Tag Archives: Emily Dickinson

El mundo es su habitación

15 Jul

La casa tiene una extraordinaria importancia en su poesía. No sólo como fuente de un léxico muy particular y como elemento referencial último de muchos de sus poemas y cartas, sino como el ámbito finito, cerrado, seguro y concreto en el que tienen lugar los hallazgos y los experimentos del yo poético. Para ella, la casa era el microcosmos por excelencia, el mundo en el que todo cabía. Poseía también un valor espacial, teatral y dramático.

A veces el ámbito se limitaba de tal manera que el espacio doméstico se circunscribe simplemente a su propia habitación, convirtiéndose ésta en una especie de escenario imaginario del poema, de pretexto arquitectónico de la sintaxis del mismo. La relación del yo con el espacio circundante, y la relación entre lo interior y lo exterior, como categorías fundamentales en su fenomenología poética, van a estar siempre presentes en sus poemas. En efecto, para Emily Dickinson el mundo es su habitación.

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¿Cómo vive la mayor parte de la gente sin pensamientos?

20 Nov

Cómo vive la mayor parte de la gente sin pensamientos. Hay mucha gente en el mundo (usted lo debe haber notado en la calle). Cómo viven. Cómo sacan fuerzas para vestirse por las mañanas.

Emily Dickinson

Las preguntas que se hace la artista son preguntas nada tontas. Yo también me las hago (sin ser artista y sin ser famosa) y no encuentro ninguna respuesta. Sólo encuentro (pobre corazón atormentado) amenazas de muerte y de ataques con ácido en la cara. Me tienen prohibido preguntar.

Mi miseria consiste en que a pesar de los peligros que me acechan no puedo parar de hacerme las mismas preguntas y no se me pasa por la mente que pueda ser peligroso, que pueda haber alguien esperándome en la calle para -en el momento menos esperado- acabar conmigo o  dejarme un recuerdo en la cara para que aprenda a respetar.

¿A respetar a quién?

¿Quién se merece respeto en un país como Colombia?

A pesar de las frases amenazantes que retumban en mi cabeza, frases del tipo: «en cualquier lugar puede estar el que le va a lavar la cara con acido hagalo una vez mas y le juro que le hago joder esa jeta asquerosa ni una mas gonorrea», a pesar de ese mensaje cargado de odio no sé ser precavida en la ciudad del miedo, no puedo parar de sonreír mientras camino  y saludo a la gente, porque camino por calles por donde transita  gente que me conoce y cree que soy una persona jovial.  Y lo soy. Mi agresor debería conocerme en persona o conversar conmigo durante veinte minutos y pensar mientras ve mi mirada y oye el tono de mi voz si Bogotá sería una mejor ciudad sin mí.

No me atrevo a ir a la estación de policía a decir que tengo miedo ni me atrevo a caminar con precaución para despistar a la persona que me persigue para saber si me estoy comportando a la medida de su deseo y su gusto.

Me cuesta mucho creer que una persona que me lee puede llegar a atentar en contra mía. Si lee es porque le interesa lo que escribo y si no le interesa o no le gusta debería ignorarme y ya. Si mi nuevo agresor lo piensa bien debe admitir que soy una persona común que pasa la mayor parte de su miserable vida leyendo y escribiendo. ¿Cuál es mi delito? ¿Escribir sobre las estrellas de la farándula? ¿Por eso me van a echar ácido en la cara? ¿Tanto vale y tan importante es esa gente?

¿Qué tipo de preguntas se haría Emily Dickinson si tuviera cuenta en Facebook, en Twitter y en Instagram?

¿Cuántos amigos tendría en cada red?

¿Iría a Juan Valdez con sus amigos?

¿Estaría dichosa en las redes sociales?

¿Qué pensaría de los viajes en Transmilenio si fuera bogotana?

¿Cómo podría hacer la vida tolerable con tantos amigos en cada red social sin sentir que no le falla a ninguno y que a medida que aumenta la cifra es menos auténtica? 900 en total, 300 en cada red (sin contar los contactos en WhatsApp).

