Archivo | junio, 2015

Restauración del orden

30 Jun

Nací ordenada, creo que el orden de los objetos es el orden de la mente y de manera instintiva asumo que cada cosa tiene su lugar en el mundo, en el mundo que es una casa. Pero también soy tolerante y sé adaptarme. Viví con Andrés durante tres años y aunque tiene muchas cualidades no es un hombre ordenado, más bien es un hombre muy desordenado. Desde hace cuatro meses volví a vivir sola y poco a poco he ido apropiándome de nuevo del espacio y la experiencia ha sido sorprendente.

La semana pasada le dije a mi hermana que el cerebro se crea una imagen del espacio cuando debe compartirlo con otros seres humanos y sin decirlo cada quien delimita ese espacio compartido, hay barreras invisibles en los espacios compartidos por los seres humanos, todavía no puedo explicarlo bien pero sé de qué se trata. Pensando en mi espacio compartido con una sola persona durante tres años pienso que el origen de la violencia en Colombia está relacionado con el espacio, con el hacinamiento en el que vive la mayoría de la gente, por eso viven siempre con la sensación de que desean escapar, su hogar es un espacio hostil.

1. La cama

Cuando dormía sola pensaba que lo mejor de la vida era dormir sola y cuando compartía la cama con Andrés también lo pensaba, el cerebro se adaptó a las circunstancias espaciales para dormir y entonces comprendí la frase que dice que el humano es un animal de costumbres. En tres años me acostumbré a dormir acompañada pero había dormido sola durante cuarenta y dos años antes y mi cerebro lo sabía, lo recordaba y le gustaba, pero mientras viví con Andrés nunca apareció este recuerdo con nostalgia. El cerebro me hacía trampa porque el cerebro es la principal arma de supervivencia de la máquina de movimiento llamada ser humano. Mi cerebro está programado para asimilar todas las experiencias de forma positiva y por eso siempre siento que estoy pasando por el mejor momento de mi vida. Es una bella ilusión creada por mí misma y gracias a la escritura la hago ver todavía más bella de lo que pueda llegar a ser.

Cuando volví a dormir sola comprendí que durmiendo acompañada me sentía como una animalito acorralado e indefenso que debía aprender a compartir su espacio y aprendí. Nunca tuve dificultades para dormir acompañada, pero a medida que va transcurriendo el tiempo el animalito de costumbres que soy está repitiéndose de nuevo que es mejor dormir sola que acompañada. Sí, soy egoísta, sibarita, independiente y sé adaptarme a las situaciones, soy una buena máquina de supervivencia, un buen robot de carne.

2. La silla

Compré una silla para sentarme a leer, a pensar, a descansar, a tomar la siesta y a ver películas. Le pedí a quien me asesoraba que me diera exactamente eso: una silla para la reina. Esa silla debe tener unos cinco años, es decir, que cuando Andrés se vino a vivir aquí la silla estaba disponible para los dos. Pero poco a poco, sin decirlo, sin saber por qué, él se fue apropiando de la silla porque le fascina ver televisión y mi silla terminó siendo la silla del pc. Por una parte me acostumbré a ver televisión desde la silla del pc (y a estar todo el día conectada a internet, a leer libros y ver películas desde esa misma silla)  y por otra parte la silla de la reina se convirtió en la silla del rey. Nunca hablamos de la silla, nos sentíamos bien, muy bien, fueron tres años maravillosos de convivencia, pero me costó más de dos meses recuperar con timidez esa silla. Igual que con la cama me fui acomodando de nuevo en la silla, no volví a ver televisión y ahora leo más en la silla, duermo más en la silla y volví a ver tres películas diarias desde la silla, que es uno de los grandes placeres de mi vida, lo que he hecho durante tantas tardes a lo largo de mi dulce existencia.

3. La cocina

La cocina no tuve que recuperarla, la cocina tuve que abandonarla. Con Andrés me acostumbré a ser tolerante y comía un poco más, mucho más de lo que como cuando vivo sola. Puedo pasar casi un día entero sin comer y no me enfermo, me gusta comer sólo cuando tengo hambre y casi nunca tengo hambre porque como libros y películas. El primer gran placer que gocé de mi rescatada soledad fue el placer de no comer tanto y de no cocinar. No me gusta cocinar, me gusta desayunar y almorzar sola en restaurante, lo he hecho durante mucho tiempo y lo disfruto como cuando un perro come concentrado.

