A los demasiado honestos

26 Ene

Twitter es el espacio perfecto para constatar que la mayor parte de la gente es estúpida, pero hay días en los cuales la estupidez resplandece hasta límites insospechados. Esta mañana se hizo el milagro, encontré la estupidez plasmada de manera clara, contundente y divertida y quiero que ustedes se diviertan tanto como yo a costa de la estupidez ajena.

Si te ríes no eres una persona estúpida, si no te ríes eres amigo de la «víctima» o no eres precisamente inteligente. Si tu risa es una risa estúpida que usas para parecer inteligente eres el más tonto de los tontos. ¡Esfuérzate por ser honesto contigo mismo! ¿Es tan complicado?

La usuaria es una total desconocida, una completa nulidad en el arte de expresarse a través de la escritura y, sin embargo,  se presenta así en su imponente biografía:

«Periodista colombiana. Obsesiva de la ortografía. Ultra antiuribista. Blogger @ELTIEMPO. Comentarios ácidos, no aptos para susceptibles. No garantizo followback».

Lo más divertido de todo es aquello de: «Comentarios ácidos, no aptos para susceptibles. No garantizo followback». La tuitera nos quiere dar a entender que es una persona muy ruda, casi inmisericorde. Nosotros -pobres mortales- debemos estar dispuestos a ser ajusticiados e ignorados por alguien como ella. ¡Precisamente como ella!

Un rasgo característico de los usuarios de Twitter es que suelen definirse por lo que no son. Y la pregunta es simple: ¿Por qué lo hacen?, ¿Por qué creen que bajo la apariencia de fuerza, rigidez, exigencia, agresividad… pueden ocultar su miedo, su falta de talento, su falta de seguridad en sí mismos?, ¿Dónde han dejado tirada la mochila de la coherencia?

Ahora tres tuits de la susodicha. La clave del chiste consiste en que no sabe escribir pero cree que sí y sus tontos lectores caen en el juego porque tampoco saben leer ni escribir.

Veamos:

«Lo he aprendido con los años: ser demasiado honesto en Colombia es una mala conducta. Se puede pagar hasta con la vida».

«Esta semana, 2 personas que quiero mucho me dijeron lo mismo: la razón por la que no he triunfado en mi carrera era ser demasiado honesta».

«Con el tiempo he estado entendiendo aquello de la autocensura».

—–

¿Quién tiene tanta autoridad para llamarse a sí mismo demasiado honesto?

¿Con qué autoridad una completa nulidad intelectual que ni siquiera sabe redactar 140 caracteres se instala al lado de quienes están dispuestos a pagar con su vida a cambio de su honestidad en demasía?

La clave de la tontería es la frase Soy demasiado honesta. Tiemblo de ira cuando la veo, tiemblo de ira cuando imagino a alguien pronunciándola. No he triunfado en mi carrera porque soy demasiado honesta, ni siquiera puede escribir la maldita frase de esa manera, con corrección.

La frase fue celebrada por diez o doce imbéciles que instaron a la gran intelectual a seguir luchando por La Causa, y no faltó la frase de aliento digna de postal de día del amor y la amistad. La frase que sirve para todo: ¡No cambies! Esa frase fue escrita por alguien a quien admiro y entonces sufro y lloro y me tiro del pelo y me dan ganas de lanzarme por la ventana y me pregunto si la tontería es como un virus que se transmite de manera escandalosa a través de las redes sociales.

Nada nunca es demasiado, demasiado es una palabra excesiva que debería ser suprimida del diccionario. Ni siquiera un estúpido llega a serlo demasiado, nadie es demasiado estúpido.

La palabra demasiado se usa en la base de la sociedad para expresar asombro ante lo exagerado de la cualidad del objeto o de la sensación. Ejemplos:

– Usted es una niña demasiado bonita, ¿le gustaría ser mi novia?

– Tengo demasiada plata porque soy un traqueto.

Casi siempre la palabra demasiado molesta porque es desmesurada, a casi nadie ni a nada le queda bien esa palabra, mucho menos a una imbécil que no sabe ni siquiera escribir en español, que no tiene relevancia como periodista ni como tuitera y que se siente con el derecho a decir que ella no ha triunfado como lo merece porque es demasiado honesta. ¿Esa cualidad suya la tiene en la mira de los asesinos en serie que la quieren matar porque la precisión de sus palabras los convencieron de que lo mejor es aniquilarla? Más tonta imposible. Estamos ante un límite difícil de superar. Espero que nadie envidie a esta heroína del periodismo ni a sus amigos y admiradores.

3 respuestas hasta “A los demasiado honestos”

  1. El Jetas (@FerChirrator) 26 enero, 2014 a 23:25 #

    Me gusta mucho lo que escribes.

  2. elsyrosascrespo 27 enero, 2014 a 0:20 #

    Lo hago con mucho gusto. Fue muy divertido escribir este post.

  3. Diego 30 enero, 2014 a 21:59 #

    Así somos…

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