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Bullying a la madre

26 Ene

Los grandes autores de autoficción (casi todos hombres, claro) hacen ajustes de cuentas a través de la literatura y los peores insultos casi siempre recaen sobre la pobre mujer que les dio la vida: la madre:

Me quiero follar a mi madre, vieja hijueputa, no me abrazaron lo suficiente, soy muy marica y muy loco y la responsable es ella, lo mío es pura falta de amor y por eso escupo a todas las mujeres…

Esta mañana pensé en ese asunto y me pregunté por qué aunque pretendo hacer autoficción -porque está de moda- mi pelea no es con mi madre, mi padre, mi hermana, mi marido, mis vecinos ni ningún otro ser humano con el que haya tenido contacto cara a cara; mi lucha es con vendedores de libros que posan de artistas, tuiteras emprendedoras, periodistas que hacen porno, modelos Soho dizque feministas, todo tipo de embaucadores digitales pero jamás con una persona con la que no haya conversado, con seres humanos no construidos a partir de la escritura. El hecho de que le haya sonreído y lo haya arrullado con el tono de mi voz lo salva como por arte de magia de mi vara implacable y la pregunta es simple. ¿Por qué?

No tengo nada que reclamarle a mi familia y no me imagino haciendo esos reclamos en público, a través de un largo insulto al que pretendo llamar literatura. No se me antoja escribir la versión criolla de  Carta al padre y tampoco me parece elegante escribir la versión femenina de El olvido que seremos.

No creo en traumas de infancia ni en la literatura como terapia familiar. Le creo más a Paul Watzlawick que a Freud.

Virginia Mayer y la autoficción

28 Oct

La revista SoHo se constituye cada cierto tiempo en soporte para publicar historias escandalosas con la idea de que presentan irreverencia o verdad desnuda, historias  narradas por gente común que busca ser vista y leída y que para conseguirlo se vale de estrategias que en muchas ocasiones atentan contra su dignidad como seres humanos. A ellos, a los «escritores» y al director de la revista no les importa si el texto está bien escrito o si la historia es relevante, lo que de verdad importa es que se hable mucho de la publicación, bien o mal pero que se hable para que los lectores no olviden que la revista todavía existe y da de qué hablar. Para lograr su cometido cuentan con una colabora  frecuente, una mujer sin pelos en la lengua, la gran Virgina Mayer.

Lo más sorprendente de la última colaboración de Virginia Mayer en la revista SoHo es que en medio del revuelo que causó la historia de su aborto terminó revelando que es autora en primera persona -como Fernando Vallejo y como Jaime Bayly- (en otras ocasiones ha dicho que es la versión femenina de Charles Bukowski y no tiene claro todavía si goza más de sus experiencias sexuales con hombres o con mujeres, como Frida Kahlo). Virginia Mayer sabe que escribe como los grandes y vive como los rebeldes, no espera que otros se lo digan, ella lo sabe.

Virginia Mayer nos dio a entender en la entrevista que concedió en Caracol Radio que se instala en la autoficción y entonces vale la pena hacerse varias preguntas:

¿Convertir la vida privada en espectáculo público es arte?

¿Narrar una historia vivida detallando los pasajes más escabrosos y buscando de forma deliberada afectar las emociones del lector es autoficción, amarillismo,  falta de decoro o deseo loco de llamar la atención recurriendo a los recursos más extremos, una especie de porno de la vida?

¿Se está confundiendo la autoficción con la autodenigración?

¿Por qué le resulta tan estimulante al público de las redes sociales ver como personas comunes se autodenigran compartiendo sus miserias personales en espacios públicos y suelen solidarizarse con ellos?

¿Por qué la miseria ajena genera tanto morbo?

¿Por qué las revelaciones de carácter sexual son las que gozan de más éxito en un país como Colombia?

¿Es parte de nuestro subdesarrollo?

¿Por qué quienes narran las historias escabrosas cargadas de sentimentalismo y estados de ánimo, arrebatos del alma dignos de ser tratados por un profesional de la salud mental, son tan explícitos y por qué eso excita tanto a los lectores? Los detalles del abuso infantil, la destrucción de unos senos en una cirugía mal practicada, un aborto fruto de un encuentro ocasional -sin condón- con un desconocido contactado en Tinder.

¿Cansados de las telenovelas los internautas se excitan más con las historias reales narradas por seres destrozados?

¿Gozan un poco con estas exposiciones de la propia miseria y se consuelan pensando que hay alguien en el planeta que sufre, llora y maldice su soledad, su abandono, su falta de amor, más que ellos?

