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Erudición, sabiduría, inteligencia y creatividad

4 Sep

Para Ernesto Castro (sin cariño)

Como no nací en vano y tengo cuarenta años de experiencia como lectora es justo que en este trecho de mi vida sepa exactamente cómo vivir y lo sé porque para eso nací, para saber cómo vivir y dar ejemplo con la propia vida. Mi performance consiste en vivir la vida para que los demás aprendan cómo con una única condición: no se me acerque cuando voy caminando por la calle embebida en mis pensamientos.

Mi ejemplo no está hecho de palabras sino de actos porque no pretendo ser erudita sino sabia y creativa. No me verán en conferencias, congresos ni tertulias hablando con prepotencia o con aire de falsa humildad sobre el arte de aprender a vivir para terminar luego tirándome por la ventana o llorando amargamente porque me siento sola, triste, confundida y desesperada. No, si usted hace el seguimiento de mi vida se va a dar cuenta de que todo es acción no predicación.

El erudito es cuadernero, comelibro, sin sentido del humor, un hombre inseguro que necesita sentir que vale algo porque “sabe mucho”, tiene buena memoria y talento para repetir como una lora vieja y bien entrenada toda la basura que ha leído en los libros, como si repetir datos o ideas sirviera para algo en la vida aparte de para descrestar calentanos.

Si necesito saber algo leo y leer a Platón no me convierte en Platón y mucho menos en Sócrates; me convierte en lectora, no en sabia.

No necesito a un pajuelo precoz que me explique en qué consiste la grandeza de Sócrates a partir del análisis de los Diálogos en un sucio canal de Youtube porque prefiero leer a Platón, a Aristóteles, a Alcibíades, a Rabelais, a Erasmo… y sumando la opinión de estos gigantes y la de otros muchos más crear mi propia imagen del sabio y tratar de asimilar para mi propia vida lo más rescatable de esta vida, para incorporarla a la mía.

La erudición es nada, la sabiduría lo es todo.

Hay gente que se llena el coco de información y la vomita luego en público para que la masa, la clientela, confunda ese vómito con inteligencia.

Erudición sin inteligencia no es nada, inteligencia sin creatividad no es nada, conocimiento sin sentido del humor es el alma de un hombre viejo encerrado en el cuerpo de un niño que posa de sabio porque “sabe mucho” y no sabe nada porque está desperdiciando la vitalidad de la juventud sentado cultivando una buena joroba.

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Lo verdaderamente importante

26 Jun

Lo  verdaderamente importante ha llegado por azar, nunca por recomendación o fruto del cálculo consciente. Esa frase es de Nietzsche, pero también es mía.

Estoy volviendo a leer al loco, a uno de los autores favoritos de mi infancia, y estoy sorprendida porque muchas frases de él parecen frases mías. Cuando era niña sentía que había llegado de Alemania y estaba en la familia equivocada, lo pensé durante mucho tiempo. Cuando tenía nueve años se me ocurrió que debía leer a los filósofos alemanes, ¿Quién me lo dijo? Nadie. Era una niña que estaba terminando la Primaria. Entonces yo misma fui a la biblioteca y durante muchos años de mi infancia y de mi juventud amé con desesperación los libros de Schopenhauer y de Nietzsche y a partir de muchas de sus ideas construí el edificio de mi vida.

Anoche, por puro aburrimiento, tomé Ecce Homo y cada frase me sorprende porque parece que muchos pasajes de ese libro los hubiera escrito yo. Algunas frases tienen la estructura de mis frases y algunos actos ejecutados por él han sido actos ejecutados por mí.

Ese libro fue escrito cuando Nietzsche tenía mi edad, fue el último libro que escribió y luego se desencadenó su locura definitiva. Probablemente lo escribió como escribió tantos libros Virginia Woolf, sólo para demostrarse que no estaba loco.

Leo el libro del loco en absoluto estado de lucidez, sonrío ante algunas de sus exageraciones, comparto con él  sus apreciaciones sobre los autores franceses y sobre la lectura y pienso que es un verdadero privilegio tratar de llegar al fondo de las cosas sin enloquecer, sin desesperarse, sin sentir que la vida es una miseria o una carga. El quería ser como yo, uno de los filósofos más admirados en mi juventud aspiraba a ser como yo, a vivir como vivo yo.

