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Lamento mucho no poder complacer a mi hermana

9 Ago

El blog que desaparecerá en 2007 me gusta, pero no me duele mucho que lo borren porque ahí está enterrado el pasado. El presente está aquí. Y también están aquí los posts que más me gustan, los que disfruto volviendo a a leer y los que disfrutan otras personas que me lo han manifestado.

Mi hermana es una lectora juiciosa de ese otro blog. Me ha hecho varias propuestas para no perder tan valioso material y una de esas propuestas consiste en no dejar perder los comentarios de algunos posts, que en algunas ocasiones son verdaderos debates de alto nivel o discusiones acaloradas que dan pistas sobre el habitus de los participantes. Me ha pedido que escoja los posts más comentados, analice esos comentarios y cuando sean relevantes los comparta en este blog. El post y los comentarios en una sola entrada.

No es una mala idea, empecé con el post sobre Carolina Sanín, el de los 44 comentarios, y me pareció divertido. Pero luego publiqué el «foro» sobre Walter Serner y el post que tanto le había gustado a Pedro Roque en ese lejano 2007. Ahí comenzó el problema.

Recordé el entusiasmo de ese lector, la altura intelectual de la gente con la que me relacionaba en ese tiempo, recordé el odio que desperté luego en los internautas colombianos, las amenazas de muerte, la censura, los avisos clasificados, las calumnias, los peores insultos, recordé lo mejor de 2007 y lo peor de 2010 y 2015 y en ese proceso recordé también que no me gusta recordar ni añorar el pasado porque no sirve de nada, recordé que programé mi mente desde hace mucho tiempo para vivir el instante pleno y puro y sé que si sigo navegando por el 2007, por el 2008, el 2009… voy a terminar encontrándome con textos que ya estaban borrados de mi mente y que no vale la pena volver a recordar porque cada recuerdo es una nueva interpretación, una distorsión de la realidad que casi siempre convertimos en idilio, en el mundo perfecto.

El pasado le quita brillo al presente. No quiero terminar pensando que todo tiempo pasado fue mejor porque no es cierto y porque aunque así fuera no vale la pena vivir de esa manera, atormentado con el pasado.

Otro problema de continuar con ese ejercicio de recordación tiene que ver con que se perdería el ritmo de la escritura, es obvio que la persona que escribía en el lejano 2007 no es la misma que escribe ahora y entonces perdería sentido el hecho de que estos espacios sean llamados bitácoras. Se llaman así porque el lector puede ver los cambios en quien escribe, es un diario íntimo compartido con el mundo entero.

Historia de una mente sin recuerdos

27 Abr

Desde que tengo uso de razón (1979) me ha gustado pensar en la memoria,

Rememorar los grandes momentos de la vida y hacer las cuentas de cinco en cinco o de uno en uno.

Cuando tenía 19 sentía que había vivido mucho y tenía suficientes recuerdos acumulados para jugar con ellos.

En esos tiempos hacía mis cuentas de recuerdos de uno en uno:

A los 5, a los 6, a los 7, a los 8, a los 9… hasta llegar a 19.

Y jugaba con mis recuerdos mientras caminaba porque siempre me ha gustado caminar.

***

Cuando tenía 30 pensaba que 19 eran muy pocos para evaluar bien una vida

Y empecé a organizar los recuerdos a partir de sucesos definitivos.

Mientras caminaba trataba de recordar qué había sido lo más importante a los 5, a los 10, a los 15, a los 20…

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Desde los 40 estoy tratando de vivir según el mandato de Séneca y de Schopenhauer hasta llegar al vacío absoluto, a la perfecta Nada con N mayúscula, a la muerte en vida, a la plenitud total:

Ese es el mandato de los sabios y creo que lo estoy cumpliendo a cabalidad.

Lo único real es el tiempo presente porque el pasado es una interpretación y el futuro nunca llega.

