La última vez que escribí un texto en Word fue hace diez años, ahora escribo directamente en el blog. Lo que lees lo acabo de pasar de Word al blog, quería que fueran dos cuartillas -como en los buenos tiempos- cuando estaba segura de que la extensión ideal de los textos para ser leídos en línea es de dos cuartillas. Acabo de replantear esa idea: prepárate para leer un post de tres o cuatro cuartillas, es imposible saberlo, recuerda que empecé en Word con dos cuartillas y terminé aquí, en el blog, donde es imposible delimitar la extensión de un texto en número de caracteres y de páginas. ¿no lo sabías? ¡ahora lo sabes!
Hace diez años tenía PC sin acceso a internet, ahora tengo un aparato más sofisticado, Google, Wikipedia, Facebook y Twitter. El mundo ha cambiado en diez años y la forma de escribir también. Yo también he cambiado, por supuesto.
Word fue un gran descubrimiento, una revolución mental, recuerdo cómo gozaba con la barra de herramientas, especialmente con los sinónimos; ahora no los necesito, no pienso usarlos en esta nueva temporada de textos extensos para ser publicados sólo en medios digitales. ¡porque los publicaré sólo en medios digitales!
Hace diez años publicaba en revistas impresas de circulación nacional e internacional, renuncié a esos privilegios hace diez años también. Me lancé a la aventura de publicar sólo en medios digitales y debo reconocer que no me ha ido mal: estoy bien posicionada en Google, aparezco en varias páginas de Wikipedia que no administro yo (por supuesto), tengo fans en Facebook y seguidores en Twitter. Hay varios periodistas tontos ansiosos soñando que algún día le revelarán al mundo quién soy yo, quién es el autor de este texto, de todos los textos que voy publicando aquí. Corre el rumor de que puedo ser un hombre o quizás somos varios, una especie de grupo interdisciplinario o transdisciplinario. Me tiene sin cuidado lo que piensen de mí. Nunca me van a entrevistar, ¡nunca!
Mientras escribo esta línea me tiemblan un poco los dedos porque quiero retomar la escritura de textos extensos (creo que ya lo había dicho).
La escritura de textos extensos implica leer con mucha concentración, implica volver a escribir en Word, ver cómo se van llenando las páginas, cómo se van reproduciendo y cómo unos párrafos le dan vida a otros y de un ensayo se van desgajando -como si fueran florecitas- otros mucho más extensos que amenazan con volverme un poco loca, como hace diez años.
Estoy a punto de terminar la primera página, seguramente tienes la sensación de que es un poco más. Yo también la tengo, es extraño.
Tengo pensado escribir un texto titulado Amores con fluidos y amores sin fluidos. La idea surgió ayer, tiene sentido, está inspirada en la lectura de El cielo es azul, la tierra blanca, de Hiromi Kawakami, un libro maravilloso que me recomendó @jairogarciacol, sí, un usuario de Twitter. No conozco su cara y él sólo ha visto fotografías mías en la web. No me interesa saber cómo es su cara, lo único que sé es que vale la pena conversar de literatura con Jairo -supongo que su nombre es Jairo-. Probablemente algún día nos veamos y sigamos conversando sobre los mismos temas, probablemente no. Quizás nos veamos sólo una vez y lamentemos habernos conocido. Bueno, no importa, lo que importa es que gracias a él yo escribo y tú lees. Fíjate bien, ¡estás a punto de terminar! ¡estás viendo la fotografía que cierra el post!
Cuando leas esas narraciones eróticas que voy a componer para ti no te detengas, serán tan fluidas como lo que estás leyendo hoy.
¿Es erótico leer sobre el proyecto que tengo de escribir narraciones eróticas para ti? ¿no?, ¿no lo es? Anda, dime que sí, que te entusiasma la idea.
¿Estás fantaseando con las imágenes que pasan por mi mente en torno a mis amores?
Voy a compartir esas historias contigo porque la vida es bella y las aventuras morbosas narradas por otros nos entretienen y nos ayudan a matar el tiempo.
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