Esta mañana me dijeron que soy una persona absolutamente excepcional y que debo asumir que lo soy, que nadie podrá comprender lo que quiero decir y que no aspire a que mi discurso afecte a alguna persona porque no soy normal sino sobrenatural, los demás son simples seres humanos que no saben por qué están aquí, simplemente viven, como cualquier otro animal. Eso es lo que pensaba el pobre Nietzsche de él mismo y probablemente lo era, pero la diferencia entre él y yo es que yo puedo verlo todo de manera clara porque no tengo nublada la mente por la enfermedad, la impotencia ni la falta de experiencia en la vida. El pobre hombre fracasó en el amor, renegó de sus mejores amigos y, lo peor de todo, pasó la mayor parte de su vida custodiado como un niño por su madre y por su hermana. Tiene razón Cioran cuando dice que Nietzsche no tiene ninguna autoridad para hablar de la vida porque no vivió y que muchas de sus frases son frases infantiles, como si hubieran sido pronunciadas por un niño malcriado.

He saboreado a fondo durante la mayor parte de mi vida los frutos de la independencia, la salud y la soledad. Esta mañana me pidieron que me sentara y pensara seriamente cuál es la misión de mi vida, por qué todo ha sido tan sencillo para mí, me dijeron que la mayor parte de la gente pasa por la vida sin apenas darse cuenta mientras que yo estoy poseída por una conciencia clara. Eso es muy bonito, nunca sobran los discursos halagadores que salen de los labios de personas admirables.

A partir de este momento me sentaré durante horas a pensar con calma cuál es mi misión en la vida.

Al vincular mi nombre con algo, yo honro, distingo a ese algo

26 Jun

Mi práctica belicosa puede resumirse en cuatro principios:

1. Yo sólo ataco a lo que triunfa; en ocasiones, incluso espero hasta que lo consigue.

2. Yo sólo ataco cuando no voy a encontrar aliados, cuando estoy solo, cuando me comprometo únicamente conmigo mismo. No he dado nunca un paso en público que no me comprometiese; esto es lo que yo entiendo por obrar bien.

3.  Yo no ataco jamás a personas; me sirvo de la persona tan sólo como de una poderosa lente de aumento con la cual se puede visualizar una situación de peligro general, pero que se escapa, que resulta poco aprehensible.

4. Yo sólo ataco cosas cuando está excluida cualquier disputa personal, cuando está ausente todo trasfondo de experiencias penosas. Al contrario, desde mi punto de vista, atacar representa una prueba de benevolencia y, en ocasiones, de gratitud. Al vincular mi nombre con algo, yo honro, distingo a ese algo. Que yo esté a favor o en contra, es indiferente para este propósito.

Friedrich Nietzsche.

El fracaso está directamente ligado a la necesidad de hablar mal de alguien

29 Mar

La frase que se constituye en titulo de este post es un tuit muy faveado.

¿Quién lo escribió?

No importa.

Lo realmente importante es que muchas personas están de acuerdo con esa gran frase, esa especie de aforismo escrito por un gran pensador en tiempo real que además de gran pensador es una persona exitosa en las redes sociales porque muchos otros tuiteros favean sus grandes ideas y eso lo debe hacer sentir muy bien, como un gran triunfador, precisamente.

Analicemos la frase que no me dejó dormir en paz anoche:

El fracaso está directamente ligado a la necesidad de hablar mal de alguien

Hay varios grandes temas de la Filosofía presentados en la pequeña Obra Maestra.

1. El fracaso (como lo opuesto al triunfo).

2. La relación entre acción y reacción.

3. ¿Qué es lo realmente importante en la vida?

4. Teoría del lenguaje (específicamente la reflexión eterna sobre verdad y mentira y también sobre el ser, el parecer y el representar).

5. La maldad humana (representada en el hecho de hablar mal de alguien).

Vayamos por partes:

1. ¿Qué es el fracaso?

El fracaso es lo opuesto al triunfo.

¿Y qué es el triunfo?

Depende de la perspectiva. No es lo mismo triunfar en el siglo XIV antes de Cristo que gozar de semejante privilegio en el año 2015. No es lo mismo triunfar siendo pobre que teniéndolo todo, no es lo mismo triunfar viviendo en la ciudad que viviendo en el campo, no es lo mismo triunfar teniendo como referente de triunfador a Pablo Escobar que a Leonardo da Vinci, no es lo mismo triunfar en Twitter que en un casino.

Si nos acogemos a los Grandes Maestros de todos los tiempos y de todas las culturas el triunfo se resume en varias pequeñas frases.

Triunfar en la vida es:

– Superar el miedo a la muerte.

