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Erudición, sabiduría, inteligencia y creatividad

4 Sep

Para Ernesto Castro (sin cariño)

Como no nací en vano y tengo cuarenta años de experiencia como lectora es justo que en este trecho de mi vida sepa exactamente cómo vivir y lo sé porque para eso nací, para saber cómo vivir y dar ejemplo con la propia vida. Mi performance consiste en vivir la vida para que los demás aprendan cómo con una única condición: no se me acerque cuando voy caminando por la calle embebida en mis pensamientos.

Mi ejemplo no está hecho de palabras sino de actos porque no pretendo ser erudita sino sabia y creativa. No me verán en conferencias, congresos ni tertulias hablando con prepotencia o con aire de falsa humildad sobre el arte de aprender a vivir para terminar luego tirándome por la ventana o llorando amargamente porque me siento sola, triste, confundida y desesperada. No, si usted hace el seguimiento de mi vida se va a dar cuenta de que todo es acción no predicación.

El erudito es cuadernero, comelibro, sin sentido del humor, un hombre inseguro que necesita sentir que vale algo porque “sabe mucho”, tiene buena memoria y talento para repetir como una lora vieja y bien entrenada toda la basura que ha leído en los libros, como si repetir datos o ideas sirviera para algo en la vida aparte de para descrestar calentanos.

Si necesito saber algo leo y leer a Platón no me convierte en Platón y mucho menos en Sócrates; me convierte en lectora, no en sabia.

No necesito a un pajuelo precoz que me explique en qué consiste la grandeza de Sócrates a partir del análisis de los Diálogos en un sucio canal de Youtube porque prefiero leer a Platón, a Aristóteles, a Alcibíades, a Rabelais, a Erasmo… y sumando la opinión de estos gigantes y la de otros muchos más crear mi propia imagen del sabio y tratar de asimilar para mi propia vida lo más rescatable de esta vida, para incorporarla a la mía.

La erudición es nada, la sabiduría lo es todo.

Hay gente que se llena el coco de información y la vomita luego en público para que la masa, la clientela, confunda ese vómito con inteligencia.

Erudición sin inteligencia no es nada, inteligencia sin creatividad no es nada, conocimiento sin sentido del humor es el alma de un hombre viejo encerrado en el cuerpo de un niño que posa de sabio porque “sabe mucho” y no sabe nada porque está desperdiciando la vitalidad de la juventud sentado cultivando una buena joroba.

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Los signos de puntuación

27 Ene

Primero se lee y después se escribe.

Cuando usted descubre que le gusta leer más que cualquier otra cosa en la vida se pregunta con lágrimas de emoción ante la verdad revelada por qué le gusta tanto leer y no ver televisión o hablar con el hijo de la vecina, por ejemplo. Cuando SABE que le gusta leer más que realizar cualquier otra actividad en la vida deja de pensar en el contenido de los textos y pasa a fijarse con atención en la forma como están escritos esos textos que lo conmueven hasta las lágrimas y lo llevan a descubrir que tiene cerebro y corazón, raciocinio y sentimiento; descubre usted que no es un simple animal y es ahí donde con lágrimas de alegría se fija en los signos de puntuación, se pregunta si son cosas de Dios o el secreto mejor guardado de los escritores profesionales.

Sobre los signos de puntuación puede usted encontrar manuales, letra muerta redactada por gente de mente cerrada que está segura de que hay una sola forma de escribir, gente que casi siempre asume con prepotencia que la coma, por ejemplo, es para respirar y que hay una diferencia radical entre el guión y la raya o entre un asterisco y una nota de pie de página.

La forma más efectiva de entender los signos de puntuación consiste en fascinarse con un texto muy bien escrito, un clásico, por ejemplo. También le puede servir un premio nobel de literatura. Debe leerlo varias veces, tratar de entender por qué es tan particular, único, diferente a todos los demás, así como cuando estamos enamorados y lloramos de emoción porque nos sentimos bendecidos y afortunados al suponer -antes de que caiga el velo- que nos hallamos ante la perfección hecha carne. El amor se acaba pero el texto permanece siempre fijo, dispuesto a ser descubierto si se mira con atención, listo para convertirse en su maestro.

¿Por qué ante un texto que nos gusta mucho es imposible parar de leer y cuando terminamos queremos volver a comenzar? ¿Por qué siente usted que es como música? ¿Por qué lo recuerda después de varios días si ha leído otros textos y sólo ese llega a su memoria en el momento menos esperado? ¿Será el contenido, la sinceridad  o los signos de puntuación?

