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El peligro de tener una cuenta en Twitter

21 May

La semana pasada un bus en Fundación explotó con más de cincuenta niños que se transportaban sin compañía de adultos. Treinta y dos de ellos murieron incinerados. Niños entre dos y doce años.

La noticia le dio la vuelta al mundo y en Colombia todavía no salimos del asombro, cómo es posible que pasen estas cosas en un país que sueña con el desarrollo, que aspira a mejorar sus niveles de educación y de humanidad. Hasta el papa se pronunció con dolor sobre una tragedia que se pudo haber evitado.

Mientras el dolor y el asombro embargaba a la mayoría de los colombianos un grupo de tuiteros decidió escribir todo tipo de barbaridades con el HT #MePrendoComoNiñoEnBus. Las frases ofensivas en contra de los niños muertos y de las personas que viven en Fundación y en la costa colombiana eran, a medida que pasaba el tiempo, más desafortunadas. Cómo es posible que haya personas tan crueles, nos preguntábamos todos con asombro.

Los agredidos decidieron divulgar los nombres de los promotores del HT y a uno de ellos estuvieron a punto de lincharlo en la Universidad de Ibagué, un estudiante de Derecho. Los insultos de algunos agredidos se pusieron en el nivel de los agresores, deseaban una muerte dolorosa para ellos. Venganza a cambio de respeto por el dolor ajeno.

Esta mañana revisé mi cuenta de Twitter y me encontré con un hecho asombroso:

Mientra dormía un grupo de tuiteros suplantaron mi nombre y mi cuenta en Twitter y en Facebook. Le hicieron creer a muchas personas que yo también agredía a los niños incinerados y a las personas de Fundación. Una persona que me aprecia guardó los pantallazos de la suplantación y los insultos al usuario falso y a continuación vamos a analizar las cuatro fotografías:

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Con la cuenta de Andrea Molina repudian lo que hizo Jorge Alejandro Pérez Monroy, el estudiante de la Universidad de Ibagué, y en la conversación sobre el repudio usan mi foto y mi nombre de usuario en Twitter para hacerse pasar por mí. La pregunta es simple: ¿Qué hay en la mente de una persona que hace este tipo de cosas? ¿Por qué busca confundir de esta manera a los usuarios de las redes sociales? Crearon cuentas falsas en Facebook y en Twitter.

 

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2)

Después de los mensajes en los que supuestamente insulto a los niños incinerados vienen los insultos en un grupo de Facebook. Los tuits y los mensajes que  hacen pasar como míos en Facebook son similares a los que escribían los tuiteros agresores, mensajes infames, claro, pero los comentarios a los supuestos tuits no son menos agresivos. Piden quemar, matar, masacrar…

¿El creador de la cuenta falsa en Twitter y del grupo en Facebook pretendía que hoy yo fuera quemada viva? ¿Quién es? ¿Por qué lo hace? ¿Es una broma? ¿Algo que no debe ser tomado en serio? Veamos hasta dónde hemos llegado. ¿Que hubiera pasado si una persona valiente no se hubiera quedado toda la noche denunciando la suplantación mientras yo dormía? ¿Hubiera salido hoy mi nombre en todos los noticieros y hubiera tenido que irme de la ciudad por miedo a morir asesinada porque a alguien se le ocurrió hacer una broma de mal gusto tal vez porque no le simpatizo o porque su cuenta está bloqueada en Twitter? Creo que estamos llegando a límites insospechados. La forma en que funcionan las redes sociales en Colombia es cada día más preocupante.

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3)

En esta fotografía siguen los insultos y el deseo de que me maten de la forma más dolorosa posible.

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4)

Me enviaron la foto del  promotor de la «broma». Debe ser un niño menor de edad, lo más probable es que sus padres no saben qué hace su hijo en las redes sociales y confían en él porque es su hijo. Un niño menor de edad que no mide los alcances de sus supuestas bromas.

He sido víctima antes de este tipo de usuarios y casi siempre son niños menores de edad, estudiantes de colegio o de primeros semestres de universidad. Cada vez que recibo ataques como este me pregunto lo mismo: ¿Por qué yo? Tengo 43 años, escribo sobre libros, trato temas serios, de personas adultas. ¿Por qué estos niños pretenden que los denuncie ante la policía si saben que no lo voy a hacer. Sería incapaz de acusar a un niño con una cara como esta por varios delitos informáticos.

