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Carta abierta a los amigos de mis hermanos y a los amigos de mis sobrinos

20 May

Gracias a la suspensión de la cuenta de Twitter  (debido a que fue reportada  de forma masiva entre el lunes y el martes de la semana pasada según acuerdo definido por un líder a quien no le simpatizo y no me quiere ver escribiendo allá pero probablemente me lee aquí y deja comentarios desobligantes en algunas entradas), gracias a que cientos de personas decidieron ejercer la censura sobre mí, supe que me lee más gente de la que imaginaba y que muchos de esos lectores fieles y anónimos están dispuestos a ayudarme de alguna manera.

Me han hecho sentir como una noble damnificada.

Gracias a esa lamentable experiencia -la suspensión de mi cuenta de Twitter- vi cumplirse de manera palpable la frase popular que dice No hay mal que por bien no venga. La cuenta fue suspendida pero he recibido el apoyo y el afecto de muchas personas sobre las que no sabía nada. Apareció, por ejemplo, un compañero de bachillerato de uno de mis hermanos menores. El me lee en Twitter y leyéndome llegó a pensar si no sería yo la hermana de uno de sus compañeros de clase del lejano 1999. Gracias a sus conversaciones con mi hermano sobre las conversaciones que yo tenía con él en la casa y que luego él compartía entusiasmado con sus compañeros de colegio, el actual lector tuitero de esta pobre señora pensó si no podría ser la hermana de él, me dijo el nombre de mi hermano y, claro que sí, soy yo. Su compañero de clase  recuerda esas conversaciones, recuerda y aprecia todavía a mi hermano aunque lleva muchos años sin verlo y me aprecia un poco a mí gracias a la admiración que mi hermano manifestaba ante sus compañeros cuando era un joven estudiante de bachillerato. Él y yo, el amigo de la juventud de mi hermano, terminamos hablando a través de mensajes privados -precisamente en Twitter- con mi nueva cuenta  @ennsayista sobre esa bonita coincidencia.. Eran conversaciones sobre libros, claro, los mismos libros de que los suelo hablar en mi cuenta de Twitter. ¿No es eso hermoso y conmovedor?

Mi vida no está hecha de tragedias, pero este triste incidente -la suspensión de la cuenta de Twitter- me llevó a comprometerme más con la gente que me lee y confía en lo que escribo. Mis enemigos -si es cierto que tengo enemigos- me hicieron ver que también hay mucha gente que disfruta con lo que escribo y no creen que sea tan peligrosa como algunas personas pretenden creer que soy. Yo me veo como una persona más bien inofensiva.

Esas personas nobles, el amigo de mi hermano, por ejemplo, me han pedido que no me deje callar, que siga escribiendo en Twitter con otra cuenta, consideran que no voy por ahí dañando vidas sino desinflando egos, eso me han dicho varias personas de diferentes formas y es reconfortante saber que interpretan de ese modo la valoración que he hecho de algunos personajes públicos, escritores, periodistas, expertos en social media y emprendedores colombianos en la red en un tono que puede molestar a algunos, ilustrar a otros y divertir a muchos.

Carta abierta a mis enemigos

18 May

A medida que pasa el tiempo más persona me dicen que tengo muchos enemigos, enemigos poderosos y peligrosos. No hay enemigos no peligrosos me acaban de decir. Me piden que me cuide, que camine con cautela, que vea por dónde voy y con quién hablo y yo no entiendo nada de lo que me dicen. Ustedes -quienes se hacen llamar mis enemigos- me confunden, me hacen sentir importante, como si fuera un político de izquierda o una periodista que investiga y divulga casos de corrupción.

Me paro ante el espejo, veo mi cara desabrida, mi porte de gente sin gracia y me cuesta trabajo creer que alguien como yo, una persona sin atributos, una mujer tan insignificante, una señora tan simple que no merece ni la mirada de un perro de la calle, tenga enemigos poderosos que no descansarán hasta darme el castigo que merezco.

Querido enemigo: no entiendo por qué estás tan ofendido. Si yo pudiera saber el motivo de tu ira y tu dolor haría lo que fuera por hacerla más soportable, porque sé que el sufrimiento no sirve para nada y no enaltece a nadie.

¿Qué es lo que tanto te molesta?

¿Es mi forma de escribir?

