Archivo | junio, 2018

Literatura y pornografía

4 Jun

Desde 1979 soy una lectora voraz y mi voracidad hacía que cualquier objeto en forma de libro o de revista al alcance de mi mano fuera devorado sin espera. Un día, como quien no quiere la cosa, buscando secretos en la caja de juguetes de mi hermano mayor encontré una revista pornográfica denominada Chicas calurosas; eran unas fotos inocentes de jóvenes hermosas y sensuales con ropa deportiva que incluía sólo medias, zapatos, balacas y demás accesorios deportivos, nada de ropa ropa, sólo decorado. Al lado de cada fotografía había un texto sobre lo intenso del verano, sobre lo complejo que es escoger atuendos para ciertas temporadas. Revisé bien la revista y me gustó, eran bonitas las rubias y los textos estaban bien escritos.

Tiempo después supe que mis dos hermanos mayores escondían revistas prohibidas en sitios secretos y encontré dos o tres más con imágenes mucho más explícitas y fue ahí donde quedé enganchada. Al lado de los clásicos de la literatura y la filosofía también estaban los textos sobre sexualidad y pornografía y desde que tengo uso de razón mis días han estado acompañados de porno. Cuando no había internet alquilaba las películas como cualquier muchachito desocupado y vi varias con mis dos hermanos menores muertos de la risa. El menor cree que no fui una buena hermana mayor, más tratándose de una mujer que ejercía un rol de autoridad y de ejemplo, y yo no supe qué responder a ese reclamo. Ese niño que ahora tiene 34 no confía en mí, me mira con recelo y desconfianza, un día me dijo que la gente como yo no es digna de confianza porque lleva mucho tiempo viviendo sola para pensar y hacer barbaridades. Es un hombre niño muy inocente, puro y angelical.

Anoche vi una entrevista a Virginie Despentes, una conversación con Pablo Iglesias sobre poder, feminismo, arte y pornografía y lo más sorprendente fue la naturalidad con la que ambos hablan de pornografía, de su recorrido desde los ochenta y de cómo la pornografía en internet ha llegado a límites insospechados sin que haya discursos sobre el porno, sin que se aborde de forma académica. Estoy de acuerdo con ellos y me parece triste que las nuevas generaciones se estén educando con las imágenes que ven sin preparación previa, condenados a la velocidad y a la desmesura.

Yo, una experta en porno con una trayectoria larguísima porque siempre me ha interesado saber hasta dónde llegan los límites del cuerpo y de la imaginación, a veces quedo con la boca abierta ante lo que están haciendo, especialmente cuando se trata de ver los límites de resistencia de las mujeres. Lo más triste de todo es que las imágenes llegan a los niños y a los jóvenes sin preparación previa, sin haber pasado antes por la revista suave, luego la revista fuerte, luego el porno con historia, con humor, con palabras y situaciones que se vivía en los tiempos del VHS, duele saber que los inocentes internautas sospechen o asuman que esa es la mejor forma de educarse y hasta les dé por poner en práctica lo que ven.

La importancia de tener una biblioteca

4 Jun

Uno descubre que es lector en la infancia y cuando descubre los libros no los abandona nunca, se obsesiona con las bibliotecas, las librerías, la lectura, la escritura, el mundo de la ideas y el pensamiento profundo. Todo está absolutamente relacionado y quien piense lo contrario no es lector.

Cuando un lector descubre que lo es sus primeras lecturas son sobre su pasión y leyendo sobre la lectura descubre el mundo que gira alrededor de las bibliotecas y sufre pensando si vale la pena comprar libros o perderse en las bibliotecas públicas de archivo abierto para siempre.

Los grandes lectores del siglo XIX fueron los poetas malditos y como eran hombres apasionados que llevaban la emoción al límite odiaban las bibliotecas personales. Yo amaba a los poetas que morían jóvenes sin biblioteca y soñaba con ser un poco como ellos en sus hábitos de lectura. El gran odiador de las bibliotecas personales y el gran poeta fue Charles Baudelaire y yo adoraba a ese poeta. Gracias a él me entusiasmaba cuando encontraba nuevos artistas o intelectuales de biblioteca pública y quería ser como ellos, pero el tiempo pasa y las cosas cambian y empecé a comprar libros, a coleccionarlos, y sin planearlo terminé armando mi propia biblioteca; una pequeña biblioteca que me ha hecho olvidar un poco de la vieja pasión ante la biblioteca pública de archivo abierto, mi favorita.