– Comprender que la vida no tiene sentido y buscarle uno que se lleve bien con nuestro  propio potencial intelectual o espiritual mientras esperamos con paciencia que nos sorprenda la muerte.

– Descansar la mayor parte de la vida, vivir en permanente estado de contemplación (puesto que la vida no tiene sentido).

– No aspirar a los bienes materiales sino a los intelectuales y a los espirituales.

– No perder la calma ante los cambios, aspirar a la imperturbabilidad.

2. La relación entre acción y reacción.

El filósofo tuitero celebrado por la Asamblea dice de forma contundente: si habla mal de alguien fracasará en la vida.

Ahora varias preguntas relacionadas con ese enunciado:

¿La gente no habla de la gente?

¿Por qué la gente habla mal de la otra gente?

¿Hay gente que no habla mal de nadie?

¿De cuántas personas debemos hablar mal para que el fracaso sea más efectivo?

¿Hay niveles en el hablar mal de otras personas?

¿Hablar mal de otras personas denota debilidad de carácter, ignorancia, miedo, falta de fe, envidia?

¿Hablar mal de la gente es un defecto o un problema psicológico?

¿El fracaso es más evidente si se habla mal de otras personas cara a cara, en Twitter (a través de mensajes privados) o vía WhatsApp?

¿Qué pasa cuando empezamos hablando bien de una persona y terminamos hablando mal?

¿Qué pasa cuando empezamos hablando mal de una persona y terminamos hablando bien?

¿Se fracasa mejor cuando se habla mal de otras personas desde un blog o por teléfono?

¿Qué pasa si hablo mal de mi mamá?

Lucidez absoluta, criminal y agresiva

27 Jul

Mis grandes amigos no eran en modo alguno los escritores, sino los fracasados. Sobre todo hubo un hombre que ejerció una enorme influencia en mí, un tipo que había estudiado teología y tenía que haber sido sacerdote: sólo que para eso, tenía que casarse. El domingo de la boda, cuando todo el mundo estaba esperándolo, se dijo a sí mismo que era una locura y desapareció. Lo esperaron durante todo el día en la iglesia, pero había desaparecido, sencillamente, y no volvieron a verlo durante meses. Tuvo una gran influencia en mí. No tenía ningún don, no podía escribir y leía muy poco, pero su conocimiento de la naturaleza humana, su psicología innata, eran, sencillamente, extraordinarios. Nunca lo vi equivocarse sobre nadie. Era de una lucidez absoluta, criminal y agresiva. Yo lo frecuentaba regularmente y uno de los recuerdos más destacados de mi vida es una noche que pasamos juntos en Brasov, hasta la cinco de la mañana, por la calle. Pasamos toda la noche vagabundeando y, al final de aquella conversación, sentí vértigo, porque lo habíamos destruido todo juntos, absolutamente todo. Y él era mucho más fuerte que yo en la negación, más fuerte con mucha diferencia. Me contó también muchos secretos de su vida que no había revelado a nadie. No quiero decir que yo le deba mucho directamente, pero fue, a pesar de todo, un interlocutor muy importante para mí, porque con él comprendí hasta dónde se puede llegar. En la negación, él había llegado verdaderamente hasta el límite.

Cioran

Nietzsche: el hombre ingenuo

24 Jul

El hombre no puede ser superado, lo máximo que podemos hacer es renegar de él. Debemos renegar de él. Considero esa idea de superhombre un completo absurdo. Tan sólo pensar en los vicios propios de los animales nos hace ya estremecernos. Y los del hombre son mucho peores. Un superhombre tendría, naturalmente, cualidades, pero también los defectos de dichas cualidades, que serían terribles, mucho más terribles que el propio hombre. Nietzsche me parece demasiado ingenuo. Era un solitario que no vivió demasiado entre sus semejantes, un hombre digno de lástima, en el fondo, un hombre aislado, al que faltaba la experiencia inmediata del otro. Toda su tragedia, sus disputas con sus amigos, las decepciones que le causaron esos mismos amigos, prueban simplemente que Nietzsche no conoció de verdad a los hombres. Además tenía predilección por localidades pequeñas, por lo que carecía también de la experiencia tan instructiva de la gran ciudad. No sabía lo que quiere decir vivir en el infierno, pues hoy toda gran ciudad es un infierno, ¿verdad? El propio infierno tal vez sea peor, pero no mucho peor. Nietzsche me parece en verdad demasiado ingenuo.

