Archivo | enero, 2014

Ella

31 Ene

Ella es el personaje perfecto para crear una horripilante historia de horror como la que vamos a desarrollar aquí, a partir de este momento.

Ella es una especie de tuza de un buen amor, ella, por sobre todas las cosas del mundo y aunque nos duela y nos cueste reconocerlo… Ella sabe escribir. Ella escribe muy bien, es imposible no leerla y pensar  en ella intermediado por un suspiro y mucha confusión:

¿Quién es ella?

Ella nos ha dicho de todas las formas posibles que es una mujer y nosotros seguimos empeñados en imaginárnosla como nos dé la gana, según nuestro estado de ánimo y nuestro coeficiente intelectual, según nuestros deseos de discutir con ella para que nos responda de forma altanera; queremos provocarla, queremos herirla, queremos que nos responda como un ser humano, como una colombiana. Y ella sólo responde con el silencio, como un ser inmisericorde y mudo, o  como sabe responder ella, con escritura, con la mejor escritura. Así es como ella mejor nos explica que ella es ella y que no es él quien se dirige a nosotros. Léanla, lloren de admiración con su estilo característico. Si en algún momento han dudado de esta mujer y de su genio deslumbrante les pido que le pidan perdón de rodillas, llorando:

Los textos escritos, a diferencia de la narración o el diálogo oral, conservan el discurso y se convierten en archivos disponibles para la memoria individual y colectiva, si la lectura es posible es porque el texto no está cerrado en sí mismo sino abierto a otra cosa. Leer es encadenar un discurso conocido al discurso del texto que se está leyendo, relacionar experiencias anteriores de lectura y de vida y actualizar o activar la lectura de nuevos textos o de textos ya leídos a partir de perspectivas nuevas, la capacidad de reactualización de los documentos escritos es lo que garantiza su carácter abierto. En la correspondencia de Flaubert, y especialmente en las Cartas a Louise Colet, esta regla se evidencia en todo su esplendor puesto que al lector se le brinda la posibilidad de encontrar una y otra vez, expresado desde diversas perspectivas y con énfasis diferentes, desde la voz del enamorado que expresa la intensidad de sus sentimientos sólo a través de la escritura y desde la distancia, pasando por los más honestos consejos para emprender una vida menos dolorosa -toda una filosofía de la vida con argumentos lo suficientemente lógicos, sólidos y consecuentes- hasta las reflexiones más lúcidas relacionadas con el arte, la lectura y la escritura, sopesadas por un hombre que se autoproclama como un practicante del misticismo estético.

Para Flaubert el amor loco y las valores de la vida comunitaria como experiencias humanas son inferiores a las que proporciona la relectura de un clásico en absoluta soledad; él necesita de todo su tiempo para volver una y otra vez sobre los autores que más admira: Cervantes, Rabelais, Epicteto… y se empeñó en convertir en realidad la escritura de las obras con las que soñó. Ese fue su gran ideal y lo alcanzó a fuerza de trabajo, soledad y perseverancia, tres valores que enaltece a lo largo de su correspondencia.

Flaubert le escribía a su amante para distraerse del trabajo o para desatar la ira, la felicidad o la impotencia que generaba en él la escritura de su obra literaria más importante: Madame Bovary. La gran paradoja alrededor de la escritura simultánea de estos dos textos está relacionada con el hecho de que a pesar del innegable valor estético de la novela la lectura de las cartas en algunas ocasiones puede llegar a ser más estimulante, actual y universal, este hecho se debe, tal vez, a que son expresión cabal de lo que el mismo Flaubert consideraba sería la gran obra literaria del futuro: un texto autobiográfico escrito con total sinceridad, buen estilo y sin omitir detalles que pongan a salvo la imagen del escritor: “Cualquier hombre que supiera escribir correctamente crearía un libro soberbio al redactar sus Memorias, si las expusiera con sinceridad y de manera completa” (Flaubert. 1989. 95).