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Tengo quince años de experiencia jugando ese juego y esta mañana – mientras caminaba- traté de jugar con mis recuerdos de cinco en cinco, de diez en diez

Y descubrí con asombro que no encontré nada que destacar. Ni bueno ni malo.

Como si no hubiera vivido.

Puedo decir en este momento que soy una mente sin recuerdos.

¿Dónde puedo reclamar el premio?

Historia Universal de la Literatura. Analogías

26 Abr

Observe con atención esta imagen

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Ahora concéntrese en la imagen del centro.

El cerebro humano no puede imaginar cifras para dimensionar el tamaño del universo ni la profundidad del átomo, y entonces los científicos deben recurrir a las analogías.

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No piense en la imagen que acaba de ver sino en la inicial y trate de imaginar que la distancia entre los dedos de la mano izquierda representan el comienzo del tiempo y el final de los dedos de la mano derecha representan el tiempo actual.

Para que la analogía valga la pena imagine la historia de la literatura occidental, desde La Odisea, de Homero, hasta El don de la palabra, de Jota Mario Valencia. Imagine ahora que en tiempos de Homero hubo tantos artistas como en la época de Jota Mario Valencia y piense también que la mayoría de esos autores han sido olvidados. Homero y Jota Mario Valencia no, de ellos tenemos imágenes mentales:

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Ahora piense de nuevo en la imagen de Leonardo da Vinci y piense también que la historia de la literatura occidental se puede borrar si le limamos las uñas a la figura humana.

¿Pudo usted imaginarse la historia del tiempo y la insignificancia de su vida?

Experiencia, recuerdo y olvido

1 Sep

Esta mañana, mientras esperaba que pasara el tiempo, tomé un libro de Walter Benjamin con sus mejores ensayos: 

Baudelaire, Proust, Poe, Kafka, la fotografía, la historia, la violencia…

Benjamin era maravilloso hace veinte años, sospecho que las nuevas generaciones de lectores deben dormirse cuando lo leen, como deben dormirse también leyendo a Flaubert, el maestro del estilo.

Flaubert y Benjamin se sienten muy rancios a pesar de que tardarán en ser olvidados y enterrados. Mucha gente seguirá hablando de ellos para parecer eruditos y profundos pero pocos comprenderán las ideas de estos pobres hombres tristes y contemplativos, pocos los seguirán admirando de corazón como los admiré yo durante tanto tiempo. Ya no, están muy gastados en mi mente, me entusiasma más pensar en Pascal, en Ovidio o en Séneca, ¿a quién queremos engañar? 

Si Flaubert y Benjamin parecen tipos pesados cómo será de pesado y fastidioso para el lector de nuestro tiempo -con teléfono móvil, adicto a revisar sus redes sociales y a chatear- leer a Proust, al Proust de En busca del tiempo perdido. Sospecho que ese ladrillo no lo leerá con gusto alguien nacido después del año 2005. 

Leyendo y pensando pensaba en mi forma de procesar los recuerdos a lo Proust, crecí leyendo ese tipo de literatura, la de la gente que goza más recordando que viviendo y leyendo que conversando con los amigos. No fue una experiencia muy reveladora:

He tenido dos o tres amigos con los que he pasado momentos dignos de ser recordados, los he admirado tanto que he llegado a confundir el afecto con el amor, he pensado de todas las formas posibles cómo pude ser tan dichosa al lado de gente tan inteligente, dulce, sensible y culta como ellos… Me he solazado en su recuerdo, en el recuerdo de nuestros mejores momentos. Ha pasado el tiempo, mucho tiempo, diez o veinte años. Un día cualquiera nos volvimos a encontrar por casualidad y el recuerdo de ese ser sobrenatural no correspondía con la imagen que mi mente había creado, fue todo una gran desilusión, un fraude total. Estamos en otros tiempos, ya no se puede vivir a lo Proust, es antiestético, ridículo y vulgar.

