De aculturación a transculturación
Los procesos de transculturación existen desde que grupos humanos diversos se han encontrado y recíprocamente han adoptado costumbres, transformando a la vez la mentalidad y las costumbres de quienes hallaron en el encuentro. En Norteamérica dicho proceso es definido como aculturación y en la mayoría de los textos actuales sobre estudios sociales se emplea este vocablo para explicar contactos culturales en los cuales una comunidad supera en técnica y en número a la otra.
El término aculturación fuer revisado y redefinido por Fernando Ortiz como transculturación en Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. A partir del estudio de las transformaciones que se generaron en la cultura cubana y en la europea desde la Conquista -especialmente en relación con las concepciones religiosas, morales y alimenticias que sobre el tabaco y el azúcar tenían y tuvieron posteriormente ambas culturas- Fernando Ortiz encontró que las dos comunidades se hallaron implicadas en procesos de conocimiento, adquisición, pérdida y transformación de costumbres fuertemente arraigadas antes del encuentro y que dichos procesos no fueron tan desiguales como para llamarlos de aculturación. Concluyó que es más apropiado llamar a los contactos culturales, sin importar el grado de desarrollo técnico de cada comunidad, procesos de transculturación.
A partir de la reflexión sobre la manera en que dos productos desconocidos para los europeos transformaron de manera abrupta costumbres muy bien cimentadas antes del descubrimiento, Fernando Ortiz contribuyó para que se recapacitara sobre la actitud despectiva frente a culturas que por no poseer categorías estéticas o morales similares a las de quien las estudia son consideradas inferiores, sin tener en cuenta la influencia que estas culturas han tenido sobre las clasificadas como superiores.
Para explicar mejor el concepto transculturación Fernando Ortiz considera que es importante crear dos neologismos complementarios, indispensables para comprender y explicar el proceso sociocultural. Lo justifica de la siguiente manera:
Porque éste (el proceso transculturador), no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana aculturación, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y además significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación. (Ortiz. 1978: 135)
Transculturación narrativa
Los novelistas que han adoptado la toma de posición que Angel Rama ha denominado narrativa de la transculturación comparten la dedicación por el estudio y el esfuezo por comprender y ficcionalizar hablas y expresiones culturales de regiones relativamente aisladas de América Latina; asumen el predominio de la oralidad en la región de su interés como la clave de un conjunto de recursos de representación literaria. A través del conocimiento de la configuración mental de los habitantes de esta región y de los principales problemas sociales que los aquejan, se propusieron lograr, después de un exigente proceso de elaboración, la producción de un efecto de oralidad con repercusiones estéticas e ideológicas en cada caso particular (Pacheco, 1992).
Independencia, originalidad y representatividad literaria, categorías definidas por Angel Rama (1982: 11-20), son, después de la consolidación de las naciones latinoamericanas, los pilares sobre los cuales debía fundarse el proyecto literario, que no podía ser indígena porque existía una fuerte marca dejada por los europeos, comenzando por la lengua y las tradiciones implantadas, como tampoco se podía sustentar en la plácida imitación de los modelos europeos. Los tres aspectos fueron logrados por los transculturadores después de transcurrido mucho tiempo de intentos de escritores regionalistas por crear obras que, además de poseer gran valor estético, representaran con verosimilitud los lenguajes simbólicos y orales interiorizados y empleados por individuos de comunidades fuertemente orales.
El deseo de dar a conocer los imaginarios de algunas comunidades rurales e indígenas y de hacer de éstas el eje central de una propuesta estética simultánea en varios países latinoamericanos maduró, entre otras cosas, debido a las transformaciones que ocurrieron en América Latina tras la primera Guerra Mundial:
Tras la primera guerra mundial, una nueva expansión económica y cultural de las metrópolis se hace sentir en América Latina y los beneficios que aporta a un sector de sus poblaciones no esconde las rupturas internas que genera ni los conflictos internos que han de acentuarse tras el crac económico de 1929. Se intensifica el proceso de transculturación en todos los órdenes de la vida americana. Uno de sus capítulos lo ocupan los conflictos de las regiones interiores con la modernización que dirigen capitales y puertos, instrumentada por las élites dirigentes urbanas que asumen la filosofía del progreso. La cultura modernizadora de las ciudades, respaldada en sus fuentes externas y en su apropiación del excedente social, ejerce sobre su hinterland una dominación (trasladando de hecho su propia dependencia de los sistemas culturales externos) a los que prestan eficaz ayuda los instrumentos de la tecnología nueva… A las regiones internas, que representan plurales conformaciones culturales, los centros capitalinos les ofrecen una disyuntiva fatal en sus dos términos: o retroceden entrando en agonía, o renuncian a sus valores, es decir, mueren (Rama. 1982: 28).
En las obras de los narradores de la transculturación (Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Joao Guimaraes Rosa…) la lengua y las estructuras literarias son objeto de especial atención; gracias al manejo de estos recursos es posible percibir en algunas de las novelas más representativas (Pedro Páramo, Cien años de soledad, Gran sertón: Veredas…) las diferencias con otras manifestaciones estéticas escritas que, aunque también se destacan por la oralidad, generan otro tipo de efectos en los lectores. El efecto que se proponen producir los transculturadores con la estilización del habla regional es la sensación -en el lector- de encontrarse ante la recreación de voces rurales o populares auténticas y de presentar las particularidades culturales de la comunidad, su manera de concebir el mundo, el amor, la vida… a través del uso que los narradores y los personajes hacen de la lengua.