Cioran

Ideas sobre el tiempo

8 Jul

Cómo me gustaría un ensayo tuyo sobre lo que dicen tus autores favoritos sobre el tiempo. Me encanta ese tema.

@Margaritarosadf

***

Como Margarita me ha pedido que escriba lo que dicen mis autores favoritos sobre tan bonito tema los voy a poner a hablar a ellos a través de mis citas favoritas, no voy a escribir quién dijo qué, cuándo, dónde ni por qué, sólo los citaré. Sin nombres y sin comentarios, como si todos estuvieran muertos y nadie los hubiera conocido.

Hay varias formas de pensar, vivir y hablar del tiempo y para darle forma y sentido a las voces de los autores dividí las citas en temas. Lo que ellos piensan del tiempo es lo que también pienso yo, eso se da por sentado, por eso me gustan, los admiro, trato de imitarlos y conservo sus mejores frases.

 

El instante perfecto

En cuanto uno se recuesta, el tiempo deja de fluir y de tener importancia.

No echaré a perder mi amor por lo sombrío escribiendo una oda a la oscuridad.

El éxtasis lo encuentro en el vivir, la mera sensación de estar viviendo es suficiente gozo.

Caminar en un bosque entre dos hileras de helechos transfigurados por el otoño; eso es un triunfo.

El tiempo de la lectura

Una carta la siento siempre como la inmortalidad, porque es la mente sola sin el amigo corporal. Deudores en nuestra conversación de la actitud y del acento, parece que hay un poder espectral en el pensamiento que camina solo.

Cuando vio este nuevo libro sobre su mesa de noche, apilado sobre el que había terminado la noche anterior, estiró la mano automáticamente, como si leer fuera la primera y única tarea evidente del día, la única forma viable de negociar el tránsito del sueño al deber.

¿Sabes que es lo que hay de más íntimo, más oculto en todo mi corazón y lo que es más “yo” en mí? Son dos o tres pobres ideas de arte incubadas con amor; eso es todo. Los más grandes acontecimientos de mi vida han sido algunos pensamientos, lecturas, ciertas puestas de sol en Trouville al borde del mar, y charlas de cinco o seis horas consecutivas con un amigo que ahora está casado, y perdido para mí.

Las horas

El Hoy hace que el Ayer signifique.

No tengo tiempo de describir mis planes, Debería decir muchas cosas sobre las horas y mi descubrimiento; cómo excavo hermosas grutas detrás de mis personajes; creo que eso plasma exactamente lo que quiero; humanidad, humor, hondura. La idea es que las grutas conecten entre sí, y cada una sale a la luz del día en el momento presente.

El tiempo y la muerte

La vida es una muerte que prolongamos; la muerte es el gozne de la vida.

El hombre ha nacido para morir. ¿Qué quiere decir eso? Perder el tiempo y esperar.

Para vencer la perturbación o una inquietud tenaz no hay nada como imaginar el propio entierro.

Es reconfortante reconocer que somos provisionales permanentes, aunque nada más sepamos.

Nada te será tan útil para mostrar temperancia en todas las cosas como la frecuente consideración de la brevedad y la incertidumbre de la vida. En cualquier cosa que hagas, pon tus ojos en la muerte.

Estas dos muchachas crecerán hasta llegar a la edad madura y después a la vejez, y se marchitarán o se hincharán; los cementerios donde serán enterradas eventualmente se volverán ruinas donde la hierba crecerá salvaje y los perros merodearán de noche.

El tiempo subjetivo

La puntualidad es propia de un angustiado.

Muchas cosas que causan terror de noche, el día las torna ridículas.

El tiempo y las expectativas

La vida está construida de tal manera que el acontecimiento no puede igualar a las expectativas.

Lo único que debería enseñársele a los jóvenes es que no hay nada o casi nada que esperar de la vida.

La mayor parte de nuestros Momentos son Momentos del Prólogo. “Siete Semanas” es una larga vida – si se viven del todo.

No creo en nada, pero siempre me alegra despertarme por las mañanas. No me deprime. Nunca estoy deprimido. Sé que es una locura, porque es un optimismo sobre nada. Creo que la vida no tiene sentido y sin embargo me excita. Siempre creo que va a suceder algo maravilloso.

Antes pasé largas horas soñando con triunfos asombrosos para mí, cuyos clamores me hacían estremecerme como si ya los hubiera oído. Pero no sé por qué, una mañana me desperté desembarazado de aquel deseo, incluso más enteramente que si hubiera sido satisfecho. Entonces me vi más pequeño, y dediqué toda mi razón a observar mi naturaleza, su fondo, y sobre todo sus límites.

