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Emprendedores colombianos en la red. El caso Catalina Alba

31 May

En estos tiempos confusos la gente tiene claro lo que quiere: Dinero, mucho dinero.

Nos han querido hacer creer que la «revolución tecnológica» lo revolucionó todo y que -como por arte de magia- podemos convertirnos todos en empresarios digitales. Si la propuesta no funciona la culpa es tuya, así de simple, algo falló  en tu plan de negocios.  Tienes que aprender a ser un mejor emprendedor.

Cada día aparecen en la red cientos de nuevas páginas de nuevos periodistas, nuevos  cocineros, nuevas prostitutas, nuevos artistas integrales, nuevos emprendedores… personas entusiastas con la idea de hacer realidad un sueño que reporte ganancias económicas fruto de la buena suerte y la ingenuidad de algún tonto. Todos están vendiendo algo o se están vendiendo a sí mismos y casi nadie está comprando, ese es el dilema.

¿Cuántas personas se han enriquecido en Colombia gracias a una propuesta digital?

¿Para qué sirve la fama virtual?

¿Para qué sirven cinco mil amigos en Facebook y más de seis mil seguidores en Twitter?

El caso más emblemático y pintoresco  que conozco en Colombia  es el de Catalina Alba. Tuve la oportunidad de estar cara a cara con esta emprendedora hace tres años en uno de sus intentos desesperados por ser reconocida. Me contactaron para que junto a ella y otros tres o cuatro emprendedores venidos a menos habláramos  de reinas y de reinados a cambio de dos porciones de pizza, un ruta en taxi, una sal de frutas Lúa, un esfero con logo, una agenda con  logo  y un bono de librería sin atributos.  El gancho para convencerme de tan sucia propuesta fue simple: no nos dan plata pero nos dan cositas.

Esa es la frase clave de los emprendedores en Colombia: «No nos dan plata pero nos dan cositas».

Acepté por pura curiosidad y todavía recuerdo esas dos o tres horas como las  dos o tres horas más tormentosas que he soportado en los últimos tres años. Los divos y las divas tuiteros se trataban como si fueran gente famosa e influyente y no soportaban que yo, la tuitera mayor, no me pusiera al nivel de su imbecilidad.

Ese día pasó y yo he seguido los pasos de Catalina para ver en qué termina su representación de empresaria digital, de emprendedora para mostrar en ferias y foros sobre nuevas tecnologías y triunfadores de la web. Catalina se toma en serio su papel y está dispuesta a regalarse por una lata de atún o por  un delantal Parmalat. Su pose principal es de cocinera, pero también es periodista, fotógrafa, buena amiga y  consejera.

En sus conferencias siempre nos recuerda que es una emprendedora exitosa porque sabe usar las nuevas tecnologías, encontró marido en un chat, entiende cómo funciona Google, Facebook, Twitter, YouTube,  tiene cámara fotográfica profesional, puede chatear desde el teléfono y ha conocido gente maravillosa en las redes sociales.

Catalina Alba  era una publicista exitosa, renunció para crear su propia empresa y  a pesar del llanto y las súplicas de sus jefes para que no los abandonara ella dio el gran paso y ahora puede dormir después del almuerzo o salir a tomar café a cualquier hora con quien  quiera y a la hora que quiera. Ese es el éxito de Catalina Alba. Ella llama emprendimiento a lo que una persona más realista llamaría de forma menos pomposa desempleo.

Cuando estuvo de moda vender cuanta porquería se pueda vender a través de la aplicación llamada twitcam Catalina preparaba comida con invitados  y nosotros presenciábamos el espectáculo extasiados. ¡cuánta falsedad! ¡cuánta zalamería! ¡cuánto desorden dejaban en la pobre cocina de la pobre emprendedora estos tuiteros  descarados! Ella invitaba a comer en vivo y en directo a los tuiteros más influyentes para parecer más influyente todavía porque podía invitar a su casa a los tuiteros más influyentes. ¡un círculo vicioso!

La frase clave del emprendimiento: «no te damos plata pero te damos cositas»  fue inventada por algún director de marketing exitoso, el mismo tipo de embaucador de las amas de casa que venden cremas por catálogo.

Cientos de Catalinas Alba promocionan productos de todo tipo a cambio de migajas y quién gana ¡pues las marcas! Mientras haya tontos dispuestos a venderse por una sal de frutas habrá trabajo para todos los emprendedores que tengan computador o teléfono con acceso a internet.

A Catalina le molesta que no me tome en serio su profesión. Si es cierto que estudió publicidad y renunció a una agencia para preparar huevos a la napolitana disfrazada de ama de casa en dos minutos para RCN, si se deja engañar con la supuesta rifa de un carro y hace el ridículo en YouTube, si posa de locutora en una efímera emisora en la que hacen supuesto periodismo independiente, si  se toma a sí misma como  la mujer más exitosa de la web en Colombia  por qué supone que merece ser respetada y admirada.

Marketing y feminismo

19 Ago

Me han amenazado de muerte y de ataque con ácido ¿por ocuparme de feministas tipo Catalina Ruiz-Navarro y Carolina Sanín?

¡No hay derecho!

Me han amenazado de muerte y de ataque con ácido ¿por ocuparme de rebeldes tipo Virginia Mayer?

¡No hay derecho!

Me han amenazado de muerte y de ataque con ácido ¿por ocuparme de emprendedoras tipo Catalina Alba, Diana Marcela Ariza y Sandra Súarez?

¡No hay derecho!

Me han amenazado de muerte y de ataque con ácido ¿por ocuparme de intelectuales tipo Katherine Ríos?

¡No hay derecho!

Las amenazas de muerte y de ataque con ácido siempre han sido anónimas, claro (estamos en Colombia)  y para mí es imposible saber cuál de las víctimas de mi supuesta muy variada y mucha maldad ha decidido tomar medidas en contra mía. Tal vez sea un simpatizante de una de las damas, una especie de justiciera que no soporta la libertad de expresión en un país en el que es prohibido dar opiniones sobre gente que expone su vida privada en público y aspira a convertirse en modelo, en mujeres dignas de respeto y admiración aunque no lo sean.

Todas las mujeres de las que me he ocupado en este blog exponen sus dotes o sus atributos en las redes sociales o en las revistas de farándula y lo que he hecho siempre es dar mi opinión sobre sus apuestas, sus estrategias, sus juegos, sus tomas de posición, su habitus, su posición en el campo. ¿Es tan difícil entender que me eduqué en la sociología del arte y que mi maestro indiscutible es Pierre Bourdieu? ¿Es tan difícil  entender que lo que puede ser interpretado como ataque personal a unas dulces e inocentes mujeres es una toma de posición intelectual que yo asumo ante lo que esas mujeres representan en un contexto particular?

Si me he ocupado de estas respetables damas es porque ellas encarnan los sueños, deseos y frustraciones de muchas mujeres. Mi intención nunca ha sido atacarlas a ellas sino lo que ellas representan.

¿Por qué vuelvo a escribir sobre «divas» si la última vez me advirtieron que el ataque con ácido sería efectivo si volvía a vulnerar los derechos de tan respetables damiselas?

Porque soy así, arriesgada. Porque si no escribo reviento, porque me gusta ejercer mi derecho a opinar en un país que presume de democrático aunque no lo sea. Se supone que las opiniones, que la escritura, es eso, escritura, y que quien escribe merece seguir viviendo a pesar de lo que haya escrito. Las palabras no son balas ni cuchillos y no deben ser recibidas con balas ni con cuchillos sino con otras palabras.

Yo esperaría palabras contra mis palabras, no amenazas de muerte ni ataques con ácido.

Sin más preámbulos pasemos a analizar este esperpento que encontré sin buscarlo. La autora es Catalina Ruiz-Navarro.

El título de este post es «Marketing y feminismo» porque nuestra feminista estrella es la mujer que mejor encarna la idea de que todos somos objetos de consumo, de que todos nos construimos no precisamente como sujetos sino como personas que han sido puestas a la venta en el mercado de la carne sin que lo sepamos. Yo lo sé, la casta Catalina no lo sabe, ella siente que crea su propio estilo en un mundo en el que la publicidad nos impone los estándares de belleza, libertad, estilo y sensualidad. Esta fotografía que la bella Catalina comparte con sus lectoras feministas podría ser perfectamente usada en un anuncio publicitario de toallas higiénicas, alimento para mascotas o planes turísticos. Ella jura que ha sido la artífice de tan bella obra de arte y nos dice que una mujer inteligente puede usar bikini, pintarse la boca de rojo y ser filósofa, que una cosa no riñe con la otra.

Ella es una feminista fuera de serie porque no parece hombre, porque no es una machorra.

descarga (1) La publicidad y el marketing empaquetan a las personas para que crean que se construyen como sujetos cuando en realidad forman parte de un grupo específico, de un paquete de personas que se venden como productos a sí mismos en las redes sociales y que los expertos en marketing no dudan en organizar para ofrecerles luego productos y servicios cuidadosamente diseñados para satisfacer la fase emocional, intelectual o espiritual por la que el empaquetado está pasando; los paquetes de productos y servicios son cuidadosamente diseñados para ellos, para crearles la ilusión de que son libres, de que seleccionan, de que se construyen y, es, sin duda, la mujer, una mujer como Catalina Ruiz-Navarro (mujer que en esta fase ha decidido etiquetarse como feminista filósofa inteligente maquillada y con bikini), una mujer que a los 33 años ha dejado de sentirse vieja y fea.

Cuando Catalina cumplió treinta entró en crisis y sentía que había quedado fuera del mercado de la carne, a los 33 siente que ha vuelto a renacer y el mercado le ofrece productos y servicios hechos a la medida de sus deseos y requerimientos. Cuando Catalina cumpla 40, 50, 60, 70, 80 y 90 soñará con ser otras mujeres y siempre habrá un paquete para ella, para hacerla sentir en su mejor momento. ¡Así funciona el asunto! No somos sujetos libres, ahora mucho menos que en los tiempos del casto Sartre.

La mujer-objeto perfecto para ser modelado- para ser todas las mujeres con las que pueda llegar a soñar. ¡En eso va el feminismo! Catalina es la mujer perfecta para formar parte de un paquete de mujeres como ella a las que se les crea un mundo hecho a su medida para hacerlas vivir en la ilusión de que ellas deciden, de que ellas escogen, de que ellas construyen su propio estilo, su modelo, no según las estrategias del mercado sino según sus propias elecciones.

La publicidad y el marketing saben que nadie como las mujeres y el feminismo para vender mucho más de lo que vendían antes.

Esta otra fotografía (lobísima, kitsch a más no poder) es exhibida por Catalina Ruiz-Navarro en el texto titulado «Soy feminista y eso no me quita lo femenina».

No hay necesidad de hacer un análisis minucioso del documento para corroborar que Catalina ve mucha televisión y muchas revistas de novias, para constatar que está completamente dominada por el arte de no ser sujeto sino objeto.

¿Cuáles son los límites del feminismo?

¿A dónde hemos llegado?

¿Qué sigue?

¿Por qué te moriste Pierre Bourdieu?

