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Adictos a la lectura

22 Sep

Está científicamente comprobado que leer es una adicción. La buena noticia es que los adictos a la lectura son los únicos adictos que no se hacen daño ni buscan ayuda para superar su adicción sino que a medida que pasa el tiempo son más adictos y se convencen de que leer ha sido la gran experiencia de su vida, la mejor por encima de cualquier otra porque la lectura enaltece y el placer no se agota nunca; al contrario, entre más leen más aman la lectura.

El adicto a la lectura no es formado por su entorno, por sus padres, maestros, colegas o amigos sino que surge de manera espontánea, es un ser nacido para leer que descubre los libros por sí mismo en el instante mismo en el que es consciente de que puede leer y escribir. Cuando el adicto descubre que puede leer frases del tipo amo a mi mamá, mi mamá me ama, mi mamá me mima, yo mimo a mi mamá,  el enano come banano… empieza a leer no no puede parar. Para cuando llena la hora de morir.

Carta abierta a un lector enamorado

9 Jul

Desde hace una semana un lector frecuente de este blog dejó varios comentarios, decía que envidiaba a Andrés, que le encantaría conocer a alguien como yo porque sería un privilegio. Para demostrarle que soy una señora de carne y hueso que desayuna, almuerza, come, duerme y trabaja como cualquier otro ser humano le pedí que me siguiera en Twitter y habláramos. Hablamos y se deshizo en halagos. Quería conocer mi voz y que yo conociera la suya, entonces pasamos a WhatsApp y oí su voz.

Hablamos durante cuatro o cinco horas y mi deseo era que entendiera que soy una persona común y el hecho de que escriba tan bien no me convierte en un ser sobrenatural. Para que viera que soy humana le dije que podríamos vernos algún día y tal vez podríamos llegar a ser amigos. Más allá de eso no porque vivimos en ciudades diferentes y tenemos muy pocos rasgos comunes. Para comenzar nos separan 18 años de edad y no quiero volver a relacionarme con hombres menores porque no quiero que me tomen por feminazi. Le conté varios detalles de mi vida privada para que me viera como la persona común que soy, ese detalle lo hizo sentir en una relación íntima y se ilusionó un poco más.

Hoy le dije que no deberíamos volver a hablar pero insistió. Tuve que bloquearlo y entonces decidió dejar comentarios en el blog diciendo que es un bobo. Sus últimos mensajes en Whatsapp fueron reproches, que mi nivel es muy alto para un hombre como él, que tengo razón al rechazarlo.

Es una situación muy incómoda, no lo voy negar.

No soporto la idea de que alguien se entusiasme o sufra por la señora que escribe aquí. Ni amor ni odio, esos sentimientos no deben tener nada que ver con la escritura. La gente no debería experimentar sentimientos gracias a la escritura sino por el trato directo con las personas, aunque escriban bien o no porque ese detalle no es tan importante en las relaciones humanas. La escritura es un oficio más y la gente que escribe también es humana, como todos los demás, no deben tener privilegios.

La escritura tiene muy poco que ver con la persona que escribe. Hay libros enteros sobre eso, la persona que escribe no debe ser confundida con la escritura y el escritor no debe usar su estatus de «artista» para tener un séquito de admiradores y para disponer del cuerpo de sus lectores sólo porque escribe muy bien. Eso no es justo y los escritores que confunden la escritura con el sexo son unos abusadores. Los lectores que convierten al escritor en objeto del deseo también están un poco confundidos porque el sexo no tiene nada que ver con la escritura. Lo mejor que se puede hacer con un texto escrito es leerlo y ya.

Con tanta censura me hacen sentir como Baudelaire en el prefacio a Las flores del mal

18 May

Este libro no ha sido escrito para mis mujeres, mis hijas o mis hermanas, las hijas o las hermanas de mi vecino. Dejo esta tarea a los que se muestran interesados en confundir las buenas acciones con el lenguaje bello.

Sé que el amante apasionado del bello estilo se expone al odio de las multitudes; mas ningún respeto humano, ningún falso pudor, ninguna coalición, ningún sufragio universal, podrán obligarme a hablar la jerga incomprensible de este siglo, ni a confundir la tinta con la virtud.