¿Sería un troll o un fake?

¿La censurarían?

¿La amenazarían de muerte y de ataques con ácido en la cara por escribir lo que piensa en un blog como este?

¿Qué pasaría si escribiera frases como las que leerán a continuación en su cuenta de Twitter con nombre propio y foto real?

¿Ya estaría muerta?

¿La buscarían para matarla o para decirle que la admiran?

¿Por qué esta mujer tan insignificante tiene tanto que decir sobre el siglo XXI?

Son muchas preguntas y ninguna respuesta:

La vida es para dos. Nunca para un comité.

La verdad es algo tan infrecuente que es preciso decirla.

Mi vida ha sido demasiado sencilla y austera como para turbar a nadie.

Siempre hay una cosa por la que estar agradecido -y es que uno sea uno mismo y no otro.

Uno aprende, cuando se hace viejo, que ninguna ficción puede ser tan extraña ni parecer tan improbable, como lo sería la simple verdad.

Si leo un libro y hace que mi cuerpo entero se sienta tan frío que no hay fuego que lo pueda calentar, sé que eso es poesía. Si físicamente me siento como si me levantasen la tapa de los sesos, sé que eso es poesía. Esta es la única manera que tengo de saberlo. ¿Hay alguna otra?

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Virginia Mayer es Bukowski con vagina

22 Ago

No voy a describir de nuevo a Virginia Mayer porque estoy harta de hacerlo, siempre que escribo un post en este blog sobre ella pienso que es el último porque más bajo no puede caer y siempre termina demostrándome que sí puede caer más bajo, tiene el poder de superar sus propios niveles de autodegradación, miseria personal y tontería.

Anoche un tuitero generoso me contó a través de un mensaje privado que Virginia Mayer ahora se autodefine como Bukowski con vagina. No lo podía creer, revisé sus tuits y es verdad. Primero escribió que no le gusta la poesía porque no la entiende, después siguió una cuenta de frases de Bukowski y a los dos o tres días se proclamó como la reencarnación de uno de los poetas norteamericanos más originales de todos los tiempos: Charles Bukowski.

Que una mujer diga que ella es Bukowski con vagina es tan absurdo y descabellado como que un hombre diga que él es Emily Dickinson con pene. Bukowski sólo puede ser concebido en el cuerpo de un hombre, en el cuerpo de ese hombre excepcional llamado Charles Bukowski y Emily Dickinson sólo puede ser pensada en el cuerpo y con la características de esa mujer única en la historia de la literatura: los dos, hombre y mujer, son personas y poetas excepcionales. 

Virginia Mayer es como Bukowski pero con algunas variaciones:

1. Es una mujer gorda muy desagradable que se expresa a través de un español muy pobre.

2. Es una zalamera profesional, le gusta congraciarse y recibir favores de los «poderosos» e «influyentes» de los medios y la literatura colombiana (usa su cuenta de Twitter para establecer contactos, encontrar trabajo y comer gratis).

3. Lucha por encontrar el amor y la aceptación de los tuiteros a través de todas las formas de autodenigración (está en un tratamiento para adelgazar y exhibe sus avances).

4. Hace experimentos para la revista SoHo con la intención de saber cómo tratan a una gorda fea.

5. Felicita a personalidades como Salud Hernández y Gustavo Gómez por sus hermosas fotos de perfil.

Me cuesta creer que tenga una idea tan deformada de Charles Bukowski, no encuentro ninguna similitud entre los dos por más que me esfuerce.