Son los signos de puntuación.

Los signos de puntuación son de uso exclusivo de la escritura, no de la oralidad. En pocas palabras, los signos de puntuación son signos de sentido como el tema, el tipo de texto, el tratamiento, la selección de las palabras, la intención, el tono y todo lo demás.

Entre más leo, escribo, pienso y siento más me convenzo de que la fuerza de la escritura está en los signos de puntuación.

Carolina Sanín y el peligro de dejarse devorar por el mundo virtual

21 Ene

Me he ocupado de Carolina Sanín desde hace siete años, supe de su existencia en Twitter y a partir de ese momento le he hecho seguimiento a su carrera, a sus actitudes y a su apuesta  estética porque es feminista y porque está interesada en la literatura, como yo. No la sigo porque esté obsesionada con ella, la envidie o la odie sino porque es perfecta para pensar en temas de mi total interés como lo son el campo literario, los intelectuales colombianos, la literatura del futuro  y especialmente internet, cómo se puede afectar la vida personal y laboral cuando los usuarios no son hábiles para navegar en estos mundos en los que no se sabe en qué momento la persona se convierte en personaje y el personaje termina arruinando la vida del sujeto, la vida privada de la persona de carne y hueso que sufre y llora, que siente miedo con todo su cuerpo y  no sabe cómo encaminar de nuevo esa vida real que ha sido tragada por el personaje virtual.

Lo que en algún momento parecía tener forma se desfiguró por completo porque teniéndolo todo (capital social, intelectual, económico, cultural y simbólico) Carolina Sanín asumió la actitud de una joven inocente que no tiene nada sino apenas una cuenta en Twitter o en Facebook y se lanza con furia al vacío con un propósito bien definido: volverse famosa, influencer, emprendedora, empresaria, conseguir novio rico o de la farándula, convertirse en actriz porno siendo periodista, etcétera. La joven inocente y arriesgada apuesta y gana o no gana, si pierde no pierde nada puesto que no tiene nada que perder, no  tiene capital y por eso es arriesgada y pendenciera; hará el ridículo durante una o dos semanas y luego aparecerá la apostadora de turno, la protagonista del nuevo show mediático. Una persona como Carolina Sanín no necesitaba jugar en las redes sociales de esa forma y mucho menos en Facebook, donde la ignorancia, el fanatismo, la zalamería y la desinformación son ley.

Carolina Sanín en muy poco tiempo parece haber acabado con la obra que había construido, con su formación profesional y su desempeño laboral. Terminó poniéndose en contra de la universidad de la que es egresada y de la que luego fue profesora. Eso se llama desde la teoría del campo no saber jugar, no saber mover las fichas, no saber apostar, jugar de forma torpe. Y toda una suma de errores no es más que el fruto de haber sentido que podía ejercer más poder desde un tonto perfil de Facebook que desde el mundo real. Sintió que sus fans y los cientos de mensajes zalameros que recibe cada día tenían más valor que lo que había cosechado en el mundo real, en la realidad ajena a las redes sociales.

Como experta en lectura y escritura en redes sociales cuál es mi consejo para no caer en estos límites absurdos:

Cuando sienta que su vida virtual es más relevante que su vida real, que la gente de carne y hueso y su propio cuerpo, cuando su personaje virtual empiece a ser más importante que el cuerpo que usted habita y ese personaje empiece a afectar de forma negativa su vida real y sus relaciones con otros seres humanos en diferentes entornos, lo mejor es desaparecer de una vez y para siempre de todas las redes sociales, hacer de cuenta que no existen. Muchas personas en el mundo viven perfectamente sin redes sociales.

Cuando sienta que su personaje en internet es más fuerte que usted como persona, como ser humano de carne y hueso que disfruta comiendo, bebiendo, durmiendo, caminando, trabajando y compartiendo la vida con otros seres humanos, lo mejor es desaparecer de las redes sociales de una vez y para siempre, no pensarlo tanto, no seguir arruinando la vida.

Internet produce adicción física y psicológica y puede ser más peligroso que el bazuco, arruina vidas y el usuario debe estar siempre alerta. En este mundo negro donde la persona deja de ser relevante para darle todo el poder al personaje puede caer el niño de siete años y la profesional mayor de cuarenta, no es un asunto simple y no debe ser tratado con ligereza.

Escritura académica 2017

14 Ene

Después de haber escrito sin parar durante más de veinte años llegué a la siguiente conclusión: el terreno en el que mejor me desempeño es en el de la escritura académica, ensayos sobre teoría y crítica literaria.

