Archivo | julio, 2014

La felicidad consiste en hablar con alguien y volver a casa conmovido

27 Jul

Te encuentras con alguien a quien no has visto desde hace mucho; habláis durante horas, pero es la nada. Encuentras a otra persona, habláis y vuelves a casa conmovido. Esa es la verdadera originalidad de las personas, lo que esconden y que se trasluce, pese a todo, en lo que dicen.

Exactamente como la música y, para mí, con la gente que dice: «Para mí la música no significa nada» considero que se acabó, no puedo continuar, es algo sumamente grave, porque la música afecta precisamente a eso, a lo más íntimo de alguien. Con quien no siente la música no tengo punto común alguno, es de una gravedad sin nombre y como una maldición de la que el tipo no es consciente.

Cioran

Lucidez absoluta, criminal y agresiva

27 Jul

Mis grandes amigos no eran en modo alguno los escritores, sino los fracasados. Sobre todo hubo un hombre que ejerció una enorme influencia en mí, un tipo que había estudiado teología y tenía que haber sido sacerdote: sólo que para eso, tenía que casarse. El domingo de la boda, cuando todo el mundo estaba esperándolo, se dijo a sí mismo que era una locura y desapareció. Lo esperaron durante todo el día en la iglesia, pero había desaparecido, sencillamente, y no volvieron a verlo durante meses. Tuvo una gran influencia en mí. No tenía ningún don, no podía escribir y leía muy poco, pero su conocimiento de la naturaleza humana, su psicología innata, eran, sencillamente, extraordinarios. Nunca lo vi equivocarse sobre nadie. Era de una lucidez absoluta, criminal y agresiva. Yo lo frecuentaba regularmente y uno de los recuerdos más destacados de mi vida es una noche que pasamos juntos en Brasov, hasta la cinco de la mañana, por la calle. Pasamos toda la noche vagabundeando y, al final de aquella conversación, sentí vértigo, porque lo habíamos destruido todo juntos, absolutamente todo. Y él era mucho más fuerte que yo en la negación, más fuerte con mucha diferencia. Me contó también muchos secretos de su vida que no había revelado a nadie. No quiero decir que yo le deba mucho directamente, pero fue, a pesar de todo, un interlocutor muy importante para mí, porque con él comprendí hasta dónde se puede llegar. En la negación, él había llegado verdaderamente hasta el límite.

Cioran

Daniela Ospina, la fea

26 Jul

Daniela Ospina es la esposa de James Rodríguez, el nuevo jugador del Real Madrid, el 10, el jugador que hizo el mejor gol en Brasil 2014. El gran vendedor de camisetas: se venden diez cada minuto.

La jauría adora a James pero desprecia a Daniela, la odian, la quieren despedazar, desean estar en su lugar, sueñan con el dinero y el poder del jugador de fútbol y entonces le dicen fea.

Medio mundo a través de Twitter le dice que no es bonita, que es fea, que parece un travesti. Es increíble, la noticia le dio la vuelta al mundo.

Fea es el insulto más básico, es lo que suelen decirse los niños de escuela primaria para hacerse llorar unos a otros. Es el peor insulto para un niño de cinco años.

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¿Por qué la jauría se ensañó contra Daniela Ospina?

Porque sienten que ellos podrían gozar de semejante privilegio. Estar en su lugar.

¿No es asqueroso?

Sí, claro. La humanidad produce mucho asco.

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La imagen del desconsuelo

26 Jul

Una de las experiencias más desagradables para las personas mayores de cuarenta es encontrarnos con nuestros contemporáneos, ver cómo envejecen, se conservan, se hinchan, se secan, se encorvan, se quedan calvos, se hacen joviales o se convierten en personas amargadas.

A los cuarenta una persona tiene más o menos definido el rumbo de su vida, sabe si ha sido tratado con cariño o con crueldad, puede empezar a hacer el balance de su vida y puede tener más o menos claro si se cumplieron sus sueños o si puede llamarse a sí mismo fracasado, soñador, gente sin atributos y un pobre ser golpeado sin compasión por el azar y la mala suerte.

A los cuarenta se sabe si hemos tenido suerte en el amor, si la fortuna nos persigue o nos es esquiva y si la salud y la enfermedad son nuestros mejores amigos o nuestros verdugos.