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Vamos a hacer un ejercicio:

Copiaré una selección de tuits recientes de Virginia Mayer y luego haré lo mismo con algunas frases de Bukowski que podrían convertirse en tuits. Entre todos decidiremos si ella es la reencarnación del buen hombre o no lo es:

Los tuits de Virginia Mayer:

1. Uepa, , te ves muy guapa en esa foto!

2.  Qué maravilla de foto.

3. Mi superpoder es soportarte.

4. A mí por qué no me invitan a lanzamientos de marcas de whisky y a fiestas de revistas, es porque me río muy duro?

5. Mi amor por ti va en bajada.

6. Mi virginidad ya tiene dueño. Tú sabes quién eres.

7. Ya se dieron cuenta que estoy dedicada a ser la Bukowski con vagina? Mi carrera es una vil imitación.

8. Mi nivel de mamacita era XL. Ahora soy L pero sigo siendo mamacita.

9. Al único poeta que entiendo es a Charles Bukowski.

10. Gente muy interesante en la Fiesta del Libro en Cúcuta: Mario Jursich

11. Cobro por pintar las uñas porque tengo que mantener mi hogar. Y cuando digo hogar, me refiero a mi museo de esmaltes.

12. A mí no me gusta la poesía básicamente porque no la entiendo.

13. Para mañana, sin falta, espero una campaña en contra de la gente que se baña en piscinas.

14. El oscuro abismo entre un jajajajaj y un Ja. Ja. Ja.

15. Mis viejos me educaron y yo me deseduqué.

16. Enamorarme de ti. Creer que no, pero sí.

17. Before and after. Cinco meses de tratamiento y dieta con . 13 kilos menos, faltan 19.

18. Paris Hilton es una guisa del Only.

19. La vida es eso que pasa mientras no comes pan con mantequilla, Nucitas, Nutella, cupcakes, french vanilla frosting y chocolate chip cookies.

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Si Bukowski estuviera vivo y fuera tuitero escribiría más o menos así:

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1. Si quieres saber quiénes son tus amigos, haz que te metan en la cárcel.

2. Un intelectual dice una cosa simple de un modo complicado; un artista dice una cosa complicada de un modo simple.

3. El culo es la cara del alma del sexo.

4. Tan preocupado está mi amigo por desgajar de mis huesos la carne de mi alma que apenas parece pensar en su propia existencia.

5. Eso es todo lo que hace la gente, juegos de niños. Van del coño a la tumba sin que les roce siquiera el horror de la vida.

6. Traté de convertirte en mujer pero no eres más que una puta.

7. Si hubiera nacido mujer hubiera sido prostituta. Como había nacido hombre, anhelaba mujeres, cuanto más guarras mejor.

8. Las buenas mujeres me daban miedo porque a veces querían tu alma y lo poco que quedaba de la mía quería conservarlo para mí.

9. Es por culpa de mi niñez, sabes. Nunca supe lo que era el amor…

10. Ahora, después de décadas, era un escritor con escritorio. Sí, sentí el temor, el temor de volverme como ellos.

11. A mí cada vez que alguien me hablaba me entraban ganas de tirarme por la ventana o de escapar en el ascensor.

12. Si el mundo dura hasta el próximo siglo ahí estaré yo todavía, pero los viejos críticos estarán muertos y olvidados.

13. Aquella electricidad hedionda que continúa propagando la fealdad de la especie a lo largo de inútiles centurias.

14. Coge la familia, mézclala con Dios y la nación, añade diez horas de trabajo diario y tienes todo lo que necesitas.

15. Cuidado con aquellos que buscan constantes multitudes; no son nada solos.

16. Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo.

17. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos.

18. Nunca sentía soledad; cuanto más separado de la especie humana se encontraba, mejor se sentía.

19. La gente que cree en la política es como la gente que cree en Dios: soban aire con pajitas torcidas.

20. El alma libre es rara, pero la identificas fácilmente cuando la ves.

21. El hombre ha nacido para morir. ¿Qué quiere decir eso? Perder el tiempo y esperar.

22. Por supuesto que es posible amar a un ser humano si no lo conoces demasiado.

23. Estaba horrorizado con la vida, con lo que un hombre tenía que hacer simplemente para comer, dormir y mantenerse vestido.