¿Por qué el recorrido de estas historias siempre es similar?:  publicación en un medio impreso que también se puede leer en versión electrónica, impacto en las redes sociales, explosión de la noticia en todos los medios y en muchos casos -pensemos en la revelación de Adolfo Zableh- el pobre ser vulnerado y sufrido termina publicando un libro que espera vender bastante bien en la próxima feria.

La entrevista a Virginia Mayer en Caracol Radio -medio amarillista por excelencia- fue titulada: «La polémica columnista reveló todo lo sucedido tras haber revelado su decisión» y en medio de risas vulgares, frases procaces y un español pobrísimo las periodistas felicitaron a Virginia Mayer por  su valentía, por hablar de una situación que han vivido millones de mujeres, porque es una mujer provocadora. Virginia Mayer muerta de la risa pronunció frases no precisamente dignas de una escritora de autoficción sino de una persona común sin formación literaria ni sentido del gusto; cabe recordar que en la  autoficción el autor renuncia a su clase, se burla del poder, al que renuncia también, claro; renuncia a una posición económica o social acomodada, no es una simple exposición burda de la vida privada de forma directa sin haber pensado en una apuesta estética, es algo mucho más complejo, no es algo que pueda hacer cualquier persona.

Estas son las frases célebres de Virginia Mayer para Caracol Radio:

«Yo pensé que me iban a dar durísimo porque este es el país del Sagrado Corazón, estoy lista a que me llueva lo que me llueva, no importa qué me digan, no me da duro, no me interesa qué me diga nadie, es problema mío cómo follo, soy sin pelos en la lengua para nada, súper abierta, escueta, es difícil ser Virginia Mayer, empecé a escribir en primera persona, revelo las cosas más íntimas, muy cruda, muy real, ellos (mis viejos) me aceptan como soy, me aceptan como vengo. Yo le dije a Chaves: Eres famoso pero nadie sabe quién eres. Yo no me enamoro de un hombre o de una mujer, ya no queda nada oculto, yo quiero amor, me ilusiono con cualquier baboso y la vuelta no funciona».

¿Virginia Mayer es una especie de Fernando en La virgen de los sicarios y Chaves es Wilmar?

¿Virginia Mayer tiene claros los límites entre escritor, narrador y personaje?

Mejor no me sigo haciendo más preguntas y espero que no me vayan a amenazar de nuevo de muerte o con ácido por haberme ocupado de un tema tan sensible como este.

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El estilo excitado de Thomas Bernhard

3 Jul

Son personas completamente naturales, a las que he conocido muy bien y, en ese sentido, no tienen nada de ficticias.

Los años cincuenta. Ahora estamos en los ochenta, a treinta años de distancia, y se puede meter a amigos de entonces entre las tapas de un libro.

Son notas con las que quiero fijar lo que entonces pasaba y lo que pasa hoy. No ataco absolutamente a nadie. Si algo o alguien se siente afectado es cosa suya, o de todo un país, o cultura, o qué se yo, de un ministro, o gente poderosa,  o personas particulares a las que, quizá, se asusta así.

No ataco, sólo escribo. No es un ataque, es un libro escrito, no atacante. Yo escribo a máquina y no con artillería.

Eso es problema de la gente que aparece en el libro, si lo siente como una pieza de artillería y siente mis palabras como balas.

Habría que preguntarse si son personalidades, creo que hay cuarenta mil escritores en Austria, y dudo mucho (se ríe)  de que haya cuarenta mil personalidades.

Yo no desprecio nada, se desprecia por sí mismo al tomar ese curso, político o cultural, ese camino desciende siempre, es como un alud o una bola de nieve, la bola de nieve de la estupidez. Si se arroja arriba una bola así de pequeña, llega abajo gigantesca y destruye toda Viena. Quizá sea mayor que Viena.

Toda persona que escribe tiene que ser, en sí y de por sí, pretenciosa, porque si no, no podría hacerlo. Un timorato o alguien que se deje convencer no podrá escribir ningún libro, como no sea un libro lamentable.

El estilo del libro es también un tanto excitado, musicalmente hablando; por razón del contenido no se escribe algo así con tranquilidad sino en un estado de cierta excitación. No se puede escribir eso con tranquilidad sino en estado de cierta excitación. No se puede escribir eso con tranquilidad, como una prosa clásica, sino que, en cuanto se sienta uno, se siente ya excitado por la idea y, cuando empieza a escribir, el estilo lo excita ya a uno. Está escrito en un estilo excitado.