4. La casa

Vivo en esta casa desde hace diez años y creo que las casas tienen vida. sólo he vivido aquí y en la casa paterna, que luego se convirtió en mi casa porque mis adorados padres y mis hermanos menores se fueron a vivir en una casa nueva y por eso empecé a gozar los placeres de la soledad muy joven, desde los 19, desde 1989. Era una casa inmensa, me hubiera encantado vivir allá durante toda la vida, pero no se pudo, mi mamá me presionó para que tuviera mi propia casa y creo que hizo bien, es placentero vivir en la casa fruto del trabajo propio, no en la casa fruto del trabajo ajeno (de los padres).

¿Qué pienso de la soledad y de la convivencia ahora que han pasado cuatro meses?

Pienso que la convivencia mata la pasión, la cita, la sorpresa y en alguna medida el amor. Mi hermana tiene razón, uno termina viendo al novio como al hermano. Y esa no era la idea, ya tengo hermanos, no necesitaba un hermano más.

¿Valdría la pena volver a vivir con alguien?

Probablemente, pero no después de un noviazgo de siete años porque ya no tengo vida para placeres tan sublimes.

¿Volvería a tener un novio trece años menor?

No y mucho menos para una relación de diez años; ahora me siento como una vieja verde.

¿Le da miedo vivir sola?

No, vivir sola es mi proyecto de vida. La convivencia me sirvió para entender que toda la gente miente sobre la felicidad de la vida en pareja, son más felices los solteros que los casados. Ahora pienso que muchas personas casadas o en convivencia tienen amantes para olvidarse de los aburridor que puede ser llegar a la casa a hacer oficio con el ser amado, a pasar un fin de semana sin la emoción del encuentro porque hemos pasado toda la semana juntos y de tanto vernos ya no parecemos enamorados sino acostumbrados.

Déjese querer que eso no duele

30 Jun

La vida es un chiste, entre más lo pienso más lo creo.

Conozco a un hombre que me ama, me admira, me desea y quisiera tener algo conmigo desde hace más de diez años; algo debe traducirse como deseo, un deseo que se convirtió en amor y un amor que quiere materializarse a través de la pasión, no de la amistad. Ese hombre es la persona que me ha manifestado amor de distintas formas, de todas las formas, supongo. Siempre vive con una mujer pero no puede sacarme de su mente, así de triste es la historia.

Es un romántico de los que llaman a la mujer que les gusta en las fechas especiales como Día de Cumpleaños, Día de la mujer, Navidad, Año Nuevo, Día del profesor… y a veces llama porque quiere oír mi voz, porque me recuerda y está enamorado. Así de simple es el asunto. Llamó durante diez años para decirme que me recordaba mucho. Es de los románticos que llama con la ilusión de ver a la mujer que les gusta y yo a veces lo complacía y me veía con él. He sido admirada por mucha gente pero cuando recuerdo sus palabras sobre mí creo que nadie me ha admirado tanto como él me admira o me admiró, porque lleva un año sin llamar.

¿Por qué estoy escribiendo sobre él y no sobre Flaubert?

Porque lleva un año sin llamar, se cansó, se agotó, se olvidó o se enamoró de otra. Eso es lo que creo y lo peor de todo es que me están empezando a hacer falta sus llamadas. Hasta he llegado a pensar que si llamara le diría que sí, que ha sido un hombre tan persistente que valdría la pena intentar, saber cómo es un amor entre un hombre y una mujer cuando ese hombre ha sido tan paciente y esa mujer ha sido tan digna y tan fiel.

La última vez me declaró su amor con todas las palabras, me besó las manos, me dijo que me deseaba como no había deseado nunca a una mujer y yo, como siempre, entre complacida y fastidiada, me reía y le decía que nunca podríamos tener nada porque él tenía esposa y yo llevaba diez años con Andrés.

Lo verdaderamente importante

26 Jun

Lo  verdaderamente importante ha llegado por azar, nunca por recomendación o fruto del cálculo consciente. Esa frase es de Nietzsche, pero también es mía.

