Archivo | marzo, 2018

Héctor Abad Faciolince y el desastre llamado Colombia

30 Mar

Dicen que uno está viejo cuando ya no le importa nada o cuando pierde la capacidad de asombro y si es así el asunto entonces yo tengo la edad mental de una niña de catorce años porque lo que ocurre en Colombia me sigue sorprendiendo hasta el límite de dejarme con la boca abierta aunque casi todo el tiempo sienta que más bajo no podemos caer y sí, sí podemos caer más bajo.

Héctor Abad Faciolince es uno de los escritores, intelectuales y artistas más reconocidos en Colombia y seguramente en América Latina. Lo fue hasta ayer cuando después de una suma de errores se convirtió en el pelado bonito, bien vestido, con plata, prestigio y amigos influyentes que busca pelea en el colegio convencido de que va a ganar y de que el culpable siempre será el otro por su condición social, económica o racial aunque ese otro haya querido evitar a toda costa el conflicto, aunque no haya caído en el juego de la provocación.

El muchacho pobre, sin amigos y sin estilo es Gustavo Petro, el político que tiene seducida a la gente más brillante de Colombia no tanto porque aparezca o no en fotografías con Hugo Chávez o con Fidel Castro sino porque sorprende en intervenciones públicas, en entrevistas y en debates; sus ideas son tan sorprendentes, tan coherentes y tan de avanzada que uno no sabe si reír o llorar al saber que es compatriota nuestro y además sueña con ser presidente pero nació en el país más inviable del planeta por razones que no voy a explicar aquí porque tendría que recrear la Historia de Colombia que -como bien sabemos- está marcada a partir de la vergüenza ancestral (yo no quiero ser como ese indio) y la falsa hidalguía (vivo en Bosa Palestina pero me siento como si viviera en Chapinero Alto porque lo que importa y se impone siempre es la actitud y la apariencia y yo con esta ropa, con esta forma de hablar y con este estilo me siento de la oligarquía, soy una persona elegante y de buen gusto).

En el país de los enanos arrogantes que sobreviven con salarios miserables todos son reyes, todos se sienten parte de la oligarquía porque algunos miembros de la oligarquía les hacen creer que es mejor admirar al rico por rico que al pobre por ordinario y si el rico colombiano aparece en la revista Forbes todos somos un poco ricos porque vivimos en el país de ese rico que se enriqueció gracias a que trabajamos duro para que él se siga enriqueciendo más y se posicione mejor en la siguiente medición, en la siguiente lista, en el siguiente ranking donde vemos cómo los dueños del mundo se lo reparten en porciones cada vez más grandes a medida que transcurre el tiempo.

El niño malcriado Héctor Provocó al niño educado Petro y los Grandes Intelectuales, los Grandes Medios, las Grandes Mentes, la gente divinamente de este pobre país sin esperanza se puso de parte de Héctor Abad Faciolince porque Petro puede ser inteligente, puede tener buenas ideas, puede hacer buenas propuestas pero no se impone por su estilo, no tiene estilo, no inspira confianza porque no se esmera en el vestir y en el hablar, no merece estar al lado de gente como ellos y el sueño de Héctor y de sus amigos es que todo un país comparta ese sentir aunque se esté muriendo de hambre y tenga que atravesar la ciudad para trabajar por un salario miserable en la empresa que seguramente tiene algo que ver con Luis Carlos Sarmiento Angulo, Carlos Ardila Lülle o una multinacional cualquiera.

Cuando se me rompían los vasos

30 Mar

Estaba lavando la loza y tropezó un vaso con el otro

Recordé que hasta hace unos cinco años compraba vasos casi todos los meses porque estaba acostumbrada a que se rompieran de diferentes formas.

Fueron muchos años de vasos rotos y un día todo terminó.

Hay gente a la que no se le rompen los huevos

Hay mujeres a las que no se le rompen las medias

A mí dejaron de rompérseme los vasos y la pregunta es sencilla:

¿Por qué se rompían antes y por qué de manera misteriosa dejaron de romperse?

¿Será que es cierto que nada ocurre por casualidad?

¿Ni siquiera la frecuencia con la que se rompen los vasos?

