Mil lectores en quince días y eso que nadie me conoce ni me quiere

19 Ene

Para comenzar, tres reflexiones de Virginia Woolf pocos años antes de morir, es decir, poco antes de 1941:

  1. Todo eso de ser tan distinguida y tan culta, es algo que hay que eliminar sin contemplaciones.
  2. No, decididamente no voy a escribir para las revistas que pagan mejor, de hecho, soy incapaz de hacerlo. De ese modo estoy poniendo diariamente en práctica Tres guineas.
  3. Las cartas me irritan. Ni una sola que sea desinteresada. Siempre piden algo: que hable, que escriba, que dé una conferencia, que vea a tales personas. Eso es la fama.
    Hay un ensayo famoso titulado: “Me he ganado la vida sin trabajar”. El autor habla de la escritura, de vivir de la escritura.

Fue un hombre feliz y realizado porque su gran placer consistía en escribir y además le pagaban por hacerlo, era una especie de emprendedor antes del emprendimiento, una excelente influencia para mí antes de la existencia de los influencers y de internet. Me eduqué para ser enemiga del trabajo y a lo largo de la vida he buscado libros que me ayuden a justificar el ocio, la aristocracia del alma, la vida sin tiempo, el cultivo del alma, la falta de interés por el dinero y la risa franca mientras escribo y mientras camino viendo sufrir a los demás.

Nuestro autor era un autor de otros tiempos, de la época en que no había internet ni redes sociales y sabíamos de la vida de los Grandes gracias a la publicación de sus Diarios y sus Cartas, los buenos tiempos en los que literatura se escribía con L mayúscula. En ese tiempo vender libros ya era un negocio pero no era un negocio tan grotesco como el que vivimos en el siglo XXI, el siglo de la incertidumbre, las redes sociales, las adicciones, la enfermedades mentales, la crisis ambiental, laboral y familiar, el caos en el transporte urbano y el límite más absurdo de consumo, viajes, apariencia y banalidad.

Las tres citas de Virginia Woolf son perfectas para pensar en mi propio proyecto de escritura y todavía no sé si mis decisiones radicales tienen algo que ver con la lectura del Diario de la autora de Una habitación propia y Tres guineas, dos libros que también fueron un gran influencia desde más o menos hace unos treinta años, o si le debo más en lo relacionado con mis ideas radicales a Schopenhauer, Pascal, Flaubert, Bernhard y Chandler, todos hombres, por supuesto. El hecho es que probablemente esos tres libros más la lectura de varias novelas de Virginia Woolf, más la lectura de varias biografías de más de mil páginas en las que narran los detalles minuciosos de la vida de Virginia Woolf, influyeron en buena medida en la idea que tengo de la escritura como negocio.

Escribo desde hace veinte años y mi gran orgullo y placer es simple: siempre ha sido gratis porque escribir es como amar y el amor no se cobra porque se convierte en prostitución, esa última reflexión se consolidó en mi vida leyendo a Ovidio y la afiné un poco más leyendo a Daniel Pennac. Para Daniel Pennac el amor y la lectura son gratis porque son placenteros, para mí es más placentero escribir que leer y por eso regalo la escritura, porque me parece vil cobrar por hacer lo que más me gusta.

Al Clásico del siglo XX le parecía elegante vivir de la literatura, a mí me parece más elegante vivir de la renta, la herencia o la docencia y esquivar como quien huye de la peste todo lo que tenga que ver con vender la escritura y venderse uno mismo como escritor, pensador o sabio en revistas, ferias y fiestas porque la escritura está completamente devaluada y cualquier persona escribe un libro con la ilusión no sólo de vivir de eso sino también para posar de artista.

Esta mañana leí este hilo envidioso de la escritora varada sobre la miseria que gana ella con su libro sobre la depresión y lo bien que le va a la influencer que gana 17 millones por cada historia en Instagram y me hice la siguiente pregunta:

¿Es más triste ser Margarita Posada buscándole pelea a la estrella de los niños porque no sabe nada de depresión o es más triste que la gente más influyente sea tan joven y no sean precisamente filósofos ni artistas sino gente bonita bien asesorada con un excelente plan de negocios?

Supongo que es mejor ser Luisa Fernanda W porque es muy joven, seguramente hace lo que le gusta y gana bien, es como nuestro autor clásico:

posada

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