¿Cómo se vive la vida con una biblioteca personal?

Por una parte está la pasión nueva: comprar libros. La pasión ya no es la biblioteca pública sino las librerías, todo un mundo por explorar. En las librerías hay libreros y uno habla con ellos y ellos lo enredan como cualquier vendedor para que vaya con frecuencia a antojarse de lo nuevo.

No hay nada más agradable que ir caminando, recordar un libro leído muchas veces y regalado las mismas veces y soñar con tenerlo de nuevo en la casa como un objeto consentido al lado de los demás. Ver como ocupa el espacio que le ha usurpado a otro libro.

No hay biblioteca sin silla de lector y la silla se convierte en un pedestal. Desde la silla se deben ver todos los libros como si fueran golosinas disponibles y entonces cambian las rutinas de lectura. Viendo libros exhibidos todo el tiempo disponibles como putas y cada uno al alcance de la mano se da uno el lujo de sentarse en la silla a mirarlos y a pensar en todo lo que se puede encontrar ahí y se estira la mano, se busca una página al azar, se lee un rato, se tira y se toma otro.

Una lectora suele ser amiga de un lector y los dos lectores suelen tener biblioteca personal. Nada más sexy que ver a un lector paseando los ojos por los libros de uno y ver como se los lleva para su casa para que se conozcan con otros libros y se vuelvan amigos y se cuenten historias porque si las paredes son testigos y las camas son confidentes es poco probable que se pueda confiar en los libros ordenados uno al lado del otro. No debemos olvidar que los libros fueron escritos por gente llena de misterios y esos misterios están encerrados en esos objetos perturbadores que nos ven vivir la vida.

El poder de la palabra

4 Jun

A. Tengo pereza de salir pero podemos almorzar, claro.

B. Veámonos en el café, como al comienzo.

En el café:

B. Estuve viendo porno y hasta en el porno las mujeres se emocionan más y hasta se enamoran si antes han visto al hombre vestido y han hablado con él. Lo mira a los ojos con atención y eso los hace ver humanos y entusiasma a los espectadores. *mientras B. le dice eso a A. mira esa forma de mirar suya que le gusta tanto, la de A. Mirada al vacío pensando complacido en lo que está oyendo, esa mirada que le gusta tanto, y piensa que sería buena idea ir al motel después de tan agradable conversación) y continúa: La actriz estaba feliz y miraba con más atención al actor con el que había hablado durante más tiempo. Era rubia, como mis pretendientes. Deberíamos ir a ver perrear y también ir a un prostíbulo y buscar una rubia para un trío. Ir a un sitio de esos a soñar.

A. Las rubias nos hacen sufrir a todos, a hombres y a mujeres; juegan con nosotros porque saben que son escasas.

B. ¿Vamos a almorzar?

A. ¡Vamos a almorzar!

En el restaurante:

B. Muy bueno todo, ¿ahora qué hacemos?

A. Sigamos hablando aquí y luego volvamos al café.

En el café:

A. y B. ¡Mucho ruido! Partido de fútbol, busquemos otro lugar.

*después de intentar encontrar otro sitio terminaron en el mismo lugar de siempre al aire libre.

B. Oigamos las frases neas de La vendedora de rosas.

*A. trata de sincronizar los dos teléfonos para oír mejor sin lograrlo y oyen lo que pueden muertos de la risa.

B. ¿Qué más hacemos? ¿A dónde vamos?

A. A esta hora se congestiona el tráfico. ¿Todavía quiere ir al motel?

B. ¡Sí! ¡Vamos! Ya casi empieza a llover, tendríamos que haber salido hace cinco minutos, vamos rápido y tal vez no alcanzamos a mojarnos.

*son más o menos diez cuadras (quince minutos) y se viene el aguacero. El plan siempre consiste en llegar caminando desde ese mismo café, no el inicial sino en el que se han encontrado con más frecuencia durante el último año antes de lo que llaman el plan de tías: café, almuerzo, cine, café, despedida cordial.