24. Cuando bebía el mundo aún estaba allí afuera, pero por el momento no te tenía agarrado del cuello.

25. Me levanté y fui hacia el jodido cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice.

26. Casi siempre lo mejor de la vida consiste en no hacer nada en absoluto, en pasar el tiempo reflexionando, rumiando todo ello.

27. Yo no analizo jamás, me limito a reaccionar… yo ando con todos mis prejuicios.

28. Al carajo con la verdad. El estilo es más importante: cómo hacer una por una cada cosita.

La verdad sobre la verdad

17 Abr

La verdad es algo tan infrecuente que es preciso decirla, dijo Emily Dickinson, pero qué es la verdad, es tan fácil especular sobre la verdad y la mentira…

Dijo también: Nunca intenté levantar palabras que no puedo sostener y tenía razón: a lo largo de su vida se esforzó por ser fiel a su naturaleza. Para la mayoría de los lectores y críticos esta mujer excepcional sigue siendo una loca virgen solterona frustrada que no se realizó en la vida como nada, ni siquiera como mujer. No llegó a ser una empresaria exitosa como Shakira ni como Jennifer Lopez. Veía duendes, hadas, ángeles y gnomos. Hablaba con ellos y hablaba también con su perro, pero no eran conversaciones estúpidas como las de los amos con sus mascotas de apartamento alquilado de nuestro tiempo, no, se trataba de algo mucho más complejo, profundo, poético y sofisticado. Y lo más seguro es que el perro comprendía a la señora virgen que siempre caminaba con una flor en la mano y corría como una niña vestida de blanco por el bosque buscando seres de fantasía:

Cuando frecuentaba el Bosque de Pequeña, me decían que una Serpiente podría picarme, que podría coger una flor venenosa o que los Duendes me podrían raptar, pero continué yendo y no encontré sino Ángeles, mucho más tímidos ante mí de lo que yo pudiera sentirme ante ellos.

Oigo petirrojos a lo lejos y carretas a lo lejos y ríos a lo lejos, y todo se me aparece como apresurándose hacia algún sitio no desvelado para mí.

También dijo Emily Dickinson:

Siempre hay una cosa por la que estar agradecido -y es que uno sea uno mismo y no otro.

Uno aprende, cuando se hace viejo, que ninguna ficción puede ser tan extraña ni parecer tan improbable, como lo sería la simple verdad.

No nos dice qué es la verdad pero aspira a ella y ese detalle la convierte en un ser admirable. Se puede aspirar a llegar a la Verdad a través del arte, la ciencia o el misticismo, no a través del periodismo, la historia, la politología o el derecho. Hay periodistas, especialmente periodistas, que se autodefinen como Perros guardianes de la verdad, sí, perros guardianes de la verdad. Aquí no vamos a hablar de periodismo, no vamos a caer tan bajo.

***

Ahora Pascal, el gran físico filósofo que fue tomado por un simple cristiano desquiciado por las mentes brillantes de su tiempo y por otras que vinieron después. Pocos lectores han logrado comprender la hondura del pensamiento de Pascal, Pierre Bourdieu es una de esas excepciones. A partir de su comprensión pudo conferirle a la sociología un estatus que nadie le había concedido antes.

Pascal también aspiró a la verdad, pero no era tan optimista ni tan atrevido como los historiadores y algunos periodistas que trabajan para un medio, propiedad de un banquero español.

Así reflexionaba Pascal, el fanático:

La suprema adquisición de la razón consiste en reconocer que hay una infinidad de cosas que la sobrepasan.

No veo sino infinitos en todo, que me encierran como un átomo, y como una sombra, que no dura sino un instante y ya no vuelve.

No es bueno que el hombre no vea nada; no es bueno tampoco que vea lo bastante para creer que posee; sino que vea tan sólo lo suficiente para conocer que ha perdido. Es bueno ver y no ver; esto es precisamente el estado de naturaleza.