No hay nada más doloroso que encontrarse con una persona de nuestra edad que se ha echado diez años encima en dos meses, los vemos y temblamos de miedo al pensar que eso nos podría pasar a nosotros.

Es agradable encontrarse con los amigos y ver sus rostros resplandecientes cuando nos dicen que nos vemos muy bien, mucho más jóvenes de lo que en verdad somos. Pero esas dichas son peligrosas porque mientras oímos las frases de júbilo y pensamos en los bien que nos vemos y nos sentimos, pensamos también, si somos un poco compasivos, en aquellos contemporáneos que no han sido bien tratados por la vida.

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Furia genética

25 Jul

La idea que tengo de mi papá cuando tenía mi edad es que se quería morir y siempre estaba furioso, con él mismo y con la humanidad. Su furia era tan desproporcionada que producía risa, la risa de sus hijos y la risa de su esposa. Su cara se desfiguraba con la furia, parecía otro. Si nos sorprendía mirándolo se enfurecía todavía más y a nosotros nos daba más risa.

No sé si sólo yo me daba cuenta de que el pobre hombre sufría y se hacía cargo de nosotros con una mezcla extraña de amor y odio, desprecio y admiración. Sospecho que sí. O tal vez los demás también lo sospechan pero nunca hemos hablado del tema porque heredamos en mayor o menor medida la furia de este hombre del que sabemos muy poco porque casi siempre que habla está furioso y la furia no lo deja pensar con claridad.

El tiempo pasó, nosotros crecimos, él se convirtió en un viejo y su furia se convirtió en resignación, ahora no se enfurece en público, ahora no se desfigura su rostro, ahora se encierra a ver televisión o se va cuando llegamos.

En sus buenos momentos, cuando no está furioso, es la persona más graciosa y cruel para narrar historias y para referirse a su prójimo. Su risa es contagiosa y su expresión corporal es tan suya que no queda más alternativa que reír cuando quiere representar su papel del señor más cruel y más gracioso del mundo. Representa su papel y se va y todos quedamos con la sensación de que es un hombre muy original. Sabemos también que esa originalidad la compartimos todos, todos somos un poco o muy furiosos.

¿Qué hago? ¿Me mato?

25 Jul

Acabo de llegar de mi caminata diaria, venía pensando que la mayor parte de la gente es estúpida y es imposible hacerla entrar en razón… dar consejos no sirve para nada. Me pregunté si valdría la pena escribir sobre el asunto y llegué a la conclusión de que ni siquiera tiene sentido decir que dar consejos no sirve para nada, lo mejor es no escribir, para qué.

Revisé mi correo y me encontré con este comentario cargado de reproches y reclamos. La corresponsal me vuelve a decir que no soy nadie, no valgo nada, no sé escribir y, como si fuera poco, soy fea, muy fea, la más fea de todas las mujeres con las que se ha cruzado en su miserable vida.

Leo el bendito correo y las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Me pregunto si la mejor opción es cortarme las venas, dejar abierta la llave del gas o lanzarme desde la terraza impulsándome hacia arriba para que el golpe sea mucho más contundente de como lo imagino.

A continuación el correo, si decido prescindir de mí, si no me vuelven a leer, si no vuelven a ver mi desagradable cara, fue porque esta mujer generosa me convenció de que bichos como yo, plagas asquerosas y hediondas como la que esto escribe, no merecen seguir viviendo, no deben seguir estorbando porque no sirven ni siquiera para eso, porque su presencia lo contamina todo.

Adiós, amigos, ahí les dejo el mensaje de la lectora que me convenció de que la gente como yo sobra en el mundo, nacimos por error, no merecemos haber pasado de los ocho años. ¡Adiós!

 

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  • Gabriela (Visitante)
  • 2014-07-25 @ 06:45:49

Querida Elsy

Llego a esta entrada después de mucho tiempo de haber sido publicada. No sé si usted es muy bruta, ingenua, o muy convencida (…O una suma de todo). Con estos correos, que usted mañosamente separa de sus preguntas a Cano, queda muy mal: él se ve como un escritor que quería ayudar, sin prejuicios, a una estudiante y usted como una mediocre que buscaba, simplemente, tener reconocimiento. Ni siquiera leyó con juicio. Además, estuve revisando otras entradas de su blog para saber un poco más de usted y me di cuenta de que, en general, es una persona irrespetuosa, machista, prejuiciosa y con muy mal gusto. Con todo lo que se la pasa escribiendo en internet (por cierto nada con mucha calidad y con una prosa bastante floja), no creo que de verdad tenga tiempo para leer, para comprender los libros y la literatura. Dudo que usted crea que el arte es algo que se une íntimamente con el mundo, algo vital en él; es para Elsy solamente un instrumento para posar de intelectualoide.