El principal objeto de estudio de Flaubert a lo largo de su vida fue él mismo y la experiencia amorosa con Louise Colet se constituyó en el mejor pretexto para profundizar más en su autocontemplación, en algunas ocasiones es asombrosa la convicción de Flaubert para expresar sus sentimientos y otorgarle un lugar preciso o cada pasión, casi siempre de manera racional y calculada, en medio de la placidez que le proporciona el hecho de compartir impresiones sobre la gran pasión de su vida -la lectura y la escritura- con una mujer que además de eso lo ama y estuvo dispuesta siempre a soportar sus cambiantes estados de ánimo y sus ausencias.

Flaubert escribe sobre la vida y la muerte, sobre las pasiones y las flaquezas humanas, sobre el arte, la lectura y la escritura. En vista de que se trata de un hombre tan consecuente consigo mismo y ha constituido su vida de tal manera que cada idea y acción suyas se corresponden de manera plena, sobran más explicaciones.

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¿Quién es esa chica?

31 Ene

El siguiente texto se compone de siete historias y son historias de terror, no están relacionadas con la vida sino con la realidad mental que los personajes crean en la mente a través de sus experiencias virtuales. Hay historias de locura disfrazadas de cordura y hay historias de cordura disfrazadas de locura. Aquí los cuerdos son los locos y los locos son los cuerdos. Quien narra es un observador mudo que conoce a cuerdos y a locos por igual, una especie de Dios Todopoderoso que puede leer la mente de los protagonistas porque aquí los cuerpos carecen de importancia.

El personaje central de todas las historia es Elsy Rosas Crespo, mejor conocida como Ensayista, la ensayista, ella, esa señora, ensajackson, la loca de los ensayos, ensayante, la mal llamada Rosa, Elvis Crespo, Rosa Elvira Cely y veinte o treinta variaciones a partir del nombre más sonoro que haya existido jamás para crear un personaje virtual, un nombre perfecto para ser desplegado como no lo ha sido jamás ninguno en obras literarias del pasado ni del futuro.

Comencemos por el principio:

¿Quién o qué es Ensayista?

¿Es un hombre?

¿Es una mujer?

¿Es un grupo de personas que se dividen el trabajo y por eso es tan prolífica y diversa?

¿Es un loco que se comunica con el mundo desde su centro de reclusión?

Algunos dicen que Ensayista no existe.

Otros dudan de la existencia de  Elsy Rosas Crespo.

Ella o él, o ellos, remiten siempre al lector interesado en develar  el misterio de tan emblemático personaje a Google. Se puede leer en Twitter y en su blog como única carta de presentación la siguiente biografía: “Es más fácil si buscas mi nombre en Google”.

Pero uno va y busca su nombre en Google, Elsy Rosas Crespo o Ensayista, y siempre se estrella con un bloque de concreto porque se pierde en la cantidad de información que circula. Su admirador o su detractor puede pasar meses navegando y al final quedará con la sensación de que no sabe nada de ella. A partir de este momento vamos a pensar en nuestro personaje como ella.

Demasiado cerca

28 Ene

Ya está: me acerqué demasiado a él en mi sueño. La inaudita nostalgia, que me había sobrecogido en el corazón mismo de lo que añoraba, no era esa que desde lejos apremia hacia la imagen. Era la venturosa que ha traspasado ya el umbral de la imagen y de la posesión y sólo sabe aún de la fuerza del nombre por el cual lo que vive, se transforma, envejece, se rejuvenece  y, sin imagen,  es el refugio de todas las imágenes.

Walter Benjamin

Proyecto de escritura de una novela de terror: Tentada por siete Demonios

27 Ene

Mientras recorría el último tramo de mi caminata larga de lunes se me ocurrió una idea: escribir una historia larga basada en hechos reales en siete entregas. Cada historia se enlazará con las demás y los títulos serán tan contundentes como uno que tengo bastante claro: El reloj.