¡Llamen a mi mamá!

catalina

http://www.univision.com/estilo-de-vida/trending/soy-feminista-y-eso-no-me-quita-lo-femenina-aunque-no-siempre-lo-tuve-tan-claro

 

Perfiles

16 Jun

Supe de la existencia de Carolina Sanín hace menos de cinco años y ese tiempo me bastó para desilusionarme de ella. ¿Dónde supe de su existencia? En Twitter, por supuesto, como supe también allí que hay un personaje lamentable llamado Suso el Paspi y una presentadora de farándula llamada Jessica Cediel que lloró ante Pirry mientras narraba su drama relacionado con una cirugía estética mal practicada. Sí, los profesores de literatura de la universidad de los Andes ahora son Trending Topic en Twitter como cualquier Amparo Grisales o Natalia París y no precisamente porque escriban literatura o crítica literaria sino porque, como las figuras de la farándula, escriben con el propósito de ser insultados bajo el precepto de Oscar Wilde.

Carolina Sanín no logró hacerse notar con sus lamentables obras literarias ni con sus columnas de señora amargada y ahora, como si se tratara de una caricatura de Fernando Vallejo mimada, se despide de su espacio en El Espectador con un insulto de varios párrafos que sólo se pueden tomar en serio sus eternos enamorados y los jóvenes melancólicos que se deprimen porque llueve y porque no llueve.

No debe ser agradable saberse sobrina de Noemí Sanín, bella, burguesa, doctora en literatura, políglota, feminista, espectadora sufrida de la deplorable televisión colombiana -incluyendo reinados de belleza y conciertos de Juanes- y además de todo eso, solitaria, triste, melancólica y clara en lo que tiene que ver con su odio a los taxistas, el agua embotellada, las mujeres enmorcilladas en sus pantalones debajo de sus botas y sus horribles “rayitos”.

Carolina Sanín, como todo buen principiante que aspira a convertirse en Maestro de Las Letras Colombianas, en este momento adopta el estilo de Héctor Abad Faciolince y Evelio Rosero antes de convertirse en divos, en buenos vendedores de libros, en bebedores compulsivos de whisky en eventos culturales patrocinados por El Malpensante, Soho o Arcadia (no debemos olvidar que nuestra sufrida escritora ha publicado en estas revistas); pasa por la fase en que sufre, llora y se lamenta porque nadie comprende la hondura de su pensamiento, el estilo de su prosa, los mensajes cifrados que se ocultan en párrafos de aparente sencillez.

No quisiera estar en el cuerpo de Carolina Sanín, no debe ser fácil soportar el peso de un apellido y una familia, estar bajo la sombra y seguramente la tutela de una tía que pocas escritoras quisieran tener, un rostro hermoso que excita a hombres ordinarios que sueñan con un beso de la mujer seria que escribe cuentos para niños que no soportan ni siquiera los niños, la misma mujer que seguramente ha estudiado con juicio los clásicos de la literatura tal vez con la idea de que en estos tiempos la literatura significa lo mismo que significaba hace veinte años, una mujer demasiado seria y exquisita para soportar los insultos de millones de ignorantes que pasan sus días escuchando música popular y viendo televisión colombiana.

La idea de éxito es subjetiva, eso nadie lo pone en duda, pero algunas formas de éxito parecen tan contundentes que pueden dejar con la boca abierta de puro asombro a algunas personas de las que esperaríamos un análisis más concienzudo de la situación, un análisis objetivo y desapasionado de su idea de éxito y de las personas exitosas. Hay personas inteligentes que admiran a Adolfo y a Catalina, a él lo ven inteligente, directo, cínico, autocrítico, burlándose de sí mismo como los payasos más patéticos de todos los tiempos…  A ella la ven comprometida con la causa femenina, enarbolando la bandera de las mujeres sin voz a través de todas las formas de lucha, a través de todos los medios y rompiendo las fronteras. De México a Barranquilla y de Barranquilla a Bogotá como una buena gran intelectual preparada para el mundo globalizado.

Todavía hay personas que consideran como un triunfo ser columnista de El Tiempo o El Espectador. Adolfo es columnista de El Tiempo y Catalina lo es de ElEspectador. Ese es un muy buen gran comienzo diría la persona poco analítica y seguramente muchos piensan de esa manera, pero olvidan que Adolfo y Catalina no publican sólo en esos medios prestigiosos sino en seis o siete medios más, ellos van del espacio más frívolo y vil a la página más comprometida con la realidad nacional. Los dos están ávidos de recoger dinerillo de diferentes fuentes para tener el estatus económico y social con el que soñaron cuando eran dos jóvenes ansiosos por ser reconocidos por los demás como gente inteligente, analítica, comprometida y exitosa, especialmente exitosa. Fueron jóvenes ambiciosos, eso nadie lo pone en duda. Lo que debemos preguntarnos es si su realidad está a la altura de sus sueños. Yo creo que no, creo que ellos aspiraban a llegar mucho más lejos y a ganar mucho más sin trabajar tanto. Debemos reconocer que los dos periodistas son trabajadores incansables, trabajan como negros, no tienen derecho a cansarse, eso lo sabemos todos también.

Los dos reconocen sin asomo de rubor que hay momentos en los que se ven ahogados y necesitados porque en general a los columnistas les pagan mal o no les pagan o les pagan con bonos o con anchetas o con pases de cortesía.

Adolfo y Catalina me hacen pensar en la estrofa de una vieja canción que me gustaba mucho cuando era niña. Mientras escribía los dos primeros párrafos de esta bella composición la recordé y recordé mi infancia; creí que tal vez ellos podrían fundar una linda familia, los dos tienen claro que su carrera hacia el éxito es evidente, aunque supongo también que para ellos sería más divertido estar en el papel de Daniel Coronell, León Valencia o Félix de Bedout.

Con ustedes, el versito de una vieja canción que me hizo pensar En Adolfo y Catalina, con el supuesto de que fueran una linda pareja:

El, pensando sólo en dinero
ella, en la moda en París
aparentando lo que no son
viviendo en un mundo de pura ilusión
diciendo a su hijo de cinco años:
No juegues con niños de color extraño (costeños colombianos negros, por ejemplo)
ahogados en deudas para mantener
su status social en boda o coctel
(qué fallo)

Adolfo es perfecto burlándose de sí mismo y Catalina es maravillosa en su papel de mujer empoderada. Eso excita a la masa. Los dos representan bien su papel.

Cuando una mujer ve a una perra, a una gata o a una burra extasiada frente a sus bebés recién nacidos queda maravillada ante la pasión de esas madres para hacerse cargo de sus crías, para amarlas con amor incondicional, desinteresado, gratuito… como sólo una madre puede amar a sus hijos.

Lo que la señora no sabe es que ella es hermana de la burra, la rata y la cerda porque son mamíferos, animales que se reproducen gracias al intercambio genético de una hembra y un macho a través del apareamiento, que las señoras llaman de forma “romántica” – para olvidar que son animales- Hacer el amor.

Hacer el amor como Dios manda para que dentro de nueve meses nazca un bebé gordo y llorón al que llamaremos El milagro de la vida.

¿Milagro de la vida?

Pero si somos siete mil millones de seres humanos. Una especie de virus que se inventó el amor para justificar la reproducción irracional y despiadada que vulnera los derechos fundamentales de las demás especies. Hombres y mujeres son responsables de semejante acto irracional. Hombres y mujeres participan del crimen de seres vivos mucho más hermosos y discretos que los hombres y las mujeres.

Si el milagro de la vida es varón será recibido como un rey, si es una niña será recibida con desprecio, lástima y consideración porque esa pobre criatura no sabe que llegó a una sociedad patriarcal y falocéntrica, piensa la madre feminista de la hipotética recién nacida que sólo ha leído libros de Ciencias Humanas y no sabe que también existe la biología, la genética y la neuorociencia y que cuando se aborda la vida desde estas perspectivas la hembra no sale muy bien librada porque la naturaleza no es precisamente feminista, a la naturaleza no le interesa la felicidad humana ni la liberación de la mujer, sólo le interesa crear estrategias para conservar especies.

Las feministas no saben que entre las hembras en general la mujer es una de las que mejor ha desarrollado armas para seleccionar al macho y para ejercer control sobre él. El cuerpo de la mujer es una trampa exquisita para seducir al pobre hombre presa del deseo y la pasión loca. ¡Por eso somos siete mil millones de milagros de la vida!

La feminista militante educará a su hija para que sea una mujer emancipada como ella, pero cuando la niña descubra que tiene tetas, culo, cintura, cadera, piel, voz y naturaleza de mujer descubrirá, sin saberlo, que es una máquina de seducción y correrá a buscar a su macho para reproducirse como todas las demás, como el animal más irresponsable de la tierra.

Deseará ser modelo SoHo como Catalina Ruiz-Navarro o verá maltrato a las pobres criaturas llamadas mujeres en los detalles más insignificantes, como Carolina Sanín.

Es difícil encontrar feministas en un rango de edad entre los 12 y los 20 años, esa es la edad de la reproducción y el animal joven no racionaliza la naturaleza de su deseo, sólo busca, como cualquier gata o perra en celo, a lo que ella llamará El amor de su vida para hacer el amor, pero todos sabemos que esos bellos sentimientos, esas búsquedas metafísicas son máscaras que la criatura inventa para no sentirse hermana en el deseo de la rata o de la gata.

Cuando el hombre ve a la mujer como un objeto, cuando la mira con deseo y babea como un perro porque quiere compartir sus genes con ella también se convierte en objeto, en objeto del deseo, no es más objeto la mujer que el hombre porque ella sea la deseada y él el deseoso, es la naturaleza manifestándose en ellos.

Feministas fanáticas: los hombres también sufren, los hombres también son tratados como objetos. ¿Quién defenderá a James y a Falcao? ¿No se dan cuenta de que esos dos pobres hombres son tratados como putas y son mucho más rentables que una puta?

Esta historia continuará….

Catalina Ruiz-Navarro es feminista, nadie lo duda, y en sus columnas de opinión suele tomar los escándalos relacionados con mujeres de la farándula norteamericana para reflexionar sobre estructuras de poder, patriarcado, falocentrismo, estereotipos impuestos por la sociedad patriarcal y reivindicación de los derechos de las mujeres reclamados desde hace ya bastante tiempo sin que ni hombres ni mujeres recapaciten ante la abominación de la que son cómplices al callar e ignorar.

¡No más! dice Catalina cada cierto tiempo y sale a marchar -en minifalda- (porque es dueña de su cuerpo) y a exhibir carteleras ante el Procurador.

Todos las semanas hay un escándalo relacionado con una “diva” y cada semana Catalina sufre y llora porque la diva atormentada es mujer y como mujer tiene derecho a no ser vulnerada en sus derechos. Toma como pretexto el sufrimiento de una mujer de la farándula para luego hablar de las mujeres en general y, luego, de ella en particular. Siempre termina hablando de ella y de la red de mujeres que la acompañaron en su infancia y adolescencia. Ella es una mujer rodeada de mujeres, educada por esas mujeres para luchar por los derechos de las mujeres. No hay quien lo dude.