A mejorar esa escritura, que está muy mal y muy vacía. Deje de pensar lo mismo que la farándula hueca de este país (de la cual usted no se distancia mucho), es decir: que ser fea ya la convierte en una mujer de letras.

No hay que jactarse nunca del menor éxito

24 Jul

No hay que jactarse nunca. La gente prefiere sentir compasión. Eso es lo que provoca su simpatía. En los ricos y en los pobres es igual. Ya lo he dicho, el hombre es un animal condenado. Para empezar, no hay que jactarse nunca del menor éxito. Eso es capital. Incluso en una sociedad muy refinada. Durante algunos años frecuenté la sociedad parisiense, gente bastante fina, inteligente. Y advertí una cosa: en una cena, por ejemplo, había quienes no podían quedarse hasta el final. En cuanto salían, eran el blanco de quienes se quedaban, por eso yo salía siempre el último. Eso me llamó la atención, en personas cultas, muy sutiles: en particular, en casa de una señora muy rica, que me invitaba a menudo, comprendí que toda la gente es igual, rica o pobre. Ni siquiera se trataba de maldad personal, pero el hombre detesta al hombre. Eran hipócritas. Se cenaba bien, era muy agradable, pero liquidaban a la gente en cuanto salía. Todas aquellas personas no eran profundamente malvadas, pero conservaban ese espíritu en el alma, esa necesidad de hacer daño, de disminuir al otro. No hay nada que hacer. Creo que ha sido siempre así. Tal vez sea menos fuerte en los monjes… Así, pues, el hombre está habituado a su maldad y sobre todo a su necesidad de calumniar al otro y eso en la llamada alta sociedad. Para mí fue una revelación, naturalmente había visto perrerías en Rumania, pero no me imaginaba eso en Francia y en semejantes sociedad. Pero puede uno perder todas las ilusiones y, no obstante, vivir.

Cioran

Nietzsche: el hombre ingenuo

24 Jul

El hombre no puede ser superado, lo máximo que podemos hacer es renegar de él. Debemos renegar de él. Considero esa idea de superhombre un completo absurdo. Tan sólo pensar en los vicios propios de los animales nos hace ya estremecernos. Y los del hombre son mucho peores. Un superhombre tendría, naturalmente, cualidades, pero también los defectos de dichas cualidades, que serían terribles, mucho más terribles que el propio hombre. Nietzsche me parece demasiado ingenuo. Era un solitario que no vivió demasiado entre sus semejantes, un hombre digno de lástima, en el fondo, un hombre aislado, al que faltaba la experiencia inmediata del otro. Toda su tragedia, sus disputas con sus amigos, las decepciones que le causaron esos mismos amigos, prueban simplemente que Nietzsche no conoció de verdad a los hombres. Además tenía predilección por localidades pequeñas, por lo que carecía también de la experiencia tan instructiva de la gran ciudad. No sabía lo que quiere decir vivir en el infierno, pues hoy toda gran ciudad es un infierno, ¿verdad? El propio infierno tal vez sea peor, pero no mucho peor. Nietzsche me parece en verdad demasiado ingenuo.

Cioran

El fin de la revista El Malpensante

14 Jul

Ayer publicaron en El Espectador un lamento titulado «La utilidad de un mal pensamiento», se trata de una noticia y un grito desesperado: la revista El Malpensante está a punto de quebrar y Andrés Hoyos pide una colaboración a sus suscriptores para que no se pierda esta joya. Cuando leí la  noticia me alegré porque le he hecho seguimiento a esta revista desde 1996, desde su fundación, he sido testigo de los mitos y leyendas que se han creado a partir de su nombre. Creo que su quiebra es un hermoso pretexto para escribir sobre revistas, intelectuales y escritores colombianos.

