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Mundialización de la estupidez y las nuevas tecnologías

5 May

Del coeficiente intelectual del humano promedio no se puede esperar mucho, ni en 2130 ni en ningún otro momento de la historia antigua o reciente. Generación tras generación han venido aquí a reproducirse como cualquier animal y a poner en práctica todos los pecados y todos los delitos,  las pasiones viles, los deseos malos; han sido dominados por la avaricia, el odio, la gula, la pereza, la lujuria, la mentira, el desorden, la suciedad. No hay Dios ni norma que calme sus anhelos.

La miseria ha dominado siempre, no es un asunto nuevo, nada digno de asombro, lo que cambia es la forma y el nombre con el que asignamos la nueva forma de expresión del engaño que nos presenta el poderoso de turno, el ambicioso de poder o de dinero, el  que quiere reír  y ganar a costa de nuestra tontería.

En este momento crucial compartimos la estupidez universal gracias al poder de las redes sociales. No es que ahora la gente sea más estúpida, es, más bien, que ahora podemos contemplar  la estupidez a escala mundial, vivimos lo que soñamos cuando imaginábamos el futuro: la mundialización de la estupidez, los placeres múltiples que nos brindan las nuevas tecnologías y la industria del marketing.

Telefonía móvil. ¿Para qué necesita un imbécil un teléfono móvil?

¡Para que lo ubiquen!

¿Por qué necesita que lo ubiquen? ¿acaso quién es? ¿un político? ¿un millonario de los que aparecen en la revista Forbes? ¿un empresario? ¿Luis carlos sarmiento Angulo?

No, es un idiota promedio, pero, en vista de que todos tenemos teléfono móvil él también anhela tener uno, no puede parecer desactualizado, debe estar a tono con los nuevos avances tecnológicos. Además el teléfono móvil no es un simple teléfono, también tiene cámara incorporada, radio, videojuegos y redes sociales, todas las redes sociales; el teléfono móvil te permite estar conectado todos los días de tu vida, todas las horas de tu miserable existencia, puedes publicar fotografías, estados  de ánimo y muchos tuits.

A los internautas nos une la risa y la miseria existencial, somos simios risueños dominados por el vacío, gozamos a costa de la tontería ajena y la tontería propia, buscamos  con desesperación los videos y las fotografías más degradantes para degradar al imbécil que se expuso de la peor forma para hacerse notar, para ganar popularidad a costa de su miseria, de su vileza. Cuando nos reímos del imbécil de turno pensamos que nosotros no seríamos tan tontos como él, como ella, pero no somos superiores a ese imbécil, lo que nos falta es la audacia del tonto  para sobresalir en medio de millones de tontos que quieren ser el centro de atención para llenar un poco ese  vacío que los hace sentir miserables, solos ante la pantalla, disminuidos, ignorados, fuera del círculo de los famosos.