El tiempo perdido

Laboro para deshacerme del espanto, pero el espanto impulsa la labor.

El tiempo vacío de la meditación es, en realidad, el único tiempo lleno.

No hago nada, es cierto. Pero veo pasar las horas -lo cual vale más que tratar de llenarlas.

Casi siempre lo mejor de la vida consiste en no hacer nada en absoluto, en pasar el tiempo reflexionando, rumiando todo ello.

Cuando tenía treinta años creía no haber vivido. En esa época no sospechaba todavía que era imposible no vivir. A los treinta años comprendí el error de pensar que la lectura y la meditación pertenecen menos a la vida que otras ocupaciones.

El tiempo y la espera

En la espera se manifiesta, se revela, la esencia del tiempo. ¡Qué superioridad la de haber dejado de esperar!

El tiempo y la incertidumbre

El recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las cosas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años.

Yo no sé quién me ha traído al mundo, ni lo que es el mundo, ni lo que soy yo mismo. Permanezco en una ignorancia terrible de todas las cosas. No sé lo que es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma, ni esta parte de mí mismo que piensa lo que estoy diciendo y que reflexiona sobre todo, y sobre sí misma, y que, por otra parte, no se conoce tampoco. Veo estos espantosos espacios del Universo que encierran, y me encuentro ligado a un rincón de esta vasta extensión , sin que sepa por qué estoy colocado en este lugar y no en otro, ni por qué este poco tiempo que me es dado vivir me ha sido asignado a este punto, y no a otro, de toda la eternidad que me precede y de toda la que me sigue.

 El tiempo del cerebro

La realidad es sólo una ilusión, pero una ilusión muy persistente.

Somos básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real.

El cerebro debe reconstruir el mundo externo como una película o un sueño continuo, en permanente discurrir. Para ello debe anticipar o prever constantemente, operando y orientando su foco de manera discontinua, pero integrando todo lo anterior mediante una actividad en saltos, en intervalos discretos de tiempo. En otras palabras, la predicción impulsa la reorganización de foco de manera rápida y evanescente.

Una vez evolucionadas, las neuronas constituyen la estructura central de todos los cerebros en todas las formas animales: transmiten información, construyen, soportan y memorizan el mundo interno –mundo compuesto de neuronas que simula la realidad externa apropiándose de sus principios operativos, para después volver a introducir en el mundo exterior el producto de la cognición por medio de los movimientos que denominamos conducta.

Si la tecnología de la conciencia se desarrolla suficientemente, se podría colocar a una persona en un entorno virtual y engañar a su cerebro hasta el punto de hacerle creer que su auténtica realidad es aquella y que su cuerpo real es el cuerpo que siente en el mundo virtual… la vuelta al mundo real podría ser muy impactante: una experiencia de este tipo conferiría una percepción muy clara de un hecho que normalmente tendemos a ignorar: que el mismo mundo real, la misma sensación que percibimos cada día de tener una identidad y estar en un cuerpo, no es nada más que una creación del cerebro, tan arbitraria y manipulable como la del mundo virtual. Incluso podríamos ser cerebros conservados en formol y nuestra conciencia, el resultado de una sencilla estimulación externa.

Conclusión

Sí, piensa Clarissa, es hora de que el día termine. Damos fiestas; abandonamos a nuestras familias para irnos a vivir solos a Canadá; luchamos por escribir libros que no cambian el mundo a pesar de nuestros talentos y de nuestros generosos esfuerzos, de nuestras extravagantes expectativas. vivimos nuestras vidas, hacemos lo que sea que hagamos, y después dormimos -es así de fácil y ordinario. Unos cuantos saltan por una ventana o se ahogan o toman pastillas; muchos más mueren por accidente; y la mayoría de nosotros, la gran mayoría, somos devorados lentamente por alguna enfermedad, o si somos afortunados, por el tiempo mismo. No nos queda más que este consuelo: una hora aquí y allá en la que nuestras vidas se abren en una explosión, contra todas las posibilidades y todas las expectativas y nos ofrecen todo lo que jamás imaginamos, aunque todos excepto los niños (y quizás ellos también) saben que a estas horas inevitablemente seguirán otras más oscuras y más difíciles. Y sin embargo, amamos la ciudad, la mañana, más que nada, tenemos la esperanza de más.

Cuadernos 1957-1972

5 Jun

La puntualidad es propia de un angustiado.