B. Está lloviendo muy fuerte, esperemos aquí un rato.

*A. y B. se quedaron hablando de política desde una parte alta pensando en llegar en taxi pero no se imaginan indicándole la ruta al conductor por más que nunca lo volverán a ver y deciden lanzarse al vacío, llegar caminando con paso decidido, casi corriendo, haciendo bromas sobre lo graciosos que se deben ver mientras A. le cuenta a B. la triste historia narrada en una película reciente sobre transexuales, el amor, la muerte, la vida convencional y la familia tradicional.

En el motel el asistente les dice a A. y a B. que pueden dejar las sombrillas en el parqueadero, las dejan ahí y suben muertos de frío con la mitad de la ropa empapada y los zapatos y las medias completamente mojadas.

A. y B. no son novios ni amantes sino amigos pero también se divierten bastante con la gimnasia amorosa y esta tarde noche fue una de las más apasionadas porque ayudó la conversación, la risa, el café, el almuerzo y las frases neas pero especialmente la lluvia y lo decididos que estaban, como si se tratara de una gran empresa, un asunto muy serio, de la mayor importancia; caminar, casi correr muertos de frío y luego recordar mientras hablaban de lo bien que la pasan en ese sitio poco frecuentado por amigos, de lo importante que es reunirse para no hacer nada especial sino para matar los horas mientras los demás corren detrás de sueños que no van a ninguna parte.

Frases típicas en esos encuentros apasionados dichas por B entre risas:

¿Y si me enamoro qué?

¡Este hombre es mío!

Me enamoré de un imposible.

Me gusta todo lo que hacemos, es la amistad perfecta, esta vida merece ser narrada.

La Apuesta

4 Jun

En 2006 inicié una cruzada contra la estupidez universal y me sentí satisfecha con los resultados.

En 2010 inicié una cruzada contra un tipo de estupidez particular: la colombiana.

Fue una lucha a muerte en la que hordas insumisas de masas anónimas se hicieron bastante visibles precisamente porque se trataba de una gigantesca masa sin forma definida que asumía tener una especie de poder, el poder de la masa invisible que puede parecer real en el mundo virtual donde no vemos caras ni nombres y precisamente por esa razón vomitan odio y amenazas escudados en el poder que concede el teclado.

Uno o uno, una a una fueron cayendo las vacas sagradas ridiculizadas por mi estilo implacable y ahora todos están mudos sin necesidad de bloquearlos, la Comunidad Virtual Colombiana está mansa como un corderito y leen en silencio a esta Su Servidora.

La masa anónima me dio la razón, aprendieron a respetar a los mayores, a la señora seria y exigente. Siento que se resignaron y saben que no vale la pena pelear porque de entrada saben que van a perder y ahora esperan que me manifieste, que después de conocer de memoria mis destrezas para la guerra me disponga ahora sí a expresar mi Verdad de forma tranquila, sosegada, sin mirar a los lados, hacia atrás ni hacia adelante; ahora quieren oír con atención a la Señora, a la persona que querían callar porque les parecía un chiste ejecutar el papel de censores e intimidadores con una pobre mujercita y entonces esta es la Apuesta:

Tengo la atención del público, están dispuestos a oír con las orejas bien paradas, a leer frase por frase y entonces la meta ahora es mucho más compleja porque el público está en silencio y atento, listo para aprender de la sabia, de la Elegida, y yo debo estar dispuesta a pronunciar tan selecto discurso en el que no se trata de pontificar porque ya pontifiqué desde 2002 hasta 2005 ni de regañar y ridiculizar (porque ya lo hice durante mucho tiempo) sino de pronunciar ahora sí la Palabra. En eso consiste el nuevo reto.