Una excitación se acelera cada vez más hasta su fin. Y la verdad es que termina con una excitación total por la ciudad de Viena, con un abrazo y aniquilación simultáneos, con Viena como un dogal al cuello y con Viena, tú eres la única, la mejor y, al mismo tiempo, la más horrible y horrorosa de las ciudades.

Un libro sólo existe también a partir de sus contradicciones. Si es unidireccional no vale nada, como tampoco si no es una excitación.

Se inyecta un poco de veneno en ellas y todo se inflama, y entonces surge un estilo excitado. Aparecen personas que, al verlas, lo vuelven a uno loco, y entonces se las mete en un libro así, precisamente en un estado de excitación.

Aunque escriba algo tranquilo, estoy en definitiva excitado. La excitación es un estado agradable, hace circular la sangre estancada, palpita, aviva y entonces hace libros. Sin excitación no hay nada, lo mismo da que se quede uno en la cama. En la cama (se ríe) es una diversión excitarse, ¿no?, y en un libro ocurre lo mismo. Escribir un libro es también una especie de acto sexual, mucho más cómodo que antes, cuando, naturalmente, se hacían esas cosas; mucho más agradable que irse a la cama con alguien.

Al escribir, presento personas sin que… no quiero herir a nadie, ¿quién querría herir a alguien, no?  Se describen hechos, se consignan recuerdos y, si eso hiere a alguien, no es asunto mío. En mi caso se trata de un proceso literario, lo que se llama artístico.

Yo soy el más afectado. Por eso, ¿por qué habría de inquietarme que otros pequeños personajes se sientan afectados? Además, es algo que no sé. No estaba presente cuando leyeron el libro. Aunque soy curioso y me hubiera gustado estar presente cuando lo leyeron. Sería también un estudio, se podría escribir otro libro sobre un lector que lee mi libro y cómo se comporta al leerlo. Pero no puedo estar en todos los lugares donde esa gente está ahora, posiblemente leyendo el libro.

Yo concedo todo a todo el mundo. Cada uno puede hacer lo que quiera, no quiero coartar a nadie, nadie se deja y tampoco se puede coartar a nadie. Cada uno puede decir, escribir o hacer lo que quiera, es un mundo totalmente libre.

Cuando se permanece en lo mismo, naturalmente se hace cada vez más fuerte y debe ser cada vez mejor y, si se escribe prosa, empieza a ser mejor a partir de los cuarenta, y probablemente hasta los sesenta, si se vive tanto;  se vuelve cada vez mejor. Yo tengo sólo cincuenta y dos; si vivo aún dieciocho años, si es que los vivo, será la fuerza cada vez mejor.

Voy entrando lentamente a la maldad de la vejez. Eso es también un atractivo de mis libros, que sin duda serán cada vez más malvados. Espero vivir todavía algunos episodios. Quedan episodios todavía más importantes, que podría describir y que quiero describir.

Como soy curioso y malvado, y, en el fondo, un trampero, sólo puedo aspirar a ser lo más viejo posible. Pero eso no plantea ninguna dificultad, porque si se hace lo mismo durante treinta años, se vuelve uno siempre mejor.

No hay nadie en el mundo que pueda destruirlo todo, ni nadie que quiera destruirlo todo, porque él mismo sería destruido, pero necesariamente, cuando se escribe algo,  hay mucho de destrucción en ello. Pero destruirlo todo es absurdo, nunca lo he hecho. En mi caso aparecen siempre personas que son grandiosas y luego las otras. Y, como todo el mundo sabe por su propia experiencia, hay más personas horribles que grandiosas. Es decir, grandiosas hay muy pocas, pero hay una multitud de soportables, e insoportables un ochenta por ciento.  Y como un escritor es alguien que describe cosas auténticas, escribe las cosas tal como las ve.

Esa clase de escribiduría a la que usted se refiere, creación o como se llame, tiene poco que ver con la realidad y carece de todo valor. Eso se ve en cuanto se abren los libros. Se escriben casi exclusivamente cosas sin valor, por personas que están en alguna vivienda  de protección oficial, tienen una pensión y allá están con sus pantuflas, y tienen sus ficheros y hacen libros como cosen las costureras.