Si hay Dios es infinitamente incomprensible, puesto que, no teniendo ni parte ni límites, no tiene ninguna relación con nosotros; somos, pues, incapaces de conocer cómo es, ni es siendo así ¿Quién osará proponerse resolver esta cuestión? No nosotros, que carecemos de relación con él.

¿No está más claro que el día que sentimos en nosotros mismos los caracteres imborrables de la excelencia? ¿Y no es verdad también que experimentamos constantemente los efectos de nuestra deplorable condición? ¿Qué nos clama pues, este caos y esta confusión monstruosa sino la verdad de estos dos estados, con una voz que es imposible resistir?

Yo no sé quién me ha traído al mundo, ni lo que es el mundo, ni lo que soy yo mismo. Permanezco en una ignorancia terrible de todas las cosas. No sé lo que es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma, ni esta parte de mí mismo que piensa lo que estoy diciendo y que reflexiona sobre todo, y sobre sí misma, y que, por otra parte, no se conoce tampoco. Veo estos espantosos espacios del Universo que encierran, y me encuentro ligado a un rincón de esta vasta extensión , sin que sepa por qué estoy colocado en este lugar y no en otro, ni por qué este poco tiempo que me es dado vivir me ha sido asignado a este punto, y no a otro, de toda la eternidad que me precede y de toda la que me sigue.

***

Nietzsche va un poco más allá que Pascal y que Emily Dickinson. Se instala en lo que más tarde plantearía Ferdinand de Saussure y algunos filósofos del lenguaje. Es la palabra la que nos lleva a ocultar la verdad, es la mentira, la falsedad, la maldad y el disimulo, la humanidad… es la convención, la comodidad y el miedo lo que nos lleva a engañarnos a conciencia y a engañar a los demás. Y sin embargo, a pesar de Nietzsche y de la filosofía del lenguaje, hay quien se atreve a defender con uñas y dientes ¡En pleno siglo XXI! la revelación de la verdad, la verdad revelada. Sienten -gracias a su formación universitaria- que la bella palabrita se manifiesta  en un trabajo de investigación financiado por Colciencias que será publicado posteriormente en una revista indexada que hará todavía más respetables a sus autores.

Con ustedes: Nietzsche, el loco.

Si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro volante de este mundo.

Todo lo que eleva al hombre por encima del animal depende de esa capacidad de volatilizar las metáforas intuitivas en un esquema; en suma, de la capacidad de disolver una figura en un concepto.

Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.

El hombre desea la verdad en un sentido análogamente limitado: ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos.

La omisión de lo individual y de lo real nos proporciona el concepto del mismo modo que también nos proporciona la forma, mientras que la naturaleza no conoce formas ni conceptos, así como tampoco ningún tipo de géneros, sino solamente una x que es para nosotros inaccesible e indefinible.

Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibe “formas”, su sensación no conduce en ningún caso a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas.

¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes.

***

Hay una literatura que se hace llamar La literatura de la verdad y se vende como la saga de Harry Potter. Los autores se deben proclamar fieles discípulos de Montaigne, Pascal, Flaubert y Proust. Narran con lujo de detalles -y con pésimo estilo- los actos más escabrosos de sus miserables vidas. Se trata de vidas no meditadas, dominadas por el exceso, el desenfreno y el consumo y lo que llaman literatura es apenas la expresión morbosa de unas vidas ordinarias que pretenden ser devoradas como se devoran las hamburguesas, las malteadas y las películas pornográficas. Hombres y mujeres ansiosos de ganar mucho dinero a costa de la literatura y asquerosos lectores que se sienten poseedores del arte porque leen estas páginas hediondas. Esos autores no hacen arte y esos lectores son dignos de los libros que les ofrecen, esa es la verdad pura y simple, ¿a quién queremos engañar?

Hay un autor que soñó con la literatura del futuro, el gran autor del siglo XIX, este hombre no es puro como Emily Dickinson, fanático como Pascal ni loco como Nietzsche sino un pobre hombre enamorado del estilo y dolorosamente melancólico. Genio como pocos para imaginar el porvenir:

Cualquier hombre que supiera escribir correctamente crearía un libro soberbio al redactar sus Memorias, si las expusiera con sinceridad y de manera completa.