Hasta que puedas quererte solo

4 Jun

Pablo Ramos es un escritor argentino influido por Charles Bukowski y es clara su intención de presentarse como marginal en una época en la que todos quieren escribir su propia historia y ser rebeldes, originales e independientes aunque escriban libros por contrato y pasen la vida no precisamente leyendo y escribiendo sino hablando de lo geniales que son en ferias del libro, entrevistas y cursos de escritura creativa para convencer a los asistentes de que hay técnicas para armar cuentos y novelas como quien hace pan y que de concurso en concurso y de contrato en contrato el negocio de la literatura puede llegar a ser rentable si usamos una buena fórmula y logramos conmover a la clientela para que sigan comprando cada año nuestras obras digeribles gracias a que además de ser escritores somos personas sensibles que también sabemos seducir a los asistentes que nos ven como gente adorable con buenos sentimientos y las mejores intenciones, un buen objeto de consumo, un hombre o mujer espectáculo que le garantiza a la clientela que no irá al auditorio a perder tiempo ni dinero. En Colombia el escritor más encantador, el que mejor ha sabido sacarle ganancias a la fórmula para escribir novelas digeribles, el gran vendedor de libros es sin ninguna duda Héctor Abad Faciolince. El segundo mejor estratega es Ricardo Silva Romero.

Se toman cursos de escritura creativa como quien toma cursos de natación, como si una cosa tuviera que ver con la otra. Los cursos llegan también a los barrios populares, lugares exóticos donde los chicos rudos tienen mucho que narrar y narran, el rap se convierte en poesía y el muchacho de barrio y de pandilla se pasea ahora por ferias y fiestas relacionadas con el mundo del libro, con la industria editorial, la elegancia de las librerías y las entrevistas en la radio donde los periodistas desinformados preguntan fingiendo interés de dónde salen las historias escabrosas que narran los chicos malos devenidos en artistas excelsos. Pablo Ramos se presenta como un escritor del barrio obrero y eso vende porque nos habla del hombre esforzado que sabe lo que quiere y va por eso, un ejemplo de superación personal que sintetiza una fórmula efectiva: ¡Querer es poder!

Hasta que puedas quererte solo nos lleva a pensar en Contarlo todo, la autoficción de Jeremías Gamboa celebrada por Mario Vargas Llosa, la novela autobiográfica inspirada en la historia triste del chico peruano talentoso y pobre que quiere escribir y nada más que escribir y escribe sobre ese deseo suyo y ese empeño suyo y al hacerlo no se convierte en artista porque el arte no nace de las buenas intenciones sino del talento y estas jóvenes promesas no parecen estar muy buen dotadas para hacer obras de arte prodigiosas sino que se celebran y se cantan a sí mismos y a su deseo y no nos embelesan con historias fantásticas o hechos sorprendentes narrados con estilo sino que se impone la persona mientras que el arte es más bien escaso, es devorado por la figura, el yo de alguien que quiere escribir. Este tipo de libros no tienen punto de comparación con Retrato del artista adolescente o Cartas a un joven poeta, es más nervio que poesía, más deseo que arte aunque sea escrito con las mejores intenciones y se vendan muchos ejemplares.

Pablo Ramos narra trece historias basadas en hechos reales y cada historia está asociada a cada uno de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, un recorrido espiritual que el autor del libro cree comprender a pesar de sus continuas recaídas con alcohol y cocaína y, entonces, la primera pregunta sería precisamente: ¿Tiene autoridad moral para pontificar sobre cada uno de los pasos en el proceso espiritual que comienza con saber que el alcoholismo es una enfermedad, asumirlo y aceptarlo y no volver a tomar esa primera copa una persona que no ha logrado vivir en sobriedad el tiempo suficiente como para considerar que está preparada para avanzar hacia el segundo paso si tenemos en cuenta que se trata de un camino y que no podemos llegar al segundo paso sin haber superado el primero y que para alcanzar el quinto debimos haber comprendido y experimentado el cuarto? ¿El libro no debió haber sido escrito por alguien que haya completado por lo menos diez años consecutivos sin haber consumido drogas ni alcohol y conozca desde su propia experiencia qué significa vivir cada uno de los pasos?

