Señor Francisco Cerón G:
Supe de su existencia a través de Twitter y estoy asombrada con el escándalo que está armando en Colombia y en el mundo entero gracias al texto extenso que usted publicó bajo un título muy sugestivo:
Elsy Rosas Crespo: ¡La semilla del mal, y la conjura de Alfagura…! (¡Podrían proponerme para el Premio Nobel de Literatura…!)
A partir de una conversación pública que compartí con usted desde mi cuenta de Twitter que no pasó de cinco mensajes usted sacó unas conclusiones descabelladas y antes de confirmarlas decidió enviar sendas cartas al presidente de Colombia, a la ministra de educación, a la canciller, al rector de la universidad central y a todos los medios colombianos. Usted pide una sanción ejemplar para mí porque descubrió -gracias a esa breve conversación- que yo fui la causante de que usted no recibiera el premio Alfaguara. Según usted yo intercedí para que Jorge Franco ganara ese premio y lo ilusioné haciéndole creer que gracias a mí usted ganaría el próximo Premio Nobel de Literatura.
¿Es consciente del poder que me está concediendo? ¿Quién puede creer que una profesora hora cátedra cuente con semejante privilegio?: decidir quién gana y quién no gana esos premios a los que usted aspira.
Si se fija bien, si lee con atención lo que publico en este blog y en mi cuenta de Twitter, podrá descubrir que soy la persona más común del mundo, una señora sin ambiciones en la vida y sin amigos, especialmente sin amigos. Una decepción reciente con una persona en la confiaba me tiene sumida en una tremenda crisis y desde hace más de un mes me cerré al trato humano profundo. Tenía dos amigos, ahora no tengo ninguno, y pienso permanecer así durante por lo menos un año más, hasta cuando olvide a ese hombre insensible que me hizo dudar de toda la humanidad, de si existe ese sentimiento llamado Amistad Pura y Desinteresada.
Los pocos amigos que he tenido en la vida (no son más de cinco) no son personas relacionadas con el mundo editorial ni con los premios literarios; no me relaciono con escritores, con jurados, ni siquiera soy correctora de estilo. No asisto a conferencias, lanzamientos de libros, no voy a tertulias literarias ni a ferias del libro. Soy una completa nulidad intelectual y eso me hace sentir bien porque no tengo aspiraciones en la vida, no creo en el éxito sino en la vida tranquila.
El único contacto que he tenido con una editorial fue para promover la lectura a través de Twitter y fue un completo fracaso, descubrí que en esa red social la gente no quiere saber de libros, ni siquiera regalados. Me daban novelas de autores ilustres para que los rifara y nadie participaba, nadie quería libros en su casa, fue un completo fracaso. Esa es otra crisis de la que no quiero hablar aquí porque terminaría más deprimida de lo que ya estoy.
Tenga en cuenta que usted es argentino y yo soy colombiana, usted es escritor y yo soy una pobre profesora hora cátedra, usted es hombre y yo mujer. Tengo todo en mi contra. ¿Tiene sentido querer destrozarme creando semejante ficción?, ¿qué sentido tendría actuar así en contra de un ser tan insignificante?, ¿cree que una persona medianamente cuerda creería que la historia que usted ha inventado tiene algún sentido? Yo creo que no.
Yo, que soy la directa implicada en el asunto, creo que el «escándalo» que usted pretende «destapar» es una completa locura de la que tengo que hacerme cargo para que usted no llegue más allá, para que no intente usted, acaso, venir hasta Bogotá y hacerse cargo de mí con sus propias manos porque se lo dicta su espíritu vengador, su deseo de ser un justiciero implacabable.
Me contemplo ante el espejo, me miro con compasión y lo único que se me ocurre pensar es: ¿qué puede haber en la mente de un escritor argentino que aspira a ganarse el premio nobel para creer que yo haré lo que sea para que no lo logre? ¿por qué yo? ¿por qué no escogió a otra? ¿por que lo vine a conocer? Señor.
La literatura argentina no me gusta, Argentina como país para mí no existe, no sé de música argentina ni de nada que tenga que ver con Los admiradores de Borges y de Cortázar, a mí esa literatura no me interesa. En este momento estoy completamente entregada a la literatura japonesa, esa es la única que me apasiona, a esa literatura es a la única que le dedico los largos momentos de mi vida, a nada más. ¿por qué tendría yo que ensañarme en contra de alguien a quien no conozco ni me interesa conocer, un hombre a quien nunca antes en la vida había oído mencionar?
Señor Francisco Cerón G, le pido de todo corazón que me deje en paz, le deseo lo mejor para su vida, deseo que todos su proyectos se realicen, busque en otra parte a sus enemigos, piense con cabeza fría en todo lo que he escrito. No le pido que me ofrezca disculpas ni que se retracte de lo escrito, sólo le pido que no pierda el tiempo y no se lo haga perder a las grandes personalidades de la cultura, la política y los medios colombianos con una queja tan absurda. Vea que nosotros tenemos asuntos más serios de los que hacernos cargo, no intente hacer de una ficción suya una realidad de la que debamos ocuparnos en este pobre país, le pido un poco de compasión hacia nosotros porque la necesitamos.
Etiquetas: Alfaguara, Argentina. literatura, cartas, Colombia, Francisco Cerón G, premio nobel, premios literarios, psicología
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