Ella significa el conocimiento, la sabiduría, la altanería, el cerebro entrenado desde que estaba en la hemeroteca organizando palabras, desde que descubrió que la vida no era tan complicada y se dedicó a hacer todo tan simple, sin filtros, tan expuesta con su armadura, con sus ensayos que me volvieron a enamorar de mi idioma natal de todos los libros que abandoné por estudiar matemática, de la gran generosidad de su alma al aconsejar la importancia de ser curioso, de movilizar las neuronas, la avidez de aprender, de leer, de salir de esa cárcel tan ingrata que es la ignorancia. Los ensayos de ella me sirvieron para conectar con mi amigo del alma, qué bonito era imprimir alguno de sus ensayos y traducirlos al francés y que él llegara en la tarde y tomáramos una cerveza. Me decía que ella era totalmente lúcida, que conocía el corazón de Flaubert y cómo amaba ver ese momento en que él sonreía cuando organizábamos la fiesta del ron y él quería recitar un poema, pero me dijo que tenía que ser de Baudelaire, y que le vin en nuestra fiesta era le rhum. Cómo agradecí a la vida conocer a Ensayista, cómo era de importante esa mujer de fortaleza envidiable en mi vida. Qué divertida fue esa noche, las luces apagadas, solo teníamos velas y él con su acento francés perfecto recitaba este poema, qué sublime era todo.
L’âme du vin (rhum)
Un soir, l’âme du vin chantait dans les bouteilles :
” Homme, vers toi je pousse, ô cher déshérité,
Sous ma prison de verre et mes cires vermeilles,
Un chant plein de lumière et de fraternité !
Je sais combien il faut, sur la colline en flamme,
De peine, de sueur et de soleil cuisant
Pour engendrer ma vie et pour me donner l’âme ;
Mais je ne serai point ingrat ni malfaisant, etc..
Ella me pregunta que si la odio, pero es imposible, por qué tengo que odiar a alguien que me conecta con mi parte sensible, esa parte la única importante, el amor puro.
El significa la profundidad. Un campo magnetico muy intenso del universo, un agujero negro que consume todo lo que está cerca y lejos, que fascinación despierta él, qué poder de entendimiento, cómo es capaz de saber la debilidad de los otros, de leer a una persona así esté lejos, así sea totalmente ajena; qué sensación de vulnerabilidad se debe sentir en su presencia, su magia, su encanto infinito, su sensibilidad y sabiduría todo tan finamente guardado, tan exclusivo, tan entregado en dosis tan pequeñas, tan sutiles.
Ella significa el amor quijotesco bonito, de dedicar boleros, de dar serenatas, de escribir largas cartas, de flores y de romanticismo disparado recitando poemas en francés. Que bien se sentiría amarla.
El es el deseo, la pasión descontrolada, la obsesión al límite, las ganas de verlo, el miedo a perderlo, pero que él se resiste porque es muy libre, porque no necesita a nadie. Qué mal se siente amarlo.
Siento que la mezcla de los dos sería un volcán de pólvora que estallaría en mis manos, que no aguantaría tanta fuerza, tanta violencia, no sé si la perfección sería una mezcla de lo que me gusta de ella o lo que me provoca de él.
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