Ideas sobre el tiempo

8 Jul

Cómo me gustaría un ensayo tuyo sobre lo que dicen tus autores favoritos sobre el tiempo. Me encanta ese tema.

@Margaritarosadf

***

Como Margarita me ha pedido que escriba lo que dicen mis autores favoritos sobre tan bonito tema los voy a poner a hablar a ellos a través de mis citas favoritas, no voy a escribir quién dijo qué, cuándo, dónde ni por qué, sólo los citaré. Sin nombres y sin comentarios, como si todos estuvieran muertos y nadie los hubiera conocido.

Hay varias formas de pensar, vivir y hablar del tiempo y para darle forma y sentido a las voces de los autores dividí las citas en temas. Lo que ellos piensan del tiempo es lo que también pienso yo, eso se da por sentado, por eso me gustan, los admiro, trato de imitarlos y conservo sus mejores frases.

 

El instante perfecto

En cuanto uno se recuesta, el tiempo deja de fluir y de tener importancia.

No echaré a perder mi amor por lo sombrío escribiendo una oda a la oscuridad.

El éxtasis lo encuentro en el vivir, la mera sensación de estar viviendo es suficiente gozo.

Caminar en un bosque entre dos hileras de helechos transfigurados por el otoño; eso es un triunfo.

El tiempo de la lectura

Una carta la siento siempre como la inmortalidad, porque es la mente sola sin el amigo corporal. Deudores en nuestra conversación de la actitud y del acento, parece que hay un poder espectral en el pensamiento que camina solo.

Cuando vio este nuevo libro sobre su mesa de noche, apilado sobre el que había terminado la noche anterior, estiró la mano automáticamente, como si leer fuera la primera y única tarea evidente del día, la única forma viable de negociar el tránsito del sueño al deber.

¿Sabes que es lo que hay de más íntimo, más oculto en todo mi corazón y lo que es más “yo” en mí? Son dos o tres pobres ideas de arte incubadas con amor; eso es todo. Los más grandes acontecimientos de mi vida han sido algunos pensamientos, lecturas, ciertas puestas de sol en Trouville al borde del mar, y charlas de cinco o seis horas consecutivas con un amigo que ahora está casado, y perdido para mí.

Las horas

El Hoy hace que el Ayer signifique.

No tengo tiempo de describir mis planes, Debería decir muchas cosas sobre las horas y mi descubrimiento; cómo excavo hermosas grutas detrás de mis personajes; creo que eso plasma exactamente lo que quiero; humanidad, humor, hondura. La idea es que las grutas conecten entre sí, y cada una sale a la luz del día en el momento presente.

El tiempo y la muerte

La vida es una muerte que prolongamos; la muerte es el gozne de la vida.

El hombre ha nacido para morir. ¿Qué quiere decir eso? Perder el tiempo y esperar.

Para vencer la perturbación o una inquietud tenaz no hay nada como imaginar el propio entierro.

Es reconfortante reconocer que somos provisionales permanentes, aunque nada más sepamos.

Nada te será tan útil para mostrar temperancia en todas las cosas como la frecuente consideración de la brevedad y la incertidumbre de la vida. En cualquier cosa que hagas, pon tus ojos en la muerte.

Estas dos muchachas crecerán hasta llegar a la edad madura y después a la vejez, y se marchitarán o se hincharán; los cementerios donde serán enterradas eventualmente se volverán ruinas donde la hierba crecerá salvaje y los perros merodearán de noche.

El tiempo subjetivo

La puntualidad es propia de un angustiado.

Muchas cosas que causan terror de noche, el día las torna ridículas.

El tiempo y las expectativas

La vida está construida de tal manera que el acontecimiento no puede igualar a las expectativas.

Lo único que debería enseñársele a los jóvenes es que no hay nada o casi nada que esperar de la vida.

La mayor parte de nuestros Momentos son Momentos del Prólogo. “Siete Semanas” es una larga vida – si se viven del todo.