La última columna feminista de Catalina Ruiz-Navarro se titula Espejito, espejito y en resumidas cuentas nos cuenta que está sumida en una tremenda depresión porque ya no aguanta el trago y la rumba dura como antes -cuando era modelo de la revista SoHo, cataba condones, despreciaba a los hombres con caspa, nos enseñaba cómo usar una minifalda y participaba en Estudios -de la revista SoHo- sobre cómo escoger hombres para rumbear, para goterear o para convertirlos en amantes de una noche.

Catalina está sumida en una tremenda depresión porque tiene 31 años, le salió una cana y se encontró una arruga cuando se contemplaba ante su espejo.

Catalina se ve como una chica SoHo o como una chica Águila, es un hecho, y asume que la mayoría de las mujeres desean ser “la chica” porque ven mucho cine y mucha televisión norteamericana: “Mientras los personajes para mujeres en Hollywood sigan limitados a “la chica” las actrices de Hollywood no van a poder envejecer”. Las divas del cine no pueden envejecer y Catalina tampoco, porque ella  también es “la chica”, así se ha representado ante los hombres y ante las mujeres y, por esa misma razón, cumplir 31 años se ha constituido para ella en una absoluta tragedia, en un motivo para narrar su indignación y su desazón.

Dice Catalina más adelante: “Las mujeres, a diferencia de los hombres, salimos de escena cuando envejecemos”. Eso no es cierto y ha llegado el momento de hablar de mí: he conocido a lo largo de mi vida mujeres de más de sesenta años respetadas y admiradas por hombres y mujeres, mujeres que no soñaban con ser “la chica”, sino seres humanos que se pensaron más allá de la edad, las líneas de expresión y su color de pelo. Pueden o no dejarse ver la canas, pero ese detalle tonto no es relevante; esas mujeres son mucho más que un cuerpo para el placer visual de los hombres o para su propio espejo, son seres humanos, mujeres que trabajan con hombres y con mujeres y que piensan más en su cerebro, en su experiencias, en sus gustos, que en los cuerpos que se ocultan debajo de la ropa.

Catalina está obsesionada con la vejez, tiene miedo de no ser una mujer atractiva, deseable ante la mirada masculina, y hace de ese temor un universal femenino que la mayoría de las mujeres no comparte: “A las mujeres, además, nos exigen una cosa rarísima: envejecer “con dignidad”. Esto quiere decir o bien aceptar la vejez (y con ella una sentencia a la obsolescencia) calladas, sin chistar, o hacernos algunos retoques aquí y allá en cuyo caso la dignidad reside en que nadie sepa a ciencia cierta por qué nos vemos más jóvenes”. Es obvio que el grupo social del que forma Catalina no es precisamente de intelectuales o de artistas sino de hombres y mujeres preocupados por la apariencia, por lo bien que se ven ante los ojos de los demás; al parecer ella asume que su grupo de amigos y la gente que ella admira y desea imitar encarna los valores de la sociedad entera. Si Catalina viera a la gente común, que es la mayoría, descubriría asombrada que los temores de ella producirían la risa de millones de mujeres que no los comparten, que cuando eran jóvenes no aspiraban a ser “la chica”.

Catalina tiene miedo: “Yo crecí en una casa con mujeres de cuatro generaciones. Las vi a todas desnudas, a mi mamá, a mi abuela, a mi bisabuela, y sé lo que me espera”. Yo no he visto a las mujeres de mi familia desnudas pero tengo claro que ellas se ríen de la vejez, son mujeres que viven la vida de tal forma que siempre temo si podré estar a la altura cuando llegue a su edad. Mi mamá es mucho más vital que yo y mi abuela soporta con resignación el final de la vida sin sentirse superior a nadie por hacerlo. No somos feministas, no tenemos nada que reclamarle a los hombres porque nos han tratado muy bien. El hecho de que Catalina Ruiz-Navarro no haya visto hombres en su familia, el hecho de que no sepa lo que es un padre amoroso y un abuelo cariñoso y sabio no debe convertirlo en pretexto para adjudicarle a Los hombres, a La sociedad patriarcal, los dolores de todas las mujeres, porque, entonces, lo que escribe no es una columna de opinión sino un ajuste de cuentas personal (casi tan personal como el de Uribe con las FARC), que no tendría por qué involucrar a todos los hombres del universo por una sencilla razón: la mayoría de los hombres no son como ella los imagina. Los hombres y las mujeres son seres humanos que sufren y sienten miedo e incertidumbre de forma similar.

Y así continúan los lamentos de “la chica”. Como diría el poeta: Esto no hay por dónde agarrarlo.

¿Cuándo aparecerán las feministas que amen a los hombres, que sueñen con llegar al fondo de esos seres maravillosos que a veces sienten tanto miedo, respeto y reverencia, esos hombres que parecen niños aspirando al poder para deslumbrar a las mujeres, esos admiradores insaciables de las versatilidad y del cuerpo femenino?

Las feministas como Catalina Ruiz-Navarro no saben de lo que se pierden al ver a los hombres como enemigos o como verdugos, ella no sabe que los hombres pueden ser compañeros respetuosos y amables. Soy mujer y para los hombres que he conocido a lo largo de mi vida sólo tengo palabras de afecto y de gratitud, mi vida no sería tan plena sin mi papá, mis hermanos, sobrinos, novios, amigos, sin mi cuñado y sin todos los jóvenes a las que he tenido el placer de oír hablar en un salón de clase. En vez de escribir, Catalina debería acudir a un psicólogo para que le ayude a solucionar sus conflictos con los hombres, un experto que le ayude a comprender y a perdonar la ausencia y el abandono de los hombres de su entorno.

Así termina, más o menos, el lamento de “la chica” que no sabe cómo asumir la edad adulta. Es muy triste saber que hay mujeres que se pueden complicar la vida con semejantes tonterías:

“Hoy, a mis 31 años, me encuentro preguntándome preocupada si eso será una arruga frente al espejo. Encima este año me salió mi primera cana, algo que solo es preocupante porque soy mujer, en los hombres los cabellos blancos equivalen a sex appeal, madurez, experiencia. Mi envejecimiento empieza a hacerse visible, es más evidente que no poder lidiar con la resaca. Me encuentro entonces teniendo un miedo irracional a esa vejez, no a los achaques o dolores que puedo aguantar en silencio (y con una mano en la frente para mayor drama), es más un miedo a ver, y a que todos vean, cómo se avejentan mis selfies. Es el mismo miedo irracional que sentimos los fans de Empire Records al ver que Zellweger había envejecido, que eso se puede, que “we are next”.

En la revista SoHo ofrecen todo tipo de productos y entre esos productos está la mujer. Casi todos los productos para la venta están relacionados con mujeres y sexo: carros, hoteles, restaurantes, colonias, condones, ropa, juguetes sexuales, alcohol… Durante quince años Daniel Samper Ospina se ha dado el lujo de desnudar a más del 90% de las mujeres a las que se ha propuesto hacer pasar por su revista y algunas de ellas, claro, son feministas indignadas. Hoy vamos a hablar de una de las más indignadas e incoherentes de todas: Catalina Ruiz-Navarro.

Los dos trabajos más destacados de ella en la revista han sido: catadora de condones y participante en una encuesta sobre sexualidad, la mujer y la sexualidad de la mujer típica de la revista SoHo: amante del sexo a cambio de comida, regalos costosos y dinero, la mujer exigente que se hace pagar y se fija en la marca del carro, aquella que valora al hombre dependiendo de cuánto pagó en el restaurante y en el motel.

En el último número de la revista hicieron experimentos con productos que se ofrecen en el mercado, querían saber si las cualidades del producto corresponden con las que anuncian los medios: cremas reductoras, tratamientos para la calvicie, brujos y prostitutas conseguidas a través de páginas web, entre otros. En el caso de las mujeres el experimento consistía en saber si la mujer que aparece en el portal es la misma que llega a prestarle el servicio sexual al investigador. De las tres mujeres sólo una correspondía a la realidad. La conclusión es que ni las cremas, ni los brujos ni las prostitutas cumplen con las expectativas del cliente. Todo predecible, nada digno de escandalizar a nadie.

Catalina escribió una columna en El Espectador en la que sienta su voz de protesta porque en la revista la mujer fue tratada como un objeto sin su consentimiento, juzga con severidad a Daniel Samper Ospina como si no lo conociera, como si no fuera consciente del tratamiento que le da a la mujer número tras número en la revista de la que es director. Todos sabemos, no necesitamos ser expertos en nada para saberlo, que en la revista SoHo la mujer es un producto más. En todos los números salen modelos ambiciosas que presentan su perfil sexual para quien desee hacer uso de sus servicios, con frecuencia entrevistan prostitutas y actrices porno para animar a las mujeres que leen la revista para que aprendan las técnicas que proponen estas  maestras. Los hombres se deben sentir muy bien viendo cómo estas mujeres, las que posan y las que participan en los experimentos, se sienten dichosas porque trabajan para un medio tan prestigioso y no se complican pensando en la forma en que son vistas por los lectores.

Pueden indignarse Carolina Sanín y Salud Hernández, pueden despreciar al director de la revista, a los lectores y a las mujeres que se sienten realizadas porque colaboran para la revista. Catalina Ruiz-Navarro no, ella no tiene derecho, ella se ha congraciado muchas veces con Daniel Samper Ospina, ha consentido ser tratada y vista como un pedazo de carne, como carne para la venta, soltera y disponible. Así la presentan en la encuesta.

De nuevo, como tantas otras veces, uno no entiende si Catalina Ruiz-Navarro se esfuerza por llamar la atención, si pide ser insultada por alguien como yo, si goza con el descrédito permanente, o si no tiene el nivel de inteligencia y coherencia suficientes como para entender que ella no es la mujer más indicada para ajusticiar a la revista ni al director.

Gracias a Twitter nos enteramos de la muerte de Rosa Elvira Cely y marchamos indignados (Catalina Ruiz-Navarro recuerda ese atroz feminicidio cada vez que se agrede a una mujer).

Gracias a Twitter supimos que en el parqueadero de Andrés Carne de Res las parejas embriagadas de alcohol y de deseo se aman ante la mirada atónita de los vigilantes que cubren el turno de las 3 a.m (Catalina Ruiz-Navarro odió como tantas a Andrés Jaramillo  y desde su columna en El Espectador volvió a gritar: ¡No más maltrato a la mujer! Desde ese día no ha dejado de usar minifalda para sentar su voz de protesta).

Gracias a Twitter supimos quién es Gabriela Salazar: una niña recién graduada de Bachiller que dejó a su papá con una deuda de 180 millones porque copió ilustraciones de varias autoras norteamericanas para un libro de Pilar Castaño y éste tuvo que ser recogido por plagio. La deuda sólo incluye la recogida de los libros; a la  familia de Gabriela Salazar sólo le queda esperar si las ilustradoras de las obras originales la denuncian por el robo o no (Catalina Ruiz-Navarro decidió seguir los pasos de Gabriela, aunque plagiar a una mujer no es precisamente un detalle cordial y respetuoso con ella ni con sus ideas. Más tratándose del robo de una feminista colombiana a una feminista norteamericana, entre feministas deberían tratarse mejor porque comparten el peso de esta sociedad patriarcal y falocéntrica).

