Tag Archives: Elsy Rosas Crespo

*yo tampoco

17 Jul

Acabo de encontrar estas fotos con el siguiente mensaje: “No he podido encontrar en Internet fotos de Fernando Vallejo de este tipo”.

La pregunta sigue siendo la misma de hace tres meses: ¿Por qué Fernando Vallejo y yo nos cruzamos en la feria del libro de Bogotá -él y yo entre millones de mirones y ante una fila larguísima de lameculos que soñaban con verlo aunque fuera de lejos-. Nos acercamos como si nos conociéramos de toda la vida, hablamos bobadas, nos dimos besos y abrazos, nos reímos como niños y hasta apareció un fotógrafo fantasma que tomó estas fotos y luego apareció de nuevo como un ángel caído del Cielo en medio de una multitud entre la que no se podía caminar. El Ángel devenido en fotógrafo me preguntó si le podría dar mi número telefónico porque tenía un regalo para mí y me las envió en la mañana siguiente.

Tenga en cuenta el lector que no miro a nadie, no saludo a nadie, no conozco a nadie y no me tomo fotos con nadie. Sólo con este muñeco tengo fotos de este tipo a lo largo de mi existencia porque soy arisca y resabiada.

¿Hay Misterios del Universo?

¡Por supuesto!

Yo le dije al viejo hermoso que soy su crítica colombiana por excelencia y le dio risa. Dijo que no leía nada de lo que escriben de él pero no le creo.

 

Esa Señora

15 Nov

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Fotos de los fans

22 Oct

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De la pantalla al papel

16 Jul

La mayoría de la gente no sabe por qué usa redes sociales

La mayoría de la gente no sabe para qué sirve crear y nutrir un blog

La mayoría de la gente no sabe quién es, qué quiere, que le gusta, de dónde viene ni para dónde va.

En tiempos de redes sociales y de telefonía móvil todos parecemos nivelados por lo bajo, parecemos parte de la masa y nos confundimos con la masa para poder analizar a la masa de primera mano, sin intermediarios ni intérpretes. Puro trabajo de campo permanente y en pie de lucha no precisamente para adoctrinar sino para educar, educación con látigo hasta que todos entiendan la lección.

Hay quien cree que los lectores, los profesores y los intelectuales no deben estar aquí porque son gente seria y distinguida que no se junta con la masa infame y que sigue investigando a la usanza antigua, como en pleno siglo XX.

¡Ellos son los que se pierden la experiencia!

Desde 1999 publico en internet porque quería saber qué significa ir contra la corriente, no del papel a la pantalla sino de la pantalla al papel.

El papel es del siglo XX y la pantalla es del siglo XXI pero en todo proceso de transición pesa más lo antiguo, que se resiste a morir y a desaparecer como desaparece todo en la vida.

Como lectora de libros en papel que alcanzó a publicar en papel y luego se pasó a la pantalla puedo contarles que pasar de la pantalla al papel es mucho más revelador cuando se trata de seleccionar lo más bochornoso de un blog que lo más selecto de una serie de ensayos eruditos escritos por la intelectual seria y rigurosa que era yo entre 2000 y 2002.

La pantalla cambia los hábitos de lectura y el estilo en la escritura, que no es necesariamente trivial.

Leer en papel los textos que provocaron la ira de la horda produce risa y asombro porque en medio del cinismo hay momentos sublimes llenos de emoción no fingida, humor tan bueno que me hace reír a mí misma porque había olvidado algunos fragmentos sublimes y ahora la Apuesta consiste en pasar de nuevo a la pantalla aquello que pasó por el papel luego de haber pasado por la pantalla.

No voy a escribir cien libros para demostrar que tengo talento porque estoy segura de lo que soy, de lo que tengo y de lo que valgo. Van a ser sólo cinco libros que se devorarán unos a otros.