Siempre he sido una persona libre, no tengo ninguna pensión y escribo mis libros de una forma totalmente natural, de acuerdo con el curso de mi vida, que le aseguro es distinto del curso de la vida de todas esas personas. Sólo quien es de veras independiente puede realmente, en el fondo, escribir bien. Porque cuando uno depende de lo que sea, se nota en cada una de sus frases. La dependencia paraliza cada frase que se escribe. Por eso no hay más que frases paralíticas, libros paralíticos, sencillamente porque la gente es dependiente: una esposa, una familia, tres hijos, el divorcio, un Estado, una empresa, un seguro, el jefe. Ya pueden escribir lo que quieran, la dependencia se nota siempre, y por eso es malo, está paralizado, paralítico.

Fin de la autoficción

2 Jul

Durante los últimos diez años consagré la mitad del espacio en este blog y más de la mitad en mi cuenta de Twitter a convertir mi vida en asunto de dominio público, especialmente mi vida amorosa. No quiero seguir haciendo eso porque el amor se acaba y yo sigo pensando en literatura, en temas eruditos, en frases célebres, en comprar un libro o en sacar otro de la biblioteca.

El amor de pareja no es el gran tema en la historia de mi vida, no es el centro, es mucho más importante leer y escribir y escribir sobre lo que leo y sobre lo que pienso de esas lecturas. Voy a retomar lo que hacía hace quince años: ensayos. No quiero escribir ensayos de veinte o treinta páginas con veinte citas y  dos páginas de bibliografía; quiero escribir ensayos de quinientas páginas sin muchas citas y sin mucha bibliografía. Espero hacer eso durante los próximos cinco años.

Para lograr lo que sueño me acogeré a los consejos sabios de Emerson.

Hace quince hace tenía un extenso fichero que llenaba a mano, ahora tengo este blog y Word. Más fácil imposible:

“Lleva un diario para hacerte el hábito de rendir cuenta de ti mismo ante ti mismo de alguna manera rigurosa y con intervalos más regulares que los que puede ofrecerte la mera conversación”. Lo que Emerson llevaba , y lo que recomendaba con entusiasmo a otros, era lo que solía denominarse un libro de citas, un volumen en blanco en el que uno toma nota de las imágenes más vívidas, las grandes descripciones, las expresiones notables, los puntos sobresalientes de la propia vida y de sus lecturas; las cosas que uno quiere recordar y conservar.  Un libro de citas no es un diario, ni un calendario ni una agenda, ni un registro de los propios sentimientos. Si tu diario consiste en los mejores momentos de tu vida y tus lecturas, entonces releerlo será como caminar por una elevada senda de montaña que va de una cumbre a otra sin tener que descender a la depresión de la rutina. El solo hecho de leer un diario exclusivamente compuesto por puntos altos tensará las cuerdas y elevará el tono del lector.

***

Siempre es útil que otros te digan qué es lo que no funciona. Entonces, cuando esa persona habla de lo que sí funciona, podemos darle crédito. Emerson abandonó el sistema del encabezamiento predeterminado del tema. Le explicó su nuevo sistema a Elizabeth Peabody, quien se lo transmitió por carta a su hermano George:

“Me aconsejó llevar un libro manuscrito y tomar nota en él de cada idea que se me ocurriera sobre cualquier tema interesante, conservando las imágenes con las que había surgido en mi mente. Este manuscrito debía ser perfectamente informal, permitiendo pasar de un tema a otro con sólo trazar una línea divisoria entre ellos. Después de que estuviera escrito, podía encabezar cada zona con un tema; y cuando quisiera escribir un artículo… allí estarían todas mis ideas, listas“.

Emerson debería haber agregado -o tal vez Peabody lo olvidó- que uno tenía que hacer un índice de cada diario al final para poder encontrar todas las entradas sobre un determinado tema sin tener que leer todo el manuscrito cada vez que se deseaba localizar algo. ¡Un blog!

Treinta y seis frases célebres

14 May

Desde hace cuatro meses mis conversaciones con Juan Lozano son meritorias y  la humanidad pierde no poco al privarse del privilegio de oírnos hablar. Como la vida suele ser generosa no hablamos sólo cara a cara sino que también nos comunicamos por escrito. Las frases maravillosas que compartiré a continuación forman parte de una conversación reciente, más exactamente del 12 de mayo de 2016, hace apenas dos días. Como somos pensadores y sabios nos comunicamos a través de sentencias, como somos seres influyentes y con ideas fuertes no importa quién dijo qué ni en qué contexto.

Sin intentar imitar a Cioran ni a Nietzsche somos sabios pontificando.