En 1996 empecé a escribir ensayos académicos, veinte ensayos a través de los cuales traté de dar respuesta a los grandes interrogantes que me obsesionaban en ese tiempo en relación con la literatura, la teoría y la crítica literaria, el amor, la melancolía, la risa, la lectura, la escritura y la interpretación de textos. Esos ensayos terminaron de publicarse en 2004 y el gran problema tiene que ver ahora con el hecho de que me quedé sin preguntas siendo aún muy joven y entonces no tengo tema de investigación. Hay otros temas que me interesan, claro, pero lo mío tiene que ser una obsesión, una pregunta que me desvele y me afecte la vida. Esos temas dejaron de existir hace mucho tiempo, leo por placer pero no estoy buscando respuestas, las encontré todas antes de haber cumplido treinta años; a esas respuestas me acojo y todavía no me han defraudado.Vivo una buena vida pero me encanta escribir, ese es mi dilema. Mi escritura tiene que ser honesta, no está a la venta ni es para fortalecer el ego, es por el simple placer de ver cómo se van organizando las frases en la pantalla, sincronización total entre dedos y ojos, es decir, placer neuronal. Me gusta darle placer a mi cerebro y lo que más lo satisface es la escritura. No lo creo, lo sé.

Fui bloguera durante diez años y creo que fue ahí, aquí, donde perdí rigurosidad y profundidad; me acostumbré a escribir en tiempo real y ahora Word parece retrógrado, una máquina de escribir manual en tiempos de DOS; mi cerebro se ha modificado, lo que lo emociona hasta el límite es ver como empiezo un texto, lo termino y lo publico ese mismo día, es decir, hoy, mañana es demasiado tarde, ese es el límite del placer cerebral. Si empiezo un texto en Word y lo reviso mañana a mi cerebro le parecerá un texto muerto, he  intentado escribir con calma, puliendo el estilo, tratando de llevarlo al límite, he intentado volver a ser la gran erudita más de diez veces en los últimos cinco años y siempre termino desechando el texto porque me parece un texto sin vida. La escritura en tiempo real termina convertida en arma de doble filo: produce adrenalina pero nos hace sentir culpables y sin compromiso como intelectuales, dolorosamente superficiales.

Sospecho que mi tragedia es una tragedia compartida por personas que escribieron y publicaron antes y después de internet, antes de las redes sociales, YouTube y WhatsApp. Vivimos el día a día y los días se esfuman de forma asombrosa, pasamos el día entero chateando y muertos de la risa leyendo las estupideces que la gente escribe en Twitter, siendo testigo de las olas de indignación de un día.

¿Cuál es el destino de la escritura académica? ¿Muertos casi todos los intelectules del siglo XX debemos acostumbrarnos a la falta de profundidad, a que los grandes temas sean abordados de la forma en que se abordan en las redes sociales?

Este año decidí no volver a comprar libros y eso también es preocupante. Tomé la decisión porque comprar libros se me ha convertido en un vicio y una enfermedad. Compro cien y leo veinte y luego los regalo o los tiro a la basura.

Escribir

9 Nov

Este texto lo escribí hace quince años, cuando era una Gran Erudita. Ayer oí leerlo en voz alta y descubrí que detrás de la señora que teoriza hay una Gran Poeta, una Ovidio del amor a la escritura en potencia. Hay frases que parecen música. Vamos a tomar un fragmento del texto extenso y resaltaré la Poesía en medio de la Prosa, la Magia en medio de la Erudición:

La alfabetización y la erudición no garantizan la constitución de una configuración mental de comunidad letrada, en el proceso se involucran aspectos sociales e históricos mucho más complejos que la simple alfabetización.

Para los miembros de las comunidades orales la escritura expresa mensajes directos y unívocos en los que ni la reflexión ni la interpretación juegan un papel fundamental, para ellos el cosmos es un suceso progresivo con el hombre en el centro y los textos escritos no les dicen más de lo que pueden expresar los sonidos y las transformaciones de la naturaleza. En este mundo fundamentalmente oral, comunitario, cíclico y predeterminado, opuesto al impreso, individual, lineal y mediado por la voluntad, la narración y el diálogo juegan un papel fundamental como en su opuesto lo juega la lectura, la escritura y la interpretación de textos.