Esa frase parece haberle dado vida a mucha literatura del presente pero pocos autores tienen en cuenta la otra frase de Flaubert para llegar al centro de las cosas y de los sentimientos:

Soy el oscuro y paciente pescador de perlas que bucea en los bajos fondos y vuelve con las manos vacías y la cara azulada. Una atracción fatal me empuja hacia los abismos del pensamiento, me lleva al fondo de esos precipicios interiores que jamás se agotan para los fuertes.

O su obsesión por el estilo:

Todo el talento de escribir no consiste, después de todo, más que en la elección de las palabras. La precisión es la que hace la fuerza. En estilo es como en música: lo más hermoso y lo más raro que hay es la pureza del sonido.

Flaubert no habla mucho de la verdad, pero es uno de los grandes pensadores -sin definirse como Pensador y sin tener ningún título universitario- que más ha reflexionado sobre la verdad y la mentira, el engaño y el disimulo: Al leer estas verdades el lector corriente juzga al pobre Flaubert como amargado, frustrado, resentido, machista… Le encontrarán todos los defectos, pocos lo verán como un hombre que se esforzó por llegar al fondo de las cosas, a la sinceridad de sus sentimientos:

¡Qué mecánica supone lo natural, y cuántas artimañas hacen falta para ser auténtico!

Esta disposición para planear sobre uno mismo es quizá la fuente de toda virtud. Te arranca de la personalidad, lejos de retenerte en ella.

Yo soy un arabesco de marquetería; hay trozos de marfil, de oro y de hierro; los hay de cartón pintado; los hay de diamante; los hay de hoja de lata.

La gente que medita, o sea, los champiñones intelectuales que se pudren en su sitio, como yo, hacen bien de vez en cuando en acercarse al fuego. Hace que despidan su jugo, luego quedan aún más secos.

El hastío que me entra por los ojos me rompe, desde el punto de vista nervioso, y además, sufrir durante mucho tiempo el espectáculo de la multitud me hunde siempre en ciénagas de tristeza, donde me asfixio!

Ya he vuelto a mi vida chata y monótona, que sólo tiene algún placer en su uniformidad, y alguna grandeza, quizá, sólo en su perseverancia. En cuanto rompo mi ritmo ordinario y quiero volver a él, siento una amargura sin fondo.

De día en día siento operarse en mi corazón un alejamiento de mis semejantes que va ensanchándose, y estoy contento de ello, pues mi facultad de aprehensión hacia lo que me es simpático va en aumento, debido a ese mismo alejamiento.

A partir de la noche en que me besaste en la frente, me juré a mí mismo no mentirte nunca. Es el procedimiento más rudo, más brutal; ¿dirás, acaso, el menos tierno? Pero creo que obrar de otro modo sería despreciarte, envilecerte incluso. No estás hecha para que se te sirva con un amor falso y lleno de muecas. Preferiría rajarte la cara que burlarme de ti a tus espaldas.

Me oriento hacia una especie de misticismo estético (si ambas palabras pueden ir juntas), y querría que fuese más fuerte. Cuando ningún estímulo nos viene de los demás, cuando el mundo exterior nos asquea, nos vuelve lánguidos, nos corrompe y nos embrutece, las personas honradas y delicadas se ven forzadas a buscar en sí mismas, en algún lugar, un sitio más limpio para vivir.

Hubo un tiempo en que me mirabas como a un egoísta celoso que se complacía rumiando perpetuamente su propia personalidad. Eso es lo que creen quienes ven la superficie. Lo mismo ocurre con ese orgullo que tanto indigna a los demás y que, no obstante, cuesta tamañas miserias. Al contrario, nadie ha aspirado a los demás más que yo. He ido a olfatear estiércoles desconocidos, me he apiadado de muchas cosas ante las que no se enternecían las personas sensibles.