Con ustedes las sentencias de dos pensadores de nuestro tiempo:

  1.  Me he acostumbrado mucho a leer en PDF. Y fragmentos de cosas. Qué mal.
  2. El PDF no es muy recomendable porque la lectura es superficial. Se leen con juicio las primeras cinco páginas. Eso dicen los expertos. Yo sigo prefiriendo los libros impresos.
  3. Bayly es una perra del establecimiento. Es una gorda pastillera individualista.
  4. Eso de publicar las intimidades de los demás, ser el portavoz de eso me parece algo cuando mínimo muy fuerte. A mí me siguen gustando las abstracciones.
  5. Bayly es muy bueno en medio de su mediocridad. Nadie es tan valiente, ni siquiera Vallejo.
  6. Ahora está mejor de salud. La esposa es como la esposa de Bukowski. Lo cuida mucho.
  7. A todo viejo le gusta la juventud. A mí me gustan hasta las de 15. Soy un enfermo.
  8. A mí siempre me han gustado los niños.
  9. Lo mejor es morir joven. La vejez está sobrevalorada. Siempre se tienen que inventar misticismo y bobadas para justificar la vejez.
  10. No tengo nada contra los viejos y me gusta hablar con ellos.
  11. A mí me gusta vivir bien, evitar el dolor, pero no me gusta guardarme tanto. Me gusta lo del presente, como lo del orientalismo rebajado.
  12. En los 60s por la alta ingestión de LSD se desarrolló el género de la ciencia ficción.
  13. Me quedan pocas neuronas. Pero tengo conexiones extrañas que me dan cierta lucidez. Soy un robot buena gente y tierno.
  14. Con LSD sentí conversaciones distintas al mismo tiempo con la misma persona. Como universos paralelos. Una conversación del futuro en el presente.
  15. Creo en la teoría M un poco, eso de que el tiempo es un círculo plano. Los universos paralelos. Como si al lado de esta pantalla hubiera otra con lo que vamos a escribir en un rato.
  16. Es una experiencia muy loca con la tierra. Sentí como que dialogaba con un árbol. Y veía pentagramas. Me sentía muy iluminado. Luego la música se escuchaba de verdad en estéreo.
  17. Me pasa que he rechazado sexo con mujeres y cuando tengo necesidades sexuales ya ellas no quieren. Es la maldita ley de Murphy o lo que sea.
  18. Somos como Sísifo, sí. Llevando una puta bola hasta el fin. Malditos dioses.
  19. Yo no he fantaseado con ser prostituta sino puta. La plata me parece indigna, creo que el sexo tiene que ser gratis.
  20. No se debe cobrar por algo que es placentero para las dos partes.
  21. Es la idea de que si se puede cobrar por hacerlo es mejor cobrar. Se goza y se gana. Un buen negocio.
  22. No me gusta sobar mi carne con todo el mundo.
  23. A mí me da pesar con las putas y con los que tienen que pagar.
  24. Las chicas de ahora saben mucho. Ya no se dejan tramar tan fácil.
  25. Soy un viejo sacerdote en un cuerpo más o menos joven.
  26. El porno de profesoras con gafas es bueno.
  27. La crueldad humana a nivel lúdico es muy divertida y placentera.
  28. La idea de volverse loco haciendo un drama y luego recapacitar y reír.
  29. El sexo después de las peleas es muy bueno. Salvaje.
  30. Siempre es bueno el sexo.
  31. Hágales la propuesta. Por mucho le dicen que no.
  32. No me conviene comprar cereales. Me acabé dos cajas en tres días.
  33. Tuve un mozo al que quise mucho. Duramos un año.
  34. El estudio no sirve para nada. La mayoría de la gente termina casada, gorda, con hijos y no leen nada. Trabajan por la plata.
  35. Lo del orientalismo rebajado me tiene entusiasmada.
  36. Podríamos ser dos detectives de homicidios. Siempre dialogan en el carro.

Autoficción pura

9 May

Todo lo que el hombre ha contado en sus novelas proviene de su propia vida, su memoria, que acaso reinventa de un modo caprichoso lo que cree que ha vivido. Todo se origina en el río caudaloso que es la vida, nada es impostado, libresco, aprendido de una biblioteca. El hombre ha escrito numerosas veces su biografía turbulenta y pecaminosa y quizás ahora predecible. «Ya basta -piensa-. Ya he contado mi vida suficientemente, tanto que ya no sé lo que he vivido. Pero debo seguir contando una historia. ¿Y qué historia voy a contar, si prescindo por completo de lo que conozco, de lo que he vivido, de la galería de personajes tremendos y afiebrados que habitan mi familia? ¿Debo imitar a otros escritores tantas veces premiados, que ya no escriben sobre sus vidas, sino sobre las vidas de unas personas notables que ahora están muertas y sobre las que entonces es prudente y acaso conveniente fabular? ¿O debo perseverar en el tono personal, confesional, impúdico, en el relato despiadado, a secas, de los vivido?».