La lectura y la escritura son actividades interdependientes, prácticas complementarias y recíprocas, escribir es ejercitar con especial rigor y esmero el arte de la lectura. Para escribir es necesario haber leído antes en una proporción mayor, haber interpretado los textos y encontrado en éstos los argumentos suficientes para ser tenidos en cuenta en el momento de iniciar el proceso de escritura. Los textos son leídos e interpretados dependiendo de la disposición anímica, la edad, las áreas de interés, las experiencias de vida y las lecturas anteriores.

Ser lector se puede convertir en una práctica gratificante siempre y cuando se realice de manera libre y se tengan claros los propósitos que se persiguen: se lee para comprender el mundo, para comprenderse a sí mismo o simplemente para vanagloriarse de ser un gran erudito; cualquiera de las opciones es válida con tal de que el lector obtenga lo que se propone y acepte que al ejercitar esta actividad se está aislando, ya que la lectura y la escritura exigen absoluta soledad para realizarse plenamente.

La lectura es de por sí un actividad placentera cuando se ha convertido en un acto casi natural, la escritura, en cambio, es un proceso mucho más complicado ya que en éste entran en juego desde el uso de mínimas bases de redacción y conocimiento de la lengua, hasta complejos procesos de abstracción y transmisión de información. A través de la escritura se le debe presentar el mundo al lector de manera ordenada y clara, no de manera caótica, tal como se representa en la mente o a través de la oralidad en situaciones cotidianas.

Todo texto es una linealidad de signos que puede ser explicada a través de la observación y el análisis de la estructura interna a partir de la cual se ha constituido, como material homogéneo susceptible de ser observado desde sus elementos más mínimos -los fonemas- hasta la concepción del texto como una extensa frase (si se tratara de una novela, por ejemplo) que expresa una intención, como un discurso. El lector se puede conformar con develar la estructura sobre la que se sustenta el texto, tratarlo como un objeto sin mundo y sin autor, sin contexto, dar cuenta del conocimiento del mismo a partir del análisis de sus relaciones internas, de su estructura formal. También se puede emprender el salto a un nivel de lectura más complejo, vital y enriquecedor, se trata del paso de la observación y la comprensión al de la interpretación.

Lo que el lector debe lograr es la fusión de la interpretación del texto con la interpretación de sí mismo.

Gracias al carácter lineal de la escritura es posible hacer una “traducción analítica y distintiva de todos los trazos sucesivos y discretos del lenguaje, aumentando así su eficacia” y logrando de esta manera una mayor apertura en relación con la interpretación textual, apertura que no se logra a través de la oralidad debido, entre otras cosas, a la fugacidad de los mensajes, a que “en la oralidad, el sentido muere en la referencia y ésta en su señalamiento”,  mientras que “lo que llega a la escritura es una descripción directa de una intención de decir… y la escritura es una inscripción directa de esta intención”.

A través de la oralidad se establecen diálogos que giran alrededor de temas de interés común; en este tipo de relaciones la gesticulación, las modulaciones de la voz, la presencia del referente, etc., son aspectos esenciales. En la escritura la ausencia del referente debe ser subsanada y el escritor debe garantizarle al lector la presencia del mundo, al lector se le debe devolver el universo a través de la escritura.

Para adquirir buen dominio de la escritura es necesario haber pasado antes por el dominio de la oralidad. Cuanto mayor sea la comprensión de las palabras que se pronuncian con la certeza de que fluyen lógicamente para ser evocadas luego como reminiscencias y cuanta mayor conciencia se tenga sobre la importancia del sonido y la gestualidad, mayor precisión se tendrá en el momento de acceder a la elaboración escrita, ya que toda teoría del texto escrito parte de la teoría y el dominio de la oralidad: “la escritura no es más que la institución, posterior al habla, que parece destinada a fijar por medio de un grafismo lineal: todas las articulaciones que ya han aparecido en la oralidad quedan fijadas en la escritura… lo que está fijado por la escritura, es entonces un discurso que hubiéramos podido decir, pero, precisamente se escribe porque no se lo dice”.

A través de un número limitado de materiales (los signos tipográficos que tengo ante mis ojos) y de otro tan limitado como yo quiero que sea (el conocimiento consciente que poseo de la realidad), debo generar en el lector lo que en la oralidad logran la gestualidad, la entonación, el contexto; para escribir sólo cuento con mi repertorio léxico, el manejo de los signos de puntuación y la destreza que he desarrollado para sostener la atención del lector a través del uso de recursos técnicos que en un lector desprevenido pueden llegar a representar cualidades casi mágicas. A través de la escritura se pueden subsanar errores que la oralidad corrige a través de gestos que contradicen lo dicho y que difícilmente van a trascender tanto como la escritura, la escritura debe ser determinante porque aspira a ser eterna.