Te haré sentir miedo y asco narrando la historia de un reloj. Será muy divertido para mí y escalofriante para ti.

Realidad real convertida en literatura escabrosa que ponga los pelos de punta, que te haga reír y llorar y no puedas parar de leer y me odies y me ames y te den deseos de buscarme para matarme y cuando me conozcas te enamores de mí porque soy más dulce de lo que te hubieras podido imaginar y decidas matarme pero a besos.

Te haré temblar de miedo, provocaré tu asco y tu risa, pero tu risa será una risa nerviosa y cuando termines de reír te sorprenderás al descubrirte temblando de miedo y de admiración. Se trata de un ejercicio que no es arte ni ciencia sino un deporte extremo de precisión llamado elección de las palabras. Estilo puro.

El blog no es el espacio ideal para publicar un texto largo, voy a escribir pensando que lo leerás pasando hojas de papel grueso y letra grande, lo mejor es pensar en un libro. Voy a repetir el esfuerzo de los grandes novelistas del siglo XIX y XX:

Escribiré con la ilusión de verlo terminado al final de este año. Para mí, por simple y puro placer.

¿Cuando lo tenga en mis manos me incendiaré con él y me lanzaré por la ventana?

No, no seamos tan extremos.

***

¿Quiénes serán los autores homenajeados a través de este proyecto de escritura?

Los Maestros indiscutibles de la risa y el llanto:

Joyce, Bierce, Kafka, Lovecraft, Poe, Bukowski, Flaubert y Baudelaire.

—–

Queridos lectores: recen por mí para que este proyecto se pueda realizar.

A los demasiado honestos

26 Ene

Twitter es el espacio perfecto para constatar que la mayor parte de la gente es estúpida, pero hay días en los cuales la estupidez resplandece hasta límites insospechados. Esta mañana se hizo el milagro, encontré la estupidez plasmada de manera clara, contundente y divertida y quiero que ustedes se diviertan tanto como yo a costa de la estupidez ajena.

Si te ríes no eres una persona estúpida, si no te ríes eres amigo de la «víctima» o no eres precisamente inteligente. Si tu risa es una risa estúpida que usas para parecer inteligente eres el más tonto de los tontos. ¡Esfuérzate por ser honesto contigo mismo! ¿Es tan complicado?

La usuaria es una total desconocida, una completa nulidad en el arte de expresarse a través de la escritura y, sin embargo,  se presenta así en su imponente biografía:

«Periodista colombiana. Obsesiva de la ortografía. Ultra antiuribista. Blogger @ELTIEMPO. Comentarios ácidos, no aptos para susceptibles. No garantizo followback».

Lo más divertido de todo es aquello de: «Comentarios ácidos, no aptos para susceptibles. No garantizo followback». La tuitera nos quiere dar a entender que es una persona muy ruda, casi inmisericorde. Nosotros -pobres mortales- debemos estar dispuestos a ser ajusticiados e ignorados por alguien como ella. ¡Precisamente como ella!

Un rasgo característico de los usuarios de Twitter es que suelen definirse por lo que no son. Y la pregunta es simple: ¿Por qué lo hacen?, ¿Por qué creen que bajo la apariencia de fuerza, rigidez, exigencia, agresividad… pueden ocultar su miedo, su falta de talento, su falta de seguridad en sí mismos?, ¿Dónde han dejado tirada la mochila de la coherencia?

Ahora tres tuits de la susodicha. La clave del chiste consiste en que no sabe escribir pero cree que sí y sus tontos lectores caen en el juego porque tampoco saben leer ni escribir.

Veamos:

«Lo he aprendido con los años: ser demasiado honesto en Colombia es una mala conducta. Se puede pagar hasta con la vida».

«Esta semana, 2 personas que quiero mucho me dijeron lo mismo: la razón por la que no he triunfado en mi carrera era ser demasiado honesta».

«Con el tiempo he estado entendiendo aquello de la autocensura».