No creo en nada, pero siempre me alegra despertarme por las mañanas. No me deprime. Nunca estoy deprimido. Sé que es una locura, porque es un optimismo sobre nada. Creo que la vida no tiene sentido y sin embargo me excita. Siempre creo que va a suceder algo maravilloso.

Antes pasé largas horas soñando con triunfos asombrosos para mí, cuyos clamores me hacían estremecerme como si ya los hubiera oído. Pero no sé por qué, una mañana me desperté desembarazado de aquel deseo, incluso más enteramente que si hubiera sido satisfecho. Entonces me vi más pequeño, y dediqué toda mi razón a observar mi naturaleza, su fondo, y sobre todo sus límites.

El tiempo perdido

Laboro para deshacerme del espanto, pero el espanto impulsa la labor.

El tiempo vacío de la meditación es, en realidad, el único tiempo lleno.

No hago nada, es cierto. Pero veo pasar las horas -lo cual vale más que tratar de llenarlas.

Casi siempre lo mejor de la vida consiste en no hacer nada en absoluto, en pasar el tiempo reflexionando, rumiando todo ello.

Cuando tenía treinta años creía no haber vivido. En esa época no sospechaba todavía que era imposible no vivir. A los treinta años comprendí el error de pensar que la lectura y la meditación pertenecen menos a la vida que otras ocupaciones.

El tiempo y la espera

En la espera se manifiesta, se revela, la esencia del tiempo. ¡Qué superioridad la de haber dejado de esperar!

El tiempo y la incertidumbre

El recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las cosas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años.

Yo no sé quién me ha traído al mundo, ni lo que es el mundo, ni lo que soy yo mismo. Permanezco en una ignorancia terrible de todas las cosas. No sé lo que es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma, ni esta parte de mí mismo que piensa lo que estoy diciendo y que reflexiona sobre todo, y sobre sí misma, y que, por otra parte, no se conoce tampoco. Veo estos espantosos espacios del Universo que encierran, y me encuentro ligado a un rincón de esta vasta extensión , sin que sepa por qué estoy colocado en este lugar y no en otro, ni por qué este poco tiempo que me es dado vivir me ha sido asignado a este punto, y no a otro, de toda la eternidad que me precede y de toda la que me sigue.

 El tiempo del cerebro

La realidad es sólo una ilusión, pero una ilusión muy persistente.

Somos básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real.

El cerebro debe reconstruir el mundo externo como una película o un sueño continuo, en permanente discurrir. Para ello debe anticipar o prever constantemente, operando y orientando su foco de manera discontinua, pero integrando todo lo anterior mediante una actividad en saltos, en intervalos discretos de tiempo. En otras palabras, la predicción impulsa la reorganización de foco de manera rápida y evanescente.

Una vez evolucionadas, las neuronas constituyen la estructura central de todos los cerebros en todas las formas animales: transmiten información, construyen, soportan y memorizan el mundo interno –mundo compuesto de neuronas que simula la realidad externa apropiándose de sus principios operativos, para después volver a introducir en el mundo exterior el producto de la cognición por medio de los movimientos que denominamos conducta.

Si la tecnología de la conciencia se desarrolla suficientemente, se podría colocar a una persona en un entorno virtual y engañar a su cerebro hasta el punto de hacerle creer que su auténtica realidad es aquella y que su cuerpo real es el cuerpo que siente en el mundo virtual… la vuelta al mundo real podría ser muy impactante: una experiencia de este tipo conferiría una percepción muy clara de un hecho que normalmente tendemos a ignorar: que el mismo mundo real, la misma sensación que percibimos cada día de tener una identidad y estar en un cuerpo, no es nada más que una creación del cerebro, tan arbitraria y manipulable como la del mundo virtual. Incluso podríamos ser cerebros conservados en formol y nuestra conciencia, el resultado de una sencilla estimulación externa.

