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Vi Vita & Virginia y pensé en Tefa, en Carolina Sanín y en Amalia Andrade

16 Ene

Ayer vi Vita & Virginia y pensé en Tefa, en Carolina Sanín y en Amalia Andrade. En Tefa porque me quería echar mano, le gustaba mi carácter y mi pluma y soñó como tantas otras mujeres seductoras -mucho más graciosas y arriesgadas que los hombres para declarar su amor o su deseo- en que por fin me iba a seducir y, como siempre, se estrelló contra un muro de concreto. Pensé en su frase probar mujer y creo que la película es muy graciosa porque no hace pensar en arte sino en porno y sospecho que muchas mujeres salen de la sala con deseos lésbicos sólo para sentirse un poco como Vita haciéndole ver el universo morado a Virginia a través de sus dedos.

En tiempos de Virginia Woolf una relación homosexual era un escándalo, hoy en día lo escandaloso es ser mujer, interesarse en libros y no haber hecho la tijera, eso causa mucho desconcierto, hace ver a las intelectuales como mujeres anormales. Pensé en Amalia Andrade y en su novia actriz, me imaginé a la gran vendedora de libros sintiéndose como la rebelde que escribe, sospecho que ella se toma por Virginia alias la loca depresiva que se quiere matar y Marianela González debe representar muy bien el papel de la andrógina, entre sollozos se deben decir te amo Orlando.

Bukowski lleva medio siglo haciéndole creer a los incautos que para escribir es preciso beber, salir con putas y pelear, Virginia Woolf es cada día más imitada al peor estilo Bukowski porque muchas mujeres inocentes creen que para ser artista es preciso ser lesbiana, loca y suicida. La marca de Bukowski no es el alcohol y el combo de Virginia Woolf tampoco lo es y, sin embargo, gente como Amalia Andrade al usar el paquete completo (lesbiana, depresiva y suicida), para vender libros basura, incentiva a muchas mujeres a caer en la depresión o a devenir en lesbianas. Parece increíble creer que la homosexualidad y la depresión devinieron en moda pero esa es nuestra triste realidad.

Llegué a la casa un poco trastornada porque en la película Virginia es rubia y para convencerme de que esta es la peor payasada que he visto sobre la escritora más grande del siglo XX me senté a repasar su Diario, más exactamente la parte en la que detalle su relación con Vita Sackville-West, y ahora sí que terminé muerta de la risa porque me encontré con frases perfectas para escupirle en la cara a Carolina Sanín.

Escribe Virginia Woolf en su Diario:

Todo eso de ser tan distinguida y tan culta, es algo que hay que eliminar sin contemplaciones.

No, decididamente no voy a escribir para las revistas que pagan mejor, de hecho, soy incapaz de hacerlo. De ese modo estoy poniendo diariamente en práctica Tres guineas.

Las cartas me irritan. Ni una sola que sea desinteresada. Siempre piden algo: que hable, que escriba, que dé una conferencia, que vea a tales personas. Eso es la fama.

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Las muertes chiquitas

11 Oct

El libro de Margarita Posada no es una novela y tampoco es otro libro de autosuperación, no es una obra de arte ni un texto periodístico sino el testimonio desgarrador de una mujer que sin duda lloró mucho mientras lo escribió y describe el dolor de forma honesta; uno sufre con la historia y no es la historia de un personaje sino la de una persona, una mujer valiente que se atreve a narrar la suma de errores a lo largo de una vida desperdiciada, una vida de apariencia, superficialidad, consumo, vanidad, vivir de la opinión ajena y mucha banalidad.

Margarita Posada es la hija predilecta del capitalismo salvaje y no siente vergüenza al admitirlo, más bien reconoce que lo descubrió un poco tarde.

¿Cuántas mujeres morirán sin saber que también son producto de las estrategias más infames del marketing que se lo traga todo, que lo devora todo, que las convierte en muñecas de carne que caminan por las calles como si se tratara de pasarelas? ¿Por qué las mujeres son las más castigadas en este tiempo en el que todos nos hemos convertido en mercancía de buena o regular calidad? ¿Por qué el falso feminismo de redes sociales, el de todas y todes, el de las amigues que quieren dejar de ser sometidas por los “manes” pero siguen mendigando amor y buscando marido en esas mismas redes sin la menor muestra de recato o dignidad mejor conocida como amor propio son las más afectadas por las enfermedades mentales? ¿Por qué el emprendimiento que más bien es la última opción ante la crisis laboral y el aumento desmedido de la pobreza se ensaña más contra las mujeres? ¿Por qué los hombres están soportando mejor estos tiempos tan confusos y dolorosos?