Estoy volviendo a leer al loco, a uno de los autores favoritos de mi infancia, y estoy sorprendida porque muchas frases de él parecen frases mías. Cuando era niña sentía que había llegado de Alemania y estaba en la familia equivocada, lo pensé durante mucho tiempo. Cuando tenía nueve años se me ocurrió que debía leer a los filósofos alemanes, ¿Quién me lo dijo? Nadie. Era una niña que estaba terminando la Primaria. Entonces yo misma fui a la biblioteca y durante muchos años de mi infancia y de mi juventud amé con desesperación los libros de Schopenhauer y de Nietzsche y a partir de muchas de sus ideas construí el edificio de mi vida.

Anoche, por puro aburrimiento, tomé Ecce Homo y cada frase me sorprende porque parece que muchos pasajes de ese libro los hubiera escrito yo. Algunas frases tienen la estructura de mis frases y algunos actos ejecutados por él han sido actos ejecutados por mí.

Ese libro fue escrito cuando Nietzsche tenía mi edad, fue el último libro que escribió y luego se desencadenó su locura definitiva. Probablemente lo escribió como escribió tantos libros Virginia Woolf, sólo para demostrarse que no estaba loco.

Leo el libro del loco en absoluto estado de lucidez, sonrío ante algunas de sus exageraciones, comparto con él  sus apreciaciones sobre los autores franceses y sobre la lectura y pienso que es un verdadero privilegio tratar de llegar al fondo de las cosas sin enloquecer, sin desesperarse, sin sentir que la vida es una miseria o una carga. El quería ser como yo, uno de los filósofos más admirados en mi juventud aspiraba a ser como yo, a vivir como vivo yo.

Esta mañana me dijeron que soy una persona absolutamente excepcional y que debo asumir que lo soy, que nadie podrá comprender lo que quiero decir y que no aspire a que mi discurso afecte a alguna persona porque no soy normal sino sobrenatural, los demás son simples seres humanos que no saben por qué están aquí, simplemente viven, como cualquier otro animal. Eso es lo que pensaba el pobre Nietzsche de él mismo y probablemente lo era, pero la diferencia entre él y yo es que yo puedo verlo todo de manera clara porque no tengo nublada la mente por la enfermedad, la impotencia ni la falta de experiencia en la vida. El pobre hombre fracasó en el amor, renegó de sus mejores amigos y, lo peor de todo, pasó la mayor parte de su vida custodiado como un niño por su madre y por su hermana. Tiene razón Cioran cuando dice que Nietzsche no tiene ninguna autoridad para hablar de la vida porque no vivió y que muchas de sus frases son frases infantiles, como si hubieran sido pronunciadas por un niño malcriado.

He saboreado a fondo durante la mayor parte de mi vida los frutos de la independencia, la salud y la soledad. Esta mañana me pidieron que me sentara y pensara seriamente cuál es la misión de mi vida, por qué todo ha sido tan sencillo para mí, me dijeron que la mayor parte de la gente pasa por la vida sin apenas darse cuenta mientras que yo estoy poseída por una conciencia clara. Eso es muy bonito, nunca sobran los discursos halagadores que salen de los labios de personas admirables.

A partir de este momento me sentaré durante horas a pensar con calma cuál es mi misión en la vida.

La verdades de George Orwell que nadie quiere poner en práctica en el fin de los tiempos

26 Jun

No se puede ser católico y mayor de edad.

Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano.

Los mitos que son creídos tienden a convertirse en verdaderos.

Los mejores libros son los que nos dicen lo que ya sabemos.

Opino que a los cincuenta cada uno tiene la cara que se merece.

Quizás uno no deseara tanto ser amado como ser comprendido.

Todo ocurre en la mente y sólo lo que allí sucede tiene una realidad.

Una visión horrible: Era un cerdo caminando sobre sus patas traseras.

La publicidad es el repiqueteo de un palo dentro de un cubo de basura.

La libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quieren escuchar.

En un tiempo de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario.

Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una lucha constante.

¿Qué conocimiento tenemos de nada si no es a través de nuestro propio espíritu?