El escrito (a diferencia de la narración o el diálogo oral) conserva el discurso y hace de él un archivo disponible para la memoria individual y colectiva que le permite al lector apropiarse de la escritura con el propósito de realizar nuevas interpretaciones de los textos y de sí mismo. A lo largo del proceso de interpretación, que se empieza a prefigurar a partir de la comprensión, la intertextualidad ocupa un lugar central: si la lectura es posible, es porque el texto no está cerrado en sí mismo, sino abierto a otra cosa; leer es, sobre todo, encadenar un discurso nuevo al discurso del texto, relacionar experiencias anteriores de lectura y de vida y actualizar o activar la lectura de nuevos textos o de textos ya leídos a partir de perspectivas nuevas; la capacidad de reactualización de los textos es lo que garantiza su carácter abierto.

Un mensaje privado para compartir en público

24 Jul

Buenos dias José, le cuento que renuncié a Twitter y a Whatsapp y espero que esta vez sea para siempre. Es mi primer intento en Twitter y el segundo en Whatsapp. Quiero saber cómo se vive la vida usando sólo el blog, google, youtube, gmail y otras páginas que son de uso obligatorio por el trabajo. Lo que quiero es volver a hablar con la gente, chatear menos y vivir más. Necesito darle un giro a mi vida para que eso afecte la escritura. No voy a dejar de leer ni de escribir, eso es lo que más me gusta.

Sigo con la intención de publicar libros aunque no ha sido fácil comenzar, tendré que tener mucha paciencia. De los tuiteros (de las personas que conocí en Twitter)  sólo me interesa seguir hablando con usted, con nadie más. Podemos vernos cuando quiera, sigo teniendo mucho tiempo libre y nos queda la opción de los mensajes privados y las llamadas. Hace años no oigo su voz a través del teléfono.
Eso era lo que le quería contar. Vamos a ver cómo me va con el síndrome de abstinencia virtual, espero que lo supere pronto y pueda renunciar a Twitter igual renuncié a Facebook: de una vez y para siempre. Creo que las redes sociales son una gran pérdida de tiempo y una exhibición desmedida del ego, a eso quiero renunciar.
Yo soy buena gente, una persona amable y cordial. No quiero seguir jugando a distorsionarme sólo para burlarme de la gente y hacerlos reaccionar como si fueran una jauría de perros rabiosos, hace mucho tiempo dejó de ser divertido jugar ese juego. Cinco años de burlas fueron suficientes y creo que no tengo nada más que decir en Twitter.
Besos y abrazos. Espero que nos veamos pronto para hablar de cómo van nuestros proyectos.

Fin de la autoficción

2 Jul

Durante los últimos diez años consagré la mitad del espacio en este blog y más de la mitad en mi cuenta de Twitter a convertir mi vida en asunto de dominio público, especialmente mi vida amorosa. No quiero seguir haciendo eso porque el amor se acaba y yo sigo pensando en literatura, en temas eruditos, en frases célebres, en comprar un libro o en sacar otro de la biblioteca.

El amor de pareja no es el gran tema en la historia de mi vida, no es el centro, es mucho más importante leer y escribir y escribir sobre lo que leo y sobre lo que pienso de esas lecturas. Voy a retomar lo que hacía hace quince años: ensayos. No quiero escribir ensayos de veinte o treinta páginas con veinte citas y  dos páginas de bibliografía; quiero escribir ensayos de quinientas páginas sin muchas citas y sin mucha bibliografía. Espero hacer eso durante los próximos cinco años.

Para lograr lo que sueño me acogeré a los consejos sabios de Emerson.

Hace quince hace tenía un extenso fichero que llenaba a mano, ahora tengo este blog y Word. Más fácil imposible:

“Lleva un diario para hacerte el hábito de rendir cuenta de ti mismo ante ti mismo de alguna manera rigurosa y con intervalos más regulares que los que puede ofrecerte la mera conversación”. Lo que Emerson llevaba , y lo que recomendaba con entusiasmo a otros, era lo que solía denominarse un libro de citas, un volumen en blanco en el que uno toma nota de las imágenes más vívidas, las grandes descripciones, las expresiones notables, los puntos sobresalientes de la propia vida y de sus lecturas; las cosas que uno quiere recordar y conservar.  Un libro de citas no es un diario, ni un calendario ni una agenda, ni un registro de los propios sentimientos. Si tu diario consiste en los mejores momentos de tu vida y tus lecturas, entonces releerlo será como caminar por una elevada senda de montaña que va de una cumbre a otra sin tener que descender a la depresión de la rutina. El solo hecho de leer un diario exclusivamente compuesto por puntos altos tensará las cuerdas y elevará el tono del lector.