La diferencia radical entre Charles Bukowski y Pablo Ramos consiste en que Bukowski es enfático, extremo, hábil con la escritura, murió bebiendo, despreciando a los escritores profesionales y a los remedos de escritor que dan cursos de escritura creativa a gente todavía menos talentosa que ellos, mientras que Pablo Ramos es espiritual de forma un poco superficial y efectista en sus frases sobre la ternura y sobre Dios, un hombre controlado, calculador, buen negociante, más de la época del marketing, el emprendimiento, el deseo de aparecer en los medios y hacer arte de forma consciente con el deseo premeditado de vender muchos libros, muy lejos de esta crítica furiosa de Bukowski y su amor al arte:

“En algún momento del trayecto, en algún momento a partir del patio del colegio, se te meten en la cabeza. Te dicen, en resumidas cuentas, que el poeta es un maricón. Y no siempre se equivocan. Una vez, en mi locura, se me ocurrió seguir un curso de escritura creativa en el Colegio Universitario de L.A. ¡eran maricones, colega! Afectados, bonitos, apocados niños prodigio. Escribían acerca de bonitas arañas y flores, estrellas y meriendas en familia. Las mujeres eran más grandes y más fuertes que los hombres pero escribían igual de mal. Eran corazones solitarios y disfrutaban en compañía de los demás; disfrutaban con la charla hermética; disfrutaban de sus enfados y sus opiniones trilladas, muertas. El profesor se sentaba en una alfombra tejida a mano en el centro del suelo, los ojos vidriados de estupidez e inercia, y se reunían en torno a él, alzando la sonrisa hacia su dios, las mujeres con sus largas faldas de volantes y los hombres con sus nalguitas prietas redondeadas de alegría. Se recitaban los unos a los otros y lanzaban risillas y hervían a fuego lento y tomaban el té con las galletitas.

¡Ríete! Yo permanecía solo sentado contra una pared, ojeroso y cabreado e intentaba escuchar y caía en la cuenta de que incluso cuando discutían entre ellos seguía siendo una especie de tregua entre mentes limitadas”.

*Charles Bukowski, en Un delirante ensayo sobre la poética y la condenada vida escrito mientras bebía media docena de latas de cerveza (altas).

Pablo Ramos escribe autoficción y sueña con superar su problema con las drogas o ayudar a que otros lo superen gracias a los grupos de Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos y entonces viene la siguiente pregunta: ¿Es literatura o es un libro de autosuperación, un manual o un test para saber si somos adictos? Un alcohólico o el familiar de un alcohólico podría verlo como una excelente guía para comprender, para saber si él mismo es adicto o bebedor social y podría compartir el libro con personas de su entorno del mismo modo que se comparte El secreto o El poder del ahora, libros de autosuperación que se venden por millones porque tienen su dosis de verdad y puedan ayudar a la gente si sabe leerlos bien, si toma lo que le sirve y lo aplica en una situación particular.

Pablo Ramos cree que el libro podría ayudar a alguien pero por sobre todas las cosas cree que es literatura, su mejor obra, la perfección hecha forma, el libro que aporta pistas sobre gente real para que el lector comprenda mejor la historia de los personajes de sus novelas y cuentos anteriores en las que los personajes no son presentados como gente real sino como personajes de ficción: “Escribo porque busco, movido por una necesidad incontenible, no una descripción metafórica, sino las palabras que rompan el símbolo y lo traspasen, los que logren repartir equitativamente esta responsabilidad olvidada entre los que debimos haberla ejercido”.

Pablo Ramos conoce historias de gente real del mundo real y a esto se le suma el deseo de ser escritor como una especie de destino marcado en las líneas de la mano, un poco de literatura light con motivadores mensajes de autosuperación y la fórmula funciona porque bien sabemos que detrás del deseo de ayudar, de escribir literatura y de vender libros se puede terminar ayudando de verdad: “La ternura no es andar acariciando niños por ahí, ni abrazar demasiado a los amigos o conocidos, ni repetir “Te quiero”, como quien repite ajo en las comidas, la Ternura es un ideal, un lugar de descanso del cuerpo, de la mente, del espíritu. Yo encontré en la Ternura, en lo contrario a la Ferocidad, a ese tan mentado Poder Superior, más allá de mi formación católica” o: “Desterrados al desamor de la soledad, descubren que el dicho de que el alcohol acompaña, lejos de ser una metáfora, es una verdad grande como una casa”.