Lo macabro es la forma grotesca de lo trágico.

Se puede ser pusilánime por exceso de sensibilidad.

Nada puede echar a perder a alguien, salvo el éxito.

El mundo no vive en la mediocridad sino en la mala desmesura.

Habría que introducir la pena de muerte para la gente impuntual.

Una tarea irrealizable ofrece más seducción que un objeto asequible.

Aunque sea un genio, quien no llega puntual a la cita queda liquidado para mí.

Con la pluma en la mano tengo un valor que nunca recobro ante el enemigo.

Si se quiere dar vivacidad al estilo hay que rozar la incorrección en todo instante.

Llevo años sin leer a Baudelaire, pero pienso en él como si lo leyera todos los días.

Me estremezco de horror cuando oigo a alguien decir mi mujer. Soy metafísicamente soltero.

Para olvidar esas penas y apartarse de las obsesiones fúnebres, nada hay como el trabajo manual.

Ante el teléfono, ante el automóvil, ante el menor instrumento, siento un invencible arranque de asco y horror.

En la espera se manifiesta, se revela, la esencia del tiempo. ¡Qué superioridad la de haber dejado de esperar!

Si hubiera un dios, nos habría dispensado de la carga que entraña almacenar podredumbre, arrastrar un cuerpo.

No puedo perdonar a aquellos a quienes he convertido en mis ídolos. Tarde o temprano me erijo en iconoclasta.

Sentir a alguien viviendo al lado, percibir su presencia, imaginar su respiración: todo eso me ha vuelto loco siempre.

¿Por qué está loco? Porque no disfraza, porque no puede disfrazar nunca su primer impulso. Todo en él está en estado bruto.

Me apiado de cualquier cosa, tengo estremecimientos de niña. Tal vez sea también por una imposibilidad de llorar por mí mismo.

 

Cioran

 

Del inconveniente de haber nacido

30 May

¿El ser ideal? Un ángel devastado por el humor.

La verdadera poesía no tiene nada que ver con la «poesía».

Perdimos al nacer lo mismo que perdemos al morir. Todo.

Regla de oro: dejar una imagen incompleta de sí mismo.

Sólo tiene convicciones quien no ha profundizado en nada.

El arte de combinar autoridad e indiferencia, rigor y descuido.

Mi misión es sufrir por todos aquellos que sufren sin saberlo.

Toda amistad es un drama oculto, una serie de heridas sutiles.

Aquellos a quienes amamos, difícilmente brillan en nuestros sueños.

El placer de calumniarse vale mucho más que el de ser calumniado.

Los sueños son engañosos; cagarse en la cama, eso es lo verdadero.

El tiempo vacío de la meditación es, en realidad, el único tiempo lleno.

El hombre siempre ha pensado que se encontraba en el umbral de lo peor.

Dios es lo sobreviviente a la evidencia de que nada merece ser pensado.

Mi existencia se me presenta como la degradación y el desgaste de un salmo.

Repetirse es demostrar que uno cree aún en sí mismo, en lo que ha sostenido.

Cualquier logro, en cualquier orden, trae consigo un empobrecimiento interior.

Mi visión del futuro es tan precisa, que si tuviera hijos, los estrangularía en el acto.

Uno debe ponerse del lado de los oprimidos, incluso cuando están equivocados.

Sin una buena dosis de ferocidad no se podría llevar un pensamiento hasta el fin.

Aniquilar da un sentimiento de poder y halaga algo oscuro, original, en nosotros.

Fusión entre la resignación y el éxtasis, entre el estoico frío y un místico descabellado.

La poesía excluye cálculo y premeditación: es inconclusión, presentimiento, abismo.

Es obvio que Dios no era la solución y que nunca se encontrará otra igualmente satisfactoria.

Querer dominar, representar un papel, hacer la ley, comporta una fuerte dosis de estupidez.

Dios: una enfermedad de la que nos creemos curados porque ya nadie muere por su causa.

La ambición se encuentra en todo, se ven incluso sus huellas en los rostros de los muertos.

Llegar a no tener a qué renunciar. Ese debería ser el sueño de todo espíritu desengañado.

«Comete usted un error al contar conmigo». ¿Quién podría hablar así? Dios y el Fracasado.

Hay que sufrir hasta el final, hasta el momento en que se deja de creer en el sufrimiento.

El último paso hacia la indiferencia es la destrucción de la idea misma de indiferencia.

Uno debería conformarse con un solo idioma y profundizar cada vez más en su conocimiento.