Las muertes chiquitas no es otro objeto para vender, consumir y tirar como los libros-basura-engaño de Amalia Andrade, es mucho más que una sucia y vil estrategia de marketing para emocionar al público como los emociona ver a la última estrella fugaz de Yo me llamo. Es un libro que vale la pena leer porque se convierte en un excelente ejercicio de introspección que nos permite valorar la propia salud mental y la de las personas de nuestro entorno. No es un libro sobre la depresión, en un libro sobre un tipo de depresión, sobre la enfermedad que aqueja a millones de personas en el mundo en este comienzo de siglo tan confuso que probablemente nos seguirá sacudiendo año tras año de forma más violenta a través del dolor propio y del dolor ajeno.

Todos conocemos personas con esta enfermedad que se está convirtiendo en epidemia y leyendo este libro supe que no hay una sola forma de ser depresivo y que probablemente los psicólogos y los psiquiatras están tan confundidos como los sociólogos y los profesores. Este tiempo devoró también a los filósofos, es imposible sentarse a pensar porque para pensar se necesita tiempo lento y mucha meditación sobre lo pensado.

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¿A quién le cocina Gloria Susana Esquivel

11 Ago

Desde hace unos diez años las pésimas escritoras colombianas que se hacen notar en los medios, en las redes sociales, en las ferias del libro y en las editoriales firman manifiestos contra el machismo en la literatura porque no las invitan a México, a España o a Francia a donde sí van los señores escritores. Las niñas consentidas y caprichosas llamadas Carolina Sanín y Gloria Susana Esquivel tienen secuestrada la “cultura colombiana” pero quieren más, lo quieren todo, quieren más que los hombres. Ellas se sienten Susan Sontag pero son tan profundas como Margarita Rosa de Francisco cuando filosofa sobre el hecho de por qué se siente vieja y han dejado de mirarle el culo con insistencia si tiene apenas 54 años.

Las niñas mimadas, malcriadas, caprichosas y sin talento quieren viajar y ser aplaudidas tanto como los hombres y se indignan porque a ellas también les gusta brillar y figurar aunque no tengan obra para mostrar ni ideas brillantes para deslumbrar; ellas solo saben decir que nunca las van a reconocer porque son mujeres. Asisten a unos treinta eventos anuales en los que repiten su triste lamento como si todavía viviéramos en tiempos de Virginia Woolf o Simone de Beauvoir, dos mujeres talentosas que a pesar de las adversidades expresaron sus ideas y siguen siendo reconocidas por hombres y mujeres.

En Colombia compiten entre hombres y mujeres sin talento para saber quién viaja más lejos y a quién le pagan más por repetir de nuevo las mismas bobadas. Ellas no tienen talento y ellos tampoco pero ellos escriben un poco mejor que ellas y, sin duda, son mucho más cultos y originales, tienen más imaginación. Pensemos en Héctor Abad Faciolince y en Carolina Sanín. El no es un genio pero al lado de ella parece un portento.

Ellas no han ganado ningún premio pero escriben libros que leen entre ellas y se celebran entre ellas. Ellas no entienden todavía que el hecho de que se llamen a sí mismas mujeres geniales y se celebren las bobadas no basta y entre más lo intentan, entre más escriben, entre más se exhiben y más se lamentan peor representan a las supuestas hermanas de lucha, mujeres a las que nunca han visto porque están ocupadas buscando el reconocimiento y relacionándose siempre con el mismo tipo de personas, alejadas de la realidad, de ese mundo desconocido que tal vez podría darles ideas para escribir.

Virginia Woolf escribió Una habitación propia en 1929. Desde 1960 hasta la actualidad muchas mujeres en Europa y en Estados Unidos gozan el placer de ser solteras sin hijos, de trabajar para su sustento, de sentirse libres y autónomas, son mujeres con dinero y una casa o un apartamento propio para escribir. ¿Por qué no escriben?

Yo misma, habiendo nacido en 1970 en uno de los países más subdesarrollados del mundo he vivido según el mandato de Virginia Woolf pero todavía no he escrito mi obra. ¿Será culpa del sistema opresor y del heteropatriarcado o será que soy perezosa, cómoda, no tengo talento o no tengo nada que decir, como la mayoría de las mujeres?

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Carolina Sanín y Luciana Cadahia

5 Jun

Las redes sociales son más adictivas que el basuco y cuando las personas torpes usan las redes sociales suelen mostrarse más torpes de lo que pueden llegar a ser hablando o escribiendo por más educación, viajes y amigos que hayan sumado a lo largo de sus tristes vidas.

Luciana parece la hija de Carolina y tienen mucho en común: son mujeres feministas, mamertas arrogantes, cuaderneras convencidas de que son más feministas y más mamertas que las demás mujeres y además forman parte de la rosca intelectual colombiana, que también tiene tentáculos en el exterior; forman parte del grupo de niños y niñas mimados, malcriados y caprichosos convencidos de que las redes sociales son más que una congregación de adolescentes solitarios con dificultades para relacionarse en la vida real con otros seres humanos. Ellos creen que van a cambiar el mundo y que sus jefes tienen que postrarse ante ellos porque están acostumbrados a satisfacer todos su caprichos porque así fueron educados por sus padres.

Ellos, unos veinte mocosos de más de treinta y cinco años que sólo han sabido relacionarse con gente como ellos porque no les gusta juntarse con la chusma y que gracias a esa marginación voluntaria son unos tarados sociales, gente torpe a más no poder para usar las redes sociales y las relaciones laborales, pobres seres desvalidos y blandengues que a pesar de que tengan cédula desde hace mucho tiempo y a pesar de que se sientan muy seguros porque son muchos -como si fueran adolescentes norteamericanas de una institución de educación media- ellos, en su inocencia, creen que tienen más poder que las instituciones para las que trabajan porque hablan fuerte en las redes sociales y son retuiteados por centenares de personas que aspiran a existir aunque sea en los sueños de estos poetas, pensadores, profesores y locos.

Carolina Sanín fue despedida de la Universidad de los Andes por andar peleando con los niños más groseros de Facebook y Luciana Cadahia fue despedida de la Javeriana al parecer porque adoctrinaba a sus discípulos en Cátedra Petrista. Carito lleva como cinco años en esa pelea y Lucianita lleva una semana pero ha armado mucho más alboroto.

Para el lector frecuente de este blog va la siguiente pregunta:

¿En la Universidad Javeriana explicarán primero si ya terminaron de revisar el trabajo de grado de Catalina Ruiz-Navarro para saber si incurrió o no en plagio en más o menos cuarenta páginas o le explicarán primero al país y a la Comunidad Académica Internacional por qué Luciana Cadahia fue despedida de la Universidad sin una razón?

Todos los semestres las universidades públicas y privadas renuevan su planta de profesores y es algo a lo que estamos acostumbrados desde hace mucho tiempo. ¿Por qué Lucianita arma semejante show cuando ella y todos sabemos que en este momento en Colombia a centenares de profesores no les renovarán el contrato o serán despedidos sin ninguna explicación y les desearán éxitos en sus proyectos futuros?

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Sobre los machitos progre y las feministas de dos pesos

5 Nov

Escribo desde hace más de veinte años. Millones de palabras, de frases, de párrafos, de páginas y de libros no impresos. Escribir por el simple placer de escribir, de ver cómo se van juntando unas palabras al lado de las otras para crear una sensación en mí y un efecto en el lector, que puede ser un admirador o un detractor, un amigo o un enemigo, un familiar o un amigo o yo misma dentro de veinte años cuando lea este texto sin sentido y me sorprenda ante lo fácil que se me da el arte de juntar palabras con el único propósito de atrapar a un humano curioso que quiere seguir leyendo aunque no sepa para dónde va y que tiene una idea más o menos clara de lo que vendrá porque seguramente me ha leído antes y le he dado un poco de morbo o de placer.

Como mujer no me gusta hablar de feminismo, de masturbación, de copas menstruales ni de que odio a los machitos progre porque eso no es feminismo y porque no soy una niña de 22 años hija de la provincia posando de cosmopolita en las redes sociales -una peladita que no sabe dónde está parada- sino que soy una señora educada que no hace shows en vivo para parecer rebelde y que no se jacta de beber ni de fumar sino que bebe y fuma y no da cuenta de semejantes eventos tan irrelevante.

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Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas

3 Oct

Este libro de Amalia Andrade se lee en tres horas y el título del post es el título del libro para que el lector dimensione de entrada y sin anestesia la calidad literaria del bodrio que nos ocupa.