Hasta que puedas quererte solo es un libro digerible que nos hace sentir buenos seres humanos mientras lo leemos y crea un nivel de empatía con los personajes, gente de carne y hueso que ha padecido la existencia debido a sus adicciones. Pablo Ramos se cree Dios y esta cita sobre la soberbia del adicto encaja perfectamente con la idea desbordada que el autor tiene sobre su propio talento y sobre la perfección de su obra, que no se cansa de exaltar y de explicar en espacios públicos y en cursos de escritura creativa: “La terquedad es uno de los defectos de carácter más peligrosos que tenemos los adictos, es un subproducto de la soberbia, y es tan difícil de ver en uno mismo que puede llegar a desesperar a nuestros seres queridos, porque les hace sentir como ninguna otra cosa la impotencia que sienten respecto de nuestra enfermedad. Sienten que no pueden hacer nada porque no pueden hacer nada, y sufren un infierno tan duro como el que sufre el adicto, pero sin haberlo buscado”.

Vivir en Piedad

4 Jun

Al negro siempre le toca trabajar el doble para que le reconozcan algo, pero utilizar el color de la piel para justificar los fracasos es una disculpa que sacan los perezosos.

Juan Luis Castro Córdoba es uno de los hijos de Piedad Córdoba y escribió un libro sobre él, sobre ella, sobre su familia y sobre Colombia, la Colombia que muy pocas personas conocen, la de Chocó y Buenaventura, la de los Castro Córdoba en Medellín y la de los colombianos que lo tienen todo en el exterior y deciden regresar como él por diferentes razones, especialmente por los amigos, los recuerdos de la infancia, la familia, el verano eterno que vivimos en Colombia y que nos hace tan particulares: seres humanos que gozan con la música, el baile, la comida y el aguardiente en medio de la violencia, la pobreza extrema, la ignorancia más atrevida, el racismo sin ningún tipo de pudor ni disimulo, el clasismo, el machismo y el arribismo que nos convierte en seres exóticos gracias a que a esta mezcla explosiva y confusa se le suma el narcotráfico, el uribismo, la impunidad, la hipocresía, el fanatismo religioso y la falta de memoria para reconocer los méritos de las personas que no son como nosotros y se han esforzado por los demás por el simple placer de ayudar. No los reconocemos porque los medios de comunicación se han encargado de hacerlos ver como villanos y de tanto repetirlo un país entero ha terminado creyéndolo.

Vivir en Piedad es un libro necesario en Colombia para hacer memoria, para conocer la versión de los hechos desde la mirada del hijo de la figura pública más repudiada en Colombia porque tiene todos los requisitos para serlo, la famosa triple dominación según lo planteado por Pierre Bourdieu en La dominación masculina: mujer, negra, arrogante y directa. Eso en Colombia es imperdonable: A una persona como yo (Piedad Córdoba), para llegar más lejos en política, le queda muy difícil… Me tendría que cambiar el color de la piel, volverme hombre y volver a nacer en una familia rica… Haga lo que haga seguiré siendo esa negra, la mica del Congreso. La gente nunca me va a respetar.

La queja más directa a lo largo del libro es el racismo, una condena que no ha vivido sólo Piedad Córdoba y su familia sino una gran parte de colombianos olvidados y abandonados por el Estado. Estamos tan acostumbrados a pensar en las personas de raza negra a partir de nuestros prejuicios que imaginar algunos pasajes del libro nos hace pensar que se trata de una película y no es ficción lo que se narra aunque la historia esté enmarcada en la autoficción -sin contar con que es el hijo quien habla de sus padres, abuelos, hermanos- y, claro, se pueden desfigurar algunos hechos porque se habla de seres humanos reales con toda la carga afectiva y desde la nostalgia de saber que ya no están porque algunos personajes murieron o porque durante un buen lapso de tiempo estuvieron separados en el espacio pero unidos por el dolor y la incertidumbre; de forma inconsciente el autor tratará de mostrar la versión que más los favorece como familia y como seres humanos porque uno de los propósitos es reivindicar la imagen, el verdadero rostro de una mujer que ha sido estigmatizada por los medios de comunicación colombianos.