 

Niños de Colombia: los invito a reflexionar, no podemos continuar así, ¿Debemos sentarnos a esperar en qué momento aparece en el noticiero el anuncio de que mataron a un tuitero porque fue víctima de una «broma» como la que me hicieron anoche a mí? ¿Qué hubiera pasado si esta persona valiente no se hubiera tomado el trabajo de detenerlos? ¿Hasta dónde habrían llegado? ¿Querían sentirse orgullosos porque me habían visto arder viva bajo la furia irracional de un grupo de tuiteros que buscan venganza sobre un ser de ficción creado por ustedes? Piénsenlo bien, no es justo que me traten de semejante manera.

De nuevo hackers alterando mi cuenta de Twitter

13 Jul

Desde 2010 he sido víctima de delitos informáticos en mi cuenta de Twitter, al parecer a mucha gente le molestan  las opiniones que voy anotando en ese espacio y la manera de hacérmelo saber es borrando la cuenta o alterando la información.

La primera vez que fui víctima de los hackers Andrés (@soychicomatico) copió los pantallazos en los que unos a otros se felicitaban por el éxito de «la operación», se supone que fue un grupo de jóvenes ofendidos por mis análisis sobre la pobreza de la escritura en la mayoría de las cuentas de Twitter, se trataba de un trabajo serio que fui publicando en la página del concurso de ortografía de El Tiempo, en la página de Fundéu y especialmente en el blog. La apuesta mía consiste en no depender de medios oficiales sino en publicar  todo en redes sociales, especialmente en Twitter y en el blog, es una inquietud académica que me interesa desarrollar y que me compromete solo a mí, no forma parte de mi trabajo como docente universitaria ni es un proyecto de investigación remunerado, es puro y simple placer, por pasar las horas haciendo algo que me gusta y  creo que no le hace daño a nadie hasta el grado de querer hacerme desaparecer.

Desde el momento de la hackeada Se discutió en Twitter si es válido eliminar la cuenta de una persona sólo porque sus opiniones no son del agrado de quienes deciden que estorba. Apareció la noticia en El Tiempo y en La silla vacía y eso detuvo un poco a los agresores, quienes sostuvieron siempre que yo me inventé la hackeada; algunos implicados ofrecieron disculpas y cerraron sus cuentas y los más  persistentes todavía siguen con el  acoso. En 2010 eran más de cien, en este momento quedan apenas diez o doce sin mucha difusión. Se trata de usuarios comunes que buscan reconocimiento porque burlan el «poder» de las «figuras públicas». Lo más gracioso de todo es que no soy una figura pública ni aspiro a serlo, soy una persona común como ellos: me transporto en buseta, no voy a sitios distinguidos, ni siquiera tengo teléfono bonito con internet móvil.

Después de esa hackeada han venido otras sin mayor trascendencia, se trata de personas que entran a la cuenta, cambian la biografía, borran la foto de perfil, cuentan que estuvieron ahí, amenazan un poco y se van, el gran problema es que a medida que pasa el tiempo lo hacen con mayor frecuencia, en esta semana lo hicieron dos veces.

¿Cómo es «la operación»?:

Ellos deben saber que yo no uso Twitter después de las diez de la noche, a esa hora entran, borran a las personas que sigo -que no suelen ser más de veinte- y siguen a otras que tienen algo en común (en la hackeada de anoche siguieron a Alvaro Uribe, José Obdulio Gaviria, Andrés Hoyos y otras veinte cuentas todas de admiradores fervientes de Alvaro Uribe). Siguen esas cuentas y retuitean menos de diez tuits, todos de apoyo al grupo de personas que decidieron seguir. La idea es hacerle sentir a quienes ven la intervención de la cuenta que yo misma lo hice para posar de víctima.

La novedad con la hackeada de anoche es que ayer dejaron más de veinte comentarios ofensivos en el blog y esta mañana, cuando me enteré de la hackeada y la denuncié a través de Twitter, aparecieron cuentas sin seguidores que continuaban amenazando no sólo con cerrar la cuenta de Twitter y el blog sino que también incluían amenazas de muerte, esas cuentas permanecieron activas menos de media hora.

Las personas nobles me sugieren que vaya a la Fiscalía, que contacte a la policía en Twitter, que dedique buena parte de mi vida a investigar quiénes son los agresores para que paguen por sus delitos. Hace tres meses contacté a la policía en @caivirtual y ellos me dijeron que si quería justicia debía demandar formalmente a los agresores, recolectar información a través de pantallazos y nombres de usuario, armar una carpeta, ir a la URI y ayudarle a la policía a identificarlos. Ese trabajo me quitaría mucho tiempo y además mi intención no es que alguien vaya a la cárcel por hackearme, tampoco me imagino organizando mi carpeta con todas las agresiones que recibo diariamente y dejar intacto el computador cada vez que los agresores deciden que van a alterar mi cuenta de nuevo para que la policía identifique sus IP y vaya por ellos a su casa.

No odio a las personas que me agreden, no me muero por saber quiénes son y no me interesa denunciarlos públicamente o verlos pidiendo perdón de rodillas por sus actos. No creo que los uribistas me hayan convertido en su objetivo, me cuesta creerlo, si se fijan bien mis opiniones casi nunca son sobre política porque la política no me interesa, lo que me interesa es la literatura, la argumentación escrita, la crítica literaria, el periodismo, la honestidad intelectual y la ética, esos son mis objetos de estudio. También me gusta denunciar la injusticia o la falsedad allí donde la identifico y siempre lo hago en los mejores términos, si los lectores se ofenden tienen toda la libertad para  manifestarlo pero no entiendo por qué esa necesidad de silenciar al contradictor.

En Twitter recuerdan y adoran a todas las personas asesinadas por decir lo que pensaban, claman justicia, marchan, se indignan, cada quien lucha por su causa de forma individual o en grupo… pero, por otra parte, desean ver muerto a quien no les agrada, ese no debería ser el orden de las cosas ¿esa es la paz con justicia social con la que sueñan?

A quienes me hackean la cuenta en Twitter, me amenazan de muerte y me intimidan todos los días les digo que pueden hacer conmigo lo que quieran, no voy a buscar ayuda de instituciones oficiales porque sé que tienen demasiado trabajo y las oficinas están demasiado congestionadas, pueden buscarme y matarme si quieren, pueden seguir manipulando la cuenta de Twitter todas las noches, pueden eliminarla cuando quieran, pueden borrar el blog, están autorizados…

Piensen con cabeza fría antes de agredirme de cualquier forma si una persona como yo, una persona con tan pocas ambiciones en la vida, con tan pocos amigos y ningún aliado merece ser tratada de la forma en que ustedes me están tratando. Soy compasiva, paciente y noble, no soy capaz de hacerle daño a nadie porque esa no es mi naturaleza y estoy dispuesta a recibir lo que venga de ustedes, me pongo a su entera disposición, si lo desean anexo ni número telefónico y la dirección de mi casa para que me confirmen si me van a matar cuando salga de la casa o cuando salga del trabajo.

¡No me hackeen por favor!

16 Abr

Anoche lo hicieron de nuevo: me volvieron a hackear la cuenta en Twitter, ¿por qué lo hacen? ¿quién lo hace? ¿cuál es el propósito? ¿son de nuevo los mismos niños de la Navidad del año 2010? ¿son enviados por algún artista o algún periodista? Contacté en Twitter a @policiacolombia y @policiacolombia me remitió al @caivirtual y un funcionario amabilísimo me recomendó demandar a los agresores por delitos informáticos. Es fácil encontrarlos y ajusticiarlos pero ese no debería ser el orden de las cosas, ese no es mi mundo perfecto, mi paraíso soñado. La policía involucrada en mi vida echaría a perder mi biografía.

¿Por qué duele tanto que a la expresión escrita se responda con cuentas tomadas y virus en el PC? ¿no es más justo responder a las palabras con otras palabras? ¿no es más fácil ignorar que intentar eliminar?

Queda abierta la discusión.