***

Siempre es útil que otros te digan qué es lo que no funciona. Entonces, cuando esa persona habla de lo que sí funciona, podemos darle crédito. Emerson abandonó el sistema del encabezamiento predeterminado del tema. Le explicó su nuevo sistema a Elizabeth Peabody, quien se lo transmitió por carta a su hermano George:

“Me aconsejó llevar un libro manuscrito y tomar nota en él de cada idea que se me ocurriera sobre cualquier tema interesante, conservando las imágenes con las que había surgido en mi mente. Este manuscrito debía ser perfectamente informal, permitiendo pasar de un tema a otro con sólo trazar una línea divisoria entre ellos. Después de que estuviera escrito, podía encabezar cada zona con un tema; y cuando quisiera escribir un artículo… allí estarían todas mis ideas, listas“.

Emerson debería haber agregado -o tal vez Peabody lo olvidó- que uno tenía que hacer un índice de cada diario al final para poder encontrar todas las entradas sobre un determinado tema sin tener que leer todo el manuscrito cada vez que se deseaba localizar algo. ¡Un blog!

Mi droga es la lectura y la soledad

8 May

Ustedes no pueden impedir a los espíritus hallarse predestinados para el envenenamiento, de cualquier clase que él sea:

Intoxicación de morfina, intoxicación de lectura, intoxicación de soledad, intoxicación de onanismo, intoxicación de repetidos coitos, intoxicación de arraigada flaqueza del alma, intoxicación de alcohol, intoxicación de tabaco, intoxicación de antisociabilidad.

Hay almas incurables y perdidas para el resto de la sociedad.

Si ustedes les arrebatan un instrumento de locura ellos inventarán diez mil más.

Ellos encontrarán medios más sutiles, más furiosos, absolutamente desesperados.

Antonin Artaud

Una encantadora bruja blanca

20 Abr

Escribía casi todos los días

Pero llevo diez días sin escribir

Antes se me ocurrían cuatro grandes ideas en un solo día y pensaba: lo que me hace falta es tiempo para escribir.

¿Por qué no he vuelto a escribir?

Porque paso mucho tiempo hablando de libros y de ideas locas y no tan locas con Juan Lozano y entonces estoy pensando más en leer que en escribir, en escribir sobre los libros que voy a leer.

Pasamos horas hablando de brujas blancas, de druidas y de sacerdotes negros. De hablar con el árbol y con el jaguar.

Vi La bruja, la película. Retomaré mis libros de esoterismo e intuición. Compré un libro para convertirme en una bruja blanca que practica la magia verde.

Para ser la bruja blanca con la que sueño necesito seguir viviendo sola, seguir leyendo, seguir sonriendo y darle un poco más de brillo a mi mirada. La forma de caminar seguirá siendo la misma.

No aspiro a hacer hechizos, a pronunciar oraciones ni a hacer encantamientos. No quiero someter ni doblegar. Todavía no sé qué es lo que quiero pero sé que quiero algo y ese algo está relacionado con procesos de lectura y escritura.

Bien sabemos que las escritoras también son una especie de brujas.

Una mujer que pasa la mayor parte de las horas de su vida sola y en silencio

Una mujer de risa maliciosa que tiene mucho tiempo libre para leer y que sabe escribir para hacer reír al listo y hacer llorar al tonto se puede ver como una bruja, como una  dulce bruja blanca que practica la magia verde.

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El secreto revelado de Adolfo Zableh

17 Ene

Hoy quiero analizar la columna de Adolfo Zableh titulada «De eso no se habla» a la luz de lo planteado por Paula Sibilia en La intimidad como espectáculo (2008). La columna fue publicada en El Tiempo y en Twitter causó y sigue causando revuelo; sospecho que las frases cargadas de afecto de parte de los comprensivos lectores para la víctima de abuso sexual en la infancia son mucho más efusivas en Facebook porque en Facebook las personas suelen ser  más emocionales que en las demás redes sociales.