El adefesio que llaman libro y catalogan como literatura es un homenaje a la gente que se enriquece sin esfuerzo y a la gente que lee libros sin esfuerzo, como quien se come una hamburguesa, toma la foto, la publica en Instagram y recibe muchos favs de otra gente que también come hamburguesa, toma la foto y la publica en Instagram; un libro digno de ser reseñado y elogiado en la revista Shock por la gran pensadora y filósofa feminista Paula Ricciulli, que basa sus investigaciones en salud mental en tuits profundos de otras expertas tipo Lorena Beltrán, gurú en Twitter y quién sabe dónde más sólo porque tiene problemas de depresión y ansiedad y asume que su estado la convierte en experta en enfermedades mentales, igual que la otra doctora sin título, la vendedora de libros más exitosa en este momento en Colombia porque descubrió el toque secreto para engañar inocentes: Amalia Andrade.

¿Puede ser más desolador el panorama?

¡No!

¿Las mujeres colombianas que se hacen notar en los medios están matando al feminismo y de paso nos están demostrando que fueron educadas para ser mujeres superficiales y facilistas que echan a perder el trabajo académico de otras mujeres que se han ocupado del feminismo y de la literatura de forma seria y rigurosa?

¡Sí!

Cito a continuación una de las reflexiones profundas más recientes de la hermana gemela de Amalia Andrade que de paso da cuenta de la acogida que estas divas del pensamiento joven tienen en redes sociales:

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Y ahora un tuit estrella de la Autora para dimensionar el éxito que tienen sus reflexiones más célebres:

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Estamos en un momento crucial en la Historia del Pensamiento porque nunca como antes el universo de los tontos se había tomado el mundo y una persona como Amalia Andrade y quién sabe cuántos clones más de ella a lo largo del planeta pasan por artistas, ilustradoras, asesoras espirituales y salvavidas.

¿Quiénes la llaman Artista?

Los editores de Planeta que se están llenando los bolsillos vendiendo ejemplares de estos libros que superan niveles de estupidez nunca antes vistos en la historia de los libros de autosuperación; Amalia Andrade es la Yuya de las tonterías impresas sin haber pasado antes por una canal en YouTube, tiene talento para engañar a la gente y debe tener un buen grupo de amigos mucho menos inteligentes que ella que la asesoran con trucos para engañar incautos.

Citemos a la Autora:

“Hay que hablar. Hay que mostrar lo

invisible. Hay que incomodar a algunos

para liberarnos a nosotros mismos.

Hay que gritar: se vale estar “roto”

se vale no ser perfecto se vale no querer

serlo. Está bien estar mal. Está bien

tener miedo”.

No se necesita ser Harold Bloom para saber que la reflexión mal redactada (como todo el libro) que acabo de digitar nos presenta de paso el tipo de lector que construye esta narración. Se trata de libros de autosuperación para señoras y señoritas que se toman por feministas empoderadas y que además se quieren sentir inteligentes y de avanzada porque leen libros que parecen profundos y con excelente sentido del humor aunque sean superficiales y ninguno de los chistes premeditados para hacer reír hagan reír a una persona con buen sentido del humor y cito de nuevo:

“NOTA: Estamos en el siglo XXI

y yo le tengo miedo a todas

las cosas citadas anteriormente.

En especial a la brujería.

SOBRETODO a la brujería. ¿Será

que seré víctima de este flagelo

por haber hecho esta confesión?

POR FAVOR, personas creativas

afines a la brujería, no me

hagan NADA. Por si acaso, igual

voy a dejar por acá un dibujo de

San Benito y de Selena a

manera de protección perpetua”.

Catalina Ruiz-Navarro incurre en plagio de forma recurrente para parecer inteligente, profunda y culta y eso no tiene presentación porque se apropia de las ideas y el estilo de otros y además el plagio es un delito. ¡Muy mal por Cata! Pero parece todavía más preocupante la actitud de Amalia Andrade porque de entrada se presenta como lo que es: una mujer que aunque pasó por la universidad parece no haber sido tocada por el espacio académico y no sólo eso sino que además desprecia la la vida intelectual y a los intelectuales; lo de ella es Wikipedia, Instagram, los tutoriales de maquillaje, las series, las tontas canciones de amor, encontrar el truco perfecto para hacer desaparecer estrías, comer postres deliciosos que no le hagan perder la figura y, por sobre todas las cosas en la vida, el deseo infinito de volverse rica vendiendo basura. Lo dice sin rubor y eso la convierte en una mujer cínica que no merece ningún tipo de consideración precisamente por eso.