No hago nada más que escribir y ni siquiera soy escritora, no he publicado nada, no existo en las librerías ni en las bibliotecas. Sólo escribo aquí. No me hagas sentir importante, no me hagas creer que un mísero blog lleno de publicidad que le reporta ganancias al dueño del dominio -uno entre cientos de millones- es importante para ti y que por leer las tonterías que se me van ocurriendo mientras transcurren las horas muertas de mi mísero ocio tú decidiste ponerte la etiqueta de mi enemigo y a medida que pasa el tiempo tu ira se incrementa más y deseas una muerte lenta y dolorosa para mí.

No es elegante pensar en una  señora pobre, vieja, fea, sola, indefensa, residente de barrio popular, usuaria del Transmilenio y el SITP como tu objetivo militar.

Te invito a reflexionar.

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Mis enemigos van muy en serio

15 Feb

Ayer publicaron fotos mías dentro de un bus como diciendo tranquila que ya sabemos cuál es su ruta y la tenemos identificada y hoy en un comentario en este blog me pidieron que no jodiera más y me preguntaron qué me decían dos números telefónicos adjuntos. Son mis números de teléfono fijo y celular. Publiqué el comentario sin los números y le respondí amablemente al agresor.

El número del teléfono móvil se lo he dado a mucha gente, el del teléfono fijo a nadie, es una línea nueva, no tiene más de seis meses.

He recibido llamadas de números privados. No hablan, sólo oyen mi voz. ¿Qué viene después? ¿Tan peligrosa soy para la sociedad? ¿Quién está detrás de estos ataques tan directos y hasta dónde piensa llegar?

¿Estoy escribiendo la crónica de una muerte anunciada?

Carta a una enemiga inventada

31 Mar

No estoy feliz, este asunto ha sido más complejo de lo que te imaginas y gracias al escritor argentino que me confunde con alguien que no soy yo he tenido la fortuna de conocer un poco más a las personas que están cerca de mí, estoy asombrada ante el apoyo que me han brindado, de lo interesadas que están algunas almas nobles y generosas- que no parecen humanos sino ángeles caídos del Cielo o Hadas o Gnomos Buenos- en mi bienestar y en mi futuro. Te confieso que ha sido una experiencia conmovedora, he llorado de alegría varias veces durante los últimos cinco días, nunca antes había derramado tantas lágrimas. Gracias a este percance descubrí que hay mucha gente que cree en mí y está dispuesta a brindarme su apoyo y eso ha sido maravilloso. Claro, estoy feliz, dichosa de la vida.

Ha habido todo tipo de especulaciones sobre quién o quiénes están detrás de esta broma o este asunto descabellado y varias personas han usado la palabra enemigo, me han dicho que detrás de esta locura puede haber una persona que me odia, alguien de Colombia que contactó a don Francisco Antonio Cerón García para mortificarme la vida. Estas palabras: enemigo y odio me desconciertan porque no puedo creer que alguien se tome el trabajo de llamarse mi enemigo o de odiarme. ¡A mí! ¡Precisamente a mí! Sería excesivo sentir que tengo enemigos o que hay gente que me odia por lo que escribo aquí y en mi cuenta de Twitter, pero estamos en Colombia, el país en el que se puede llegar a odiar y a matar por cualquier tontería. Sé dónde estoy, no creas que me siento en El mundo de la Fantasía.

No ha sido divertido explicar ante personas formales esta historia absurda, pero debo reconocer que he aprendido un poco más sobre la condición humana y, como siempre, me asombro y tiemblo de emoción ante la bondad de algunas personas que me aprecian más de lo que yo esperaría; también sé -y eso me llena de tristeza y de desconsuelo-  que hay algunas personas felices celebrando porque dicen que se está haciendo justicia conmigo, un ser malvado. Me han dicho que estoy recibiendo de mi propia medicina, que esto es asunto del karma, un castigo divino, el Juicio en la Tierra del Dios Vengador…

Espero que no seas tú uno de mis enemigos, no valgo tanto como para que pueda ser la causa del insomnio o la gastritis de alguien que llega aquí y me lee por voluntad propia. Tú bien sabes que estás aquí porque lo decidiste, sabes bien que no te estoy pagando por leerme ni te puse en revólver en la cabeza para que dejaras un comentario.

Besos

 

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