En 1996 Andrés Hoyos fundó la revista El Malpensante y ese fue un gran acontecimiento para los intelectuales colombianos, era una revista famosa en los departamentos de literatura de las universidades bogotanas, relucía en librerías grandes y pequeñas, hasta un mísero vendedor de revistas tiradas en una acera -carcomidas por el polvo y por el agua- se sentía elegante porque vendía los números pasados de tan importante documento. Tener el primer número era signo de estatus. Nosotros, los lectores, los intelectuales, las jóvenes promesas, nos sentíamos obligados a formar parte del milagro, también queríamos leer la revista El Malpensante.

Sin más preámbulos empecemos a desarrollar tan apasionantes temas:

1) Revistas

Las revistas están condenadas a desaparecer, desaparecerán todas antes de que caigan los pocos periódicos que todavía sobreviven. A pesar de los soportes pasados, presentes y por venir el libro seguirá existiendo, el papel de los libros sigue siendo seductor, comprar libros todavía es la  gran experiencia y leerlos nunca pasará de moda porque los lectores de libros no leen por moda, leen en letra impresa porque ese es el soporte perfecto para el libro, no es cuestión de estatus.

Se puede prescindir de revistas y periódicos impresos porque los contenidos de estos medios son manejables en la web, no tiene sentido luchar y llorar por una revista o un periódico que desaparece porque hay millones de periódicos y revistas en versiones digitales; es ridículo armar un escándalo, sentir que al desaparecer El Malpensante los lectores pierden algo noble, algo que no puede faltar en el estudio o en la sala de nuestra casa, un objeto de aristocracia, un fetiche cultural, cuando en realidad no se está perdiendo nada, los contenidos que publican en ese medio seguramente están publicados en otras revistas o en las páginas personales de los autores. No tiene sentido armar un drama por algo que se veía venir, las revistas que desaparecen mueren de muerte natural. Lo que las mata no es la mala calidad sino la tecnología.

2) Intelectuales

Los intelectuales colombianos quedaron desnudos gracias a las redes sociales, primero en Facebook y luego en Twitter. Algunos, los más rancios, los herederos de Adorno, todavía no tienen correo electrónico y siguen escribiendo sus composiciones en su vieja máquina de escribir, esas almas de élite no producen ni risa.

Los otros, los de las redes sociales, nos mostraron de qué está hecha la cultura colombiana. Los grandes intelectuales, las grandes mentes, los gestores, los editores, los correctores de estilo y los colaboradores frecuentes de la revista El Malpensante están casi todos en las redes sociales y el panorama no puede ser más desalentador. Deben estar muy tristes con la muerte de  la revista, cuando desaparezca quedarán convertidos en un simple tuitero, en un pobre hombre con cinco mil amigos en su cuenta de Facebook. ¿Para reír o para llorar? Yo creo que es lo justo, es lo que esta gente se merece.

3) Escritores colombianos

En el artículo de El Espectador mencionan tres grandes mentes de la cultura colombiana: Ricardo Silva Romero, Alberto Salcedo Ramos y Piedad Bonnett, me permito citar:

Sobre el tema de la calidad, el escritor Ricardo Silva Romero, varias veces publicado en El Malpensante, cree que esta revista “ha logrado elevar el nivel de la discusión, no tiene miedo de hablar y ha servido para conectar a muchos autores en español”. Alberto Salcedo Ramos, quien se dedica en exclusiva a la literatura de no ficción, siente que allí encontró “unos editores que siempre se mostraron dispuestos a apostar por una buena historia”.

Salcedo Ramos es periodista, pero en el caso de Silva y otros autores que crecieron en la ficción, el periodismo ha sido otra forma de vivir de la escritura. Aunque muchos no viven de ello. Es el caso de Piedad Bonnett: “No espero vivir de escribir. Tener otros oficios no es bueno sólo en términos pragmáticos sino como opción de vida. Por ejemplo, Kafka era abogado.

Gracias a las redes sociales y a la lectura de las obras de estos «maestros» sabemos que la literatura colombiana pasa por una de sus peores crisis. No hay escritores dignos de ser estudiados en un salón de clase (por eso, yo, por ejemplo, prefiero a los estudiantes de comunicación social, música, mercadología, publicidad o pedagogía), porque la literatura colombiana actual, la que publican las editoriales, la de los autores que ganan los premios importantes, no es digna de ser leída, mucho menos de ser estudiada. Es triste haber estudiado  literatura para terminar renunciando a dar clases de literatura.

