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La verdades de George Orwell que nadie quiere poner en práctica en el fin de los tiempos

26 Jun

No se puede ser católico y mayor de edad.

Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano.

Los mitos que son creídos tienden a convertirse en verdaderos.

Los mejores libros son los que nos dicen lo que ya sabemos.

Opino que a los cincuenta cada uno tiene la cara que se merece.

Quizás uno no deseara tanto ser amado como ser comprendido.

Todo ocurre en la mente y sólo lo que allí sucede tiene una realidad.

Una visión horrible: Era un cerdo caminando sobre sus patas traseras.

La publicidad es el repiqueteo de un palo dentro de un cubo de basura.

La libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quieren escuchar.

En un tiempo de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario.

Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una lucha constante.

¿Qué conocimiento tenemos de nada si no es a través de nuestro propio espíritu?

Es imposible fundar una civilización sobre el miedo, el odio y la crueldad. No perduraría.

Dejar pasar los días y las semanas, devanando un presente sin futuro, era lo instintivo.

Los hombres sólo pueden ser felices cuando no asuman que el objetivo de la vida es la felicidad.

Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír.

Podríamos darnos cuenta un día de que los alimentos en conserva son armas más mortíferas que las ametralladoras.

No querían que la riqueza fuese repartida; si la riqueza llegara a generalizarse, no serviría para poder distinguir a nadie.

No habrá risa; no habrá arte; ni literatura ni ciencia; sólo habrá ambición de poder, cada día de una manera más sutil.

Haced desaparecer al hombre de la escena y la causa motivadora de nuestra hambre y exceso de trabajo será abolida para siempre.

Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes.

Olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria y luego olvidarlo de nuevo.

Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas.

Lo más característico de la vida moderna no es su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido.