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La intimidad como espectáculo

9 Abr

En muy pocos libros se analizan los textos escritos que se producen hoy en la red por personas conocedoras del tema, por intelectuales interesados en textos de ficción en soporte web como parte de la historia de la escritura y de la literatura, como parte del estudio de temas tan actuales desde hace más de cincuenta años como son: la muerte del autor, el ocaso de la novela y el fin del arte.

Paula Sibilia, en La intimidad como espectáculo, nos presenta el triste panorama que estamos viviendo desde hace ya bastante tiempo en lo relacionado con el yo narrador, la figura del autor y  la creación de este autor, con las obras que produce, quién las produce, con qué propósito, quién las ve, cómo se exhiben, quién gana con la exhibición…

El libro está dividido en nueve partes:

El show del yo.

Yo narrador y la vida como relato.

Yo privado y el declive del hombre público.

Yo visible y el eclipse de la interioridad.

Yo actual y la subjetividad instantánea.

Yo autor y el culto de la personalidad.

Yo real y la crisis de la ficción.

Yo personaje y el pánico de la soledad.

Yo espectador y la gestión de sí como una marca.

Es un libro erudito que nos recuerda los textos más representativos de Walter Benjamin, Virginia Woolf, Marcel Proust, Friedrich Nietzsche y Guy Debord, entre muchos otros, en temas relacionados con procesos de escritura, figura del autor, materia para la narración, el arte de futuro, el comercio del arte, la preeminencia del arte sobre el artista y el propósito buscado por el autor en el momento de aventurarse en el ejercicio de la escritura o de cualquier otro tipo de creación.

 La sociedad del espectáculo, «La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica» y Ecce Homo se constituyen en los textos fundamentales a partir de los cuales se articulan las ideas centrales, que no son nada alentadoras y que en un lector culto y atento pueden llevarlo a replantear el papel que juegan sus textos en la red, en un blog por ejemplo, en un espacio tan banal como el soporto que uso para redactar y publicar esta reseña, precisamente.

La autora considera que los blogs y YouTube son los grandes soportes para crear historias y que casi todas las historias que se presentan en esos espacios son historias banales narradas por gente común que busca ser vista y leída y que para conseguirlo se valen de estrategias que en muchas ocasiones atentan contra su dignidad como seres humanos. A ellos no les importa, lo que de verdad importa es que los vean y los lean.

Los textos que circulan en la red son en su mayoría textos de gente común, personas que quieren ser visibilizadas, reconocidas y remuneradas, lo que esas personas no saben es que las usan. Hay una parte del libro relacionada con el trabajo de marketing que hay detrás de las grandes pequeñas figuras de la web, la gente que se siente triunfadora porque le sirve a una marca.

Hay un gran despliegue a lo largo del libro sobre la forma en que se ha perdido la obra para destacar la figura del autor, ya no importa qué se escribe sino quién lo escribe y qué se sabe de esa persona, especialmente sobre su vida privada. Los lectores y espectadores no esperan historias bien narradas sino hechos reales de gente común, gozan viendo cómo se va narrando una vida, no importa de quién sea, y quieren conocer muchas vidas, no sólo una. Y una vida narrada da paso a otra vida y no hay cuándo parar porque todos los días en los blogs y en YouTube podemos presenciar historias nuevas y eso es lo que busca quien exhibe su vida y quien la contempla: exhibirse como se exhibe otra gente en los programas de televisión más escabrosos que todavía mucha gente sigue tomando en serio mientras los ve. No importa que la imagen personal se deteriore, lo que de verdad importa es capturar lectores y espectadores y sentirse famoso.

La autora no habla mucho de Facebook ni de Twitter y es una verdadera lástima porque es un hecho que son esos espacios los que tienen capturados y perdidos a más seres humanos que se toman por famosos y dan cuenta de su vida privada sin respetar límites. En el libro sólo se menciona a un autor colombiano: Efraím Medina y su desnudo frontal en Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, pero es evidente que algunos autores colombianos han llegado mucho más lejos y han caído mucho más bajo. Lo que Carolina Sanín hace en YouTube, por ejemplo, es mucho más lastimero que cualquier desnudo frontal de un hombre en la carátula de un libro, más cuando se trata de una persona que, se supone, sabe bastante de escritura, lectura, literatura, interpretación, manejo de la imagen…

¿Vale la pena leer el libro? ¡Por supuesto!

Si usted ha expuesto un poco su imagen y quiere entender por qué no vale la pena hacerlo este libro es para usted.

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Títulos, viajes y libros

13 Mar

Tengo en mis manos el libro titulado El hombre en las redes de las nuevas tecnologías. Aportes a la disolución del enfrentamiento hombre-técnica, de Andrea Cortés-Boussac. Un libro pretencioso que no terminé de leer porque mi paciencia tiene límites.

La autora es filósofa de los Andes y doctora en filosofía de la Freie Universität de Berlín (Alemania, aclara ella), parece que allá conoció a su esposo ilustre, a quien dedica su libro agradecida por haberla sacada de la ignorancia en la que estaba sumida. A su esposo Etienne, a su hija Sophie y a su maestro Andrew Feenberg, quien fue discípulo de Marcuse, quien fue discípulo de Heidegger.