La autoficción recrea recuerdos y sensaciones personales vividas por alguien que escribe y bien sabemos que cada vez que recordamos un hecho lo modificamos; cuando escribimos sobre lo ocurrido esos hechos se convierten en literatura, en una nueva versión de la vida con fines estéticos: Pero todo cambió en el pueblo con la llegada de Zabulón. Para los habitantes de allí era muy raro ver a una persona negra, pero más raro aún era ver a una persona negra tan bien vestida, en traje de seda, con camisa almidonada, encorbatada, con anteojos y un sombrero de hoja delantera que entonces estaba de moda. Zabulón es el padre de Piedad Córdoba.

Las vacaciones terminaron. Me encontraba en el bus de regreso a Medellín, mis hermanos y yo siempre habíamos llorado desaforadamente por tener que regresar a casa, por tener que regresar a un lugar donde nos hacían sentir como extraterrestres por el color de nuestra piel, y porque tenía que retomar el colegio. A lo largo de la narración son frecuentes los recuerdos de la infancia feliz sin necesidad de grandes lujos ni manjares, se resalta la alegría de la gente, la fuerza de la raza en medio de las dificultades y hay una idea que se repite en varios pasajes: la certeza de que la raza negra es poderosa porque en Colombia está asociada con la esclavitud y con todo el desprecio posterior, con poner al límite a seres humanos que fueron tratados de forma inmisericorde, los sobrevivientes son los más fuertes y no sólo sobrevivieron, son más fuertes y resistentes que los supuestos blancos que los desprecian.

Una de las razones de Juan Luis para regresar a Colombia tiene que ver con los recuerdos, recuerdos de sus vacaciones en Buenaventura: En medio de la noche, extrañaba la Canturrana, el barrio donde vivía mi tía Chepa en Buenaventura, donde yo quería vivir. Extrañaba dormir en la cama con toldillo a prueba de cucarachas, zancudos y ratas que se apoderaban de la casa en la noche apenas apagaban la luz. Extrañaba el sonido de la lluvia en el techo, que me arrullaba en las noches; o las tardes jugando con mis primos en la azotea mientras nos mojaba el agua lluvia y nos frotábamos con jabón azul, de ese que se usa para lavar la ropa. Extrañaba salir a correr en calzoncillos con mis amigos, para terminar en la playa El Arenal y nadar en el agua color café del mar de Buenaventura; o ver los buques de carga llegar y salir del puerto. Extrañaba las varas de pescar improvisadas con palos de escoba y nylon; o tratar de sacar de las entrañas de la playa un cangrejo para luego comérnoslo.

Recuerdos de Colombia estando en Estados Unidos o en Canadá y una posición laboral que termina siendo demasiado cómoda y monótona lo motivan a regresar al país:

No podía negar que mi situación era mucho mejor económica y académicamente que la de casi cualquier profesional que trabajara en mi país. Tenía acceso a una educación de alta calidad en mi especialización y me estaban pagando por hacerla, pero a veces sentía que el precio era muy alto, especialmente cuando llegaba el invierno. Poco a poco, con el tiempo, uno se da cuenta de que el recuerdo como persona se hace vago y tardío en la memoria de aquellos que uno dejó en su país. La proximidad se pierde paulatinamente, lo cual hace más pronunciado ese sentimiento recíproco de olvido, pero a la vez el anhelo de recuperar esa proximidad se agranda a medida que pasa el tiempo estando lejos. Es muy común escuchar el cuento de estar ahorrando para volverse al país de origen, o el de estar comprando un terreno o una casa en la tierra natal con el fin de regresar. Sin embargo, a medida que el tiempo pasa las cosas se complican y volver se hace más difícil.

Juan Luis narra la historia de su madre mientras narra la suya y en una buena parte del libro se destaca el hecho comprobado de que la pasión por un deporte nos da instrucciones para la vida:

El atletismo se corre como se vive la vida: no te preocupes por el final, sencillamente preocúpate por entrenar y correr con mucho esfuerzo, eso te va a pulir el carácter y te va a hacer mejor. En la medida en que uno soporta más dolor, corre más rápido y por más tiempo, y la vida se hace más fácil. Después, cuando tengas problemas, te vas a acordar de ese cansancio, de ese sufrimiento, y te va a parecer un juego todo lo demás.

