay días en los cuales la estupidez resplandece hasta límites insospechados. Esta mañana se hizo el milagro, encontré la estupidez plasmada de manera clara, contundente y divertida y quiero que ustedes se diviertan tanto como yo a costa de la estupidez ajena.

Si te ríes no eres una persona estúpida, si no te ríes eres amigo de la «víctima» o no eres precisamente inteligente. Si tu risa es una risa estúpida que usas para parecer inteligente eres el más tonto de los tontos. ¡Esfuérzate por ser honesto contigo mismo! ¿Es tan complicado?

La usuaria es una total desconocida, una completa nulidad en el arte de expresarse a través de la escritura y, sin embargo,  se presenta así en su imponente biografía:

«Periodista colombiana. Obsesiva de la ortografía. Ultra antiuribista. Blogger @ELTIEMPO. Comentarios ácidos, no aptos para susceptibles. No garantizo followback».

Lo más divertido de todo es aquello de: «Comentarios ácidos, no aptos para susceptibles. No garantizo followback». La tuitera nos quiere dar a entender que es una persona muy ruda, casi inmisericorde. Nosotros -pobres mortales- debemos estar dispuestos a ser ajusticiados e ignorados por alguien como ella. ¡Precisamente como ella!

Un rasgo característico de los usuarios de Twitter es que suelen definirse por lo que no son. Y la pregunta es simple: ¿Por qué lo hacen?, ¿Por qué creen que bajo la apariencia de fuerza, rigidez, exigencia, agresividad… pueden ocultar su miedo, su falta de talento, su falta de seguridad en sí mismos?, ¿Dónde han dejado tirada la mochila de la coherencia?

Ahora tres tuits de la susodicha. La clave del chiste consiste en que no sabe escribir pero cree que sí y sus tontos lectores caen en el juego porque tampoco saben leer ni escribir.

Veamos:

«Lo he aprendido con los años: ser demasiado honesto en Colombia es una mala conducta. Se puede pagar hasta con la vida».

«Esta semana, 2 personas que quiero mucho me dijeron lo mismo: la razón por la que no he triunfado en mi carrera era ser demasiado honesta».

«Con el tiempo he estado entendiendo aquello de la autocensura».

—–

¿Quién tiene tanta autoridad para llamarse a sí mismo demasiado honesto?

¿Con qué autoridad una completa nulidad intelectual que ni siquiera sabe redactar 140 caracteres se instala al lado de quienes están dispuestos a pagar con su vida a cambio de su honestidad en demasía?

La clave de la tontería es la frase Soy demasiado honesta. Tiemblo de ira cuando la veo, tiemblo de ira cuando imagino a alguien pronunciándola. No he triunfado en mi carrera porque soy demasiado honesta, ni siquiera puede escribir la maldita frase de esa manera, con corrección.

La frase fue celebrada por diez o doce imbéciles que instaron a la gran intelectual a seguir luchando por La Causa, y no faltó la frase de aliento digna de postal de día del amor y la amistad. La frase que sirve para todo: ¡No cambies! Esa frase fue escrita por alguien a quien admiro y entonces sufro y lloro y me tiro del pelo y me dan ganas de lanzarme por la ventana y me pregunto si la tontería es como un virus que se transmite de manera escandalosa a través de las redes sociales.

Nada nunca es demasiado, demasiado es una palabra excesiva que debería ser suprimida del diccionario. Ni siquiera un estúpido llega a serlo demasiado, nadie es demasiado estúpido.

La palabra demasiado se usa en la base de la sociedad para expresar asombro ante lo exagerado de la cualidad del objeto o de la sensación. Ejemplos:

– Usted es una niña demasiado bonita, ¿le gustaría ser mi novia?

– Tengo demasiada plata porque soy un traqueto.

Casi siempre la palabra demasiado molesta porque es desmesurada, a casi nadie ni a nada le queda bien esa palabra, mucho menos a una imbécil que no sabe ni siquiera escribir en español, que no tiene relevancia como periodista ni como tuitera y que se siente con el derecho a decir que ella no ha triunfado como lo merece porque es demasiado honesta. ¿Esa cualidad suya la tiene en la mira de los asesinos en serie que la quieren matar porque la precisión de sus palabras los convencieron de que lo mejor es aniquilarla? Más tonta imposible. Estamos ante un límite difícil de superar. Espero que nadie envidie a esta heroína del periodismo ni a sus amigos y admiradores.

El desnudo de Virginia Mayer en la Revista SoHo

13 Dic

Desde ayer Virginia Mayer está  presumiendo en Twitter con su desnudo en la revista SoHo. La contactaron para el último número titulado En este cuerpo vivo yo, un especial sobre cuerpos mutilados, maltratados, demasiado grandes o demasiado pequeños; cuerpos despreciados y adoloridos o cuerpos bellos y extraños que nunca pasan desapercibidos porque lo que se sale de lo común suele llamar nuestra atención, aunque nos hiera (o precisamente porque nos hiere).

Ella posa de gorda atormentada con su cuerpo y la foto no es precisamente un canto a su supuesta irreverencia sino una autodenigración consentida por ella misma y por la fotógrafa, más si se observa en contraste con las fotografías de los demás invitados. La mayoría de ellos posa de pie con una prenda gris y exhiben su cuerpo con respeto aunque muestren mucho más que Virginia Mayer; a ella la vistieron con unos calzones grandes de tigresa, la maquillaron de forma vulgar, ocultaron su cuerpo y la rodearon de hamburguesas como rodearían a una cerda de inmundicia. Y ella sonríe de forma complaciente.

Cada fotografía va acompañada de un texto del protagonista y la única modelo que se insulta a sí misma por su triste condición es Virginia Mayer, nadie más. Varios de los invitados nos dan ejemplo, son personas dignas de admiración y asumen su cuerpo con dignidad, todos menos Virginia Mayer.

Le pregunté a un amigo cuál es el papel de Virginia Mayer en los medios y él respondió sin pensarlo mucho: ella hace el papel de gorda. 

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