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Margarita Rosa de Francisco y La innombrable

18 Sep

Me han acusado de ser profesora de la Universidad Nacional de Colombia, de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad de Stanford

Me han acusado de ofrecer el Premio Nobel de Literatura

Me han acusado de conocer todos los cafés de Chapinero

Me han convertido en personaje de novela

Me han compuesto canciones

Me han compuestos Cantos y Odas

Me han citado como epígrafe en un libro como si estuviera muerta

Me acaban de otorgar el título de Profesora de literatura

Me han terminado de convencer de que soy La Innombrable

De todos los intelectuales y artistas que he estudiado en este blog sólo Margarita Rosa de Francisco ha respondido; los demás guardan silencio cómplice cuando denuncio los plagios recurrentes de Catalina Ruiz-Navarro y los desatinos recurrentes de Carolina Sanín. Me he ocupado de escritoras con amigos y sin talento, roscas de artistas e intelectuales que posan de mamertos y denuncian la corrupción que carcome al país entero pero les gusta quedarse siempre con todo en ferias y fiestas de libro y de la cultura.

Ser La innombrable me gusta mucho, tanto como que se refieran a mí como Esa señora y ¡La Hijueputa Esa!

Con ustedes Margarita Rosa de Francisco reflexionando sobre la importancia de la verdad:

Hace ya casi un año leí una crítica feroz que me hizo una profesora de literatura, a través de Twitter, con respecto a mi rol como columnista. Ella es conocida en esa red por sus letras puntiagudas y capaces de destrozar en unos cuantos párrafos todo aquello que no le simpatiza.

El contenido de su diatriba me afectó bastante; sin embargo, una vez superada la parte que tuvo que ver con mi ego, me llamó la atención su estilo sencillo y preciso. Era uno de esos textos que se leen suavemente, sin más accidentes que el relieve natural de las palabras bien empleadas. Aunque no me gustó lo que decía, disfruté la forma de su discurso; en realidad, me encantó. Cuando se lo hice saber, se sorprendió y se refirió a su artículo como un acto de parresía o el arte de la injuria. Me cautivó aún más aquello de “el arte de la injuria”, no sé si porque el solo hecho de anteceder “el arte de” a cualquier actividad humana le concede a esta un rango de belleza.

Olvidé el asunto hasta que se me atravesó una transcripción de una conferencia sobre el tema dictada por Foucault.

La ‘parresía’ es un término griego que significa decir veraz, también se refiere al compromiso que tiene el sujeto con su decir. No tiene la parresía el que, porque sí, hiere a otro con sus palabras, sino quien ejerce también el arte de la ocasión para comunicarlas con total serenidad y franqueza. Más tarde, su significado empezó a asociarse con el insulto, tal vez porque en muchos casos decir lo que llanamente se piensa demanda valentía y asumir el riesgo de que la expresión sin filtros de ese pensamiento sea recibido como una ofensa. La profesora no me insultó, se limitó a escribir lo que opinaba con una crudeza que supo llevar a un apreciable nivel estético.

Foucault analiza la parresía desde muchos ángulos, entre ellos su historia como instrumento de la política cuyo interés se concentra en “el alma del príncipe”. El gobernante precisaría de alguien confiable que, lejos de adularlo, le dijera al oído su verdad sin retórica ni contemplaciones (como hizo la profesora) y, a su vez, tener la correa para aguantarla como parte de una práctica ética.

El valor de lo bello en la parresía se jugaría entre dos interactuantes y radicaría en esa danza recíproca del decir libre y el escuchar, por qué no, con la misma audacia y coraje. Eso define el carácter parrésico; una posible y exótica virtud.

https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/margarita-rosa-de-francisco/parresia-el-arte-de-injuriar-267720

El marido de Catalina Ruiz-Navarro defendiendo a la niña

15 Ene

Parece increíble pero es cierto: apareció hasta el marido de Catalina Ruiz-Navarro y tampoco admite que su señora plagió consciente de que estaba incurriendo en un delito. Lo que llama la atención de esta defensa es que recurre a las falacias argumentativas como nadie antes lo había hecho y es gravísimo el hecho si tenemos en cuenta que ella se presenta como feminista latinoamericana, mujer libre, independiente y empoderada.

¿Alguien esperaba que llamara al marido para que intercediera por ella?

¡Yo no!