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Flaubert anunció la literatura del futuro: la autoficción

26 Abr

Gustave Flaubert le escribía a su amante (Louise Colet) para distraerse del trabajo o para desatar la ira, la felicidad o la impotencia que generaba en él la escritura de su obra literaria más importante: Madame Bovary. La gran paradoja alrededor de la escritura simultánea de estos dos textos está relacionada con el hecho de que a pesar del innegable valor estético de la novela la lectura de las cartas en algunas ocasiones puede llegar a ser más estimulante, actual y universal, este hecho se debe, tal vez, a que son expresión cabal de lo que el mismo Flaubert consideraba sería la gran obra literaria del futuro: un texto autobiográfico escrito con total sinceridad, buen estilo y sin omitir detalles que pongan a salvo la imagen del escritor: “Cualquier hombre que supiera escribir correctamente crearía un libro soberbio al redactar sus Memorias, si las expusiera con sinceridad y de manera completa”.

El porvenir se alza ante mí

3 Abr

Este ha sido un año diferente a todos los demás en los últimos diez años. He deseado volar, me ha perseguido el afán de santidad, quiero escribir crítica positiva, quiero hacer reír sin herir, he devenido en conquistadora y me he entregado complemente al amor de un hombre al que no conozco ni veré jamás pero que sabe cómo calentarme los ojos y los oídos con dibujos, fotografías, canciones, llamadas de cinco horas, citas fallidas, tonos de voz cambiantes, ausencias abruptas, apariciones apoteósicas, chistes buenísimos, historias asombrosas y libros sorprendentes, tengo un pretendiente 22 años menor que yo y a veces pienso que debería darle el sí porque nunca ningún hombre en la vida me ha adorado y deseado tanto como él sin haberme visto (me lo dijo todo en una conversación de tres horas esta semana, un récord absoluto el de este joven encantador y muy apasionado). Toda su admiración nace de una idea que ha armado de mí leyendo lo que escribo aquí y en mi cuenta de Twitter. No es la primera vez que pasa, estoy acostumbrada a ese tipo de reacciones y lo más seguro es que cuando me vea y descubra que soy un simple ser humano, una señora que camina por ahí mirando culos como todos los demás, el ídolo hecho de palabras se derretirá ante su presencia por aquello de que si te gustó el libro no conozcas al autor y porque la escritura siempre será superior y mucho más poderosa que la persona que se sienta frente al teclado y ve como las palabras se van poniendo una al lado de la otra sin pasión y con mucha seriedad y, además, porque la señora que escribe no habla como la señora que se sienta frente al teclado porque soy una persona común que casi siempre anda muerta de la risa con lo que oye y con lo que ve. Soy una persona común pero él quiere verme convertida en su maestra, quiere erudición, quiere ver como mi cerebro se manifiesta a través de mis ojos y mi boca pero también quiere mucho sexo y cree que yo sería la persona más indicada para hacer realidad sus sueños… Pero hay algo mucho más poderoso que parece estar tomando forma en lo más interno de mi ser interior: el deseo de escribir crítica literaria con la misma rigurosidad de hace quince años pero en otro tono, una especie de crítica literaria artística. Mi alma me dice que me consagre a la lectura de forma seria, mucho más seria que en los últimos diez años.

También quiero pelear con la autora de este libro:

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Definitivamente este es un año diferente a todos los demás en los últimos diez años.

El camino

25 Mar

1995 – 2000. Teoría y crítica  literaria

Empecé a leer en 1979. Ahí comenzó mi proceso educativo. La universidad me sirvió para ponerle orden al conocimiento y los trabajos que escribía para mis profesores me dieron impulso para escribir textos que llegaran un poco más allá de los ojos de ellos y, entonces, empecé a publicar en revistas indexadas y no indexadas. Cuando era niña soñaba con hablar en público, me imaginaba ante un gran auditorio aclamada por la multitud enardecida. Soñaba con saludar de esta manera a mis fans: ¡Ya basta, no aplaudan más, no es necesario exagerar, no estamos en un circo, recuerden que este es un espacio académico! Mi sueño era ser diestra con el discurso oral. Soñaba con influir en los demás, con renovar sus ideas y su forma de pensar y de actuar. Mi sueño de infancia consistía en presentarme como un ser humano digno de ser imitado. Quería que aprendieran a evitar el sufrimiento, ese ha sido el gran interés de mi vida: el sufrimiento humano.