De Madame Bovary a Nicolás Arrieta

30 Mar

Primero fuimos monos y jugamos encima de los árboles

Un día nos cansamos de jugar arriba y decidimos que podría ser más divertido jugar abajo

Estando abajo pensamos que podría ser divertido ponerse de pie

Y estando de pie aparecieron las tetas de las mujeres, desapareció casi todo el pelaje del cuerpo y la comunicación no verbal se hizo potente

Con las manos libres empezamos a ver herramientas

y construimos puentes, caminos y medios de transporte

Los medios de transporte desplazan gente y transportan datos

Y a medida que avanza el tiempo los datos se desplazan más rápido:

Árbol caído, carruaje, carro, avión, internet.

¿Se puede ser más veloz?

Sospecho que no

Y la velocidad nos vuelve locos y tiende a confundirnos.

Volviendo a la bajada del árbol nos dio por comunicarnos con palabras, no sólo con las manos y con el rostro

Después dibujamos animales en las paredes

Descubrimos la marihuana y el opio mientras buscábamos frutas y verduras

Y cantamos y bailamos en tremenda traba alrededor del fuego y las paredes adornadas con dibujos

Entonces nos dio por escribir

Por crear familias

Por construir viviendas y quedarnos en un lugar fijo

Tuvimos más tiempo para pensar

Y nos dio por escribir en superficies suaves

Hasta que aparecieron los cuadernos y los plumones

Y después vino la imprenta

Y con la imprenta las bibliotecas y las universidades

Y con bibliotecas públicas y librerías todos pudimos ser cultos

Pero también apareció la radio, la televisión, la publicidad y el marketing

Y después vino internet

Y tuvimos internet sin haber leído Madame Bovary

Y Madame Bavary es como un personaje vivo

Porque Flaubert renovó la narrativa

Y vimos a Madame Bovary en la telenovela

Y después la vimos en el reality

Y después la vimos en las redes sociales

Y ahora podemos pensar en Nicolás Arrieta como una especie de Madame Bovary confundida en vivo, llorando en vivo, tatuada y hermosa desde su particular espejo, confundida y vacía porque es lo que soñó y ese sueño se convirtió en su tormento.

 

Margarita Rosa de Francisco y la crítica literaria

30 Mar

Para que haya parrhesía es menester que, al decir la verdad, abramos, instauremos o afrontemos el riesgo de ofender al otro, irritarlo, encolerizarlo y suscitar de su parte una serie de conductas que pueden llegar a la más extrema de las violencias. Es pues, la verdad con el riesgo de la violencia.

Michel Foucault en El coraje de la verdad

Escribo desde hace más de veinte años y todavía no existo como escritora ni como crítica literaria en Colombia a pesar de que mucha gente lee lo que escribo en el blog, en Twitter y en otros medios. Leen el silencio, comparten los textos, murmuran entre ellos, se piden unos a otros no nombrarme, hacen de cuenta que no existo, pero cada cierto tiempo se arma el alboroto por algo que escribí y estalla un nuevo escándalo que en algunas ocasiones viene acompañado de amenazas de muerte, amenazas de ataque con ácido, censura, intimidación, calumnias y de nuevo me dicen que me van a dejar sin trabajo y sin honor.

Son ya casi diez años ocupándome de Figuras Ilustres de la Intelectualidad Colombiana y lo que trato de hacer es un ejercicio de crítica cultural con un toque de parrhesía. Sigo viva porque los milagros existen o porque todavía no he escrito sobre la gente verdaderamente peligrosa de este pobre país sin esperanza hundido en la ignorancia y el fanatismo.

Escribí un post sobre Margarita de Francisco que pretendía llegar a lo más íntimo de su ser para ofenderla y no se ofendió, se ofendieron sus admiradores. Ella dice que se aparta de la persona que escribe y se queda con la escritura, con el don de la palabra, el ritmo de las frases y Oh, sorpresa, resulta que no se ofendió la actriz de telenovela, la mujer a la que llamé frívola y superficial y, en cambio, han estado a punto de devorarme (cuando me he burlado un poco de ellos por su falta de talento, sus poses, su falta de rigor y su falsedad) los escritores, los intelectuales, la gente ilustre que escribe sobre la paz, el respeto, la tolerancia, el amor universal y la libertad de expresión.

Si Margarita no se ofendió con el texto reconozco en ella a una mujer que si está fingiendo es la mejor actriz que ha nacido y si no está fingiendo es la mujer más sensata, refinada, segura de su propia valía y civilizada que ha nacido en el país del Usted no sabe quién soy yo.