Estas son las falacias en las que incurre el defensor de la libertad de expresión y a continuación el texto (para que el lector -de forma desapasionada- saque sus propias conclusiones):

Petición de principio

Conclusión inatinente

Falsa relación causal

Falso dilema

Apelación a la piedad y las emociones

Apelación a la ignorancia

Conclusiones e inducciones precipitadas

Apelación al poder

El hombre de paja

Conozco de cerca los efectos que tiene la censura en sus diferentes formas. Desde hace poco más 10 años dedico mi trabajo a documentar los métodos y especialmente los efectos que tiene ese abuso de poder en la vida de periodistas y activistas alrededor del mundo. Así que escribo esto con la experiencia de mi trabajo acuestas pero también con el desasosiego de ver a la persona que amo y con quien comparto mi vida sumergida en una batalla campal en contra de quienes quieren silenciarla.

Desde hace casi un año, un sitio que se jacta de defender la honestidad académica y el pensamiento original, lanzó una campaña evidentemente difamatoria en contra de mi compañera, la periodista y activista feminista Catalina Ruiz-Navarro. Esto como producto de la defensa que hizo en su columna de otra de las víctimas de ese portal. Aunque Catalina ha escrito más de un millar de artículos de opinión (sí, son más de mil) publicados en varios medios, tuvieron que escarbar hasta su tesis de pregrado para que con base en errores de citación pidieran a la universidad el retiro del título y a cada periódico en donde escribe que le cancelaran sus colaboraciones.

El pedido es absurdo por muchos motivos, entre ellos porque se está desconociendo la autoridad de la universidad que le dio el título y segundo porque se está juzgando su tesis como si la hubiera escrito hoy, bajo los parámetros actuales y sin la inexperiencia de su juventud. Pero es evidente que esto no se trata de su tesis, si fuese así bastaría con su reconocimiento de fallas de citación, algo que ha hecho varias veces de forma pública, y no estarían tratando de deslegitimar todo su trabajo de al menos 10 años como periodista y su activismo como feminista. Este intento por “demostrar” su falta de capacidades no solo es absurdo (porque es evidente que capacidades tiene de sobra), es misoginia pura y dura, esa a la que se enfrentan las mujeres que transgreden por hablar de lo público y por animar a otras mujeres a rebelarse contra el sistema.

Después de meses de acoso sistemático, la campaña logró sumar otras voces, tanto de quienes por una u otra razón comparten los deseos de venganza o porque no están de acuerdo con las opiniones de sus columnas o de plano porque simple y llanamente no les cae bien. Hubo quien con tal de desquitar calenturas añejas no correspondidas hizo suya la denuncia y sometió al medio en el que trabaja como editor a reproducir y magnificar la campaña difamatoria.

La campaña ha sido metódica, incesante y motivada por deseos de venganza. Estar cerca de Catalina me ha permitido también ser testigo de la fortaleza y valentía con la ella se ha conducido.

Cada día que ha pasado, he visto cómo el monstruo de odio enjaulado en el celular de Catalina creció al punto de cobrar vida fuera de este. Pedirle a Catalina que apague el celular a estas alturas resulta ingenuamente cruel. El acoso en línea es real y los efectos son concretos: El agotamiento físico y emocional que se traducen en insomnio y ansiedad desbordada. Son efectos físicos reales, quizás no tan evidentes como el golpe de un puño, pero posiblemente más graves y duraderos para su salud física y mental.

No dudo que entre las olas de odio y acoso existan críticas legítimas, pero estoy seguro de que esas no alcanzan a entender que sus voces se suman a las que pretenden silenciar. Y es que en un época en donde la conectividad que ofrece internet, resulta inaceptable refugiarse en las concepciones (ultra)liberales e individualistas de la libertad de expresión.

No es la primera vez que Catalina es objeto de este tipo de acoso, seguramente no será la última. Ella continuará opinando, seguirá siendo la voz incómoda que al promover el debate de ideas, terminan fortaleciendo a la sociedad. Eso, al menos, es la esperanza de todos quienes la admiramos y queremos.

Como defensor de la libertad de expresión y la libertad de prensa creo que vale la pena detenernos y pensar para qué queremos la libre expresión o internet. ¿Para construir o para deshumanizar a quienes no comparten nuestras ideas? ¿Para que opinamos: para silenciar o para generar un debate franco y productivo? También es preocupante ver cuán efectiva y barata puede llegar a ser una campaña de desprestigio, especialmente porque son las mujeres y las feministas las que con más frecuencia se enfrentan a este tipo de persecuciones para sacarlas del debate público.