Faltó que en El Espectador pidieran la voz de auxilio de estas otras mentes brillantes, amantes todos de la alta cultura, de la Idea que defiende con ahínco el gran intelectual Andrés Hoyos. ¿Por qué no sentaron su voz de protesta también las mentes más autorizadas, los amigos de la Casa Malpensante: Héctor Abad Faciolince, Jorge Franco, Daniel Samper Ospina, Adolfo Zableh, Luis H. Aristizábal, Antonio García Ángel, Camilo Jiménez,Vladdo, Carolina Sanín, Juan Gabriel Vázquez, Evelio Rosero Diago, Juan Esteban Constaín, Margarita Posada, Virginia Mayer, Catalina Ruiz-Navarro..?

Lo justo es que escriban una hermosa Carta Abierta para que sea firmada por ellos y por los que no están en la lista, los  intelectuales que no desean que desaparezca la revista. Convertir el sueño en una gran causa para promover en un grupo de Facebook.

Les propongo el título de la Carta: «La revista  El Malpensante no puede desaparecer».

 

Andrés sí existe (autoentrevista)

12 Jul

– ¿Cuándo fue la última vez que se autoentrevistó?

– No recuerdo, supongo que fue hace más de dos años.

– ¿Recuerda el tema de su última autoentrevista?

– No, no lo recuerdo.

– ¿La autoentrevista es un género literario?

– No sé.

– ¿Por qué se autoentrevista?

– Porque soy la única persona que podría hacer las preguntas que de verdad me interesan.

– ¿Cuál es el tema de la autoentrevista de hoy?

– Andrés sí existe.

– ¿Andrés sí existe?

– Sí, claro, es real.

– ¿Si existe por qué el énfasis en decir que sí existe?

– Es un juego inventado por él, le parece gracioso que tanta gente lo haya visto y sigan diciendo que no existe, que yo me lo inventé.

¿Desde hace cuánto tiempo conoce a Andres?

– Desde el 5 de mayo de 2005

– Casi diez años

– Sí.

– ¿Y son novios o esposos?

– Desde 2012 vivimos juntos, aunque la palabra esposos no es la más adecuada para nosotros.

– ¿Por qué?

– Estamos juntos porque queremos, no estamos esposados, no estamos obligados a estar uno al lado del otro.

– ¿Andrés qué hace?

– Trabaja por temporadas y descansa por temporadas.

¿Y por qué?

– Porque se hastía de toda la porquería que significa trabajar, se desespera, renuncia, vuelve a descansar, vuelve a trabajar, vuelve a renunciar…

¿En este momento está trabajando o está descansando?

– En este momento está descansando, durante este mes pasamos la vida viendo partidos del fútbol.

– ¿Y usted qué piensa de eso?

– Lo entiendo, lo comprendo y lo apoyo. Yo no podría trabajar en una oficina con un contrato indefinido, de lunes a viernes, de 8 a 5, haciendo más o menos lo mismo todos los malditos días de la vida, sólo por plata, sólo por eso. La mayor parte de la gente trabaja por la remuneración económica y eso no es justo. La mayoría de la gente tiene que soportar esa miseria, Andrés se puede dar el lujo de renunciar cuando no aguanta más, cuando está a punto de enloquecer porque no quiere formar parte de todo esto, de esta miseria de vida que vive la mayor parte de la gente.

¿Qué es lo que más admira de Andrés?

Su nobleza, su admiración hacia mí, su forma de hacerse querer y su forma elegante de descansar.

Hablemos de su nobleza.

Si yo soy noble él es mucho más noble que yo, él a mi lado y yo al suyo somos la nobleza total, somos indefensos el uno ante el otro, somos compasivos y nos tratamos muy bien, podemos estar juntos todos los minutos de muchos días en silencio, cada uno rumiando sus propios pensamientos, sin herirnos, sin hartarnos, nos divertimos con placeres simples: salimos a almorzar cerca de la casa, tomamos café, vamos a cine, tomamos el sol en el parque, caminamos en silencio mirando el sufrimiento de la gente, tanta inocencia, tanta desesperación. El tiempo compartido junto a él nunca es una tortura, un suplicio al que estamos condenados, es extraño, supongo que pocas parejas pueden vivir así y sentirse muy bien.

Hablemos de la admiración de Andrés hacia usted.