Con ustedes, el post:

Cuando era niña veía televisión y oía radio con mucha atención. Veía a Margarita Rosa de Francisco y también la oía. Ella quería ser famosa, sabía que era bella, se presentaba como una mujer fuerte, con carácter, convencida de que sería grande y llegaría lejos y entre más la veía y más la oía más me convencía de que no es una Artista sino una diva de la horrenda televisión colombiana y las revistas de chismes y vulgaridad, una mujer superficial esclava de la fama barata, esclava del cuerpo y la apariencia, feliz con lo que proyecta ante la mirada ajena, ante un público bastardo, la base de la sociedad, la gente que ve telenovelas y lee revistas horribles en supermercados y salones de belleza.

Margarita quiso ser actriz de cine y cantante y no fue ni lo uno ni lo otro y ahora, después de los cincuenta, le está apostando a la filosofía y a la literatura, y como es la diva de millones de imbéciles, fans sin formación literaria ni filosófica, gente que no ha leído más de veinte libros en su vida, le siguen el juego, le hacen creer que es Artista y Pensadora y ella en pose humilde dice como Silva, haciéndose la boba: ¡¿Poeta yo?! ¡¿Filósofa yo?! ¡¿Pensadora yo?! ¡¿Referente intelectual yo?! Y los millones de imbéciles le siguen el juego y la hacen ver humilde y profunda, como si fuera la versión femenina de Sócrates.

Crecí viendo y oyendo a Margarita Rosa de Francisco, viendo fotos suyas en revistas al lado de los “famosos”, afiches tirados en el suelo y portadas de revistas; la oía en tono arrogante hablando de los grandes proyectos que nunca realizó y nunca hablaba de literatura ni de filosofía sino de música y cine y en su arrogancia, sobradez y falta de sentido común se sentía más grande que Shakira y Sofía Vergara juntas y mientras la veía y la oía nunca se me pasó por la mente que pasados los cincuenta quisiera seguir figurando y entonces ahora la vemos como tuitera estrella, referente nacional y pensadora ilustre.

Toda la basura y superficialidad de la que fue esclava cuando era joven y adulta la quiere convertir en su Sabiduría pero lo que ella no sabe es que los únicos que pueden creer semejante patraña son sus admiradores, los televidentes de Caracol, RCN y lectores de revistas-basura; su fuerte no es la sabiduría sino actuar en telenovelas y quién ve telenovelas, ¿Cuál es el maravilloso público que la adora? ¿Se puede tener talento para presentar un reality? ¿Quién ve un reality? ¿Quién se desvive de emoción ante una reina o ante una mujer a la que le montaron una telenovela en vivo con Carlos Vives y con la que se veía bastante complacida porque se sentía como una especie de Lady di criolla? ¿Una persona inteligente y profunda, una filósofa o una escritora hace todo eso, mezcla todas esas facetas, se expone en público y se convierte en la reina de las amas de casa y cree que eso es llegar lejos en la vida?

 

El título perfecto

30 Mar

Un hilo de oro

El camino de la luna

El origen de la tristeza

La ley de la ferocidad

Cuando lo peor haya pasado

Cuando puedas quererte solo

Usted no sabe quién soy yo

30 Mar

Por: Alvaro García Trujillo

Es curioso leer de alguien que debería ser cauto, una diatriba ponzoñoza contra alguien que no hace ningún daño y que por wl contrario trate de desembrutecer de buena fe a aquellos que (comparto la opinión) no saben del mundo sino lo que ven en telenovelas insulsas, noticieros amañados y revistas fatuas. Soy actor, hijo y nieto de letrados intelectuales, sobrino de pintores, padre de un filósofo y un músico, ambos sobresalientes en sus actividades, y sigo a Margarita. Parece, además que no soy el único que ha leído más de 20 libros en su vida entre los que la apreciamos y agradecemos su sencilla sabiduría, sus acertados comentarios, pero sobre todo, la transparencia y pulcritud de su pensar y la confeuwncia en su vivir, que es en últimas lo único que importa. Lamento, sin haber oído de usted jamás, leer de alguien que parece educada y tal vez, (especulo y lo siento) algo frustrada, tamaños despropósitos. Ojalá, pasada la emoción que la lleva a tales extremos, pueda ver lo bonito que hay, después de los cincuenta, en alguien que sin pretenciones se ganó el corazón de los colombianos, sin necesidad de títulos y grados rimbombantes. Ojalá encuentre usted la paz en su corazón.