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Ella

31 Ene

Ella es el personaje perfecto para crear una horripilante historia de horror como la que vamos a desarrollar aquí, a partir de este momento.

Ella es una especie de tuza de un buen amor, ella, por sobre todas las cosas del mundo y aunque nos duela y nos cueste reconocerlo… Ella sabe escribir. Ella escribe muy bien, es imposible no leerla y pensar  en ella intermediado por un suspiro y mucha confusión:

¿Quién es ella?

Ella nos ha dicho de todas las formas posibles que es una mujer y nosotros seguimos empeñados en imaginárnosla como nos dé la gana, según nuestro estado de ánimo y nuestro coeficiente intelectual, según nuestros deseos de discutir con ella para que nos responda de forma altanera; queremos provocarla, queremos herirla, queremos que nos responda como un ser humano, como una colombiana. Y ella sólo responde con el silencio, como un ser inmisericorde y mudo, o  como sabe responder ella, con escritura, con la mejor escritura. Así es como ella mejor nos explica que ella es ella y que no es él quien se dirige a nosotros. Léanla, lloren de admiración con su estilo característico. Si en algún momento han dudado de esta mujer y de su genio deslumbrante les pido que le pidan perdón de rodillas, llorando:

Los textos escritos, a diferencia de la narración o el diálogo oral, conservan el discurso y se convierten en archivos disponibles para la memoria individual y colectiva, si la lectura es posible es porque el texto no está cerrado en sí mismo sino abierto a otra cosa. Leer es encadenar un discurso conocido al discurso del texto que se está leyendo, relacionar experiencias anteriores de lectura y de vida y actualizar o activar la lectura de nuevos textos o de textos ya leídos a partir de perspectivas nuevas, la capacidad de reactualización de los documentos escritos es lo que garantiza su carácter abierto. En la correspondencia de Flaubert, y especialmente en las Cartas a Louise Colet, esta regla se evidencia en todo su esplendor puesto que al lector se le brinda la posibilidad de encontrar una y otra vez, expresado desde diversas perspectivas y con énfasis diferentes, desde la voz del enamorado que expresa la intensidad de sus sentimientos sólo a través de la escritura y desde la distancia, pasando por los más honestos consejos para emprender una vida menos dolorosa -toda una filosofía de la vida con argumentos lo suficientemente lógicos, sólidos y consecuentes- hasta las reflexiones más lúcidas relacionadas con el arte, la lectura y la escritura, sopesadas por un hombre que se autoproclama como un practicante del misticismo estético.

Para Flaubert el amor loco y las valores de la vida comunitaria como experiencias humanas son inferiores a las que proporciona la relectura de un clásico en absoluta soledad; él necesita de todo su tiempo para volver una y otra vez sobre los autores que más admira: Cervantes, Rabelais, Epicteto… y se empeñó en convertir en realidad la escritura de las obras con las que soñó. Ese fue su gran ideal y lo alcanzó a fuerza de trabajo, soledad y perseverancia, tres valores que enaltece a lo largo de su correspondencia.

Flaubert le escribía a su amante para distraerse del trabajo o para desatar la ira, la felicidad o la impotencia que generaba en él la escritura de su obra literaria más importante: Madame Bovary. La gran paradoja alrededor de la escritura simultánea de estos dos textos está relacionada con el hecho de que a pesar del innegable valor estético de la novela la lectura de las cartas en algunas ocasiones puede llegar a ser más estimulante, actual y universal, este hecho se debe, tal vez, a que son expresión cabal de lo que el mismo Flaubert consideraba sería la gran obra literaria del futuro: un texto autobiográfico escrito con total sinceridad, buen estilo y sin omitir detalles que pongan a salvo la imagen del escritor: “Cualquier hombre que supiera escribir correctamente crearía un libro soberbio al redactar sus Memorias, si las expusiera con sinceridad y de manera completa” (Flaubert. 1989. 95).

El principal objeto de estudio de Flaubert a lo largo de su vida fue él mismo y la experiencia amorosa con Louise Colet se constituyó en el mejor pretexto para profundizar más en su autocontemplación, en algunas ocasiones es asombrosa la convicción de Flaubert para expresar sus sentimientos y otorgarle un lugar preciso o cada pasión, casi siempre de manera racional y calculada, en medio de la placidez que le proporciona el hecho de compartir impresiones sobre la gran pasión de su vida -la lectura y la escritura- con una mujer que además de eso lo ama y estuvo dispuesta siempre a soportar sus cambiantes estados de ánimo y sus ausencias.

Flaubert escribe sobre la vida y la muerte, sobre las pasiones y las flaquezas humanas, sobre el arte, la lectura y la escritura. En vista de que se trata de un hombre tan consecuente consigo mismo y ha constituido su vida de tal manera que cada idea y acción suyas se corresponden de manera plena, sobran más explicaciones.

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¿Quién es esa chica?

31 Ene

El siguiente texto se compone de siete historias y son historias de terror, no están relacionadas con la vida sino con la realidad mental que los personajes crean en la mente a través de sus experiencias virtuales. Hay historias de locura disfrazadas de cordura y hay historias de cordura disfrazadas de locura. Aquí los cuerdos son los locos y los locos son los cuerdos. Quien narra es un observador mudo que conoce a cuerdos y a locos por igual, una especie de Dios Todopoderoso que puede leer la mente de los protagonistas porque aquí los cuerpos carecen de importancia.

El personaje central de todas las historia es Elsy Rosas Crespo, mejor conocida como Ensayista, la ensayista, ella, esa señora, ensajackson, la loca de los ensayos, ensayante, la mal llamada Rosa, Elvis Crespo, Rosa Elvira Cely y veinte o treinta variaciones a partir del nombre más sonoro que haya existido jamás para crear un personaje virtual, un nombre perfecto para ser desplegado como no lo ha sido jamás ninguno en obras literarias del pasado ni del futuro.

Comencemos por el principio:

¿Quién o qué es Ensayista?

¿Es un hombre?

¿Es una mujer?

¿Es un grupo de personas que se dividen el trabajo y por eso es tan prolífica y diversa?

¿Es un loco que se comunica con el mundo desde su centro de reclusión?

Algunos dicen que Ensayista no existe.

Otros dudan de la existencia de  Elsy Rosas Crespo.

Ella o él, o ellos, remiten siempre al lector interesado en develar  el misterio de tan emblemático personaje a Google. Se puede leer en Twitter y en su blog como única carta de presentación la siguiente biografía: “Es más fácil si buscas mi nombre en Google”.

Pero uno va y busca su nombre en Google, Elsy Rosas Crespo o Ensayista, y siempre se estrella con un bloque de concreto porque se pierde en la cantidad de información que circula. Su admirador o su detractor puede pasar meses navegando y al final quedará con la sensación de que no sabe nada de ella. A partir de este momento vamos a pensar en nuestro personaje como ella.