Catalina ha hecho su carrera a pulso, columna tras columna, troleo tras troleo y se ha ganado un espacio en la opinión pública colombiana y latinoamericana gracias a su disciplina y su talento. Por eso sé que ella a pesar de todo, sobrevivirá esta tormenta de crueldad y ridiculez.

Ricardo González

Las dificultades expresivas de Fidel Cano Correa

15 Ene

Isis Giraldo es bloguera como yo pero ella es una académica del feminismo, una mujer empoderada de las que practican la sororidad. En algunas ocasiones Isis no encuentra las palabras adecuadas en el diccionario de la lengua española para expresar situaciones complejas y entonces recurre a palabras del tipo affaire. Nada que ver conmigo, yo no soy feminista, no soy académica, no hablo de mis estudiantes en las redes sociales, no tengo problemas de autoestima y el español me alcanza para expresar ideas de forma clara, concreta y precisa.

Desde hace siete años me vengo ocupando de la impostora intelectual y falsa feminista llamada Catalina Ruiz-Navarro, la he venido deconstruyendo de post en post ante la mirada incrédula del público colombiano que me llama envidiosa, resentida y negra candela de Twitter por desenmascarar impostores (especialmente falsos mamertos) de todos los colores, siendo yo apenas una pobre señora que no vino al mundo a buscar amigos influyentes ni muchos favs en Twitter sino a escribir por el simple placer de imaginar el rostro de admiradores y detractores mientras sus ojos incrédulos se mueven de un lado al otro de la pantalla.

La última travesura intelectual que se le descubrió a Catalina Ruiz-Navarro fue un plagio de cuarenta páginas en su trabajo de grado en la Universidad Javeriana para ejercer como Filósofa. Se está hablando del asunto desde hace más de cuatro meses y ahora la Doctora Isis resumió en su blog mis cavilaciones filosóficas de los últimos años sobre el falso feminismo de Catalina Ruiz-Navarro y para sorpresa mía -y la de mis fans- la horda de colombianos, los mismos que me llaman envidiosa y resentida la aplauden a ella -a la Doctora Isis Giraldo- por decir lo mismo que he venido diciendo yo desde hace ya bastante tiempo como si ella estuviera haciendo un gran descubrimiento cuando sólo está presentando un resumen de la suma de mis posts sobre feminismo en general y el deplorable remedo de feminismo practicado por Catalina Ruiz-Navarro en particular.

Como si fuera poco se ha unido al descubrimiento de la Nueva Genio del Feminismo Colombiano Fidel Cano Correa, nada menos ni nada más que el director de El Espectador y defensor incondicional de Catalina Ruiz-Navarro. El Maestro dejó un comentario en el blog de Isis y lo más sorprendente de todo no es que no sepa escribir y asuma que tiene dificultades para comunicarse sino que como buen colombiano le haya ofrecido una columna a la feminista empoderada para callarla -ofrecimiento de dádivas que llaman en los libros de argumentación escrita.

Con ustedes, el comentario, celebración, chiste y ofrecimiento de Don Fidel a Isis Giraldo y su refrito:

Muy interesante aporte a la reflexión, muy distinto a la reacción general llena de insultos y malinterpretaciones. Usted también tiene algunas, comenzando por unificar mi explicación con la defensa y actitud de Catalina frente a las acusaciones (yo solamente quería explicar a los lectores por qué, ante los pedidos, no íbamos a cortarle el espacio a Catalina, no hacer una defensa de su caso. Pero no le escribo para discutir (sé que la mayoría de las interpretaciones sobre lo que dije están alimentadas por mis dificultades expresivas), sino por el comentario final para decirle que si quisiera hacer una columna sobre este tema, o sobre otro, el espacio está abierto. O si quiere recomendarnos otras voces que le parezca que pueden aportar desde otras perspectivas, bienvenido que lo haga. Una columna anda por los 3.000 caracteres con espacios, por si acaso. No pienso que haya que reemplazar la voz de Catalina, que guste o no sí considero muy valiosa, pero siempre abrirles espacio a más voces ayudará a enriquecer los debates. Saludos, Fidel

¿Para qué sirve la crítica literaria?