—–

¿Quién tiene tanta autoridad para llamarse a sí mismo demasiado honesto?

¿Con qué autoridad una completa nulidad intelectual que ni siquiera sabe redactar 140 caracteres se instala al lado de quienes están dispuestos a pagar con su vida a cambio de su honestidad en demasía?

La clave de la tontería es la frase Soy demasiado honesta. Tiemblo de ira cuando la veo, tiemblo de ira cuando imagino a alguien pronunciándola. No he triunfado en mi carrera porque soy demasiado honesta, ni siquiera puede escribir la maldita frase de esa manera, con corrección.

La frase fue celebrada por diez o doce imbéciles que instaron a la gran intelectual a seguir luchando por La Causa, y no faltó la frase de aliento digna de postal de día del amor y la amistad. La frase que sirve para todo: ¡No cambies! Esa frase fue escrita por alguien a quien admiro y entonces sufro y lloro y me tiro del pelo y me dan ganas de lanzarme por la ventana y me pregunto si la tontería es como un virus que se transmite de manera escandalosa a través de las redes sociales.

Nada nunca es demasiado, demasiado es una palabra excesiva que debería ser suprimida del diccionario. Ni siquiera un estúpido llega a serlo demasiado, nadie es demasiado estúpido.

La palabra demasiado se usa en la base de la sociedad para expresar asombro ante lo exagerado de la cualidad del objeto o de la sensación. Ejemplos:

– Usted es una niña demasiado bonita, ¿le gustaría ser mi novia?

– Tengo demasiada plata porque soy un traqueto.

Casi siempre la palabra demasiado molesta porque es desmesurada, a casi nadie ni a nada le queda bien esa palabra, mucho menos a una imbécil que no sabe ni siquiera escribir en español, que no tiene relevancia como periodista ni como tuitera y que se siente con el derecho a decir que ella no ha triunfado como lo merece porque es demasiado honesta. ¿Esa cualidad suya la tiene en la mira de los asesinos en serie que la quieren matar porque la precisión de sus palabras los convencieron de que lo mejor es aniquilarla? Más tonta imposible. Estamos ante un límite difícil de superar. Espero que nadie envidie a esta heroína del periodismo ni a sus amigos y admiradores.

Filosofía del arte de la ropa

23 Ene

La individuación es un término objetivo que distingue a uno de otro. Cuando la distinción se hace objetiva, el deseo de poder levanta la cabeza y con frecuencia se vuelve incontrolable. Cuando no es demasiado fuerte o cuando es más o menos negativa, uno se vuelve extremadamente consciente de la presencia de comentarios y críticas.  Esta conciencia nos empuja con frecuencia a la miserable servidumbre, recordándonos el Sartor Resartur de Carlyle. «La filosofía de la ropa» es una filosofía del mundo aparente en el que todos se visten  para todos los demás, para parecer distintos a sí mismos. Eso es interesante. Pero cuando va demasiado lejos, se pierde la propia originalidad, se pone uno en ridículo y se convierte en un mono.

D. T. Suzuki

Filosofía del arte de la espada

23 Ene

Los filósofos del arte de la espada atribuyen este sentido adquirido por el espadachín al funcionamiento del inconsciente que se despierta cuando alcanza un estado de despersonalización, de no-conciencia. Dirían que cuando el hombre es adiestrado hasta alcanzar el más alto grado del arte, no tiene la conciencia relativa ordinaria con la que conoce que está envuelto en la lucha por la vida y la muerte y que cuando su adiestramiento se pone en práctica su mente es como un espejo en el que se refleja todo pensamiento que pueda haber en la mente del opositor, y sabe de inmediato dónde y cómo atacar al oponente (para ser exactos, ese no es un conocimiento sino una intuición que se realiza en el inconsciente). Su espada se mueve, mecánicamente como si dijéramos, por sí misma sobre su oponente que encuentra imposible la defensa porque la espada cae en el lugar donde el oponente no está en guardia. El inconsciente del espadachín es el resultado de la desperzonalización que, de acuerdo con la «Razón del Cielo y de la Tierra», abate todo lo que está en contra de esta Razón. La carrera o la batalla del arte de la espada no es para el más rápido, el más fuerte o el más diestro, sino par aquel cuyo espíritu es puro y despersonalizado.

