¿Por qué no podría ser escritora profesional?

7 Feb

Un escritor profesional es una persona -hombre o mujer- que escribe mínimo un libro al año y vive de la literatura. Yo tengo un amigo escritor profesional, él era un compositor compulsivo de cuentos y novelas y con todas sus composiciones participaba en concursos literarios nacionales e internacionales. Al comienzo no le iba bien y no se quejaba, al contrario, se sentía muy bien, estaba seguro de que él escribía para la posteridad, como Joyce, sabía que era un adelantado, un visionario, un hombre incomprendido como todos los grandes Maestros. Un día ganó un concurso nacional y todo cambió, ahora creía que él escribía libros sencillos porque quería gozar el aquí y el ahora, como Umberto Eco, su nuevo maestro, admirador ferviente de James Joyce, en todo caso.

Cuando mi amigo ganó el premio nacional de novela me llamó para compartir su dicha y para que yo fuera al lanzamiento oficial de la memorable obra, ese acontecimiento se repitió varias veces pero yo sólo asistí a dos y vi a mi amigo convertido en un escritor profesional. Un escritor profesional trabaja para un editorial y firma un contrato en el que se compromete a escribir cierta cantidad de libros durante determinado tiempo, cuando el libro se publica el autor tiene que asistir al lanzamiento, conversar con otro artista sobre el proceso creador, debe leer un fragmento de su creación en público, responder preguntas repetidas en el lanzamiento y en algunos medios como la televisión y la radio y debe autografiar los libros con dedicatoria o sonrisa encantadora. Vi haciendo todo eso a Fernando Vallejo cuando vino a Bogotá al lanzamiento de su última novela: El don de la vida, lo hizo como todos aunque yo no pienso en Fernando Vallejo como en un escritor profesional.

Conozco a otro escritor profesional, él no es amigo mío pero le fue mucho mejor, ganó un premio internacional después de haber intentado durante mucho tiempo sin éxito. Era un hombre triste, viejo, resignado y muy crítico con los escritores profesionales, se jactaba de no ir a cocteles, de no formar parte de grupúsculos de amigotes que pasan su vida premiándose en un ritual obsceno de elogio mutuo, él era un artista honesto y con eso le bastaba, era un lector que escribía porque no le quedaba más alternativa, porque para él escribir era como orinar, un acto fisiológico: lo hacía o explotaba. Ese mismo señor ahora es uno de los escritores colombianos más internacionalizados, cambió su forma de vestir, su actitud, su forma de cruzar la pierna y ahora bebe y sonríe como los demás, acepta entrevistas, viaja por todo el mundo para hablar de literatura y es feliz. Yo lo prefería antes, cuando se jactaba de no ser un escritor profesional.

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