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¿Me estoy volviendo lesbiana?

10 Jul

Todos los días salgo a caminar y en el camino me cruzo con muchas señoras, todas mayores que yo: pensionadas, viudas y casadas, supongo. Casi todas tienen aire de mujeres satisfechas y eso las hace ver muy atractivas. No miran hombres, no van en plan de conquista, están concentradas en lo suyo, no se visten como putas de gimnasio, son señoras serias y amables entre ellas pero sin coquetería, como mujeres que han vivido ya bastante, conscientes de su edad y sin ningún deseo de payasear, de jugar a que son niñas o mujeres jóvenes deseosas de aparearse con un buen ejemplar del género masculino. Eso es lo que más me gusta de esas señoras mayores: no parecen animales en celo como las clientas de los gimnasios.

Una pregunta que nos hacemos mi hermana y yo, porque ella también sale a caminar, es: ¿dónde están los hombres mayores? ¿no les gusta caminar? ¿no les gustan los parques? ¿son viejos amargados? ¿están todos muertos?

Lo que me tiene preocupada es que ahora fijo mi mirada en señoras mayores no sólo cuando estoy en el parque sino en todo momento, cuando camino de forma casual, cuando voy en un bus, cuando estoy almorzando. Mi mirada se fija en las señoras mayores de cincuenta, en las más serias y en las más seguras, en las que no están en plan de conquista. Debe ser porque en el cine esas son las mujeres que me resultan más atractivas y porque en lo más profundo de mi ser deseo ser como ellas.

No estoy buscando novia, estoy proyectando el futuro, supongo que es eso porque cuando las señoras se dan cuenta de que las miro me da vergüenza y miro para otro lado.

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LONDON, ENGLAND - OCTOBER 22:  Actress Julianne Moore attends the 'Chloe' photocall during the Times BFI 53rd London Film Festival at the Mayfair Hotel on October 22, 2009 in London, England.  (Photo by Samir Hussein/Getty Images) *** Local Caption *** Julianne Moore

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Sobre la estupidez humana. A propósito del tuit publicado en @cocacolacol sobre Faryd Mondragón

26 Jun

La Selección Colombia ha tenido un magnífico desempeño en el mundial de fútbol Brasil 2014. Hasta los que no sabemos de fútbol nos emocionamos con cada partido y sabemos que lo que le faltaba al equipo de los grandes de los buenos tiempos de antes lo tienen de sobra los jugadores de la nueva generación: definición.

Saben rescatar la pelota, hacerla rodar por la cancha con estilo y precisión y cuando llega el momento justo, como maestros en su arte, hacen el tan anhelado gol.

El equipo de Colombia es uno de los mejores del mundo en este momento y todos, hasta los que no sabemos de fútbol, estamos emocionados con los resultados. Nos asombramos ante lo bien que juegan, los vemos seguros ante diferentes tipos de rivales. El público se emociona con el espectáculo que ofrecen, nos parece increíble que lo estén haciendo tan bien, mucho mejor de lo que esperábamos.

Ayer Colombia estaba clasificada en octavos de final, había emoción pero esa emoción no era comparable con la de los dos primeros partidos. Yo, que soy tan culta, estaba leyendo un libro de Ovidio mientras transcurría el partido, pero cuando faltaban veinte minutos para que terminara el segundo tiempo vinieron más goles hermosos, más espectáculo y un homenaje sobrecogedor: Faryd Mondragón abrazó a Pékerman, ese hombre que dice tanto sin decir nada, y que tiene tanto para enseñar como ser humano, no sólo como entrenador de deportistas de alto nivel.

La emoción del arquero, la emoción del equipo, la emoción del técnico, la emoción del público en el estadio y la emoción de los espectadores frente a la pantalla de televisión. Todo era perfecto, terminaba el partido y cada quien, desde su sensibilidad, experimentaría una sensación nueva. Es la primera vez que un colombiano, cualquier colombiano, joven o viejo, siente lo que estamos sintiendo frente a estos resultados tan alentadores, frente a una emoción nueva.

Estábamos saboreando la sensación, revisamos nuestra cuenta de Twitter para saber cómo celebraban los demás y nos encontramos con este esperpento

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