En Colombia la televisión valió la pena hasta hace unos veinte años y por eso es tan fácil dejar de ver televisión, porque es una especie de suplicio para una persona con dos dedos de frente. Si me quisieran torturar bastaría con sentarme frente a un televisor durante quince horas y obligarme a ver la cartelera de televisión nacional: telenovelas, noticieros, realitis, programas de humor, transmisión de partidos de fútbol y quién sabe qué más tipo de esperpentos mediáticos que no me alcanzo a imaginar.
Pacheco y Gloria Valencia fueron grandes presentadores de la televisión colombiana, presentadores de la televisión colombiana no grandes escritores, filósofos ni escenógrafos, pero en este país olvidado de la mano de Dios “personalidades” como Pacheco y como Gloria Valencia son más reconocidos, aclamados, llorados y recordados que José Asunción Silva y Gabriel García Márquez. De Silva los colombianos saben muy poco o nada y de García Márquez saben que nació en Aracataca, ganó un premio nobel y lo asocian con la palabra Macondo pero no saben exactamente qué es Macondo ni por qué Colombia es como Macondo.
Con Pacheco y Gloria Valencia empezamos a ver a Jota Mario Valencia y los conocedores sabíamos que gracias a este presentador-personaje-patético-grotesco excesivamente molesto se venía el desastre que me obligó a renunciar a la televisión para siempre. Pasaron veinte años y Jotica seguía ahí, todos los días metido entre la pantalla adormeciendo, entreteniendo y humillando a la gente, posando de sabio, erudito, profundo y profeta. Jota Mario era un colombiano típico y por eso era tan amado, porque reflejaba lo que somos, nuestro nivel cultural, nuestro sentido del humor y la idea que tenemos del hombre y la mujer, de la elegancia y el triunfo, del mal gusto y el fracaso.
Uno quiere dejar de ver televisión para siempre pero en Colombia es imposible porque hay televisores en todas partes y ahí, en restaurantes, panaderías, centros comerciales, bancos… vi transcurrir la brillante carrera del hombre que Colombia llora desde ayer. Jota Mario es la síntesis perfecta de lo que somos, recoge los valores y el sentido del humor de todo un pueblo y es apenas comprensible que todo un país sienta que perdieron al hombre más valioso de los últimos tiempos porque los dueños del país saben que estos son los ídolos que su pueblo merece.
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