D. T. Suzuki

Mis dedos, mis manos

21 Ene

Nunca me sedujo la idea de escribir en servilletas, sentarme en Oma con mirada estúpida posando de poeta con la ilusión de que aparezca de la nada, como por arte de magia, la idea que será anotada con emoción en la libreta o el Libro Sagrado para luego convertirla en Obra Inmortal. No, nada de eso, desde los ocho años desprecio a la gente que todavía cree en la inspiración, en la creación consciente de momentos perfectos, el ambiente y el espacio ideal, el instante puro para que surja la idea, para que la idea se convierta en Palabra. Todo eso es bobería y nada más.

Nunca he escrito a mano, y cuando todavía no había computadores sino máquinas de escribir me torturaba con la idea de no poder cambiar una palabra mientras terminaba una frase. Cuando apareció Word lloré durante varias noches imaginando el esfuerzo físico y los centenares de horas que nuestros antepasados tuvieron que padecer para que un libro se acercara a lo que habían soñado. Cuando apareció Word supe que las personas de esta generación estamos obligadas a escribir mejor que los pobres seres del pasado. Contamos con todas las herramientas para lograrlo y es mucho más sencillo porque trabajamos sobre un texto que va tomando forma mientras lo digitamos y sobre el que podemos volver todas las veces que queramos para modificarlo. Más fácil imposible.

Habrá quien se excita con sus libretas decoradas con flores y duendes, yo me emociono hasta las lágrimas recordando mis dedos, mis ojos y mis manos. Mis dedos vuelan sobre el teclado, los siento como su tuvieran alas, se deslizan sobre las letras y su movimiento es tan rápido que los ojos han tenido que aprender a correr a su ritmo. Mi cerebro se acostumbró a escribir en tiempo real, dejé de usar Word desde hace mucho tiempo. Twitter y este blog no han terminado de  deslumbrarme, cada día descubro nuevos placeres y nuevas posibilidades. 

 

¿Por qué escribo tan rápido?

18 Ene

– ¿Por qué escribes tan rápido?

– ¿Lo has notado cuando lees mis mensajes privados? Es cierto, el teclado siempre queda caliente.

– No, no pensaba en eso sino en tu blog, eres muy prolífica. A mí me cuesta trabajo escribir, puedo pasar catorce horas frente al teclado ante la página en blanco. ¿Cuál es tu secreto?

– El secreto es tener algo que decir y decirlo. Quedarse pensando en las conversaciones, esto que escribo es parte de nuestra conversación. ¿La recuerdas?

-Sí, claro, la recuerdo.

– Y anoche, mientras hablábamos de la película que estaba viendo y nombraste a Woody Allen recordé que lo quiero volver a leer, me gusta más lo que escribe que cualquiera de sus películas.

– Sí, recuerdo que lo dijiste y lo volviste a decir hoy.

– Voy a volver a leer esos libros pensando en ti.

– Sí, ya lo dijiste, no lo vuelvas a decir.

– Para ser humorista eres muy serio, debes tener la vis comica.

– Sí, sospecho que tú también la tienes.

– Eres un señor muy serio cuando hablas de humor.

– Tú también eres una señora muy seria.

– Me gustan tus frases largas y sin un solo error de ortografía en tus mensajes privados.

– A mí también, escribes muy rápido.

-Sí, ya lo sé, es la tercera vez que lo dices.