Ilustres poetas, hace tiempo que se repartieron las provincias más florecientes del terreno poético. Me ha complacido, y tanto más cuanto la tarea presentaba crecientes dificultades, extraer la belleza del mal. Este libro, esencialmente inútil y absolutamente inocente, no tiene otro fin que divertirme y estimular mi gusto apasionado por la dificultad.

Algunos han apuntado que estas poesías podrían dañar; no he sentido alegría por ello. Otros, almas buenas, que podían hacer bien; no me he afligido. El temor de unos y la esperanza de otros me resultan extraños y no han servido más que para probarme, una vez más, que este siglo había olvidado todas las nociones clásicas concernientes a la literatura.

Pese a los auxilios que determinados pedantes célebres han aportado a la natural estupidez del hombre, nunca hubiera sospechado que nuestra patria pudiera caminar a tal velocidad por la vía del progreso. Este mundo ha adquirido tal espesor de vulgaridad, que imprime al desprecio por el hombre espiritual la violencia de una pasión. Pero existen felices caparazones en los cuales el veneno no podrá jamás abrirse paso.

En un principio, acaricié la idea de contestar a las numerosas críticas, y explicar al mismo tiempo algunas cuestiones muy simples, totalmente oscurecidas por las modernas luces: ¿Qué es la poesía? ¿Cuál es su objeto? De la distinción del Bien y lo Bello; de la belleza en el Mal; que el ritmo y la rima obedecen en el hombre a imperecedoras necesidades de monotonía, de simetría, de sorpresa; de la adaptación del estilo al asunto; de la vanidad y el peligro de la inspiración, etc., etc.; sin embargo, cometí la imprudencia de leer esta mañana algunos papeles públicos; repentinamente, una lasitud como el peso de veinte atmósferas se abatió sobre mí, y me he visto paralizado ante la espantosa inutilidad de explicar cualquier cosa a quien fuese. Quienes saben, me pueden adivinar, y para los que no quieren o no pueden comprenderme, amontonaría en vano las explicaciones.

C. B.

Tomado de:

Las flores del mal, Charles Baudelaire. Bogotá: Oveja Negra. 1982.

Tipos de lectores de este blog

7 Feb

1. El que quiere ver los textos en un libro.

Hay un grupo de personas que cada vez que me ve cara a cara insiste en que escriba un libro. Un libro sobre un tema nuevo, un libro con los mejores ensayos, un libro con los textos que han generado más reacciones en los lectores, un libro de poemas… El caso es que sueñan con tener el libro en uno de los estantes de su biblioteca porque sienten que la pantalla no es el papel y leerme en papel sería todavía más emocionante que leerme en la pantalla porque la experiencia es diferente y porque al tener el libro se sentirían todavía más orgullosos de conocer a una persona que escribe muy bien y además publica libros.

2. El que no quiere ver los textos publicados en un libro.

Algunos lectores me ven como una rebelde absoluta, una persona valiente que no teme decir lo que muchos piensan pero no se atreven a denunciar por miedo o cobardía: la superficialidad, la mentira, la falsedad, la apariencia, la tontería… puros sentimientos humanos que nos envilecen como especie. Leen este blog con una mezcla de asombro y admiración. Les cuesta creer que siendo colombiana y conociendo la raza asesina, radical e ignorante que somos no tema ser atacada por un lector sensible. Cuando hablo con esas personas me preguntan por «mis enemigos». Es gente que se preocupa de verdad por mi integridad física y desea de todo corazón que no aparezca algún día alguien que decida prescindir de mí porque ha sido abordado en un texto o porque decidió solidarizarse con «las víctimas».

3. Lectores grupales de oficina.

Varias veces me han dicho que mis textos son leídos en voz alta y en grupo en las horas muertas en las oficinas. Una persona comparte el blog, otro se interesa, alguno oye sin querer y finalmente se crean grupos de lectores que gozan o sufren con la lectura de este blog después del almuerzo.

4. Los estudiantes de primaria, bachillerato y universidad.

He sabido de cursos enteros de niños, jóvenes y adultos estudiantes que me recomiendan, me admiran y se divierten con algunos textos. Niños de tercero de Primaria y estudiantes de doctorado. ¿Qué puedo decir? Es muy emocionante.