Andrew Feenberg se deshace en elogios al libro de Andrea Cortés-Boussac, quien se deshace en elogios a la obra de Marcuse y Heidegger, parece que Andrea parte del presupuesto de que en la universidad se gestan las grandes ideas y que el cuatrinomio Cortés-Boussac-Feenberg-Marcuse-Heidegger es apenas lógico: los maestros preparan a los discípulos para que dominen la materia y den cuenta de que en la universidad surgen las grandes ideas, las más revolucionarias.

En el libro son fundamentales los títulos, los cargos y los reconocimientos académicos de la autora y de quien presenta el libro de la autora y se presenta la obra y la figura de Heidegger como si se tratara de El Más Sabio de los hombres. Se usan las grandes ideas del Maestro para saber si cuando una persona usa su cuenta de Twitter o de Facebook se trata de un hombre, un ser, un ser humano, un ente, un humano, un sujeto, una persona, una cosa, un zombie… Lo más gracioso de todo es que la autora se rompe la cabeza tratando de explicar la tonterías que el Maestro explicó de manera confusa (para que las entendiera sólo él mismo) y la susodicha ni siquiera tiene perfil en las redes sociales, es una completa nulidad en el manejo de estos espacios.

¿Por qué se publican este tipo de libros?

¿Quién lee este tipo de libros?

¿Qué sentido tiene usar la obra de Heidegger para explicar algo tan tonto como la experiencia de los usuarios en las redes sociales?

¿Qué sentido tiene viajar desde Bogotá hasta Berlín, perder varios años de la vida allá para terminar escribiendo babosadas del tipo?:

«Esto no quiere decir que el hombre esté preso de la tecnología porque según esta interpretación seguiría primando el esquema sujeto-objeto. Bajo este esquema no se explica el mundo en redes, más que como una suma de objetos que afectan al sujeto, pues, en determinados casos éste ya no los puede dominar. Por el contrario, la propuesta heideggeriana de «In-der-Welt-sein» (ser o estar en el mundo) envuelve hombre y mundo en una unidad con diferentes dimensiones que no la descomponen, sino la exponen mejor y la enriquecen». (página 35).

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La delicadeza, de David Foenkinos

5 Feb

A pesar de que tantos novelistas intentan ser graciosos cuando narran sus historias pocos lo logran, no es fácil abordar la cursilería ni la crítica al Arte Moderno de manera divertida, tampoco es frecuente estar a la caza de palabras lindas y terminar una novela con un buen balance. En La delicadeza abunda el humor fino -el humor que hace reír de verdad- también nos recuerda la melancolía, la tontería y la dulzura del Amor Verdadero, se burla muy bien del Arte Moderno y nos regala hermosas palabras, empezando por la palabra del título: delicadeza.

Delicadeza es una palabra delicada como naturalidad, elegante, tranquilo, belleza, felicidad, melancolía, malva, solícito, respetuoso, fiel. La delicadeza es abundante en palabras bellas, el repertorio seleccionado por David Foenkinos es de colección, tanto como algunas citas de Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso o como en un ensayo sensible de carácter literario o psicológico sobre amor, melancolía y locura amorosa.

Quien siente en La delicadeza también es un enamorado:

«En pleno corazón de tanta soltura, de pronto lo asaltó un sentimiento que iba a estropearlo todo: sintió que lo embargaba la melancolía.

Al principio, fue una nubecita de nada, como una forma de nostalgia. Pero no, mirándola de cerca, se podía discernir el aspecto malva de la melancolía. Y mirándola desde más cerca todavía, se podía ver la verdadera naturaleza de una auténtica tristeza. De buenas a primeras, como una pulsión morbosa y patética, se hizo consciente de la vacuidad de esa velada».

La historia es sencilla: un hombre aborda a una mujer en la calle, conversan, se enamoran y se casan, a los siete años él muere atropellado por un carro un domingo cualquiera mientras su esposa lee un libro de autor ruso que no es Dostoievski ni Tolstoi. La mujer pasa tres años de dolor intenso y mientras supera el dolor dos hombres disputan su cariño, ella escoge al más insignificante según los estándares vigentes y el poderoso intenta separarlos; la pareja de recién enamorados huye y la novela termina en un juego de escondidas en el jardín de la casa de la abuela de la enamorada la mañana siguiente a la noche en que inició su inocente experiencia erótica:

«Sabía sólo que era el momento, y que en esas situaciones, quien decide es el cuerpo. Markus estaba ahora sobre ella. Y ella se aferraba a él.

Las lágrimas resbalaron por sus sienes. Él besó sus lágrimas.

Y de esos besos nacieron otras lágrimas, esta vez las de Markus».

La delicadeza se goza más si se han acumulado experiencias amorosas delicadas, si se goza con la lectura de novelas melancólicas, si se han leído y sufrido textos como Werther, Duelo y melancolía y Fragmentos de un discurso amoroso, si se han pasado horas contemplando Melancolía de Durero y se han leído los textos sobre la melancolía de Walter Benjamin y Susan Sontag, es una novela para sonreír recordando locuras de juventud a nivel emocional e intelectual. También es una novela sobre la tristeza, el presente y la felicidad, un libro de autosuperación en el mejor sentido de la palabra.

Foenkinos, David. La delicadeza. Bogotá: Planeta. 2011. 218 páginas.

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