La primera pregunta que vale la pena formularse es simple: ¿Por qué en Colombia se le rinde tanta reverencia a los autores norteamericanos hasta el nivel de robarse sus trabajos?

Plagio es plagio como violación es violación, no se plagia un poquito y de nada sirve ofrecer disculpas y arrepentirse de la falta cuando un hombre viola o asesina a una mujer; es un delito imperdonable y no se admiten términos medios. Catalina es una feminista radical como sólo podría serlo en un país tropical y amarillista como Colombia, ella está dispuesta a denunciar todo tipo de abusos y malos tratos a las mujeres sin importar su condición social, es una especie de Pirry de las nuevas tecnologías y tiene su club de fans, gente que está dispuesta a hacerse matar por ella especialmente porque es una mujer muy deseable y porque hizo una cata de condones para la revista SoHo. Cada vez que se convoca a una marcha -en minifalda o no- por el maltrato a una mujer, ella marcha y grita como todas las demás y luego se indigna a través de su columna en El Espectador y los otros cuatro medios para los que trabaja.

Y entonces pasamos a formularnos la segunda pregunta:

¿Esperaríamos un plagio tan obvio de una mujer tan ejemplar como ella? ¡No!

Catalina Ruiz-Navarro es una trabajadora incansable de los derechos vulnerados de las mujeres y necesita que su voz de protesta llegue desde diferentes medios. También es profesora  en el área de Comunicación Social en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Irónico sería que la materia a su cargo se llamara Comunicación y Ética, o Derechos de Autor, o Escritura en Medios Digitales. Si es escandaloso que un estudiante incurra en plagio y lo niegue cuando ha sido evidenciado, cuál será nuestro nivel de indignación cuando Catalina Ruíz-Navarro copia casi todo el texto de Lisa Wade y luego ofrece disculpas diciendo que sí, que le faltaron algunas comillas y que ya envió la corrección al medio en el que el plagio fue publicado.

Los tuiteros en general le han perdonado el plagio a Catalina Ruíz-Navarro, lo han visto como un mal menor, algo que pasó y debe ser olvidado porque todos en algún momento se han robado las ideas ajenas. Para mí sigue siendo escandaloso, más tratándose de una persona dispuesta a luchar con manos y pies por los derechos de los desvalidos, dispuesta a denunciar a los corruptos y a analizar todas las formas de atropello en contra de seres sin voz. Eso se llama falta de coherencia, es una actuación infame, una pose, un personaje que ella ha creado porque es creíble y porque posar de justiciero es algo que excita a las masas estúpidas y le reporta buenos dividendos a quien asume el rol.

Cuando un estudiante se acostumbra a plagiar llega un momento en el que se confía tanto que no le da importancia a los detalles, un golpe de suerte del profesor puede darle pistas sobre un plagio. Seguramente Catalina viene incurriendo en este delito desde hace mucho tiempo y se confió como se confía el estudiante vago, la copia es tan evidente y premeditada que es obvio que no es la primera vez que lo hace, es un acto recurrente. una forma de subestimar a los lectores, cuando roba a otros autores debe pensar con cinismo: “¿Si lo he hecho tantas veces y no lo han notado por qué lo van a notar esta vez?”. Ella pone en práctica las políticas de El rincón del vago: “¿Para qué escribir lo que ya está escrito? Se supone que El rincón del vago es para estudiantes, no para profesores de Comunicación Social y activistas profesionales.

A ella no le va a pasar nada, no va a tener que rendir cuentas ante el director de El Espectador ni ante el Director de Comunicación Social en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, reinará la ley del silencio en ese otro mundo de la impunidad amparado por los medios de comunicación, pero nos queda internet, este blog, la maravillosa herramienta llamada Twitter para decirle a quien pase por aquí:

Catalina Ruiz-Navarro no es coherente, lo suyo no debería ser el activismo, el periodismo y la docencia sino la política.

La profesora Luz Mery Giraldo escribe en uno de sus libros a propósito de la ciudad letrada: “La idealización de ciudades como París, Londres, Madrid, responde a una idealización, a una aspiración, a un sueño… a un imaginario y a un referente que como identidad se construye ocultando o enmascarando la propia identidad, la no deseada. La ciudad concebida de esta manera debe entenderse como un espejo ausente. Su construcción y aspiración obedece a la búsqueda de un origen fundacional del cual enorgullecerse, de una identidad con la cual identificarse de manera profunda. Al negar la condición valorativa de América (Colombia) por sí misma y asimilarla a los conceptos de bárbaro y salvaje, se explica la vergüenza ancestral y se ratifica la negación de los valores propios… la imitación y la asimilación -real o ficticia- de unos modelos ideales”.

La señorita Natalia Marlene Lizarazo Tocarruncho contrajo matrimonio con un extranjero (lo sabemos por sus apellidos), se divorció después de un tiempo pero siguió presentándose como Natalia Springer Von Shwanzenberg o, de manera abreviada y humilde, como Natalia Springer. Nos recuerda el nombre imponente de Catalina Ruiz-Navarro a quien la raya en medio de los apellidos de su madre y de su abuela, en vez de presentarla como La hija de nadie, la no reconocida por el padre, le da cierto aire de abolengo, con esa raya en el medio parece una señora de alcurnia. La raya en el medio la hace ver mucho más intelectual y profunda.

La ciudad letrada nos recuerda el arribismo, la vergüenza ancestral  y lo kitsch. Casi todas las personas avergonzadas de su origen caen en lo kitsch, que en buen colombiano quiere decir ridículo:

A menudo lo kitsch no es sino “una escapada al idilio de la historia donde todavía son válidas las convenciones establecidas… El kitsch es el modo más simple y directo de disparar esta nostalgia”… lo kitsch adelanta claramente ciertas necesidades emocionales que generalmente se asocian con el concepto de mundo romántico. En gran medida podemos considerar lo kitsch como una forma vulgar del romanticismo…

Lo kitsch, barato o caro, es sociológica y psicológicamente la expresión de un estilo de vida, es decir, el estilo de vida de la burguesía o de la clase media… Aunque el kitsch vaya unido a la búsqueda de status tendrá la función -que es psicológicamente más importante- de proporcionar unas huida ilusioria de la banalidad y la insignificación de la moderna vida urbana. En cualquier forma o combinaciones, lo kitsch es relajante y agradable. El deseo-cumplido contenido en este placer enfatiza su origen activo, el miedo al vacío que el kitsch intenta mitigar. Desde este punto de vista el kitsch es una respuesta al extendido sentido moderno del vacío espiritual: rellena el vacío tiempo libre con “diversión” o “excitación” y “alucina” los espacios vacíos con un conjunto infinitamente matizado de “bellas” apariencias (Calinescu. 1987: 223-245).

Desde ayer Virginia Mayer está  presumiendo en Twitter con su desnudo en la revista SoHo. La contactaron para el último número titulado En este cuerpo vivo yo, un especial sobre cuerpos mutilados, maltratados, demasiado grandes o demasiado pequeños; cuerpos despreciados y adoloridos o cuerpos bellos y extraños que nunca pasan desapercibidos porque lo que se sale de lo común suele llamar nuestra atención, aunque nos hiera (o precisamente porque nos hiere).

Ella posa de gorda atormentada con su cuerpo y la foto no es precisamente un canto a su supuesta irreverencia sino una autodenigración consentida por ella misma y por la fotógrafa, más si se observa en contraste con las fotografías de los demás invitados. La mayoría de ellos posa de pie con una prenda gris y exhiben su cuerpo con respeto aunque muestren mucho más que Virginia Mayer; a ella la vistieron con unos calzones grandes de tigresa, la maquillaron de forma vulgar, ocultaron su cuerpo y la rodearon de hamburguesas como rodearían a una cerda de inmundicia. Y ella sonríe de forma complaciente.

Cada fotografía va acompañada de un texto del protagonista y la única modelo que se insulta a sí misma por su triste condición es Virginia Mayer, nadie más. Varios de los invitados nos dan ejemplo, son personas dignas de admiración y asumen su cuerpo con dignidad, todos menos Virginia Mayer.

Le pregunté a un amigo cuál es el papel de Virginia Mayer en los medios y él respondió sin pensarlo mucho: ella hace el papel de gorda.

La última columna de Virginia Mayer se titula “Gordos, calvos y peludos exigiendo mujeres flacas”. Comienza explicando por qué le  dolieron tanto las críticas que le hicieron a ella por criticar el reinado nacional de la belleza, enfatiza que las mujeres gordas también tienen derecho a apreciar la belleza de una reina porque las gordas también conocen los ideales estéticos de la belleza femenina como cualquier otro ser humano. Por increíble que parezca el origen de la indignación es el reinado nacional de la belleza, sí, esa banalidad creada para divertir masas embrutecidas, las mismas masas que gozan viendo, telenovelas, realitys y partidos de fútbol. Las predilectas de los políticos, los dueños de los medios y los anunciantes.

Nuestra adorada Virginia Mayer ve reinados de belleza y nos cuenta por qué los reinados de belleza son patéticos. ¿una persona con dos neuronas ve reinados de belleza? No. ¿una persona con dos neuronas se detiene a pensar en el coeficiente intelectual de una reina de belleza? No. ¿una persona con dos neuronas trata de explicarnos por qué los reinados de belleza son patéticos? No. Pero Virginia Mayer sufre y llora porque los reinados de belleza son machistas y refuerzan ideas tontas como que las mujeres altas, delgadas, esbeltas y de sonrisa diseñada son las mujeres deseadas por los hombres calvos, gordos y peludos.

Virginia Mayer: no seas tonta. Todos sabemos que la belleza es escasa y que por ser tan escasa nos sobrecogemos de emoción ante una cara hermosa, un cuerpo equilibrado, una voz divina, una forma de caminar elegante. Hombres y mujeres admiramos la belleza femenina porque las formas equilibradas llaman la atención y los cuerpos grotescos nos invitan a mirarlos con rechazo o con burla, es parte de nuestra triste condición humana, no somos ángeles, somo miquitos burlones.

El cuerpo de los demás y el cuerpo propio dan pistas sobre la salud, la edad, el estado de ánimo y la condición física; el cuerpo y la forma en que cargamos con ese cuerpo es nuestra carta de presentación ante los demás nos guste o no. Los animales también se seleccionan así y aunque te cueste creerlo las perras, las gatas y las cerdas no saben de feminismo ni de machismo, son animales y ya. Debes saber que tú, yo y el resto de los seres humanos descendemos de otros animales, no somos creación divina ni nos modelamos a nuestro antojo, conservamos intacto el deseo inconsciente de copular con los ejemplares mejor dotados aunque no queramos reproducirnos o hayamos superado la edad para realizar semejante hazaña. La belleza tiene que ver con la biología, no es una creación humana, está en la naturaleza.

Te invito a que superes la inocencia y la ignorancia, sumérgete en los libros de Desmond Morris, Richard Dawkins y Rodolfo Llinás, no leas sólo basura feminista de mujeres viejas, feas y resentidas porque la vida no las ha tratado bien, no armes tanto alboroto porque las masas embrutecidas se emocionan viendo tetas y culos, en esos seres el miquito está más latente que en los seres privilegiados que renunciamos desde hace mucho tiempo a ver programas de televisión.