Hoy, 25 de marzo de 2016, creo que es imposible influir en los demás de manera profunda y lo digo por los miembros de mi familia: nací convencida de que dar la vida es un error, eduqué a mis hermanos para que no se casaran ni tuvieran hijos y hoy todos ellos tienen o tuvieron una linda pareja a la que amaban y todos son padres. No logré influir de manera profunda en ninguno de ellos después de años y años de haber pronunciado largos discursos sobre por qué los seres humanos inteligentes, justos y nobles no tienen hijos. Si no convencí a los miembros de mi familia -gente que me conoce, me aprecia y me respeta desde hace mucho tiempo- creo que es imposible convencer a una persona que, por ejemplo, lee este blog.

En 1999 descubrí el mundo virtual y supe que no necesitaría tribunas ni auditorios, mi tribuna y mi auditorio serían las redes sociales. Desde la comodidad del hogar pronunciará los más bellos discursos y haría llorar de alegría e indignación; desde la redes sociales me haría amar y me haría odiar: me amarían los justos, los nobles y los sinceros y me odiarían los zalameros, los deshonestos y los tontos. Creo que lo logré. Por prudencia tuve que terminar el ciclo 2010-2015 (al que llamaremos mi fase activa en Twitter Colombia) más pronto de lo que esperaba y deseaba. Lo que me han dicho es que las amenazas de muerte iban muy en serio. Yo quería hacer reír o llorar, no quería que me mandaran matar, esa no era la intención.

Entre 1995 y 2000, como buena novata, estaba dispuesta a mostrar de qué estaba hecha y, entonces, escribía ladrillos teóricos y críticos que yo misma no soporto ahora. Mucho marco teórico, mucha cita, mucha nota de pie de página, mucha bibliografía de veinte páginas.

No quiero volver a saber nada de esa vida tan intelectual, tan rancia y tan conservadora, no quiero volver a escribir como esa señora. No quiero saber nada más de teorías ni de críticas literarias, renuncio a y me avergüenzo de ese pasado oscuro.

2000 -2005. Ensayos filosóficos y psicológicos

Mi primer amor, por haber sido el primero, me causó un fuerte impacto cuando se acabó porque -en mi inocencia- creía que era para siempre. No era para siempre, se acabó y ese final me llevó a experimentar etapas de furia e intenso dolor. Como nací aprendida sabía que un ser humano destrozado no se cura con alcohol, promiscuidad, psicólogos ni suicidio sino con libros y, entonces, me entregué de lleno a la lectura para saber qué era exactamente lo que me pasaba y cómo salir de eso. Terminé convertida en experta en amor, melancolía,  depresión, nostalgia, insomnio y, como soy tan inteligente, desemboqué en la risa. Entre 2000 y 2005 escribí mis ensayos favoritos, los que todavía me gustan y me dan ánimo en los momentos oscuros.

2005 – 2010. Escritura en internet (escritura sobre escritura)

En 2005 conocí a Andrés y fueron diez años de risa e irresponsabilidad, por eso decidimos que lo mejor era cortar el juego y seguir cada uno su camino, sin odio, sin deseo de volver y con la sensación de que lo nuestro no era amor sino diversión total. En 2005 ya estaba totalmente curada, estaba completamente entregada a la vida y al placer, a la risa y a la satisfacción y con esa actitud me embarqué en la vida virtual. Entre 2005 y 2010 fui un portento en la red, escribí más de cien posts sobre virtualidad, oralidad, lectura, escritura, educación… Conocí gente maravillosa, nadie de Colombia, era extraño, yo era colombiana pero no me contactaba con colombianos. La experiencia de esos cinco años me sirvió para lo que sería encontrarme con mi gente, con mi patria, con colombianos en Twitter.

