Camila Builes: ¿La hija perdida de Catalina Ruiz-Navarro?

13 Mar

Supe de la existencia de Camila Builes la semana pasada por algo relacionado con una feminista que fue callada por un macho opresor en el Hay Festival y por otra persona que me la nombró a propósito de las roscas y los chismes de Twitter. Hoy vine a saber que es otra maestra del plagio, consentida de los medios, los intelectuales y los poetas colombianos. Trabaja en la HJCK y en Bakánica, dirigida por el supuesto lector riguroso llamado Camilo Jiménez Estrada, en el pasado editor de la revista El Malpensante, el profesor que renunció a seguir dando clases en la Javeriana porque no soportaba más tanta mediocridad consentida. Esa mente brillante, ese lector exigente, terminó trabajando en un medio propiedad de una EPS (Colsanitas) y entre sus colaboradoras frecuentes está Camila Builes y uno se pregunta cómo es posible que hayamos llegado a semejantes niveles de precariedad laboral y de ligereza intelectual.

¿Por qué Camilo publicó varios textos de Camila si es un lector riguroso enemigo de la mediocridad y por qué Camila llegó tan lejos siendo tan joven? ¿Será por qué es sólo una cara bonita y los hombres no pueden ser indiferentes ante sus encantos?

Para no repetir la misma triste historia que con Catalina Ruiz-Navarro y no volver a perder mi tiempo de nuevo tratando de pedir ética y decencia en este país dominado por la corrupción y porque me parece muy graciosa toda la historia con la bella Camila me limitaré a reproducir un texto de septiembre de 2017 que está más vigente que nunca:

¿Qué es plagio?

Plagio es no atreverse a pensar y a redactar uno mismo sino dejar que otro piense y redacte por uno. Cuando el escritor perezoso, inseguro y facilista cree que encontró una cita digna de ser escrita por él -aunque la haya escrito otro- la copia sin asomo de disimulo y sin vergüenza para posar de inteligente, profundo, sensible o lo que sea que quiera transmitir a través del robo de la frase, el párrafo o la idea que robó de un autor que no es perezoso, facilista ni deshonesto.

¿Qué tipo de persona plagia?

Plagia la persona que desconfía de su propio talento y seguramente no lo tiene pero quiere llegar lejos posando de intelectual, artista o erudito. Normalmente plagian los estudiantes perezosos y los adultos sin talento; los que sueñan con escribir como los grandes pero no saben cómo hacerlo y ante la impotencia caen en el robo intelectual y se les convierte en vicio. Quien plagia una vez y no es descubierto lo seguirá haciendo hasta que se confíe demasiado y llegue a copiar hasta cuarenta páginas. Copiar, robar, plagiar cuarenta páginas es llegar al límite de la manía de no pensar por sí mismo y no confiar en sí mismo y de paso pensar que los lectores del robo son todos unos completos ignorantes. La persona que plagia se desprecia a sí misma y desprecia a sus lectores, los subestima, los trata como tontos.

¿Es más escandaloso que incurra en plagio un estudiante o un profesional?

Un profesional.

¿Y por qué?

Porque no le da ejemplo a los estudiantes. Si un estudiante ve que una figura pública con títulos universitarios plagia ante la mirada de todos y no pasa nada va a pensar que no vale la pena pensar por sí mismo, que da igual hacer los trabajos con empeño o simplemente copiar. Un profesional debe dar ejemplo, tiene un compromiso social porque está a la vista de todos, debe convertirse en faro moral, en alguien a quien las futuras generaciones deseen imitar y ¿vale la pena imitar a un ladrón de ideas ajenas? No.

¿Qué se esconde detrás de la exigencia de no hacer plagio?

El deseo de respetar el trabajo ajeno, las horas consagradas a la lectura, la escritura, la reflexión profunda y el trabajo honesto. Una persona puede terminar una carrera profesional y no ejercer o ejercer de forma mediocre o sin figurar. Pero cuando el plagiador es figura pública y quiere posar de indignado, cuando defiende una Causa como el feminismo y el empoderamiento de las mujeres pero es un ladrón de las ideas de otros  -especialmente de hombres- ofende esa Causa y a todas las personas -hombres y mujeres, intelectuales honestos que creen que no todo está perdido y vale la pena seguir luchando por unos valores y principios que tienen todo el sentido y que debemos hacer respetar.

¿En cuál terreno de la filosofía encontramos el plagio?

Etica y estética.

¿Está perdida la ética? ¿Qué pasó con la filosofía? ¿Qué pasa cuando una filósofa feminista empoderada que se envalentona en contra del heteropatricado y el falocentrismo toma como propias ideas que no son suyas sino en su mayoría de hombres que no saben de su existencia?

Es muy ofensiva esa puesta en escena. Si soy filósofa feminista empoderada y poso de todo eso no se esperaría de mí que robara con absoluto descaro las ideas de otros y mucho menos en su mayoría hombres. No es justo que robe a hombres ni a mujeres pero asombra que luche contra el machismo y no sea capaz de pensar por sí misma sino que otros hombres tengan que pensar por ella y no se atreva a usar las comillas para reconocer el trabajo ajeno.

¿Cuál es el gran riesgo de convertirse en plagiador?

Que la persona pierde toda la credibilidad y aunque diga la verdad siempre vamos a creer que está mintiendo.

¿El plagio es una enfermedad contagiosa y se puede curar?

Es muy contagiosa y más en tiempos de internet; debe ser más adictiva que el basuco pero más traicionera que un admirador tuitero de los que expresan cariño a través de mensajes privados pero nunca lo nombra en público. Cuando una persona roba ideas y le va bien con el robo va a seguir haciéndolo, pasa lo mismo con los que roban tuits o se ocultan detrás de una identidad que no los representa. Salir del mundo de la mentira, el engaño y el robo debe ser más complicado que salir de las drogas más duras porque también carecemos de lectores atentos y de mentes suspicaces.

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