Lo único que debería enseñársele a los jóvenes es que no hay nada o casi nada que esperar de la vida.

Caminar en un bosque entre dos hileras de helechos transfigurados por el otoño; eso es un triunfo.

Para vencer la perturbación o una inquietud tenaz no hay nada como imaginar el propio entierro.

El antídoto del aburrimiento es el miedo. Es menester que el remedio sea más fuerte que el mal.

El sufrimiento abre los ojos, ayuda a mirar las cosas de otra forma que no hubiésemos percibido.

La única manera de encaminarse hacia lo universal es ocuparnos únicamente de lo que nos atañe.

Aprender a no dejar huellas es una guerra de cada instante que libramos contra nosotros mismos.

En lo más íntimo de sí mismo el hombre aspira a alcanzar la condición que tenía antes de la conciencia.

No es el temor de emprender algo , sino el temor de conseguirlo lo que explica más de un fracaso.

No es la desgracia, sino la felicidad, la felicidad insolente, la que conduce al tono agrio y al sarcasmo.

Después de ciertas experiencias deberíamos cambiar de nombre, puesto que ya no somos el mismo.

Destrucción y estallido de la sintaxis, victoria de la ambigüedad y del poco más o menos. Muy bien.

En una obra de psiquiatría sólo me interesa lo que dicen los enfermos; en un libro de crítica, las citas.

Poder vivir sin ninguna ambición. Me constriño a ello. Pero este hecho tiene ya que ver con la ambición.

Cuando hemos puesto a alguien muy alto, se nos hace más asequible en cuanto comete un acto indigno.

No es construyendo sino pulverizando como podemos adivinar las satisfacciones secretas de un dios.

Seguramente la existencia tuvo algún atractivo antes del advenimiento del ruido, digamos antes del neolítico.

Desde el momento en que uno se identifica enteramente con su propio ser, uno reacciona como Dios, es Dios.

Los monos que viven en grupo rechazan a aquellos que han tenido de alguna manera contacto con los humanos.

Si me apegara a mis convicciones más íntimas, dejaría de manifestarme, de reaccionar de cualquier manera.

Si lo propio del sabio es no hacer nada inútil, nadie me ganará en sabiduría: ni siquiera me rebajo a hacer cosas útiles.

Un escritor no nos marca porque lo hayamos leído mucho, sino porque hemos pensado en él más de la cuenta.

El hombre acepta la muerte pero no la hora de su muerte. Morir cuando sea, salvo cuando haya que morir.

No se crea una obra sin apegarse a ella, sin convertirse en su esclavo. Escribir es el acto menos ascético que existe.

En cuanto uno se recuesta, el tiempo deja de fluir y de tener importancia. La historia es el producto de una raza en pie.

El tormento metafísico se sitúa mucho antes de esa insipidez universal que sigue al advenimiento de la Filosofía.

Gritar no tiene sentido más que en un universo creado. Si no hay creador, ¿qué sentido tiene llamar la atención de sí?

Aunque haya entrado en su fase de sobreviviente, se agita como si estuviese en el umbral de una carrera maravillosa.

He sobrepasado el nivel en el que los seres importan y no veo ninguno razón para luchar en los mundos conocidos.

Para un escritor, charlar con una portera es mucho más provechoso que conversar con un sabio en una lengua extranjera.

Con el tiempo, ya nada es bueno ni malo. El historiador que se pone a juzgar el pasado, hace periodismo en otro siglo.

Es un privilegio vivir en conflicto con la propia época . En todo momento uno es consciente de no ser como los demás.

Cuando se ha cometido la locura de confiarle a alguien un secreto, la única forma de saber que lo guardará es matarlo de inmediato.

La ventaja no desdeñable de haber odiado mucho tiempo a los hombres es la de llegar a soportarlos por agotamiento de ese mismo odio.

Para el ansioso no hay diferencia entre éxito y fracaso. Su reacción frente a ambos es la misma. Los dos le molestan igualmente.

No he frecuentado especialmente a Baudelaire ni a Pascal, pero no he dejado de pensar en sus miserias que me han acompañado siempre.

Me imaginaba bien tranquilo en mi tumba. Y en seguida me ablandaba. No desdeñemos tanto nuestro cadáver: puede sernos útil a veces.

Detenerme en los cementerios rurales, tenderme entre dos tumbas y fumar durante horas. La considero la época más activa de mi vida.

Cuando me preocupa un poco más de la cuenta el no trabajar, me digo que bien podría estar muerto y que entonces trabajaría aún menos.