***

Virginia Mayer escribió en tono indignado: “Mientras mis médicos en Nueva York me decían que hiciera ejercicio y controlara mi sobrepeso, aquí me han dicho que soy obesa mórbida. Los obesos mórbidos del primer mundo son los que andan en sillas eléctricas al no poder moverse por sus propios medios. Aquí la obesa mórbida soy yo. Sociedad enferma”. Ahí también te equivocas. En Colombia la mayor parte de la gente no tiene problemas de obesidad como los que tú padeces, pocas personas tienen 50 kilos de sobrepeso como tú. En Nueva York podrías pasar por una persona normal pero Bogotá no es Nueva York. En Bogotá podemos gozar de una alimentación balanceada y hay cierta conciencia sobre el cuidado del cuerpo con fines relacionados con salud y bienestar más que con obsesiones sexuales y complacencia ante la mirada ajena, esas obsesiones tuyas no son las obsesiones de la mayoría de las mujeres en Bogotá ni en Colombia.

Continúa Virginia Mayer con esta joya: “Tengo un amante, un hombre que a pesar de asegurar que estoy entre el top tres de los mejores polvos de su vida, me ha dicho que si me adelgazo podría penetrarme más profundamente”. Ay, Dios mío, qué niveles alarmantes de superficialidad.

“Es cierto que estoy gorda, y mi salud se está viendo comprometida por los 50 kilos que me sobran. La artritis degenerativa que tengo en la espalda no se ve beneficiada por mi sobrepeso. Subo dos pisos de escaleras y llego ahogada. No me puedo quedar dormida si no me empepo. Me sobran los motivos para adelgazar, es verdad. Pero esta sociedad no me condena por no estar sana, me condena porque no soy flaca”. Ay, Dios mío, Virginia Mayer necesita con urgencia un psicólogo y un nutricionista que la asesore. Si aspira a ser nuestra Virginia Woolf o nuestra Marguerite Duras es preciso que, para comenzar, aprenda a leer y a escribir y no use su condición física para inspirar la lástima de este público morboso acostumbrado a ver expuesta la miseria de la gente común en Laura en América o El show de Cristina.

“Vivir en Colombia con sobrepeso es tóxico para el alma. Aquí es pecado ser gorda. La gorda siempre podría ser diferente. A la gorda no la aceptan como tal, ¡siempre está la posibilidad de que haga dieta! Y yo, hasta el momento, me he negado. Es mí opción”. Ay, Dios mío, estas pataletas insoportables las llamas periodismo en KienyKe.

“Deliro con mujerones como Monica Bellucci, Scarlett Johansson, Marcela Mar y Carolina Guerra”. Ay, Dios mío. Parece que Virginia no sabe que estas mujeres son mujeres diseñadas para hacer películas y armar revistas.

Cada cierto tiempo Virginia Mayer vuelve a dar de qué hablar, siempre porque cometió un error periodístico peor que el anterior. Tiene patrocinadores de la talla de Julio Sánchez Cristo en W Radio Colombia y de Andrés Hoyos en los “circulos intelectuales bogotanos” y al parecer es la periodista mimada de Kienyke. Con su actitud en Twitter nos da a entender a todos que ella puede insultar a quien quiera, calumniar a quien quiera y siempre va a mantener su puesto en este medio porque es la predilecta, la iconoclasta, el perro que muerde, la encargada de decir las verdades que nadie se atreve a decir porque a todos nos falta lo que a ella le sobra. La buena noticia es que a medida que pasa el tiempo más personas van descubriendo el juego infame de Virginia Mayer.

Julio Sánchez Cristo y Andrés Hoyos no son precisamente cultos o buenos escritores pero tienen mucha influencia en este país de ignorantes y de gente que toma por cierto lo que se dice en los medios y en las “revistas culturales” tipo El Malpensante. El sueño es que no aparezcan más “figuras públicas” a decir que Virginia Mayer es una gran periodista. La gota que rebosaría la copa sería que apareciera postulada a un Premio Simón Bolivar por una de sus maravillosas historias y se lo ganara. ¡Así es Colombia!

Virginia se siente cada día más fuerte y a medida que pasa el tiempo le hace más daño a las personas que caen en sus manos con engaños. Ella busca personas vulnerables siempre: un viudo joven, un escritor olvidado, una actriz vieja y fea, un homosexual menor de edad, dos amigas que dejaron de serlo y sellaron su amistad con tuits. Esa es la base de su última Historia:

Virginia Mayer contactó a la examiga más vulnerable, inocente, explosiva y a costa de su estado de ánimo armó una noticia digna de ser discutida en Laura en América, no en casi todos los medios de circulación nacional. Con este nuevo escándalo, que llegó a ser casi como el escándalo de Dania Londoño y los agentes de la DEA, aparecieron de nuevo Andrés Hoyos y Julio Sánchez Cristo a describir las cualidades innegables del estilo y la rigurosidad de su adorada Virginia.

¿Hasta qué punto un periodista tiene derecho a contactar no a sus informantes o a sus personajes sino a sus víctimas para  exponerlos sin ningún tipo de consideración y sin previo aviso sobre la distorsión que se hará de la información que ellos le ofrecen con la idea de conseguir fama, dinero, prestigio o simplemente por lograr el sueño de aparecer en el noticiero del mediodía o en el periódico?

¿Por qué las personas contactadas por periodistas no se toman el trabajo de investigar sobre la trayectoria y el estilo de este periodista antes de dar información?

¿Esta es la Escuela de Nuevo Periodismo que está cultivando la revista SoHo?

Yo pude haber formado parte del Círculo de Víctimas de Virginia Mayer, pero como no concedo entrevistas de ningún tipo a nadie ni me muero por aparecer en ningún medio me salvé de la furia que debe producir el producto periodístico final en las personas que caen en las manos de esta supuesta nueva estrella de los medios colombianos.

¡Pobre país!

Cada día  vamos de mal en peor.

Para quienes no conocen a Virginia Mayer a continuación una breve descripción:

Es una mujer muy gorda, muy fea, muy masculina, muy agresiva, muy burda y muy reconocida -por ella misma- como: lesbiana insaciable, crítica despiadada, implacable desbaratando figuras públicas en Kienyke, sin pelos en la lengua para hablar de sexualidad sucia y reveladora de Grandes Verdades. Debe suponer que como nadie está dispuesto a decir la verdad, ella está condenada a realizar tan honorable tarea a pesar de que el ejercicio pueda resultar doloroso para el lector, no para ella.

La conclusión que saco de su perfil es que todo lo que ella quiere parecer revelar con su supuesta rudeza no es más que una máscara que usa para ocultar su verdadera naturaleza. Virginia Mayer es una ciudadana más, una persona común, como la mayoría. Vamos a demostrarlo analizando sus propias letras.

En su última columna se ocupa de Twitter, lo aborda con humor e ironía. Para solaz mío no nos habla sólo de cómo Twitter le cambió la vida sino que nos presenta rasgos de su ser que está empeñada en ocultar. Con ustedes Virginia Mayer:

  1. El domingo en la noche me acosté muy angustiada, pues al día siguiente era lunes. Tuve pesadillas toda la noche, pero la peor fue una en que ya no había Twitter. ¡Fue horrible! Cuando sonó el despertador lo primero que hice fue mirar Twitter en mi BlackBerry. Ahí estaba, bendito.

Análisis: entre chiste y chanza Virginia nos confiesa que pasa el bendito día y la bendita noche pensando en Twitter. ¡A Virginia le falta vida, le faltan emociones que ocupen su mente, tal vez Twitter se ha convertido en su prioridad! Y la pregunta es por qué: Twitter es una red social más, lo que vino después de Facebook y lo que nos entretiene mientras aparece otra que sintetice las demás, ese ha sido el orden de las cosas hasta ahora.

  1. Durante la noche me habían seguido siete personas, cada una con una biografía más ridícula que la anterior, pero bienvenidos, bienvenidos todos, enhorabuena. Esta semana he sufrido, pues habiendo llegado a los 6 mil seguidores, parecen haberse detenido. ¿Será que no voy a pasar de los 6100 seguidores? Sufro.

Análisis: Nuestra periodista irreverente se fija en cuántas personas la siguen diariamente y lee sus biografías, quiere saber quiénes son sus fans. Le importan los seguidores como a cualquier pelmazo que hace lo que sea para hacerse notar, para parecer popular. 6.100 le parece una cifra nada despreciable, pero espera más.

  1. ¿Y de qué me sirve toda esta gente? A veces he pensado en pedirle mil pesos a cada uno de mis seguidores, pero con eso no pagaría ni la deuda de la tarjeta de crédito.

Análisis: Virginia quiere que sepamos que tiene tarjeta de crédito. Es típico del tuitero típico presumir con objetos de supuesto lujo. La tarjeta de crédito dejó de serlo hace mucho tiempo, pero bueno, a ella todavía le parece un bien digno de ser mencionado para que nos hagamos una idea de su valía.

  1. La realidad es que en Twitter nadie te da nada, al menos nada tangible. Entonces, ¿de qué me ha servido? Allí comencé a promocionar mis columnas hace dos años, también me hice una idea de cuántos de ustedes me leían. A través de Twitter he conocido personas que ya ocupan un lugar importante en mi corazón: @sergioaraujoc, @Sanchezbaute, @bocasdeceniza, @ninolatex, @SoyAndresParra, @AspasiaSegunda, @delosnervios, @catalinapordios y @Perroacuadros.

Análisis: es aquí donde Virginia empieza a revelarse como una ciudadana más, una colombiana común: Twitter no le da nada tangible pero le brinda la posibilidad de promocionarse, de venderse. Mientras ella se vende vende a otros que también la venderán porque son buenos vendedores en Twitter, y si tú me vendes yo te vendo y todos ganamos. Yo leo el párrafo y me pregunto: ¿Dónde está la Virginia Mayer que se sale del montón? ¡Admira a zalameros profesionales dispuestos a promocionar a otros zalameros profesionales para crear entre todos la ilusión de que no son simples zalameros sino que son gente de mundo, grandes intelectuales, periodistas, trabajadores honestos y bla bla bla! Virginia sabe a quién vale la pena mencionar en su lista de “personas que ya ocupan un lugar importante en su corazón”. En lenguaje mundano esa frase bonita se traduce en buenos términos colombianos en un: “Esas personas son buenos contactos para proyectos futuros”. ¡Virginia es una colombiana promedio!

  1. También he conseguido trabajo; editores de diferentes revistas han visto mis tweets con mis columnas y me han pedido que escriba para ellos. Inclusive, he hecho investigaciones a punta de hacerle preguntas a mis seguidores.