De Amando a Elsy odiando a Ensayista serán dos volúmenes y van tres con el libro de ensayos que escribí para enseñarme a vivir a mí misma. No me interesa volver a leer ese libro porque aprendí bien, casi de memoria, esas lecciones de vida y de sabiduría que me di a mí misma. Escribí esos textos para enseñarme a vivir y creo que valió la pena.

Los dos libros que faltan espero escribirlos durante los próximos veintidós años. Es un proyecto ambicioso y lograré la meta si empiezo a vivir mucho más despacio a partir del 9 de junio de 2020. Ese es el propósito inicial.

Amando a Elsy odiando a Ensayista

16 Jul

Por sugerencia de mi sobrino decidimos recoger “mi obra” digital en volúmenes impresos para que no se roben mis bellas composiciones, para que los lectores del futuro sepan que esos textos fueron escritos por lo que Barthes, Ricoeur y Foucault llaman un Autor.

El primer libro recoge los ensayos publicados en revistas digitales entre 2000 y 2005, el segundo es la selección de los posts más poéticos, eruditos, memorables, graciosos, crueles, erótico-pornográficos, esotéricos, polémicos, los que casi me cuestan la vida, la honra, la dignidad y el trabajo desde 2006 hasta 2012.

Todavía no tengo un volumen en las manos pero se ve muy prometedor y el plan consiste en seguir recogiendo en libros lo más meritorio de aquí hasta el futuro.

Para que quede más claro el asunto vamos a compartir la Idea de mi sobrino de nuevo:

En 1996 -cuando yo tenía 26 años- nació un lindo bebé. Ese niño tiene ahora veinte años y es una de las personas más asombradas ante las dotes de la tía, me admira con locura desde que nació, lo nuestro fue amor a primera vista. Ha tenido el privilegio de compartir su vida entera conmigo aunque nunca hayamos vivido en la misma casa y ha sido testigo de mis procesos y mis cambios. Me lee con la emoción de la gente inteligente y se sorprende ante mi talento innato y mi versatilidad.

Nunca nos hemos dicho cuánto nos amamos porque no somos cursis, pero los dos temblamos de emoción cuando nos vemos y yo le cuento lo que hago, lo que leo, lo que escribo; le hablo de mis amigos y de los que se toman por mis enemigos, le doy consejos sabios, le regalo libros y le resumo con lujo de detalles mis libros favoritos, mis películas favoritas y después le cuento por qué es tan importante aprender a vivir y la forma en que debe ser usado el conocimiento: la ciencia, el arte y la filosofía. Siempre ha confiado en mí porque es una persona inteligente, es mucho más inteligente que yo, mucho más adelantado que yo y seguramente ve mucho más allá de lo que puedo ver yo y porque es un niño prodigio está un poco preocupado.

Está preocupado porque cree que soy muy despreocupada, porque llevo al límite el hecho de no darle importancia a nada, cree que algunos de los textos que he escrito aquí son tan buenos que podrían ser usurpados cuando muera y no es justo que eso pase. Cree que hay que tomar medidas al respecto.

Cuando me entero de estos hechos me siento como Van Gogh ante Teo, como Virginia ante Leonard, como kafka ante Max y debo reconocer que es muy emocionante. Mi sobrino podría llegar a ser mi Quentin Bell y eso sería maravilloso.

La madre de ese niño, es decir, mi hermana, me conoce desde hace mucho más tiempo, desde hace cuarenta y cinco años, para ser precisos; ella sí que conoce la historia de mi vida y es mi más ferviente admiradora, hemos estado juntas siempre aunque hayamos vivido muy poco tiempo en la misma casa y ella también sueña con ver esto que escribo mucho más allá de la pantalla. Durante años me ha pedido que publique un libro porque quiere verlo en su biblioteca, quiere ver mi nombre en el papel.