15 Ene

Apareció una nueva defensora ilustre de Catalina Ruiz-Navarro: Adriana Cooper. Escribió una columna sentimental en la revista Arcadia sobre el valor de lo pequeño y lo que de verdad importa. Nada dijo sobre los 53 pares de comillas que faltan en cuarenta páginas del trabajo de grado que Catalina presentó en la universidad Javeriana para ejercer como Filósofa y en vez de pedirle explicaciones a ella termina dando a entender que Mario Jursich es una mala persona porque le explica a Catalina Ruiz-Navarro en dos ocasiones que no sabe leer literatura y que debe dar explicaciones sobre su monumental plagio.

Ante la imposibilidad de defender lo indefendible la nueva amiga de Catalina Ruiz-Navarro apeló a las emociones, a la bondad, a que vinimos al mundo a darle besos, abrazos y palmaditas en la espalda a nuestro prójimo y que la crítica literaria no sirve para nada porque todos tenemos defectos y si necesitamos manifestar un sentimiento negativo acerca de otro ser humano debemos hacerlo con palabras dulces y en privado para no herir las fibras más sensibles del otro y para que nosotros ascendamos un paso en nuestro Camino hacia el Cielo. Pura palabrería estúpida de libro de autosuperación para evadir lo que de verdad importa: el plagio de cuarenta páginas y la deshonestidad intelectual de Catalina Ruiz-Navarro.

Busqué información en internet sobre esta erudita y descubrí que es tan polifacética como Catalina Ruiz-Navarro: publica en seis o siete medios y posa de crítica. Ante intelectuales tan poco rigurosas como ella y tan feministas en el peor sentido de la palabra -entendiendo como feminismo defender a las mujeres por su condición de mujeres aunque no tengan talento para nada (la famosa sororidad)-, ante posturas tan lamentables ante la crítica sería preferible que no existiera porque duele mucho saber que personas con supuesta formación académica tengan una idea tan fuera de lo académico, de lo que es el arte y cuál es la función de la crítica y los críticos.

Adriana Cooper asume las obras como cositas lindas y parece no imaginar que si Catalina Ruiz-Navarro se presenta como crítica literaria y maestra en artes visuales uno como lector esperaría que supiera apropiarse de estas obras pensando en las famosas reglas del arte, en la historia y la tradición; uno esperaría de parte de ella interpretaciones pertinentes de las obras que aborda y nos encontramos siempre con su falta de inteligencia, su nula capacidad de análisis, su incipiente formación en teoría y crítica. Catalina y Adriana deberían entender de una vez por todas y para siempre que si quieren acabar con el machismo y con el heteropatriarcado lo primero que deben hacer es empezar a estudiar en serio, repetir las carreras profesionales que hicieron y dejar de creer que los sentimientos y las intenciones están por encima de los hechos, la racionalidad, la teoría y el análisis riguroso de las obras de arte teniendo en cuenta el contexto. Esas son lecciones que se aprenden antes de terminar el cuarto semestre en una carrera de literatura o de artes visuales.

A continuación la parte final del texto de Adriana Cooper, la primera no me interesa mucho. Lea, amable lector, y saque sus propias conclusiones:

“Después de leerlo surgen preguntas: ¿Son necesarios tantos adjetivos y además negativos, para referirse al intelecto de una persona? ¿El hecho de que alguien se equivoque invalida todo su aporte intelectual previo? ¿Juzgamos a la gente con fuerza en el ámbito académico para validar un prejuicio inconsciente que tenemos, quitarnos una incomodidad hacia una situación que nos refleja esa persona, cobrarle algo, o simplemente para sentirnos superiores? ¿Se justifica la vergüenza pública producida por un texto, o hubiera sido más efectivo hablar con esa persona en privado para entender mejor su punto de vista o manifestarle una sugerencia o desacuerdo? ¿Necesita García Márquez que lo respaldemos con tanto ahínco cuando su talento ya hizo que sus obras se defiendan hasta la eternidad? ¿Las respuestas están afuera o dentro de nosotros mismos?

Algunos escritores experimentados suelen recomendar esto a sus alumnos cuando empiezan a escribir cuentos, y algunos autores sin mentor lo hicieron por instinto: “No juzgue al personaje con adjetivos ni incluya reflexiones críticas con el fin de orientar al lector hacia esos juicios para que los ratifique, porque el lector por sí mismo hará su propia interpretación”. Lo mismo podría aplicar a otras situaciones de la vida”.

http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/adriana-cooper-sobre-catalina-ruiz-navarro-y-mario-jursich/67237