Se puede comprender todo, admitir todo, imaginar todo, salvo la propia muerte, aunque se piense en ella sin descanso y se esté resignado.

Si Cioran fuera tuitero

29 May

La idea de la muerte ayuda a todo, salvo a morir.

Perdimos al nacer lo mismo que perdemos al morir.

No merece la pena matarse: siempre lo hace uno demasiado tarde.

La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto.

No hay arte verdadero que no contenga una fuerte dosis de banalidad.

Mi existencia se me presenta como la degradación y el desgaste de un salmo.

Para absolver a Dios, hacían responsable a Satánas de la infamia de la Creación.

A medida que el arte se hunde en un callejón sin salida, los artistas se multiplican.

Es imposible aceptar ser juzgado por alguien que ha sufrido menos que nosotros.

Después de la medianoche empieza la embriaguez de las verdades perniciosas.

Hay que sufrir hasta el final, hasta el momento en que se deja de creer en el sufrimiento.

Fusión entre la resignación y el éxtasis, entre el estoico frío y un místico descabellado.

El «alma» surgió y se desarrolló a expensas del buen funcionamiento de los órganos.

«Comete usted un error al contar conmigo». ¿Quién podría hablar así? Dios y el Fracasado. 

No hago nada, es cierto. Pero veo pasar las horas -lo cual vale más que tratar de llenarlas.

Sólo lo que se esconde es profundo y es verdadero. De ahí la fuerza de los sentimientos viles.

Sueño con un confesor ideal a quien decirle todo, confesarle todo: sueño con un santo hastiado.

A medida que los años pasan, decrece el número de seres con quienes puede uno entenderse.

No es la desgracia, sino la felicidad, la felicidad insolente, la que conduce al tono agrio y al sarcasmo.

Después de ciertas experiencias deberíamos cambiar de nombre, puesto que ya no somos el mismo.

No permanece sino lo que ha sido concebido en la soledad, de cara a Dios, uno sea o no creyente.

No es el temor de emprender algo, sino el temor de conseguirlo lo que explica más de un fracaso.

El antídoto del aburrimiento es el miedo. Es menester que el remedio sea más fuerte que el mal.

Cada vez que estoy mal y me apiado de mi cerebro, me siento llevado por un irresistible deseo de proclamar. 

Aquel que tema al ridículo no irá nunca muy lejos ni para bien ni para mal, permanecerá más acá de sus talentos.

Ser objetivo es tratar al prójimo como se trata a un objeto, a un muerto, es comportarse con él como un sepulturero.

El tormento metafísico se sitúa mucho antes de esa insipidez universal que sigue al advenimiento de la Filosofía.

No se crea una obra sin apegarse a ella, sin convertirse en su esclavo. Escribir es el acto menos ascético que existe.

Si lo propio del sabio es no hacer nada inútil, nadie me ganará en sabiduría: ni siquiera me rebajo a hacer cosas útiles.

En cuanto uno se recuesta, el tiempo deja de fluir y de tener importancia. La historia es el producto de una raza en pie.

Desde la infancia percibía ya el deslizarse de las horas, libres de toda referencia, de todo acto y de todo acontecimiento.

Se trasciende la muerte por la búsqueda de lo indestructible a través del verbo, a través del símbolo mismo de la caducidad.

Si antaño frente a un muerto me preguntaba: «¿De qué le sirvió nacer?», hoy me pregunto lo mismo ante cualquiera que esté vivo.

Cada vez que me falla la memoria, pienso en la angustia que deben experimentar los que saben que ya no se acuerdan de nada.

Los desconsuelos de cualquier género pasan, pero el fondo del que proceden subsiste y nada lo mitiga. Es inatacable e inalterable.

Días milagrosamente cuajados de esterilidad. Y yo, en vez de alegrarme, de cantar victoria, me dejo invadir por el despecho y el mal humor.

La calle es tranquilizadora porque se piensa menos en uno mismo, en ella todo se debilita y se deteriora, empezando por las angustias.

Sólo a los niños o a los locos les perdonamos su franqueza: los demás, si tienen la audacia de imitarlos, se arrepentirán tarde o temprano.

Detenerme en los cementerios rurales, tenderme entre dos tumbas y fumar durante horas. La considero la época más activa de mi vida.

Me imaginaba bien tranquilo en mi tumba. Y en seguida me ablandaba. No desdeñemos tanto nuestro cadáver: puede sernos útil a veces.