Le doy todas las razones para no hacerlo y ella siempre termina dándome la razón, pero al ver que el tiempo pasa, el material es mucho más abundante, aparecen más admiradores y algunos crueles detractores que sueñan con verme muerta, loca o perturbada, está decidida a hacer algo: si no lo hago yo lo hará ella, dice. Esta dispuesta a interceder por mí para convertirme en la autora que, según ella, merezco ser.

Mientras pienso en esas preocupaciones y propuestas -que no han sido manifestadas sólo por mi hermana y mi sobrino sino por quince o veinte personas más- pienso también en la gente insensible y descorazonada que me lee no con admiración sino con odio, pienso en esos seres perversos y malvados que sueñan con un final infeliz para mi vida y me ponen todo tipo de trampas y trabas para hacerme desfallecer. Trato de ponerme en su situación y creo entender la naturaleza de sus sentimientos, debe ser extraño encontrarse ante tantos contrastes, sé que algunos textos tienen la fuerza y la furia de la página escrita por un borracho o por un pobre hombre perdido en las drogas; otros son escritos con la claridad y contundencia de un gran erudito, no de una pobre y simple mujer; otros tienen la elegancia y la erudición digna de una dama de alcurnia y no de una simple ama de casa y otros -los más perturbadores- están cargados de un erotismo desbordante y malsano que no parecen hacer juego con el humor que se despliega en otras composiciones. Sospecho que el origen tiene que ver con la confusión, con vivir con la sensación permanente de que nada queda del todo claro y ante la incomprensión la salida más fácil es el odio, el sentimiento más vil y despreciable.

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Si los sueños de mi hermana y mi sobrino se ven truncados deben saber lo siguiente, queridos amigos y enemigos, admiradores y detractores:

Me basta con saber que estos textos han sido leídos con atención por millones de ojos de todos los tipos y colores durante los últimos diez años y han generado todo tipo de reacciones: desde peticiones de matrimonio hasta amenazas de muerte.

Me basta con saber que tengo la libertad absoluta para escribir lo que escribo sin preocuparme porque mis problemas con el alcohol o con las drogas son las que me llevan a escribir como escribo. Quien escribe no es una vieja borracha ni una marihuanera o heroinómana al borde del suicidio, no, lo que me domina siempre es la lucidez.

Me basta con saber que no estoy enferma, que esta “obra” es escrita desde la salud, la plenitud y la vitalidad, no desde la miseria de la vida.

Me basta con saber que mi salud mental es plena, lo que leen no son textos de una persona perturbada por la depresión, la locura y cualquier otra enfermedad de moda en nuestro tiempo.

Me basta con saber que no escribo desde una prisión, que mis gritos no tienen nada que ver con la impotencia ante la crueldad y el abandono al que me tienen sometida mis verdugos.

Me basta con saber que no escribo desde la pobreza, desde la miseria ni desde la ambición. No necesito que me paguen por escribir y tampoco espero enriquecerme a costa de la escritura.

Me basta con saber que soy una persona común que se da el lujo de caminar por cualquier calle, comer cualquier cosa y hablar con cualquier persona porque no tengo la marca del artista ni del intelectual.

Me basta con saber que estoy más cerca de los santos que de los sabios y de los humildes que de los arrogantes y que eso lo saben bien las personas que me conocen, especialmente mi hermana y mi sobrino.

—-

Si llegara a morir hoy o mañana o pasado mañana, sepa usted querido lector y querido usurpador, que esta obra ya tiene dueño. Hay dos personas que se quieren hacer cargo de ella: mi hermana y mi sobrino. Mi hermana es una mujer con una fuerza y una arrogancia mucho más fuerte que la mía, una mujer admirable y capaz de hacer todo lo que se propone y mi sobrino no es de este mundo, es un joven que todavía no sé cómo describir porque suelo desfallecer ante su simple presencia.

Analogías

12 Feb

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Picando el ojo

28 Ene

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Locuras de juventud

24 Ene

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En actitud descomplicada

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¡Esa señora!

9 Nov

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