Conclusión

Sí, piensa Clarissa, es hora de que el día termine. Damos fiestas; abandonamos a nuestras familias para irnos a vivir solos a Canadá; luchamos por escribir libros que no cambian el mundo a pesar de nuestros talentos y de nuestros generosos esfuerzos, de nuestras extravagantes expectativas. vivimos nuestras vidas, hacemos lo que sea que hagamos, y después dormimos -es así de fácil y ordinario. Unos cuantos saltan por una ventana o se ahogan o toman pastillas; muchos más mueren por accidente; y la mayoría de nosotros, la gran mayoría, somos devorados lentamente por alguna enfermedad, o si somos afortunados, por el tiempo mismo. No nos queda más que este consuelo: una hora aquí y allá en la que nuestras vidas se abren en una explosión, contra todas las posibilidades y todas las expectativas y nos ofrecen todo lo que jamás imaginamos, aunque todos excepto los niños (y quizás ellos también) saben que a estas horas inevitablemente seguirán otras más oscuras y más difíciles. Y sin embargo, amamos la ciudad, la mañana, más que nada, tenemos la esperanza de más.

Llegar a los cuarenta y cuatro años no es divertido para alguien como yo

9 Jun

Hoy cumplo cuarenta y cuatro años, no lo escribo para que me feliciten porque no hay nada que celebrar pero tengo la sospecha de que estoy justo en el centro de mi vida. Antes -cuando tenía ocho años- quería vivir ciento doce, ahora me parece bien llegar a los ochenta y ocho. No quiero demostrarle nada a nadie.

Cuando era niña tenía más vitalidad y sueños fantásticos relacionados con la vejez, me preparaba para pasar de los cien años. Ahora no, a veces la buena vida cansa y como ahora los viejos son legión me produce asco compartir vitalidad con tanta gente despreciable. Lo que más me fastidia de la gente mayor de cuarenta es su deseo de volver a ser jóvenes como si no hubieran vivido ya.

He buscado consejos modernos para vivir la vejez con dignidad y ninguno de esos consejos tiene sentido para mí. Dicen los expertos: has trabajado como una mula, te has casado con la persona equivocada, tienes unos hijos a los que a veces desprecias, sientes que has arruinado tu vida porque no has hecho lo que te gusta, porque no sabes qué es lo que te gusta. Estás en la peor edad de tu vida, sabes que eres un perdedor, un ser humano de expresiones duras y cuerpo lamentable, sabes que si no hiciste nada digno a los treinta ni a los cuarenta tampoco lo va a hacer a los cincuenta, resígnate, perdedor, trata de disfrutar los pocos años de vida que te quedan, no te mires mucho en el espejo para que no te deprimas todavía más, compra ropa que oculte tu cuerpo inmundo…

La diferencia entre la mayoría de la gente que se acerca a los cincuenta y yo es que ellos han cometido casi todos los errores y yo no he cometido ninguno. La gran diferencia entre la mayoría de la gente que está cerca de los cincuenta y yo es que ellos ha vivido en la inconsciencia, como las ratas, mientras que yo he vivido en la lucidez, como los dioses. Pero debo reconocer que hay momentos de desesperación, de aburrimiento. Cuando no hay nada que lamentar, cuando no hay traumas para superar ni personas a las que perdonar los días se hacen un poco largos y ni los libros ni las películas tienen nada que decirme porque el aprendizaje es para la vida y después de los cuarenta es poco lo que se puede aprender para el futuro porque el futuro es ya, porque toda la preparación en la infancia y la juventud fue para este momento, precisamente para este.

No me preparé para el triunfo ni para el éxito sino para la vida tranquila, para vivir en el eterno descanso, para ver transcurrir el tiempo en la placidez del hogar sin que se interpongan las miradas de las vecinas.

Logré el sueño que planeaba desde niña: no repetir los eternos errores de los pobres seres humanos, no dejarme guiar por el cuerpo ni por los amigos sino por el cerebro, vivir una vida consciente, eso quería, guiada por mentes brillantes como Séneca, Pascal, Montaigne y Bourdieu. Aquí estoy, sentada en mi trono con una sonrisa plácida pero un poco aburrida en todo caso. Si Dios existe se debe aburrir mucho, la perfección y la templanza también desesperan un poco cuando lo único que queda es el vacío, sentarse a esperar a que siga transcurriendo el tiempo.