Se trata, nada menos, de escribir la realidad (y no de describirla, de imitarla, sino de dejarla en cierto modo que se produzca a sí misma, representación natural de la naturaleza); es decir, de hacer aquello que define propiamente la literatura, pero a propósito de la realidad más banalmente real, la más corriente y moliente que, por oposición a lo ideal, no está hecha para ser escrita… hay que afirmar el poder que pertenece al arte de constituirlo todo gracias a la virtud de la forma… de transmutarlo todo en obra de arte gracias a la eficacia de la propia escritura (Bourdieu. 1997: 165).
Si recordamos las principales características propuestas por Angel Rama sobre la manera como los narradores de la transculturación emplean la lengua, podemos percibir, antes de hacer cualquier análisis textual de las obras amparadas bajo la ficcionalización de la oralidad, que la mayoría se rige a partir de estos principios:
1. Se prescinde del uso de glosarios, estimando que las palabras regionales transmiten su significado dentro del contexto lingüístico aún para quienes no las conocen.
2. El léxico, la prosodia y la morfosintaxis de la lengua regional, aparece como el campo predilecto para prolongar los conceptos de originalidad y representatividad, fundamentos de la “plasticidad cultural”.
3. Lo que antes era la lengua de los personajes populares y, dentro del mismo texto se oponía a la lengua del escritor o del narrador, invierte su posición jerárquica: en vez de ser la excepción y de singularizar al personaje sometido al escudriñamiento del escritor, pasa a ser la voz que narra… no remeda simplemente un dialecto, sino que utiliza formas sintácticas o lexicales que le pertenecen dentro de una lengua coloquial.
4. El autor se ha reintegrado a la comunidad lingüística y habla desde ella con desembarazado uso de los recursos idiomáticos… es a partir de su sistema lingüístico que trabaja el escritor, quien no procura imitar desde fuera un habla regional, sino elaborarla desde dentro con una finalidad artística.
5. Desde el momento en que el escritor no se percibe a sí mismo como fuera de la comunidad lingüística, sino que la reconoce sin rubor, ni disminución como propia… investiga las posibilidades que ésta le proporcionan para construir una específica lengua literaria dentro de su marco (Rama. 1982: 41-42).
Al introducirse en las raíces de la cultura y sentirse como parte de ésta el escritor transculturador descubre aspectos que le eran desconocidos, identifica rasgos particulares de la interioridad de los habitantes del lugar que difieren ampliamente de los representados en las obras en la que el escritor se distancia de la región o de la realidad que desea representar, de la misma manera que se distancia de sus personajes cuando se convierte en narrador.
En la narrativa de la transculturación pocas veces los narradores explican las situaciones que viven los personajes, a través de la ficcionalización de la oralidad éstos lo hacen por sí mismos en narraciones que se asemejan al testimonio y que producen en el lector la sensación de que aquello que lee no es el resultado del esfuerzo de un artista por lograr verosimilitud en su creación, sino que se trata de la transcripción de relatos orales de personas que desconocen la escritura o la emplean sólo con fines prácticos. La voz de los narradores no es fría y distante, como si fuera la de un hombre culto, distanciado y objetivo que expone situaciones que le son ajenas, sino que esta voz se mezcla y se confunde con la de los personajes.
La ficcionalización de la oralidad se ha constituido en una apuesta estética enmarcada en la concepción que parte de la negación de la superioridad cultural de unas comunidades en relación con otras, una actitud eminentemente antieurocentrista ratificada a partir de los textos de Fernando Ortiz -desde la perspectiva antropológica- que luego sirvió de sustento para fundamentar la teoría sobre la transculturación narrativa, emprendida por Angel Rama y ratificada en la actualidad por estudiosos de la literatura latinoamericana como Carlos Pacheco.
Mientras que la fetichización de la escritura es un rasgo que caracteriza a los miembros de la ciudad letrada, a los herederos de “la lengua pública y de aparato, que resultó fuertemente impregnada por la norma cortesana procedente de la península, la cual fue extremada sin tasa cristalizando en formas expresivas barrocas de sin igual duración temporal” (Rama. 1984: 4), la ficcionalización de la oralidad es uno de los rasgos que caracteriza la escritura de los narradores de la transculturación, más interesados en los usos populares de la lengua, en “la algarabía, la informalidad, la torpeza y la invención incesante del habla popular, cuya libertad se identificó (desde la perspectiva de los “letrados”) con corrupción, ignorancia, barbarismo” (Rama. 1984: 5).
Bibliografía
Lienhard, Martín. La voz y su huella: Escritura y conflicto étnico-social en América Latina (1492-1988). La Habana: Casa de las Américas. 1990.
Ortiz, Fernando. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Caracas: Biblioteca Ayacucho. 1978.
Pacheco, Carlos. La comarca oral. Caracas: La Casa de Bello: 1992.
Rama. Angel. La ciudad letrada. Hanover: Ediciones del norte. 1984.
________ Transculturación narrativa en América Latina. México: Siglo XXI. 1982.
Todorov, Tzvetan. La conquista de América. La cuestión del otro. México: Siglo XXI. 1987.
El hombre del realismo mágico, que tiene que ver con la realidad y las fantasías de la leyenda popular. El escritor del amor y de la soledad.
El cielo lo reciba con mariposas amarillas!