 

La obsesión de Emily Dickinson: la muerte y los muertos

9 Feb

El corazón sigue sollozando en su sueño.

El dolor que merece la pena no se va tan rápido.

Cada uno que perdemos se lleva una parte de nosotros.

El temor – como el Morirse, dilata la confianza o la impone.

Las candilejas no pueden mejorar la tumba, sólo la inmortalidad.

Un Hoyuelo en la Tumba Convierte esa feroz Habitación En un Hogar –

Sólo se conoce lo que se pierde. Sólo se posee lo que se destruye.

La vida es una muerte que prolongamos; la muerte es el gozne de la vida.

No recibo cartas de los muertos, y sin embargo, cada día los quiero más.

No sabemos dónde se encuentra, aunque sean tantos los que nos lo dicen.

Es reconfortante reconocer que somos provisionales permanentes, aunque nada más sepamos.

Hasta que el primer amigo muere, creemos impersonal el éxtasis, pero luego descubrimos que él era la copa de la que bebíamos, siendo ella misma aún desconocida.

Madre estaba hermosa cuando murió. Los serafines son artistas solemnes. La iluminación que no viene sino una sola vez, se posó sobre sus facciones y parecía como esconder un cuadro al ponerla en la tumba.

Sueño con mi padre todas las noches, siempre un sueño diferente, y olvido lo que hago durante el día, preguntándome dónde estará. Sin nadie, continúo pensando. ¿Cómo puede ser eso?

Emily Dickinson. Cartas poéticas e íntimas (1859-1886). Barcelona: Grijalbo. 1996. 244 páginas.

Como si demandara una simple limosna

5 Feb

Como si demandara una simple Limosna,

Y en mi asombrada mano

Un extranjero dibujara un Reino,

Y yo, desconcertada, me quedara –

Como si hubiera demandado del Oriente

Que para mí tuviera una mañana –

Y él levantara sus purpúreos Diques,

Y me dejara hecha pedazos con el Alba.

Emily Dickinson

Si la fama me perteneciera

5 Feb

Si la fama me perteneciera, no podría escapar de ella – si no, el día más largo se me pasaría en su persecución – y la aprobación de mi Perro me abandonaría así que – Mi Rango Descalzo – es mejor.

Emily Dickinson

Cartas poéticas e íntimas

4 Feb

Me podría decir qué es el hogar.

El Hoy hace que el Ayer signifique.

El corazón sigue sollozando en su sueño.

La vida es para dos. Nunca para un comité.

El dolor que merece la pena no se va tan rápido.

Cada uno que perdemos se lleva una parte de nosotros.

La verdad es algo tan infrecuente que es preciso decirla.

Nunca intenté levantar las palabras que no puedo sostener.

El temor – como el Morirse, dilata la confianza o la impone.

Llévate tu corazón y tus rizos, y nada más excepto tus dedos.

Las candilejas no pueden mejorar la tumba, sólo la inmortalidad.

Extraño que yo, que tanto digo «no», no pueda soportarlo de otros.

«A una hora en que tú no piensas» significa algo cuando lo pruebas.

Un Hoyuelo en la Tumba Convierte esa feroz Habitación En un Hogar –

El amor de Dios puede ser enseñado para que no parezcamos osos.

Sólo se conoce lo que se pierde. Sólo se posee lo que se destruye.

La gratitud es el único secreto que no puede revelarse por sí mismo.

Mi vida ha sido demasiado sencilla y austera como para turbar a nadie.

Para un Emigrante, es País es ocioso a no ser que sea el suyo propio.

Laboro para deshacerme del espanto, pero el espanto impulsa la labor.

La vida es una muerte que prolongamos; la muerte es el gozne de la vida.

No recibo cartas de los muertos, y sin embargo, cada día los quiero más.

No sabemos dónde se encuentra, aunque sean tantos los que nos lo dicen.

Ya te quieren. Sé simplemente la doncella que eres para mí y te querrán más.