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La vis comica:

La seriedad mira a través de lo cómico, y cuanto más profundamente se alza desde abajo tanto mejor, pero no interviene. Naturalmente, no  considera cómico lo que quiere en serio, pero sí puede ver lo que de cómico hay en ello. De este modo lo cómico depura lo patético, y viceversa, lo patético da énfasis a lo cómico. Por eso, lo más devastador sería una concepción cómica configurada de tal modo que secretamente actuase en ella la indignación, pero sin que, por pura risa, nadie la notara.  La vis comica es el arma que exige mayor responsabilidad, y por eso tan sólo está sustancialmente a disposición de quien posea el pathos correspondiente. Quien por ejemplo sepa dejar en ridículo a un hipócrita, también podrá aplastarlo con su indignación. En cambio, el que quiera emplear la indignación y no posea la correspondiente vis comica sucumbirá fácilmente a la declamación y resultará cómico él mismo.

Soren Kierkegaard, Estadios en el camino de la vida, “¿Culpable? ¿No culpable?, 7 de junio a medianoche

Quien escribe no es un hombre

18 Ene

Desde hace más de un mes se ha extendido el rumor de que quien administra este blog y mi cuenta en Twitter es un hombre. Me lo han dicho cara a cara personas que me conocen y se divierten con el debate en sus oficinas o con sus amigos -Los Intelectuales más Honorables de Colombia- casi todos ellos profesores universitarios, columnistas de El Tiempo o El Espectador, Artistas o tuiteros que se toman por influyentes porque cuentan con más de cinco mil seguidores y reciben muchos FAVs cada día de gente tan importante como ellos. Discuten si soy hombre o mujer y siempre llegan a la triste conclusión de que quien escribe es un hombre. ¡Tiene que ser un hombre! Quienes concluyen son en su mayoría hombres, claro, ellos saben cómo escriben los hombres y por eso es tan fácil concluir que no puedo ser una mujer.

También me han reclamado de forma airada algunos usuarios en Twitter, hombres todos ellos, claro. Seguros de que tratan con un hombre tan varonil como ellos me lo han dicho sin titubear: «usted es un hombre que se hace pasar por mujer». Ante afirmaciones tan contundentes siempre quedo consternada y no hay forma de convencer a estos intelectuales de que piensen lo contrario. Nada sirve, ni las fotos, ni las publicaciones con nombre propio ni la confesiones de niña sensible, nada sirve, soy un hombre.

Cuando lo oigo y lo leo me vuelvo a preguntar cuáles son los rasgos de mi forma de escribir que hacen pensar a la gente de esa manera. Hasta hace un tiempo el rumor más divulgado era que somos Legión, no sé si lo piensen todavía. Varios profesionales del área de humanidades que compartimos la contraseña del blog y de la cuenta de Twitter y gozamos a costa de la ingenuidad de la gente cambiando de tema y de estilo a nuestro antojo para confundir a los lectores y sentirnos inteligentes y graciosos. 

No, nada de eso es cierto, aquí publico yo y sólo yo, cuando alguien quiere compartir algún texto que me gusta mucho siempre lo anuncio como un texto de otro y esas publicaciones son el 0,000001%, es decir, no más de dos textos entre centenares de textos escritos desde hace más de diez años por la misma persona que redacta este post en estado de alteración profunda y mucho desconcierto. 

Se supone que debo sentirme halagada porque si se me toma por un hombre debo asumir que tengo dones, peor sería que creyeran que soy una pobre mujer. 

No me siento halagada, me siento ofendida y menospreciada, no aspiro a escribir como un hombre, no me gusta que me feliciten porque escribo como un hombre, no soporto el estilo de la mayoría de los escritores colombianos por más hombres que puedan llegar a ser. Admiro a algunos escritores pero también admiro a algunas escritoras y también pienso en ellas cuando escribo.

La literatura es femenina, son los hombres los que «rebajan» su discurso porque escriben como señoritas. ¿esperan que una mujer escriba como una estúpida sólo porque es una mujer? Más que un atentado en contra de la mujer ese deseo es un atentado en contra de la escritura. No sean tan insensibles.