Análisis: Aquí el análisis pierde su tono de objetividad y me apropio de un tono epistolar indignado con la tuitera exitosa:

Virginia, a todos nos han ofrecido dulces de todos los sabores en Twitter, a todas nos han pedido que nos vendamos y vendamos todo tipo de productos. Tú misma quisiste venderme como buen producto en Kienyke para ser más “famosas” las dos y no acepté porque Kienyke es un pasquín inmundo y tú eres una periodista deshonesta y tramposa. Me convencí más de mi decisión cuando me dijiste que serías complaciente conmigo para hacerme sentir bien. ¿Mientras me hacías esas propuestas te pasaba por la mente que yo sería un buen contacto para un proyecto colectivo en el futuro? Supongo que sí, estás acostumbrada a tratar con gente ávida de protagonismo en revistas infames,con personas dispuestas a venderse por lo que sea, sin medir las consecuencias, sin pensar en ética, en honestidad, en pertinencia… sin pensar ni siquiera en el daño que se le puede hacer a otros con la realización de esos proyectos.

  1. También he hecho denuncias y sometido al escarnio público a un par de personajes absurdos que han pretendido sabotearme o matonearme sin éxito. Y es que Twitter se presta, precisamente, para eso.

Análisis: Nuestra irreverente es tan valiente que denuncia que es implacable denunciando pero ni siquiera se toma el trabajo de anotar los nombres de los denunciados. Le tiembla la mano como en casi toda la columna y su texto adquiere el tono de conversación de viejas chismosas que dicen el milagro pero no el santo. ¡Esa es Colombia!

  1. Con todo el lío de la columna del periodista Daniel Pardo en Kien&Ke, María Elvira Bonilla y Adriana Bernal fueron sometidas a un matoneo desagradable, y es que esta red social permite que todos opinemos. Los que saben y los que no tienen ni idea. Se siente como una herramienta para el desahogo, para la expresión desbocada de pensamientos y sentimientos que parecen ser pensados a medida que van siendo tecleados.

Análisis: como buena empleada es obediente, servil y conforme con los jefes, los defiende, es feliz en su rol de perro guardián de los poderosos. Esto ya es demasiado, ¿Será posible que los dueños de Kienyke le pidieron a la guerrera Virginia que los defendiera de los agresores porque ellos solos no pueden? ¡Virginia es más sumisa que un cajero de Carrefour!

  1. En Twitter la gente no piensa antes de escribir, la mayoría se vomita, más que expresarse. Y yo, que soy más impulsiva, me enciendo en ira y comienzo a responder animaladas que ya comienzan a identificarme.

Análisis: esta es la Virginia acostumbrada a autopromocionarse como la mujer que describimos al comienzo. Este párrafo desdice a la mansa paloma que leímos en los párrafos anteriores.

  1. La gran dicha es que uno puede borrar todo lo que escribe, y aunque haya desocupados tomando fotos de pantalla, lo que borre sale de mi TL y es como si nunca hubiese sido escrito. A mí me gusta mantener un TL limpio de menciones, me gusta así porque lo considero más estético. Como si cada tweet fuera una estanza en un poema.

Análisis: Virginia nos explica, como si de una niña pequeña que acaba de cometer una travesura inaceptable se tratara, por qué es tan ruda con sus lectores. Las personas rudas de verdad no sienten ningún deseo de justificar la naturaleza de sus actos, son rudas y ya. ¡Virginia ¿por qué eres tan niña?!

  1. Me da risa la gente que cuestiona que borre tweets, como si fuera un documento público, la Constitución. La gente que se toma Twitter muy en serio aún no ha entendido que se trata de un juego.

Análisis: Virginia acaba de pronunciar dos frases del tuitero promedio, el adicto, el que se reúne con otro tuiteros a hablar de lo buenos tuiteros que son. Al tuitero promedio todo le da risa (risa furiosa, por supuesto) y no se toma tuiter en serio (pero llora por todo: porque los dejan de seguir, porque los bloquean…)

  1. Hoy día existen varias herramientas para que la experiencia en Twitter sea más enriquecedora. Existe who.stolemytweet.com, que permite ver quién ha plagiado sus tweets. Está www.favstar.fm, que es lo más preciso para ver quién le ha dado RT o FAV. También existen compañías que venden seguidores, o cuentas que ya tienen miles de seguidores, pero esta última herramienta nadie la admite. Yo no he comprado seguidores, pero le he mendigado el follow a un par, por lo que Adolfo Zableh me regañó y me llamó patética. Y sí, a veces soy patética. A veces vale la pena.

Análisis: Virginia sigue manifestando que está obsesionada con Twitter y quiere muchos seguidores. Ahora nombra a @azableh, él también es un muy buen contacto para proyectos futuros, publica en casi todas las revistas colombianas ¿tan mal pagan?

  1. ¿Y qué pasaría si este juego un día se acaba? Yo andaría de luto y quizá volvería mi perfil de Facebook algo más creativo y tendría más de los 50 amigos que allí tengo. Leería más libros, escribiría más, pasaría menos tiempo prestándole atención a mi celular y en la calle.

Análisis: Virginia sigue confesándonos que es adicta.

  1. Me entregaría al destino a la hora de publicar mis textos, esperando que a ustedes se les ocurriera visitar Kien&Ke para ver qué se ha publicado y cruzando los dedos para que recomendaran mis textos a sus amigos por teléfono o a la hora del almuerzo.

Análisis: Virginia sigue reafirmando sus serios problemas de autoestima. Esta joven necesita ser leída, valorada, amada. No es justo, no es la virginia que nos ha querido hacer imaginar, nos engañó.

  1. Las redes sociales se han vuelto parte esencial de nuestras vidas. Confieso que muchas de las cosas que se me ocurren son líneas para Twitter.

Análisis: ¿Es posible leer una descripción más patética de una persona sin vida real?

  1. Muchos de los comentarios geniales, ridículos o chistosos de mi gente van para Twitter, con comillas, claro. Antes lo anotaba todo en pequeñas libretas que cabían en mi bolsillo, pero nadie me festejaba lo que escribía.

Análisis: ¿Es posible leer una descripción más patética de una persona sin vida real?

  1. Twitter da reconocimiento, saca del anonimato y les da voz a las personas. También le da peso en las huevas a los más cobardes, que son aquellos que abren cuentas anónimas y quienes más duro matonean. Desde el anonimato todos son valientes, pero la gran mayoría de estas cuentas son seudónimos creados por gente que no es capaz de decir lo que piensa dando la cara por miedo a ser juzgados.

Análisis: al parecer a Virginia le duele mucho el matoneo, probablemente es una mujer muy insegura, muy frágil, muy necesitada de ternura, afecto y cursilería y yo me vuelvo a preguntar: ¿Por qué se empeña en presentarse como lo que no es? ¿Por qué no nos presenta su fragilidad, su necesidad de aprobación, su miedo a perder el trabajo y a quedarse sin contactos que le hagan pensar en futuros proyectos? ¿Tan incierta ve la vida? ¿Tan desvalida se siente como para mendigar amor y reconocimiento de esa manera?

  1. Si Twitter se acabara varios personajes patéticos volverían a la soledad de sus sabanas pegajosas y sus comics, y sus caras seguirían llenándose de granos por no poder desahogarse matoneando a quienes, de otra manera, jamás los oirían.

Análisis: Virginia sigue transpirando fragilidad.

  1. También se desinflarían las reinas tuiteras que fueron elegidas, arbitrariamente, por otro personaje que aunque no lo declare así, bien podría ser el rey de Twitter en Colombia, el cazatalentos, la catapulta a las estrellas: @luisharistizbal. Estas mujeres que destilan creatividad e inteligencia volverían a su cotidianidad, a sus libros y calculadoras, sus busetas y los salones de clases que todavía hacen parte de sus vidas.

Análisis: Aquí está Virginia Mayer en todo su esplendor ante el rey de la zalamería en la vida real y en la vida virtual: Luis H. Aristizábal. Quién sino Luis H. Aristizábal tenía que ser proclamado Rey de Twitter en Colombia por la más irreverente de todas; qué sería de él sin las inocentes niñas que lo adoran -como parte de su inocencia y de su ignorancia- y sin Virginia Mayer para proclamarlo Rey. ¿Dónde ha quedado la supuesta mujer implacable? Esta parte final del texto bien podría ser parte fundamental de un discurso de despedida de un grupo de niñas cristianas o discurso de grado de un colegio femenino de monjas donde las estudiantes adoran a su rey, a cualquier rey. A Virginia la educaron para adorar a la gente que tiene talento para hacer contactos y Luis H. Aristizábal es Maestro indiscutible en ese arte.

  1. ¿Qué sería de las controversias de Alejandra Azcárate sin sus 878.809 seguidores? ¿Cómo promocionaría Daniel Samper Ospina sus columnas y libros? ¿Cómo se desahogaría Álvaro Uribe Vélez? ¿Qué haría Andrés Parra para denunciar los abusos y el pésimo servicio de Claro? ¿Por dónde contaría Antonio García Ángel sus cuentos cortos con tanta inmediatez? ¿Por dónde expresaría Bret Easton Ellis su inconformidad con la industria del entretenimiento en Hollywood?

Análisis: Virginia es devota de Twitter.

  1. Yo no creo en Dios, pero esta noche voy a orar y le voy a pedir que no se acabe Twitter, que no se acabe nunca. Y yo sé que todos ustedes me acompañarán en mi oración.

Análisis: el final no podría ser más lastimero. He de confesarle a quien se tome el trabajo de leer este post hasta aquí que quedé con infinitos deseos de vomitar después de haber revelado a Virginia Mayer en todo sus esplendor.

Hasta pronto

Elsy

Hace más de cinco años fui invitada como conferencista en la Universidad Externado de Colombia. Seis conferencias de tres horas para un grupo de estudiantes de Comunicación Social. 18 horas para hablar de mí y de mi experiencia como experta en redes sociales. Alguien pensó que tenía material suficiente almacenado en el cerebro para convencer a un grupo de jóvenes entusiastas de que gracias a la tecnología podrían llegar tan lejos como yo, podrían soñar con comprender la verdad revelada a través de mi experiencia.

La Conferencia tenía un nombre: Cibercultura. Yo, a través de mi voz, como una Autoridad, sin material, sin evaluación, sin participación de los jóvenes entusiastas, debería hacerme oír y pasaría la materia quien tuviera el valor de soportarme durante 18 horas sin parpadear. Una especie de tortura dividida en seis sesiones que equivalía a tres créditos y que ellos -las víctimas- debían soportar en silencio y con resignación. Todo el curso pasó la “materia”. Yo me sentía culpable haciendo el ridículo más grande de mi vida.

Al final, en la última sesión, sentí congoja, pena y pesar por esas jóvenes promesas amantes de la tecnología, la cibernética, las redes sociales, el posthumanismo y las transacciones bancarias en línea. Sentía que los había defraudado. Ese día me prometí a mí misma no volver a presentarme como disponible para una experiencia tan triste y tan dolorosa.

Entre el grupo de víctimas había una niña que logró llamar mi atención. Era una joven formal, atenta, amable y bien dispuesta para oír a su sabia de turno. Era una joven dulce, con voz de teletubie y una estatura que oscila entre lo bajo y el enanismo. Ni bonita ni fea, ni gorda ni flaca. La versión de una estudiante amable en miniatura, con mirada y actitud servil.