2010 – 2015. Escritura despiadada

Twitter fue una locura maravillosa, un juego peligroso del que todavía no sé si me he librado del todo. Se supone que tengo más enemigos que el colombiano más peligroso que pueda existir en Colombia, se supone que dañé vidas y le hice daño a mucha gente, pero ¿Qué fue lo que hice? Lo que hice fue escribir sobre quince o veinte colombianos entre figuritas de Twitter, escritores, periodistas, intelectuales y humoristas y eso bastó para que me convirtieran en objetivo militar, me calumniaran, persiguieran, censuraran y desprestigiaron.

¿Es Colombia un país peligroso en el que no se puede ejercer la libertad de expresión?

Sí, eso es correcto. Tuve que dejar de escribir sobre colombianos porque varias personas me dijeron que las amenazas de muerte iban muy en serio.

2016. De lleno en la autoficción (escritura sobre el yo)

A finales de 2015 descubrí un término nuevo de la nueva teoría literaria: autoficción. Estoy entregada de lleno en la experimentación de esa nuevo género literario.

 

Pero si crees en lo que escribes, yo iría hasta el final

14 Mar

¿Por qué le gustó tanto este comentario?

Porque no sabía de la existencia de Karl Ove Knausgard y no conocía tampoco la frase de Bukowski: “Crear arte significa estar terriblemente solo para siempre”.

¿Qué tiene de extraño el nombre y qué tiene de particular la frase?

El nombre del autor noruego es muy sonoro, busqué su nombre en Wikipedia y me encantó la biografía, pero no estoy dispuesta a leer un libro de 3.500 páginas para tratar de entender cómo se hace autoficción en Noruega. Perdió familiares, amigos y esposa por haber escrito sobre ellos en un libro. Muy radical tuvo que haber sido lo que escribió. Verdad cruda o caricaturas despiadadas de personas reales, eso debe doler mucho. La frase de Bukowski me gustó porque sin ser el borracho creo entender lo que sentía, aunque yo no me siento tan mal, no estoy tan sola y no he perdido muchas amistades por escribir lo que escribo.

«Pero si crees en lo que escribes, yo iría hasta el final». ¿Qué piensa de esa frase?

No termino de entenderla porque no sé a qué se refiere el autor de la frase, lo que vivo en este momento es una historia de amor con una persona a la que no he visto y no creo que vaya a ver. La historia está en mi mente, no creo que esté en la de él. ¿Qué debo entender por ir hasta el final? ¿Debo obligarlo a que nos veamos? ¿Debo esperar a ver qué pasa con la historia? ¿Debo forzar las cosas para que la historia termine bien y sea digna de ser narrada?  No creo que esté dispuesta a eso. No entiendo nada.

Hasta el año pasado usted era más arriesgada pero no fue hasta el final, mucha gente quedó con la sensación de que lograron callarla, de que la censura se aplicó en su caso. Antes era una persona implacable y ahora representa el papel de ángel caído del cielo. ¿Por qué ese cambio tan radical?

Por proteger la vida, supongo. Desde que represento el papel de ángel caído del cielo no me han vuelto a amenazar de muerte, este año ha sido muy tranquilo y eso es un alivio para mí. Además no tengo nada más que decir sobre escritores colombianos, divas tuiteras, periodistas, influenciadores, actores de televisión, emprendedores colombianos en la red… Recuerde que entre 2010 y 2015 me consagré a tratar esos temas.

Cuando escribía sobre esos temas parecía usted una persona bastante agresiva. ¿Es usted una persona agresiva?

No, soy muy tranquila, de trato amable y complaciente.

¿Se siente mejor como crítica implacable o como aspirante a monja?

Es diferente, son experiencias de vida y de escritura diferentes.

Usted es una persona muy fuerte, un volcán a punto de estallar. ¿Cómo hace para fingir tan bien? Parece la flor de la compostura pero usted y yo sabemos que es más fuerte de lo que mucha gente se imagina.

Tengo un maestro espiritual: Juan Lozano.

¿Es un monje tibetano?

No, es un amigo. Nos vemos dos veces por semana y meditamos durante horas. Hablamos de la vida, de la muerte, del ser y la nada.

¿Con él probó el chontaduro?

Sí.

¿Cuándo?

Hace una semana larga.

¿A qué sabe el chontuduro?

Tiene un sabor extraño pero agradable, parece una fruta pero tiene toques de verdura.

¿Juan le envió un video sobre los valores nutritivos y curativos del chontaduro?

Así es.

¿Y qué piensa de esas propiedades?

Creo que el chontaduro no ha sido lo suficientemente valorado. Mi sospecha es que merece estar al lado del banano, el limón, la sábila y la guanábana, las frutas reinas.

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