Es imposible fundar una civilización sobre el miedo, el odio y la crueldad. No perduraría.

Dejar pasar los días y las semanas, devanando un presente sin futuro, era lo instintivo.

Los hombres sólo pueden ser felices cuando no asuman que el objetivo de la vida es la felicidad.

Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír.

Podríamos darnos cuenta un día de que los alimentos en conserva son armas más mortíferas que las ametralladoras.

No querían que la riqueza fuese repartida; si la riqueza llegara a generalizarse, no serviría para poder distinguir a nadie.

No habrá risa; no habrá arte; ni literatura ni ciencia; sólo habrá ambición de poder, cada día de una manera más sutil.

Haced desaparecer al hombre de la escena y la causa motivadora de nuestra hambre y exceso de trabajo será abolida para siempre.

Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes.

Olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria y luego olvidarlo de nuevo.

Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas.

Lo más característico de la vida moderna no es su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido.

Al vincular mi nombre con algo, yo honro, distingo a ese algo

26 Jun

Mi práctica belicosa puede resumirse en cuatro principios:

1. Yo sólo ataco a lo que triunfa; en ocasiones, incluso espero hasta que lo consigue.

2. Yo sólo ataco cuando no voy a encontrar aliados, cuando estoy solo, cuando me comprometo únicamente conmigo mismo. No he dado nunca un paso en público que no me comprometiese; esto es lo que yo entiendo por obrar bien.

3.  Yo no ataco jamás a personas; me sirvo de la persona tan sólo como de una poderosa lente de aumento con la cual se puede visualizar una situación de peligro general, pero que se escapa, que resulta poco aprehensible.

4. Yo sólo ataco cosas cuando está excluida cualquier disputa personal, cuando está ausente todo trasfondo de experiencias penosas. Al contrario, desde mi punto de vista, atacar representa una prueba de benevolencia y, en ocasiones, de gratitud. Al vincular mi nombre con algo, yo honro, distingo a ese algo. Que yo esté a favor o en contra, es indiferente para este propósito.

Friedrich Nietzsche.

La misma idea expresada de dos formas diferentes

25 Jun

1. Canción de la vida profunda

El hombre es una cosa vana, variable y ondeante…

Montaigne

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos…
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡Oh Tierra! un día… un día… un día…
en que levamos anclas para jamás volver…
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!

Porfirio Barba-Jacob

2. Al lector

Afanan nuestras almas, nuestros cuerpos socavan

la mezquindad, la culpa, la estulticia, el error,

y, como los mendigos alimentan sus piojos,

nuestros remordimientos, complacientes nutrimos.

**

Tercos en los pecados, laxos en los propósitos,

con creces nos hacemos pagar lo confesado

y tornamos alegres al lodoso camino

creyendo, en viles lágrimas, enjugar nuestras faltas.

**

En la almohada del mal, es Satán Trimegisto

quien con paciencia acuna nuestro arrobado espíritu

y el precioso metal de nuestra voluntad,

íntegro se evapora por obra de ese alquímico.

**

¡El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!

A los objetos sórdidos les hallamos encanto

e, impávidos, rodeados de tinieblas hediondas,

bajamos hacia el Orco un diario escalón.

**

Igual al disoluto que besa y mordisquea

el lacerado seno de una vieja ramera,

si una ocasión se ofrece de placer clandestino

la exprimimos a fondo como seca naranja.

**

Denso y hormigueante, como a un millón de helmintos,

un pueblo de demonios danza en nuestras cabezas

y, cuando respiramos, la Muerte, en los pulmones

desciende, río invisible, con apagado llanto.

**

Si el veneno, el puñal, el incendio, el estupro,

no adornaron aún con sus raros dibujos

el banal cañamazo de nuestra pobre suerte,

es porque nuestro espíritu no fue bastante osado.

**

Mas, entre los chacales, las panteras, los linces,

los simios, las serpientes, escorpiones y buitres,

los aulladores monstruos, silbantes y rampantes,

en la, de nuestros vicios, infernal mezcolanza

**

¡Hay uno más malvado, más lóbrego e inmundo!