Tenemos que tener cuidado con lo que decimos. Ningún pájaro vuelve al huevo.

No ha sucedido nada sino la soledad, acaso demasiado cotidiana como para relatarla.

El Cielo ronda tenazmente a aquellos que lo encuentran aquí abajo, y los arrebata.

Siempre hay una cosa por la que estar agradecido -y es que uno sea uno mismo y no otro.

El éxtasis lo encuentro en el vivir, la mera sensación de estar viviendo es suficiente gozo.

Es reconfortante reconocer que somos provisionales permanentes, aunque nada más sepamos.

La vida está construida de tal manera que el acontecimiento no puede igualar a las expectativas.

Vivir es tan asombroso que apenas deja espacio para otras ocupaciones, aunque los Amigos son, si cabe, un acontecimiento más hermoso.

Uno aprende, cuando se hace viejo, que ninguna ficción puede ser tan extraña ni parecer tan improbable, como lo sería la simple verdad.

Su pensamiento es tan solemne y cautivador que le deja a uno más fuerte y mas débil también, a Sanción de la Dicha.

La mayor parte de nuestros Momentos son Momentos del Prólogo. «Siete Semanas» es una larga vida – si se viven del todo.

La idea de que algún día miremos hacia abajo, y veamos los pasos torcidos que hemos dado, desde un lugar más seguro, debe ser algo precioso.

Cada día la vida parece más poderosa, y puesto que tenemos el poder de existir, más asombrosa.

Me alegra que mi niñita esté tranquila. La calma es un lugar profundo. A algunos, demasiado débiles para empujar, los asisten los ángeles.

Ninguna parte de la mente es permanente. Esto desconcierta a los felices pero ayuda a los tristes.

Oigo petirrojos a lo lejos y carretas a lo lejos y ríos a lo lejos, y todo se me aparece como apresurándose hacia algún sitio no desvelado para mí.

Hasta que el primer amigo muere, creemos impersonal el éxtasis, pero luego descubrimos que él era la copa de la que bebíamos, siendo ella misma aún desconocida.

Mi gato ideal tiene siempre una enorme rata en su boca, al tiempo que desaparece a la vista – aunque al desaparecer de la vista tiene en sí mismo un peculiar encanto.

Cómo vive la mayor parte de la gente sin pensamientos. Hay mucha gente en el mundo (usted lo debe haber notado en la calle). Cómo viven. Cómo sacan fuerzas para vertirse por las mañanas.

El genio es la ignición del cariño -no del intelecto, como se supone- la exaltación de la devoción, y en proporción a nuestra capacidad para eso, es nuestra experiencia del genio.

Madre estaba hermosa cuando murió. Los serafines son artistas solemnes. La iluminación que no viene sino una sola vez, se posó sobre sus facciones y parecía como esconder un cuadro al ponerla en la tumba.

Sueño con mi padre todas las noches, siempre un sueño diferente, y olvido lo que hago durante el día, preguntándome dónde estará. Sin nadie, continúo pensando. ¿Cómo puede ser eso?

Una carta la siento siempre como la inmortalidad, porque es la mente sola sin el amigo corporal. Deudores en nuestra conversación de la actitud y del acento, parece que hay un poder espectral en el pensamiento que camina solo.

Cuando frecuentaba el Bosque de Pequeña, me decían que una Serpiente podría picarme, que podría coger una flor venenosa o que los Duendes me podrían raptar, pero continué yendo y no encontré sino Ángeles, mucho más tímidos ante mí de lo que yo pudiera sentirme ante ellos.

Si leo un libro y hace que mi cuerpo entero se sienta tan frío que no hay fuego que lo pueda calentar, sé que eso es poesía. Si físicamente me siento como si me levantasen la tapa de los sesos, sé que eso es poesía. Esta es la única manera que tengo de saberlo. ¿Hay alguna otra?

Emily Dickinson. Cartas poéticas e íntimas (1859-1886). Barcelona: Grijalbo. 1996. 244 páginas.