 

Lo absoluto en el instante

2 May

El tiempo sólo puede anularse viviendo el instante íntegramente, abandonándose a sus encantos. Se realiza así el eterno presente: el sentimiento de la presencia eterna de las cosas. El tiempo, el devenir, a partir de entonces nos son indiferentes. El eterno presente es existencia, pues sólo durante esta experiencia radical la existencia adquiere evidencia y positividad. Arrancado a la sucesión de los instantes, el presente es producción de ser, superación del vacío. Dichosos los que pueden vivir en el instante, sentir el presente constantemente, atentos únicamente a la beatitud del momento y al arrobamiento que procura la presencia íntegra de las cosas… y el amor ¿no alcanza lo absoluto del instante? ¿No sobrepasa la temporalidad? Quienes no aman con un abandono espontáneo son frenados por su tristeza y su angustia, pero también por su incapacidad por superar la temporalidad. ¿No ha llegado ya la hora de declararle la guerra al tiempo, nuestro enemigo común?

Cioran

No hay contexto para ser serio y riguroso

3 Mar

A medida que transcurre el tiempo tengo más asesores de imagen,  personas emocionadas ante mi presencia que imploran un poco de seriedad, más erudición, menos frases agresivas y -en la medida de mis posibilidades- la supresión de palabras tipo imbécil o idiota promedio para referirme a mi prójimo porque no vale la pena, no sirve para nada y además: ¿qué necesidad tengo de insultar?, ¿quién me confiere el derecho a decir qué es bueno y qué es malo, quién es tonto y quién no lo es?

Me piden a gritos que escriba lo que quiere leer  mi público: lectores que  confían en mí porque soy grande, inteligente, erudita y tengo mucho que decir de maneras distintas. Yo hago lo posible, soy una mansa paloma, pero escribir es otra cosa y además vivo con la sensación de que hace más de diez años dije  lo que tenía que decir  con la rigurosidad intelectual que me caracterizaba, cuando todavía creía que valía la pena tomarse en serio el papel de escritora de ensayos, cuando jugaba a ser crítica literaria.

No vale la pena volver a decir lo mismo de cien formas distintas. Sin contar con que  vivimos otros tiempos. A quién le interesa ser  un gran intelectual en tiempos de velocidad extrema,  internet móvil, diseño computarizado de sonrisa, asteroides rondando la Tierra, renuncia de papas, mujeres con apariencia de muñecas inflables que caminan por la calle y miran con  desprecio a las mujeres asquerosamente naturales, niños de siete años que sueñan con ser estrella de televisión por el simple placer de ser asediados en la calle por sus fans, niñas de seis años y ancianas de setenta en actitud de señorita que sale al centro comercial a buscar el amor con prendas más ceñidas de lo esperado.

Y con Twitter para enterarnos de lo que ocurre en el mundo en tiempo real  con amplios despliegues de humor negro e ironía mientras se narra el último terremoto o la última masacre. Twitter para gozar  el placer morboso que nos inspiran las latas retorcidas del último avión que cayó o la imagen de la  muerte trágica de la figura pública en decadencia. Pensamos que nosotros no somos tan tontos como las tontas figuras públicas y creamos muchos tuits sobre la tontería que no nos permite respirar, que nos asfixia de tanta risa como nos produce pensar en la tontería propia y en la tontería ajena. Como en el amor, con Twitter, hemos aprendido a ser tontos juntos a costa de tanta tontería deliberada.

No hay contexto para ser serio y riguroso y tampoco hay literatura digna de mis modelos de análisis. Me eduqué con Séneca, Pascal y Bourdieu. Lo siento, es demasiado tarde para mí.