Tag Archives: William S. Burroughs

La muerte es un aterrizaje forzoso

16 Sep

La sospecha, el miedo, la autoafirmación, las ideas preconcebidas inflexibles sobre el bien y el mal, los recelos y vacilaciones respecto a lo que puede parecer monstruoso desde el punto de vista humano: estas disposiciones anímica y corporal son catastróficas. Imaginad que sois el piloto de una sofisticada nave espacial y que os encontráis en un territorio desconocido. Si os quedáis paralizados, os ponéis tensos, os negáis a ver lo que hay ante vosotros, os derrumbaréis. Por el contrario, la credulidad y la receptividad sin sentido crítico son peligrosas casi en la misma medida.

Vuestra muerte es un organismo que vosotros mismos creáis. Si la teméis u os postráis ante ella, el organismo se convierte en vuestro dueño. La muerte también es un organismo proteico que nunca se repite textualmente. Siempre debe presentar un rostro conocido, pero con un tinte de sorpresa. Por este motivo, considero que los libros egipcios y tibetanos sobre los difuntos, con su énfasis en el ritual y a sabiendas de las palabras correctas, son deficientes por completo. No existen las palabras correctas. La muerte es un aterrizaje forzoso, en muchos casos un salto en paracaídas. El traqueteo del motor es alarmante. Miráis a vuestro alrededor en busca de un lugar para aterrizar. El paisaje es engañoso. Lo que desde el aire parece una extensión llana puede resultar ser unas arenas movedizas o una ciénaga. A la inversa, en una zona montañosa puede albergar un valle oculto o una meseta. Centrad vuestra atención. Observad con todo vuestro cuerpo. Escoged el sitio y aterrizad en la oscuridad. Apagón.

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Un virus sexual

31 Jul

Imaginemos, por ejemplo, un virus sexual. Enardece tanto los centros sexuales del cerebro posterior que el huésped se vuelve loco por el sexo y todos los demás pensamientos son borrados. Parques llenos de gente desnuda, frenética, cagando, meando, eyaculando y gritando. De manera que el virus puede ser maligno, eliminar todas las regulaciones y producir finalmente agotamiento, convulsiones y muerte.

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El puto Cosmos entero estalló a mi alrededor

28 Jul

Vi una estrella fugaz -aerolito- antes de entrar, y la luna llena, y el tipo me sirvió a mí primero -luego me tumbé esperando Dios sabe qué otra agradable visión y empecé a colocarme – y luego, creo que casi fue lo más fuerte y devastador que he sentido nunca. El LSD fue la Perfección pero no me metió tan profundamente, ni tan horriblemente… Sentí que me enfrentaba a la muerte… Me sentía como una serpiente vomitando el universo… La choza entera parecía atravesada por los rayos de presencia espectrales que sufrían una transfiguración al entrar en contacto como una única Cosa misteriosa que era nuestro destino y que antes o después iba a matarnos… Estaba asustado y me quedé allí tumbado mientras una oleada tras otra de miedo de muerte, de pánico, me pasaban por encima hasta que yo casi no podía soportarlo, no quería refugiarme rechazándolo como si fuera una ilusión, porque era demasiado real y demasiado familiar… El sufrimiento era tan grande que no podía soportarlo más, y cuando pensaba que faltaba más sufrimiento, y más profundo todavía, me desesperaba – me seguía sintiendo como un alma perdida…

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Una mirada lasciva de desnuda lujuria

25 Jul

En realidad, el rechazo de Moor estaba calculado para causar el máximo dolor posible, dadas las circunstancias. Ponía a Lee en el lugar de un marica odiosamente insistente, demasiado estúpido e insensible para ver que sus atenciones no tenían eco, llevando a Moor a la desagradable necesidad de trazar una línea…

Cuando Lee se apartó para ensayar su majestuosa reverencia a la antigua, lo que le salió  fue una mirada lasciva de desnuda lujuria, arrancada del dolor y el odio de su cuerpo necesitado y, al mismo tiempo, en doble exposición, la sonrisa de simpatía y confianza de un niño dulce espantosamente fuera de lugar, mutilado y sin esperanza.

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Un local lleno de maricones

18 Jul

En el barrio francés hay unos cuantos bares de maricones que por las noches están tan abarrotados que muchas locas tienen que quedarse en la acera. Un local lleno de maricones es algo que me horroriza. Van espasmódicamente  de un lado para otro como marionetas que colgasen de cuerdas invisibles, con una hiperactividad postiza que es la negación de lo vivo y de lo espontáneo. El ser humano vivo abandonó sus cuerpos hace muchísimo tiempo. Pero algo penetró en ellos cuando los dejó su inquilino originario. Los maricones son muñecos de ventrilocuo que se introdujeron en el cuerpo de su creador y usurparon su personalidad. Se sientan en un bar de locas con su cerveza en la mano y parlotean incansablemente moviendo sólo la boca mientras el resto de su cara de muñeco permanece rígido.

De vez en cuando pueden encontrarse personalidades intactas en esos bares, pero los que imponen su estilo son los maricones, y entrar en esos locales siempre acaba por deprimirme.

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Síndrome de abstinencia

17 Jul

Ver a Doolie con el síndrome de abstinencia era algo terrible. La envoltura de su personalidad había desaparecido, disuelta por las células hambrientas de droga. Vísceras y células, galvanizadas por una repugnante actividad, como la de una larva de insecto tratando de romper su capullo, parecían a punto de salir a la superficie. Su cara estaba borrosa. Era realmente irreconocible al mismo tiempo hundida y tumefacta.

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