Sin que haga feas muecas ni lance toscos gritos

convertiría, con gusto, a la tierra en escombro

y, en medio de un bostezo, devoraría al Orbe;

**

¡Es el tedio! —Anegado de un llanto involuntario,

imagina cadalsos, mientras fuma su yerba.

Lector, tu bien conoces al delicado monstruo,

-¡hipócrita lector -mi prójimo-, mi hermano!

Charles Baudelaire

Squirting. Confesiones de una vieja verde

25 Jun

Anoche antes de dormirme pensé que casi todo se puede vivir como meditación si se hace de forma consciente y se disfruta mientras se ejecuta cada acción: pensar es una acción, caminar es una acción, contar un chiste es una acción, llorar de tristeza es una acción. Lo importante siempre es entregarse a cada tarea de manera tranquila y natural, tratando siempre de que sea de forma ordenada y consciente, con un fin bien definido.

El ejercicio de la sexualidad también podría pensarse como meditación y no estoy hablando de sexo tántrico sino de amor propio, buena salud, predisposición física (tener las benditas glándulas de Skene) y entregarse a la experiencia con entusiasmo, inteligencia y buena actitud.

Viendo porno -la nueva escuela de amantes de las nuevas generaciones- noté que el famoso squirting le cambia la cara a los actores porque se puede fingir placer, se puede gritar para hacer sentir bien al hombre, se puede gemir para decir con las feministas que el orgasmo femenino es otra manifestación del dominio del macho, de la sociedad patriarcal y falocéntrica. Pero la eyaculación femenina es una experiencia que le cambia la cara y la actitud a la pareja. Para la mujer es una sensación de plenitud total, para el hombre (por ser una experiencia tan escasa en el terreno sexual) es un trofeo que lo hace sentir muy bien y lo convierte en un mejor amante, es una especie de condecoración que le confirma que la mujer está gozando de verdad. Mientras ocurre el hecho los dos saben que ninguno de los dos está fingiendo.

Un squirting en los primeros encuentros sexuales puede ser el comienzo de una relación duradera. Está casi científicamente comprobado que el hombre se enamora de la mujer que le da placer sexual y que a la mujer le produce una sensación de paz y de confianza un hombre que además de saber usar sus dedos y su lengua es apasionado, cariñoso, de trato suave, amante y admirador de las mujeres. Si está bien dotado y no tiene problemas de disfunción eréctil ni eyaculación precoz se convertirá en el amante perfecto. Una mujer con glándulas de Skene bien estimuladas, dispuesta a disfrutar del placer y con un hombre con las cualidades señaladas anteriormente es una mujer bendecida y afortunada.

Un buen squirting exige dedos y lengua diestros, pero, ¿qué es el bendito squirting de manera objetiva? ¿cuál es la explicación científica y por qué tan pocas mujeres han vivido esta experiencia tan espiritual?:

El squirting es la expulsión de un líquido generado por las glándulas de Skene o parauretrales, estas glándulas se encuentran ubicadas en la zona de la pared anterior de la vagina. Se estimulan en el acto sexual, producen un líquido transparente, incoloro, sin olor ni sabor, es como una especie de agua bendita que brota de una especie de fuente en forma de chorro, de forma similar a la eyaculación masculina, pero puede ser mucho más abundante y puede ocurrir varias veces en un encuentro sexual. La mujer no necesita recuperarse de cada eyaculuación, como el hombre, sino que cada nuevo chorro la hace sentir más plena y más leve, es un placer que viene del deseo consciente de la mujer de gozar del placer y de compartirlo con otro. El sexo es un trabajo en equipo.

En muchas mujeres esta experiencia no llega a vivirse nunca porque la mayoría no tienen las glándulas de Skene (llamadas próstata femenina) y entre las pocas que las tienen la mayoría no han contado con la estimulación adecuada porque las mismas mujeres no conocen su cuerpo, porque confunden la sensación placentera con el deseo de orinar (aunque el líquido expulsado en el squirting contiene residuos de urea y creatina, no es orina, sino que está formado principalmente por glucosa, fructosa y fosfatasa ácida prostática) o porque su pareja masculina es un hombre insensible, sin interés en conocer los límites del cuerpo y el placer de su novia, esposa o amante.

