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Mis dedos, mis manos

21 Ene

Nunca me sedujo la idea de escribir en servilletas, sentarme en Oma con mirada estúpida posando de poeta con la ilusión de que aparezca de la nada, como por arte de magia, la idea que será anotada con emoción en la libreta o el Libro Sagrado para luego convertirla en Obra Inmortal. No, nada de eso, desde los ocho años desprecio a la gente que todavía cree en la inspiración, en la creación consciente de momentos perfectos, el ambiente y el espacio ideal, el instante puro para que surja la idea, para que la idea se convierta en Palabra. Todo eso es bobería y nada más.

Nunca he escrito a mano, y cuando todavía no había computadores sino máquinas de escribir me torturaba con la idea de no poder cambiar una palabra mientras terminaba una frase. Cuando apareció Word lloré durante varias noches imaginando el esfuerzo físico y los centenares de horas que nuestros antepasados tuvieron que padecer para que un libro se acercara a lo que habían soñado. Cuando apareció Word supe que las personas de esta generación estamos obligadas a escribir mejor que los pobres seres del pasado. Contamos con todas las herramientas para lograrlo y es mucho más sencillo porque trabajamos sobre un texto que va tomando forma mientras lo digitamos y sobre el que podemos volver todas las veces que queramos para modificarlo. Más fácil imposible.

Habrá quien se excita con sus libretas decoradas con flores y duendes, yo me emociono hasta las lágrimas recordando mis dedos, mis ojos y mis manos. Mis dedos vuelan sobre el teclado, los siento como su tuvieran alas, se deslizan sobre las letras y su movimiento es tan rápido que los ojos han tenido que aprender a correr a su ritmo. Mi cerebro se acostumbró a escribir en tiempo real, dejé de usar Word desde hace mucho tiempo. Twitter y este blog no han terminado de  deslumbrarme, cada día descubro nuevos placeres y nuevas posibilidades.