Una de las frases al comienzo del texto dice: «A cualquiera lo matan por meterse con quien no debe», se refiere a los periodistas asesinados en Colombia. Yo no soy periodista, pero por tratar temas sensibles como este me han cerrado la cuenta tres veces en Twitter, me han amenazado cinco veces de muerte y una con ácido. Espero que el análisis de la columna que ha despertado tantas emociones en los cibernautas colombianos no se vaya a constituir en una nueva amenaza de muerte o en la suspensión de mi nueva cuenta de Twitter. Los invito a leer de manera objetiva y desapasionada. Recuerden que no estar de acuerdo con la mayoría no debe convertir al disidente en enemigo o en objetivo militar.

Paula Sibilia nos presenta en su libro el triste panorama que estamos viviendo desde hace ya bastante tiempo en lo relacionado con el yo narrador y la creación del autor. Las obras que se producen, quién las produce, con qué propósito, quién las ve, cómo se exhiben, quién gana con la exhibición, etc.

El libro está dividido en nueve partes:

El show del yo.

Yo narrador y la vida como relato.

Yo privado y el declive del hombre público.

Yo visible y el eclipse de la interioridad.

Yo actual y la subjetividad instantánea.

Yo autor y el culto de la personalidad.

Yo real y la crisis de la ficción.

Yo personaje y el pánico de la soledad.

Yo espectador y la gestión de sí como una marca.

Es un libro erudito que nos recuerda los textos más representativos de Walter Benjamin, Virginia Woolf, Marcel Proust, Friedrich Nietzsche y Guy Debord, entre muchos otros, en temas relacionados con procesos de escritura, la figura del autor, la materia para la narración, el arte de futuro, el comercio del arte, la preeminencia del arte sobre el artista y el propósito buscado por el autor en el momento de aventurarse en el ejercicio de la escritura o de cualquier otro tipo de creación.

 La sociedad del espectáculo, “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica” y Ecce Homo se constituyen en los textos fundamentales a partir de los cuales se articulan las ideas centrales, que no son nada alentadoras y que en un lector culto y atento pueden llevarlo a replantear el papel que juegan sus textos en la red, en un blog por ejemplo, en un espacio tan banal como el soporte que uso para redactar y publicar esta  crítica, precisamente.

La autora considera que los blogs y YouTube son los grandes soportes para crear historias y que casi todas las historias que se presentan en esos espacios son historias banales narradas por gente común que busca ser vista y leída y que para conseguirlo se valen de estrategias que en muchas ocasiones atentan contra su dignidad como seres humanos. A ellos no les importa, lo que de verdad importa es que los vean y los lean.

Los textos que circulan en la red son en su mayoría textos de gente común, personas que quieren ser visibilizadas, reconocidas y remuneradas, lo que esas personas no saben es que las usan. Hay una parte del libro relacionada con el trabajo de marketing que hay detrás de las grandes pequeñas figuras de la web, la gente que se siente triunfadora porque le sirve a una marca.

Hay un gran despliegue a lo largo del libro sobre la forma en que se ha perdido la obra para destacar la figura del autor, ya no importa qué se escribe sino quién lo escribe y qué se sabe de esa persona, especialmente de su vida privada, de su intimidad más escabrosa, preferiblemente relacionada con sus experiencias  sexuales, sus intentos de suicidio, sus desórdenes alimenticios, su deseo infinito de morir o de matar. Los lectores y espectadores no esperan historias bien narradas sino hechos reales de gente común, gozan viendo cómo se va narrando una vida, no importa de quién sea, y quieren conocer muchas vidas, no sólo una, y por eso Twitter es el espacio perfecto para saciar nuestro morbo porque cada día tenemos una vida real para despedazar o alguien a quien felicitar porque tuvo el valor de compartir con nosotros el origen de todos sus males.

Emociona ver la disputa entre la esposa, la amante y el marido infiel en plena calle gracias a una persona generosa que grabó la escena y la publicó en YouTube para nosotros, entristece la tristeza de Faryd Mondragón, buscamos desesperados la teta de una tuitera que dicen que mostró las tetas, la convertimos en TT y finalmente descubrimos que no mostró las tetas sino que eran apenas una inocentes fotografías en brasier. Y ocurre más o menos lo mismo todos los días: hoy sabemos que Adolfo Zableh fue víctima de abuso sexual en la infancia, mañana aparecerá una nueva víctima, un nuevo verdugo, un nuevo suicidio o tal vez otro guerrillero criticando duramente el capitalismo mientras lleva puesta una sudadera Adidas.

El espectáculo que brinda la telenovela o el reality Show ya no nos sacia, queremos miserias y alegrías de gente real y si esa gente es de la farándula nos emocionamos todavía más. Así está el mundo que nos correspondió vivir. El día menos pensado cualquiera de nosotros puede ser el protagonista.