Había aprendido que las carreras se ganan o se corren mejor si se respeta el ritmo propio y no se trata de manejarlo con respecto al competidor.

Juan Luis tardó mucho tiempo en comprender el carácter y las pasiones de su madre y son frecuentes los conflictos entre ellos porque son personas diferentes y no es fácil ser el hijo de Piedad Córdoba, una mujer que denuncia, que habla fuerte, que señala con nombres propios y que está dispuesta a llegar al fondo de sus pesquisas y de sus proyectos: Ella sabía que nunca ganaría la presidencia, aspiración de todo político, pero pensaba que al menos sería reconocida como una líder aguerrida…. Su vocación era la sangre que corría por sus venas; quizá lo había heredado del Senador negro más influyente en la historia de Colombia, quien fue su tío… Yo que apenas me estaba acostumbrando a lidiar con ser negro, pecado heredado a los ojos de los demás, también tenía que soportar el desasosiego de estar relacionado con un personaje controversial de la vida política nacional.

Esta reflexión de un asesor es un poco triste porque nos muestra una de las verdades más dolorosas de la naturaleza de los colombianos: Tienes que entender que este es un país racista, sexista y victoriano. Vender tu imagen es muy difícil, ¿qué estás pensando?, ¿que estás en Europa o en Estados Unidos? Por más que tengas la razón, la gente lo que ve es una muchacha del servicio diciéndoles cómo dirigir el país. Y qué pena que sea tan honesto, pero este es mi punto de vista. Y es más difícil cuando eres pendenciera y agresiva al hablar de tus adversarios políticos.

Al final del libro el narrador-autor-hijo se pregunta:

¿Cómo se explica que se haya metido contra la mafia impulsando la extradición, que se haya metido a criticar a los paramilitares cuando estaban en todo su furor y nadie los denunciaba, que se haya atrevido a meterse con el presidente más popular que ha tenido Colombia, así como también que haya criticado a las guerrillas con lo de los cultivos de hoja de coca? ¿Cómo explicar que apoyara el Chavismo a pesar de la persecución incesante de la clase política y medios de comunicación colombianos y norteamericanos, que defendiera un proceso de paz y se echara al 50% de los colombianos en contra? ¿Cómo se explica que desde hace más de 15 años se haya dado a la tarea de abogar por el aborto y los derechos de los homosexuales en un país católico, apostólico y romano, que se haya dejado tomar esa foto con las FARC a sabiendas de la publicidad negativa que esto traería? ¿O que, a pesar del desgaste, la publicidad negativa y los problemas legales que debió afrontar por las acusaciones de traición a la patria y terrorismo por parte del Gobierno de Uribe, haya seguido metida en la liberación de los secuestrados y ahora en el proceso de paz?

Contra la autoficción

4 Jun

La literatura está hecha de palabras y de historias. Las historias pueden basarse en hechos reales pero es importante construir los personajes, trabajar en ellos, pensar en la imaginación del lector, en la elección de las palabras, en que se lee para soñar y no sólo para conocer historia basadas en hechos reales; vale la pena pensar en el ritmo de las frases, no sólo en el asombro y nuestra boca abierta ante el contenido, no morir convencidos de que narrar la vida es arte por más que la vida sea más sorprendente que la ficción porque esto no es cierto, la literatura no está hecho a partir de hechos escabrosos ni de historias sorprendentes sino de trucos hábilmente manejados por el escritor para crear un efecto en el lector, para que no nos quedemos con la historia narrada sino con la sensación que nos dejó la narración de esa historia.

Vida tenemos todos -y nos morimos por narrarla, claro- pero talento no, el talento es más escaso que la vida y que el simple hecho de narrar. Narrar no nos convierte en artistas por más valiente y honesta que sea nuestra historia, por más que nuestros amigos nos digan embelesados mientras nos oyen hablar que nuestra historia es tan sorprendente que merece ser narrada, por más que nos digan que todos somos escritores aunque sepamos poco de literatura.

La famosa autoficción es un género reciente y ya parece agotado porque todos quieren contar su historia aunque no sepan escribir.