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El arte de no saber vivir

28 May

Me recuerdo como quien corriera un tramo por un sendero perdido, y luego volviera hacia atrás, sin hallar el dato definitivo que probara que aquél era un buen camino. Pendulaba a la deriva hasta el momento crucial en que le llegaba la decisión al alma, y entonces avanzaba a ella cualesquiera fueran las consecuencias.

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Carta abierta a los amigos de mis hermanos y a los amigos de mis sobrinos

20 May

Gracias a la suspensión de la cuenta de Twitter  (debido a que fue reportada  de forma masiva entre el lunes y el martes de la semana pasada según acuerdo definido por un líder a quien no le simpatizo y no me quiere ver escribiendo allá pero probablemente me lee aquí y deja comentarios desobligantes en algunas entradas), gracias a que cientos de personas decidieron ejercer la censura sobre mí, supe que me lee más gente de la que imaginaba y que muchos de esos lectores fieles y anónimos están dispuestos a ayudarme de alguna manera.

Me han hecho sentir como una noble damnificada.

Gracias a esa lamentable experiencia -la suspensión de mi cuenta de Twitter- vi cumplirse de manera palpable la frase popular que dice No hay mal que por bien no venga. La cuenta fue suspendida pero he recibido el apoyo y el afecto de muchas personas sobre las que no sabía nada. Apareció, por ejemplo, un compañero de bachillerato de uno de mis hermanos menores. El me lee en Twitter y leyéndome llegó a pensar si no sería yo la hermana de uno de sus compañeros de clase del lejano 1999. Gracias a sus conversaciones con mi hermano sobre las conversaciones que yo tenía con él en la casa y que luego él compartía entusiasmado con sus compañeros de colegio, el actual lector tuitero de esta pobre señora pensó si no podría ser la hermana de él, me dijo el nombre de mi hermano y, claro que sí, soy yo. Su compañero de clase  recuerda esas conversaciones, recuerda y aprecia todavía a mi hermano aunque lleva muchos años sin verlo y me aprecia un poco a mí gracias a la admiración que mi hermano manifestaba ante sus compañeros cuando era un joven estudiante de bachillerato. Él y yo, el amigo de la juventud de mi hermano, terminamos hablando a través de mensajes privados -precisamente en Twitter- con mi nueva cuenta  @ennsayista sobre esa bonita coincidencia.. Eran conversaciones sobre libros, claro, los mismos libros de que los suelo hablar en mi cuenta de Twitter. ¿No es eso hermoso y conmovedor?

Mi vida no está hecha de tragedias, pero este triste incidente -la suspensión de la cuenta de Twitter- me llevó a comprometerme más con la gente que me lee y confía en lo que escribo. Mis enemigos -si es cierto que tengo enemigos- me hicieron ver que también hay mucha gente que disfruta con lo que escribo y no creen que sea tan peligrosa como algunas personas pretenden creer que soy. Yo me veo como una persona más bien inofensiva.

Esas personas nobles, el amigo de mi hermano, por ejemplo, me han pedido que no me deje callar, que siga escribiendo en Twitter con otra cuenta, consideran que no voy por ahí dañando vidas sino desinflando egos, eso me han dicho varias personas de diferentes formas y es reconfortante saber que interpretan de ese modo la valoración que he hecho de algunos personajes públicos, escritores, periodistas, expertos en social media y emprendedores colombianos en la red en un tono que puede molestar a algunos, ilustrar a otros y divertir a muchos.

Lo real es el azar

4 Feb

El ser humano está constituido por tres entidades delimitadas y complementarias: el cuerpo (la materia), el alma (los sentimientos) y la mente (el intelecto o la racionalidad), también cuenta con la posibilidad de expresar lo que su condición conlleva a través del universal llamado lenguaje articulado, éste le brinda la posibilidad de expresarse a sí mismo tanto como al exterior; Si la exteriorización se realiza a través de la escritura el proceso puede llegar a ser más explícito que si se realiza a través de la oralidad debido a que la escritura permite tomar distancia de la propia experiencia, revisar permanentemente las propias reflexiones y explicar, a partir de la selección de las palabras más precisas, aquello que ha sido tan importante y, con un poco de esmero y paciencia, vale la pena narrar. Si cada quien hiciera de su propia experiencia un ejercicio restrospectivo con el solo propósito de aclarar los hechos ocurridos, si se atreviera a narrar por escrito cada detalle del camino que ha recorrido, es probable que pueda seguir caminando con menos incertidumbre y mayor responsabilidad, con la ilusión de que su vida es el resultado del cálculo, la perseverancia y la responsabilidad, que el tan anhelado proyecto de vida se ha materializado a través de una nítida línea recta que se dirige siempre hacia el infinito, la vida se constituye, entonces, en un plácido viaje a través de un paisaje en el que todo es bello y pefecto; si las cosas no van bien, en el sentido que han tomado el camino que no habíamos proyectado, se puede llegar a la triste y fácil consideración de que cada acto de la vida por minucioso y concreto que haya sido en el momento de ser sólo un proyecto, en un abrir y cerrar de ojos puede verse desfigurado o aniquiliado por designios del azar.

Al parecer, la base del equilibrio se funda en el amor: el amor al cuerpo expresado a través de ejercicio, la higiene, la nutrición; el amor al alma a través de la realización de valores como la sinceridad, la generosidad, el desinterés, el ánimo ante la adversidad, la búsqueda del placer, y, por último, el amor al intelecto, expresado a través de actividades que exigen la realización de procesos mentales con altos grados de concentración y abstracción a través de ejercicios como la lectura, la escritura, la elaboración de objetos, la apreciación de obras de arte. Quienes privilegian el amor hacia el cuerpo suelen descuidar el alma y el intelecto, quienes consagran su vida a perfeccionar el alma suelen despreciar el valor y los cuidados del cuerpo, quienes dedican la mayor parte de su vida a cultivar el intelecto, con frecuencia desprecian los placeres que brinda el cuerpo y el alma. Cuando la vida ha transcurrido bajo parámetros sólidos y bien delimitados en los que una de las tres dimensiones -cuerpo, alma o intelecto- ha entrado en conflicto con las demás porque se le han concedido demasiados privilegios, la crisis no se hará esperar, es la mejor manera de hacer manifiesto el abandono o la falta de equilibrio, entonces vendrá la desesperación, el cansancio, la depresión y la injusta o débil valoración de las propias cualidades, bajo estas condiciones el monje desprecia la vida, la modelo de pasarela desprecia la vida y el intelectual consagrado desprecia la vida; el monje sueña con ser modelo de pasarela, el intelectual quiere hacerse monje y a la modelo de pasarela se le antoja consagrarse como intelectual.

La vida puede concebirse como compromiso, carga, condena, placer o curiosidad, depende del momento en que se valore el hecho de estar vivo, del pasado y del presente; la intepretación de la propia vida siempre es subjetiva y la valoración que hacemos de la vida de los demás depende casi siempre de nuestra propia experiencia. Es poco lo que se puede hacer cuando se interpone el azar en la realización de los más grandes o altruistas deseos humanos, algunas personas se concentran en la tarea que han dado en llamar la razón, centro y fin de su vida, cuando más embebidos se hallan, consagrados a la realización de su proyecto personal, de pronto llega, sin avisar, de manera intempestiva y para alterar de manera radical algunos valores muy bien sustentados, el amor, la vejez, la enfermedad, las dificultades económicas, los desastres naturales y en el más desalentador de todos los casos, la muerte.