5. Los que no me quieren pero leen todo lo que escribo

Hay personas que me leen desde hace diez años o más, me odian y desean de todo corazón el peor final para mí. Son personas que le hacen seguimiento a cada uno de mis textos en este blog y en Twitter. Tienen buena memoria y están obsesionadas conmigo. Leen con atención y seguramente planean mi caída. Son personas que amenazan de muerte, crean cuentas falsas para atacarme y se llenan de motivos para convencerse de que le hago daño a la sociedad y es preciso prescindir de mí.

Ante estas personas seguiré asumiendo la misma actitud: no voy a investigar quiénes son, no voy a pedir ayuda a la policía, no me voy a exiliar, no voy a dejar de salir a caminar y de hacer lo que hago por miedo a un ataque directo. Lo peor que podemos hacer como seres humanos es vivir con miedo y además tengo claro que lo único que nos espera es la muerte. Si  mi destino es morir en manos de un lector obsesionado conmigo no puedo oponerme a su propósito.

No quiero concederme un estatus que no poseo, no quiero posar de víctima. Cada vez que me se pasa por la mente la idea de que puede haber un plan para deshacerse de mí lo único que se me ocurre es que si llegara a pasar me convencería de que en Colombia superamos los niveles de violencia a medida que pasa el tiempo y de manera mucho más contundente.

Es imposible no imaginarme la noticia narrada en un periódico como El Espacio:

Mataron a una señora insignificante, una pobre profesora hora cátedra que vivía en un barrio popular y se transportaba en buseta. La mataron porque escribía textos que no le gustaban a algunas personas en un blog gratuito, un espacio en el que podría escribir cualquiera.

Los seguidores no son nada porque la escritura lo es todo

19 Dic

En las redes sociales reina la gran tontería

La gente quiere muchos seguidores

Eso les da seguridad.

Lo que no saben es que los seguidores no son nada y la escritura lo es todo.

***

Los tuiteros que más me importan

– La gente para la que escribo con toda la pasión que me cabe en las manos-

– La gente a la que quiero seducir con simples palabritas-

Es la gente que me tiene bloqueada pero me lee,

Aquellos seres sensibles que no me siguen pero están leyendo este bello poema.

¡Sí!:

Tú, tú y tú.

***

Hay quien me lee en secreto

Hay quien me admira y sabe que no lo puede decir.

¡Eso me gusta!

Sentirme como una revista pornográfica en un salón de clase de niños de Grado Séptimo en 1976.

***

Me gusta convertirme en una droga para la gente,

Desarrollar sentimientos confusos.

Mi tuitero favorito es una especie de chico bueno en forma de usuario de redes sociales,

Un niño confundido

Un pobre ser que no tiene claro si me odia o si me ama,

Si me teme o si sería capaz de escupirme si se cruzara conmigo en alguna calle,

Si soy la más simple o la más inteligente.

La idea de despertar sentimientos extremos me seduce

No tiene sentido negarlo.

____

Ven, vamos, repitamos con Flaubert. Dime si a veces, cuando me lees en secreto te sientes como este pobre muchacho aunque seas hombre o mujer, joven o viejo, culto o ignorante:

Si alguna vez se enamora de ti un pobre muchacho que te encuentra hermosa, un chico como era yo, tímido, dulce, tembloroso, que te tiene miedo y te busca, te evita y te persigue, sé buena con él, no lo rechaces, dale solamente tu mano a besar; morirá de embriaguez. Pierde tu pañuelo, lo recogerá y dormirá con él; se revolcará encima, llorando.

El día del Juicio

4 Feb

¿Quién lee para llegar al final, por deseable que éste sea? ¿Acaso no hay ocupaciones que practicamos porque son buenas en sí mismas, y placeres que son absolutos? ¿Y no está éste entre ellos? A veces he soñado que cuando llegue el Día del Juicio y los grandes conquistadores y abogados y estadistas vayan a recibir sus recompensas -sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero-, el Todopoderoso se volverá hacia Pedro y le dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo: «Mira, ésos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles, han amado la lectura».

Virginia Woolf, en El lector corriente II.