¿Por qué destaco la bondad, la estatura y el tono de voz de @aspasiasegunda? Porque en Twitter y en Instagram, como dicen en tono coloquial: se nos creció la enana.

¿Cómo supe que la niña servil en miniatura es la misma @aspasiasegunda de Twitter? Supongo que ella apareció de la nada para recordarle a su maestra que había sido una de las privilegiadas, que había tenido el gusto de haberme oído durante las 18 horas. Y, entonces, ese día supe quién era, la recordé perfectamente: era la niña servil y bien educada que soportó las conferencias de Cibercultura con una mezcla de gozo y resignación.

@aspasiasegunda no tiene nombre oficial. ¿Por qué? Sólo ella lo sabe, pero ha sabido ganarse el respeto y la admiración de hombres y mujeres que seguramente sueñan con gozar alguna noche con los encantos de semejante mujerón.

Al comienzo se abrió camino sola, posando de inteligente, culta, profunda e irreverente. Un día cualquiera publicó una fotografía y alguien le dijo que era la mujer más sensual del universo y ella se lo creyó, entonces decidió que la mejor estrategia de marketing era posar con el paquete completo, quiso encarnar  a la mujer ideal: inteligente, profunda, sabia, sensible, con buen sentido del humor, crítica, puta en la cama y divertida en Oma y en Juan Valdez.

Se convirtió en una Institución con el lema Viernes de tangas al tobillo y logró hacernos sentir que hasta cuando nos informaba que estaba en un trancón o llovía torrencialmente ella seguía siendo la puta insaciable de siempre. Los tuits de @aspasiasegunda deben ser leídos con un largo gemido para que se entienda su sentido profundo y cabal.

La bella Aspasia ha concretado varios momentos decisivos a lo largo de su carrera:

  1. Se gradúa como Comunicadora Social.
  2. Crea su cuenta en Twitter.
  3. Reconoce y se presenta ante su Maestra de Cibercultura
  4. Conoce a Virginia Mayer
  5. Es contratada en KienyKe.
  6. Se vuelve influyente en Twitter
  7. Se toma la primera foto en calzones.
  8. Daniel Samper Ospina la descubre.
  9. Empieza a publicar en la revista SoHo.
  10. Contrata un fotógrafo que le permitirá exhibir todos sus encantos en Instagram.

A continuación algunos tuits de la emprendedora. Recuerde el lector que estas pequeñas obras maestras escritas con arte e ingenio deben ser leídas con un largo gemido, como si quien escribiera fuera una loba en celo muy inteligente, crítica y profunda. El paquete completo:

Si de verdad les gustara más la inteligencia que la nalga el Reinado no existiría, pero ustedes perdonan cualquier ignorancia en tanga.

Nada más sexy que una buena conversación.

Yo jodo pero valgo la pena. El premio es pa’ el que aguante.

Un hombre como Pirlo, que la meta con elegancia, pues.

Intentémonos que ya es viernes.

Estado civil: pecando…

En este blog nos hemos ocupado de dos emprendedores colombianos: Adrián Peláez y Catalina Alba, dos vendedores de humo e ilusiones que le han roto el corazón a quienes esperan con ansias verlos triunfar como Justin Bieber y Lady Gaga. Nada de eso, ni siquiera Nicolás Arrieta ha llegado a ese nivel.

Se puede triunfar en la vida dando cursos de emprendimiento, dando cursos de marketing digital y posicionamiento de marca, cocinando o tatuándose todo el cuerpo, pero también se puede triunfar encontrando novio famoso producto de un trabajo calculado de actuación y melodramatismo digno de una telenovela. Con Sandra tenemos toda la trama.

Sandra Suárez supo usar su capital (aparentemente negativo y lastimero) para conquistar el mundo. Con mucho menos recursos superó a Catalina Ruiz-Navarro y a Virginia Mayer, maestras indiscutibles en el arte de conquistar el corazón de la gente influyente para estar cada día más cerca de sus sueños. Ellas llevan media vida en la tarea, a Sandra le bastaron dos o tres años. Es un verdadero ejemplo de autosuperación, un modelo a seguir.

Sandra es madre soltera y eso no la convierte en una brincona -dice ella cada cierto tiempo- una joven bailarina sin recursos pero con muchas ganas de triunfar, una joven promesa de Floridablanca que sueña con llegar a Bogotá para conquistar el mundo y está a punto de lograrlo. Renunció a su carrera de Derecho porque los profesores le mataron la pasión.

Sandra se dio a conocer en Twitter por #operacionsandra. Dos o tres tuiteros influyentes -los que ayudan a los débiles y a los pobres de manera desinteresada- convencieron a otros tuiteros de que las bailarinas pobres tienen derecho a realizar sus sueños y gracias a un patrocinador Sandra bailó y fue feliz. Después del baile vino la radio. Sospecho que la madre soltera convenció a algún amigo influyente de que podría ser una buena locutora y entonces la vimos compartiendo espacio con Antonio García Ángel, otra joven promesa de la literatura que lleva más de quince años tratando de convencernos de que tiene mucho talento. Lo último que supe del famoso @erizodemar es que está dictando cursos de escritura creativa en La madriguera del conejo. Bien por él.

En la radio Sandra se sentía segura y tenía motivos de sobra, en el tono de su voz evidenciábamos que se sentía bien, segura de su valía, el presente era maravilloso pero el futuro era mucho más prometedor y lo fue: Sandra está en el Hay Festival posando para los medios al lado de su novio Fabio Rubiano, una especie de Jorge Orlando Melo de las artes escénicas.

¿Cómo logró Sandra conquistar el cuerpo y el alma de un hombre tan serio, exigente y comprometido? ¡Sólo Dios lo sabe!

Mientras nos enteramos de los pormenores que llevaron a nuestros personajes a convertirse en un pareja digna de ser fotografiada para las revistas de farándula criolla es un hecho que Sandra logró en poco tiempo lo que muchas tuiteras, instagrameras, facebookeras y blogueras han estado soñando mientras exhiben la esencia de su ser, la profundidad de sus pensamientos, su cultura general, su desempeño en el lecho, su desparpajo o su falta de vergüenza, su tristeza, su locura, su talento o su cuerpo provocativo. Ninguna ha llegado tan lejos como Sandra. ¿Qué está fallando en su plan de negocios? ¿Cuál es el problema en su estrategia de marketing?

La pareja se instalará en Bogotá. Sandra posa desde ya con su ropa de neobogotana. Lo más seguro es que en poco tiempo la veremos en los medios como nueva estrella de teatro o de televisión, todo depende de los planes que tenga con Fabio Rubiano.

Hace dos años Adrián Peláez era un tuitero más, uno de los integrantes de la famosa #mesaredonda, organizaba fiestas lascivas de tuiteros como el  famoso #7D y quería ser amigo de @ensayista.  Era un joven colombiano deseoso de ganar dinero fácil gracias a las redes sociales; sus alegres compañeras de viaje fueron abandonadas en el camino cuando nuestro @paisa7 se convirtió en un Social media & business, se especializó en Política 2.0 y en redes sociales, empezó a publicar en el  Miami Diario y se constituyó en Director Instituto Social Media tanto como  Dir. Master Marketing Digital ESDEN y Embajador Evernote (así se describe él en su perfil de Twitter).

A nuestro gurú colombiano le fascinan y pronuncia bien las palabras claves para vender grandes ideas que suelen dejar con la boca abierta a las personas que nunca las habían oído una al lado de la otra, las hermosas frases sonoras aprendidas de los expertos en marketing de Estados Unidos, los verdaderos dueños del negocio: conexiones, empatía, gobierno 2.0, ciudades del conocimiento, networking, intereses y contenidos más allá  de las personas, lo que vamos compartiendo es lo que vamos mostrando de cara a los medios de la gran data, para el periodista va a ser interesante encontrar a los verdaderos líderes de opinión en las redes sociales, comunicación y estrategia para el posicionamiento político, tejer redes en la vida real, búsquedas inteligentes, beta restringido, comunidad, aprender a responder correos electrónicos, consultoría en activismo político, líder de opinión, nueva economía del agradecimiento, referente, los nuevos medios en general, hacer la diferencia queriéndolo o no, habilidades blandas, hacer la diferencia es hacerse con su marca personal, cada quien tiene una manera de formular las ideas de forma diferente,  cocreación de conocimiento, el mundo es de quienes hagan la diferencia, Colombia es la respuesta, mercado de oportunidades de manera implosiva, cuando somos capaces de por medio de una idea, un proyecto, una aplicación, impactar y causar revuelo, la ley del  uno por ciento, los que hacen el  cambio se convierten en influenciadores, dos puntos conectores, para crear comunidades es importante saber usar el pegamento social,  un trabajo de acercamiento al cliente, embajador de marca, modelo de negocios, plan de vida, cómo podemos encontrar respuestas o espacios de  interacción, habilidad para grandes campañas, levantamiento de capitales y posicionamiento de marca, habilidades que conviertan al pegamento social para lograr llegar al otro a través de un preocuparse por el otro, comunicación en tiempo real, redes sociales como la vida misma, estamos en la época de la inmediatez, de la brevedad; herramientas digitales, atención al cliente, atención al usuario, los avances no son sólo tecnológicos sino  trabajo es equipo y sobretodo saber escuchar, debemos aprender a hacer ingeniería de datos…

Cuando @Paisa7 pronuncia estas palabras y frases una al lado de la otra en tono de evangelizador digital las personas inocentes que lo oyen entran en éxtasis místico y están dispuestas a seguir pagando por oír embuste tras embuste. El cree en las tonterías que dice y los asistentes también. El lee con juicio libros de otros expertos en marketing y posicionamiento de marca, aprende las palabras, las frases, el tono y la pose exacta y lo hace tan bien que él mismo termina creyendo en las tonterías que oye y se siente como un hombre influyente, una figura respetable, un gran intelectual futurista.

Adrián Peláez -como buen emprendedor- tiene cuenta en por lo menos veinte redes sociales, en todas se autopromociona, se cita y se repite, lo que cambia es el formato. La cantidad de páginas y la aparente profundidad de la información le hacen creer al posible comprador de humo que se  trata de una persona  influyente y como era de esperarse a medida que pasa el tiempo es más  admirado, invitado y galardonado.

Adrián Peláez insiste en el posicionamiento de marca personal. El usuario de las redes sociales crea su propia imagen a través de -por ejemplo-  el nombre de su cuenta en Twitter. ¿Qué es @paisa7?, ¿en qué nos hace pensar ese nombre?, ¿qué imagen positiva nos evoca? No es un nombre de usuario digno de un experto en posicionamiento de marca personal.

Insiste en que los usuarios en Twitter pueden convertirse en líderes de opinión y él no es precisamente un líder de opinión en esta red ni en ninguna otra. Se da a conocer siguiendo a mucha gente y jamás ha posicionado un TT o se ha impuesto su opinión en relación con algún tema.

Para ser experto en redes sociales lo mínimo que se le debería pedir al teórico es ser  relevante en la red  a la que hace referencia y desafortunadamente casi todos los expertos  son seres irrelevantes en estos entornos.