Una vida narrada da paso a otra vida y no hay cuándo parar porque todos los días en los blogs y en YouTube podemos presenciar historias nuevas y eso es lo que busca quien exhibe su vida y quien la contempla: exhibirse como se exhibe otra gente en los programas de televisión, pero ahora no son actores sino gente real, historias reales, y eso nos excita más, nos hace sentir más «humanos». No importa que la imagen personal se deteriore, lo que de verdad importa es capturar lectores y espectadores y sentirse famoso.

La autora no habla mucho de Facebook ni de Twitter y es una verdadera lástima porque es un hecho que son esos espacios los que tienen capturados y perdidos a más seres humanos que se toman por famosos y dan cuenta de su vida privada sin respetar límites. En el libro sólo se menciona a un autor colombiano: Efraím Medina y su desnudo frontal en Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, pero es evidente que algunos autores colombianos han llegado mucho más lejos y han caído mucho más bajo. Lo que Carolina Sanín hace en YouTube, por ejemplo, es mucho más lastimero que cualquier desnudo frontal de un hombre en la carátula de un libro, más cuando se trata de una persona que, se supone, sabe  de escritura, lectura, literatura, interpretación, manejo de la imagen…

Vamos ahora con la columna de Adolfo Zableh.

El periodista vio una película y esa película lo llevó a pensar en abuso sexual, en la forma como ese hecho le arruina la vida a mucha gente, en el origen de su tartamudeo y sin decirlo nos da a entender que su forma de insultar a la gente desde su cuenta de Twitter tiene mucho que ver con esa experiencia traumática en la infancia. La violencia en Colombia y en el mundo tiene que ver con el hecho de que ocho de cada diez niños han sido víctimas de algún tipo de abuso y por eso el mundo está hecho una mierda. Ese es más o menos el resumen de su columna de opinión. Lo que el autor del texto dice es algo que todos sabemos desde hace mucho tiempo y las alarmas están encendidas. Una de las grandes promotoras fue Gilma Jiménez Gómez, gracias a sus campañas ahora los adultos no abusadores debemos tener mucho cuidado, no debemos ser muy cariñosos con los niños porque ellos viven con la sensación permanente de que pueden ser abusados y que el abusador casi siempre es un adulto de su círculo.

A cualquiera lo matan por meterse con quien no debe, escribe Adolfo Azableh, y luego se confiesa con nosotros:

«No es fácil decirlo, pero de mí abusaron cuando tenía 5 años y eso ha marcado mi vida. De entrada, es el origen de mi tartamudeo, y el tartamudeo no es otra cosa que miedo. A la gente, a la vida, a mí mismo. Queda roto quien es víctima de abuso. Desde pesadillas y depresión hasta consumo de drogas y deseos de suicidarse, pasando por un menú que incluye adicción o rechazo al sexo, desórdenes alimentarios, ansiedad e incapacidad de relacionarse. A mí no me ha ido tan mal, me tocó tartamudear y otro par de cositas. Eso, y la eterna angustia que no se va. El hueco en el estómago, la sensación de que algo está mal y no saber qué es. Con ese agujero, con el que dan ganas de llorar y salir corriendo, vive la mitad del mundo y lo ignora.

Hay mucha gente rota jugando a estar bien, quizá por eso el mundo está hecho mierda.

pero en todos los casos es más importante posar para la foto que reconocer el problema. Cuando las cosas se venden como excesivamente pulcras y correctas, es porque algo anda mal.

El tartamudeo me resultó cómodo durante mucho tiempo. Y aunque me han atacado por no poder hablar de corrido, me gusta saber que no tienen mucho más de dónde agarrarse. Mientras los animales, las mujeres, los niños y las minorías étnicas tienen sus defensores, a nosotros (James Rodríguez y Juan Manuel Santos incluidos) nadie nos cobija. Aprovechen, antes de que agredirnos dé cárcel. Gaguear me sirvió para que por mí sintieran lástima y compasión, y así evadir responsabilidades, incluso para que mi madre dejara de pegarme, pero la verdad es que estoy cansado, ya no me sirve. Si en algún momento fue útil, ahora me frena. El niño tartamudeaba, yo seré un hombre el día que lo supere. Cada palabra que digo, cada cosa que hago, cada tuit, cada columna es un grito de auxilio, una nueva oportunidad de liberarme. Esta no es la excepción»

intimidad.