Los inteligentes descubren después de seis meses que Twitter no sirve para nada y se van, en tono arrogante nos explican -antes de despedirse en tono solemne y con un para siempre jamás- por qué la vida real real es más tangible y maravillosa que la vida virtual virtual. Se marchan convencidos de que nosotros, los enfermos, los adictos, los sin vida… deseamos con fervor ser tan valientes como ellos, los profundos, analíticos e intelectuales.
¿Vivir sin Twitter? ¡No! No podemos parar de tuitear, de leer y de interactuar con otros seres sentados moviendo los dedos sobre el teclado y viendo como aparecen las letras y las palabras en la pantalla.
Lo que esas mentes brillantes no saben es que toda la realidad es virtual y que comunicarse cara a cara no es tan placentero como nos han querido hacer creer. Las personas sensibles nos herimos con las conversaciones y el teclado nos brinda la posibilidad de comunicarnos sin que medie la cortesía, la paciencia y la obligación de quedarnos cuando quisiéramos marcharnos (desconectarnos) cuando se nos antoje, sin pensar en los sentimientos heridos de nuestros queridos amigos, los lectores de nuestros tuits o de nuestros enlaces que los conectan con otros mundos.
Escribir y leer en Twitter es escribir y leer, no le debemos ninguna cortesía a nadie, cuando nos hartamos de alguien lo dejamos de seguir y si nos mortifica su presencia lo bloqueamos, lo sacamos de nuestra vida para siempre, como cuando tiramos un libro a la basura o lo cerramos con risa burlona o con desprecio y pensamos: «Autor del libro, no me mereces, cállate, tal vez en el futuro tengas una nueva oportunidad conmigo, no tuviste la fortuna de que mis ojos se posaran sobre tus palabras…».
Hace seis meses hablé por teléfono en tono solemne con Tefi ❦ @Tefa_ sobre el tiempo perdido en las redes sociales, sobre la incomunicación, la soledad, sobre el exceso de información, la superficialidad… y casi lloramos añorando el pasado, la vida perfecta, la de antes de las redes sociales. Todo eso es pura bobería, ella y yo nos conocimos en Twitter, nos hemos visto una sola vez pero hemos aprendido mucho leyéndonos, leyendo a otros, a través de conversaciones privadas, correos electrónicos, llamadas y libros. Ella escribió un libro maravilloso, me lo envió por correo, yo lo leí y luego escribí sobre ella, sobre su libro y sobre su estilo. ¡mejor imposible!
Twitter no es la basura que creen despreciar las mentes brillantes, es mucho más que eso, tal vez a ellos no les ha ido tan bien como a nosotras.
Twitter sirve para insultar a los poderosos, para desenmascarar a los periodistas, para reírse en la cara de los «artistas», para conocer gente como Tefa y para conocer las noticias de la forma en que jamás serán presentadas por los medios.
Si Twitter no te sirve, si tu aristocracia no soporta esta herramienta el problema es tuyo, tu problema es cerebral o, te quedaste en el siglo XIX.
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