Una persona como yo necesita público y necesita ser querida para hacer las cosas bien. Sin público no soy nada, por eso soy profesora y por eso escribo en este blog. Mucha gente me quiere, me lo dicen todos los días, lo manifiestan de muchas formas, pero creo que nadie me quiere como me quiere Andrés y eso es maravilloso porque él no está obligado a quererme, nos conocimos por casualidad, no está obligado a estar aquí conmigo y sin embargo está ahí, nos escogimos el uno al otro.

Hablemos de su forma de hacerse querer

Eso es lo más misterioso de todo, no sé cuál es la fórmula que usa para que yo lo quiera tanto, para hacerse aceptar como es, para lograr que una persona como yo pueda terminar aspirando a ser como él.

¿Aspira a ser como él?

.- No, eso es imposible, él encarna el deseo de algunos autores a los que admiro, personas que han soñado con una vida como la que vive Andrés pero la diferencia entre él y ellos es que ellos la sueñan y él la vive.

– ¿Cuál es esa aspiración?

– Tiene que ver especialmente con el placer de dormir y de acostarse a pensar, a pasar las horas de cada día sin hacer nada. Yo aspiro a eso pero no puedo, quisiera dormir más de lo que duermo y vivir la vida como si no tuviera sentido porque no lo tiene, pero yo trato de buscárselo, me empeño en eso, paso la vida buscando libros, leyendo, escribiendo, pensando en lo que leo, en lo que escribo y en lo que leeré. Casi todo tiene que ver con la estupidez, con la falta de sentido, con la muerte como único destino. Yo quisiera vivir en la inactividad total como Andrés, no sé qué piensa, no sé cómo puede pasar la vida sin leer, sin metas, sin grandes aspiraciones. El encarna el sueño de muchos filósofos, no necesita escribirlo, lo vive. Eso es admirable. Es admirable porque se siente bien, es una persona plena, tranquila, sospecho que se siente muy bien, lo manifiesta a través de su sonrisa franca.

– Usted se jactaba de su soltería pero ahora se ve muy satisfecha viviendo con Andrés. ¿El no afecta su vida como intelectual, no interfiere en sus procesos mentales, en su vida premeditada desde cuando tenía nueve años?

– No, al contrario, ahora siento que escribo mejor y leo más y de paso estoy comprobando que hay muchos lugares comunes sobre los intelectuales. Puedo hacer lo que hacía hace diez años viviendo con Andrés, puedo leer y escribir mientras él duerme, habla por teléfono, cocina, oye música o ve televisión, ni su presencia ni sus actos interfieren en mis procesos de pensamiento, de lectura o de escritura. Gracias a él me he reconciliado un poco con la televisión y he aprendido a ser menos rígida porque él es un poco desordenado. Somos diferentes, muy diferentes y esa diferencia ha modificado un poco mi cerebro, lo ha hecho más adaptable.

– ¿Por qué hay tanta gente diciendo que Andrés no existe?

– No sé, nunca lo he sabido, sospecho que esta creencia tiene que ver con lugares comunes sobre las mujeres que escriben. Un hombre que escribe es neutro, es un hombre. Si una mujer escribe debe haber algo anormal en su vida: debe estar enferma, se debe sentir muy sola, su vida debe ser una vida miserable, debe ser virgen, muchos gatos deben acompañar su miseria…

¿Le molesta tanto el asunto hasta el límite de aclararlo en una autoentrevista?

Lo aclaro porque es divertido hacerlo, porque es un pretexto para hablar extensamente de Andrés, porque quiero que quede constancia del tipo de hombre que es y del bien que le ha hecho a mi vida durante los últimos diez años. Más que molestarme me intriga, me sorprenden todas las leyendas que se siguen construyendo alrededor de las mujeres que escriben a pesar de que cada día sean más, me sorprende que los ataques personales vengan en su mayoría de mujeres, precisamente de mujeres.

– ¿Andrés sabe qué usted está escribiendo esta autoentrevista?

– Sí, claro, esta mañana, antes de salir a caminar, le conté que iba a escribir sobre él, sobre su existencia. Mientras caminaba pensaba en la estructura del texto. Al final, aquí sentada, se me ocurrió que lo mejor sería una autoentrevista.

– ¿Andrés dónde está?

– Salió para el parque, caminamos cada uno por su lado, cada quien tiene su propio recorrido, cuando regrese leeré este texto en voz alta y sonreiremos juntos, me fascina leer en voz alta para él, leer y sonreír, eso es muy divertido para los dos, otro de nuestros placeres simples.