Algunas mujeres logran el squirting mediante la masturbación y es mucho más frecuente entre lesbianas que en parejas heterosexuales. El problema radica en que el autoamor es una experiencia triste porque la persona puede divertirse mucho pero al final puede sentirse muy solita y, además, en asuntos sexuales es más satisfactorio compartir con alegría. En cuanto a gozar de semejante dicha con una mujer es un placer que no deseo experimentar porque creo en la teoría del espejo y porque amo a los hombres, porque el squirting también es muy placentero cuando interviene el miembro viril.

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A un tuitero le dio un infarto, producto del matoneo

24 Jun

Me acaban de contar -vía WhatsApp- que a un tuitero le dio un infarto debido a las múltiples burlas de que fue objeto en el pasado reciente, es decir, durante los últimos días, semanas, meses o años.

La semana pasada no soportó más su tragedia y ahora está hospitalizado. Leía la noticia y no salía de mi asombro, no lo podía creer, porque la pregunta es sencilla: ¿Si usted está en un espacio virtual por voluntad propia, si se siente agredido, si las agresiones afectan su salud física y mental lo más sensato no es renunciar a ese espacio? ¿Qué sentido tiene soportar el dolor hasta terminar en consulta psicológica, psiquiátrica, escapando de su lugar de origen, su trabajo o su lugar de estudio si pudo haber renunciado a un espacio que no le ofrecía ningún beneficio a su vida sino que sólo le trajo problemas?

Sé de personas que han terminado verdaderamente trastornadas gracias a Twitter por el matoneo o porque han llegado al convencimiento de que son bellos, famosos o influyentes. Me han narrado conversaciones en clínicas de reposo sobre tuiteros convencidos de su valía que no supieron administrar su poderío.

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Ante este panorama tan desolador uno no sabe si reír o llorar.

Escribir un correo es un asunto muy serio

23 Jun

Tengo una dificultad en la vida y es que a la gente que conozco cara a cara sólo puedo tratarla con dulzura y amabilidad y cuando escribo soy otra, una persona muy diferente, una especie de monstruo implacable y despiadado dominado por la prepotencia y el orgullo. Sé que produzco la sensación de tomarme por omnipotente y sabia. Es escritura, no soy yo, la persona que habla con tranquilidad, la del trato amable, la sonrisa franca y los modales suaves. La señora de pocas palabras que quiere pasar desapercibida en una conversación de más de tres personas.

Cuando escribo pensando en un texto público que será leído por mucha gente los dedos vuelan en el teclado y me domina la risa, cuando voy a escribirle a una persona a la que conozco cara a cara, a los que me conocen de verdad, los que saben el tipo de persona que soy en el trato personalizado (la persona más indefensa y confiada que pueda existir sobre la tierra)  tengo que esforzarme, cambiar muchas palabras, revisar el texto varias veces, redactar varias versiones hasta encontrar la que mejor plasma la verdadera esencia de mi ser.

Cuando escribo mensajes privados no me gusta dar la impresión de ser la señora que escribe sino la señora que habla y como la escritura y la oralidad no son la misma cosa me cuesta mucho trabajo escribir de tal manera que mi interlocutor no sienta que es Ensayista sino que es Elsy, la persona, la señora amable y de muy pocas palabras la que le está enviando el mensaje.

Hoy tuve que enviar dos mensajes de ese tipo dirigidos a dos personas tan amables como yo, el problema es que esas personas también leen lo que escribo en este blog. Creo que no herí a ninguno de los dos, las respuestas fueron inmediatas y quedé con la sensación de que les quedó bien claro que puedo escribir mensajes privados que me hagan ver como soy, no como lo que se refleja a través de la escritura pública.

Si el afecto vale algo, siempre tendrás el mío

22 Jun

Creo que puedo emerger menos egoísta y convencida que antes y con mayor comprensión para las dificultades de los demás. La aflicción, como la que siento ahora por mi padre, es confortante y natural, y hace que la vida valga la pena aunque sea más triste. No puedo decir lo que has sido para mí todo este tiempo, porque no lo creerías, pero, si el afecto vale algo, siempre tendrás el mío.

Virginia Woolf a Violet Dickinson

9788426413383