Las redes sociales, la educación virtual,  las relaciones interpersonales y la participación en política no son tan relevantes como nos han querido hacer creer los expertos;  las personas que se han enriquecido gracias a las redes sociales o las revistas digitales son escasas y probablemente ninguna de esas grandes figuras viva en Colombia. Los grandes triunfadores son los productores de aparatos tecnológicos y los dueños de plataformas como Google,  Facebook, Twitter… los usuarios sólo somos pobres seres necesitados de afecto y atención ilusionados con la tonta idea de que nuestras grandes ideas o nuestros grandes lamentos sean oídos o comprendidos por otros seres tan desamparados como nosotros.

Twitter, que parece ser el gran pretexto para formular grandes reflexiones intelectuales, no es ninguna revelación y cuando el experto explica cómo se usa pocas personas lo entienden y están dispuestas a crear una cuenta en esta página y hacerse notar porque no es tan sencillo como los expertos lo presentan.

Millones de jóvenes de todo el mundo son adictos a Twitter, conectados desde sus teléfonos inteligentes caminan por calles hediondas  riendo ante ideas graciosas e imágenes grotescas publicadas por ellos o por otros. Pocos políticos han logrado incrementar sus votos, pocos profesores han ejercitado el estilo o la argumentación escrita y tampoco han potencializado procesos de escritura de ningún tipo en sus estudiantes, pocas marcas han incrementado sus ventas gracias a los tuiteros dispuestos a venderse a cambio de cualquier tontería, engañados como niños pequeños con la idea de que son emprendedores o nuevos ricos de la red. El poder de la radio y de la televisión no ha sido superado por el de la redes sociales, continúa intacto. Los expertos como Adrián Peláez engañan a conciencia diariamente a personas inocentes, es necesario denunciarlo, ¿qué sentido tiene que se sigan engañando a ellos mismos a través de la supuesta creencia de los demás?

En estos tiempos confusos la gente tiene claro lo que quiere: Dinero, mucho dinero.

Nos han querido hacer creer que la “revolución tecnológica” lo revolucionó todo y que -como por arte de magia- podemos convertirnos todos en empresarios digitales. Si la propuesta no funciona la culpa es tuya, así de simple, algo falló  en tu plan de negocios.  Tienes que aprender a ser un mejor emprendedor.

Cada día aparecen en la red cientos de nuevas páginas de nuevos periodistas, nuevos  cocineros, nuevas prostitutas, nuevos artistas integrales, nuevos emprendedores… personas entusiastas con la idea de hacer realidad un sueño que reporte ganancias económicas fruto de la buena suerte y la ingenuidad de algún tonto. Todos están vendiendo algo o se están vendiendo a sí mismos y casi nadie está comprando, ese es el dilema.

¿Cuántas personas se han enriquecido en Colombia gracias a una propuesta digital?

¿Para qué sirve la fama virtual?

¿Para qué sirven cinco mil amigos en Facebook y más de seis mil seguidores en Twitter?

El caso más emblemático y pintoresco  que conozco en Colombia  es el de Catalina Alba. Tuve la oportunidad de estar cara a cara con esta emprendedora hace tres años en uno de sus intentos desesperados por ser reconocida. Me contactaron para que junto a ella y otros tres o cuatro emprendedores venidos a menos habláramos  de reinas y de reinados a cambio de dos porciones de pizza, un ruta en taxi, una sal de frutas Lúa, un esfero con logo, una agenda con  logo  y un bono de librería sin atributos.  El gancho para convencerme de tan sucia propuesta fue simple: no nos dan plata pero nos dan cositas.

Esa es la frase clave de los emprendedores en Colombia: “No nos dan plata pero nos dan cositas”.

Acepté por pura curiosidad y todavía recuerdo esas dos o tres horas como las  dos o tres horas más tormentosas que he soportado en los últimos tres años. Los divos y las divas tuiteros se trataban como si fueran gente famosa e influyente y no soportaban que yo, la tuitera mayor, no me pusiera al nivel de su imbecilidad.

Ese día pasó y yo he seguido los pasos de Catalina para ver en qué termina su representación de empresaria digital, de emprendedora para mostrar en ferias y foros sobre nuevas tecnologías y triunfadores de la web. Catalina se toma en serio su papel y está dispuesta a regalarse por una lata de atún o por  un delantal Parmalat. Su pose principal es de cocinera, pero también es periodista, fotógrafa, buena amiga y  consejera.

En sus conferencias siempre nos recuerda que es una emprendedora exitosa porque sabe usar las nuevas tecnologías, encontró marido en un chat, entiende cómo funciona Google, Facebook, Twitter, YouTube,  tiene cámara fotográfica profesional, puede chatear desde el teléfono y ha conocido gente maravillosa en las redes sociales.

Catalina Alba  era una publicista exitosa, renunció para crear su propia empresa y  a pesar del llanto y las súplicas de sus jefes para que no los abandonara ella dio el gran paso y ahora puede dormir después del almuerzo o salir a tomar café a cualquier hora con quien  quiera y a la hora que quiera. Ese es el éxito de Catalina Alba. Ella llama emprendimiento a lo que una persona más realista llamaría de forma menos pomposa desempleo.

Cuando estuvo de moda vender cuanta porquería se pueda vender a través de la aplicación llamada twitcam Catalina preparaba comida con invitados  y nosotros presenciábamos el espectáculo extasiados. ¡cuánta falsedad! ¡cuánta zalamería! ¡cuánto desorden dejaban en la pobre cocina de la pobre emprendedora estos tuiteros  descarados! Ella invitaba a comer en vivo y en directo a los tuiteros más influyentes para parecer más influyente todavía porque podía invitar a su casa a los tuiteros más influyentes. ¡un círculo vicioso!

La frase clave del emprendimiento: “no te damos plata pero te damos cositas”  fue inventada por algún director de marketing exitoso, el mismo tipo de embaucador de las amas de casa que venden cremas por catálogo.

Cientos de Catalinas Alba promocionan productos de todo tipo a cambio de migajas y quién gana ¡pues las marcas! Mientras haya tontos dispuestos a venderse por una sal de frutas habrá trabajo para todos los emprendedores que tengan computador o teléfono con acceso a internet.

A Catalina le molesta que no me tome en serio su profesión. Si es cierto que estudió publicidad y renunció a una agencia para preparar huevos a la napolitana disfrazada de ama de casa en dos minutos para RCN, si se deja engañar con la supuesta rifa de un carro y hace el ridículo en YouTube, si posa de locutora en una efímera emisora en la que hacen supuesto periodismo independiente, si  se toma a sí misma como  la mujer más exitosa de la web en Colombia  por qué supone que merece ser respetada y admirada.

Para expresar lo que me inspira Margarita Posada es preciso que hable antes de mí cuando era joven: tenía tetas grandes y culo abundante, tanto que ningún hombre podía creer que fuera bogotana.  Esas tetas y ese culo no eran mi carta de presentación, jamás le di gracias a Dios, a mi madre, a la naturaleza ni a la genética por haberme hecho tetona y culona. Al contrario, esos “atributos” me hacían sentir incómoda porque atraía miradas de hombres que pensaban en sexo y sólo en sexo. Mientras ellos pensaban en sexo y sólo en sexo yo buscaba la manera de que ellos hablaran conmigo porque la idea de usar esas cualidades para buscar amor, dinero, placer o ser portada en la revista SoHo para recordar a los cincuenta que fui tetona y culona, jamás formó parte de mi  perspectiva de futuro.

Mientras los hombres pensaban en sexo cuando me veían yo sólo deseaba ser mayor para que dejaran de mirarme, de desearme y de decírmelo (los piropos siempre me han parecido agresivos, no entiendo por qué Camila Zuluaga dice que cuando le dicen algo bonito ella lo agradece).

Como yo era inteligente  sabía que las tetas y el culo son atributos para atraer machos deseosos de aparearse con la hembra, me sentía triste porque no quería sentirme deseada, sólo quería hablar, me gustaba cuando me decían que les gustaba mi voz,  mi forma de caminar o mi forma de pensar; me gustaba cuando me decían que era una persona difícil de olvidar,  única porque era auténtica, porque no medía las palabras antes de pronunciarlas, una persona seria con risa de niña.

Margarita Posada también tuvo tetas y culo grande, ahora tiene las tetas más grandes que antes porque se sometió a una cirugía estética; también se están definiendo en su rostro  marcas de mujer vieja, de mujer vivida,  se nota que ha comido muchas vergas, a ella le fascina decir que le fascinan las vergas en casi todas las crónicas sobre su vida sexual que publica en la revista SoHo. Ella sospecha que comer muchas vergas la hace ver más mujer, más definida en su condición de heterosexual.

Margarita Posada es una mujer despreciable, más despreciable desde cuando narró su experiencia en Biancas, un bar de lesbianas que cerró sus puertas pocos días después de que ella fuera a reírse de las mujeres que frecuentaban ese sitio porque no parecían mujeres.  Mientras desprecia el sitio, las mujeres, la música, la forma de bailar, resalta lo maravilloso que es ser una mujer como ella -una mujer tetona y culona-. De tanto ver mujeres que parecen hombres  termina antojada de verga, ese es el resumen de su trabajo periodístico para una de las revistas más prestigiosas de Colombia.

Nuestra comedora compulsiva de vergas también es escritora de novelas, trabaja en radio y participa en tertulias de todo tipo; hace poco, en un foro organizado por la revista Semana, le pidieron que explicara por qué se desnuda en SoHo, si este hecho la pone en una situación de minusvalía, de objeto, de pedazo de carne para exhibir. Ella, con las cualidades intelectuales que la caracterizan respondió con un enfático: “Me desnudo en la revista SoHo porque quiero, puedo y no me da miedo”.

Carolina Sanín se presenta como una mujer divertida ante su público y asume que es la maestra del humor negro y la ironía (partamos del siguiente principio: el humor no se explica y, además, su público está en Facebook). Dice sin vergüenza que la verdad duele y que ella dice la verdad y para ella decir la verdad es hablar de los lugares comunes más manoseados usando palabras dignas de un mecánico de motos borracho después de haber ingerido muchas cervezas Poker en una tienda de borrachos tristes de barrio popular de la peor calaña, de esos que ella seguramente no conoce porque es una señora muy distinguida que no se junta con la chusma.

Ella dice que su humor es fino y que nosotros no lo entendemos porque somos provincianos. Asume que su humor es una mezcla del mejor humor inglés y norteamericano y que a nosotros nos falta mundo y formación académica para comprenderlo. No entendemos sus chistes porque no estamos a su altura, no somos dignos de su inteligencia y creatividad desbordante.

Carolina Sanín debería repasar las ideas fundamentales sobre lo que significa la verdad y sobre el miedo natural a enunciarla porque puede ser peligroso. Que lo digan Sócrates, Sade, Flaubert, Baudelaire y yo. Tuve que autocensurarme porque me amenazaron de muerte, con ácido, me suspendieron la cuenta de Twitter, inventaron todo tipo de mentiras y calumnias para enlodar ni nombre y mi honra por el simple hecho de haber dicho algunas pequeñas verdades, por ejemplo, sobre Carolina Sanín y sobre otras estrellitas del mundo de la farándula y de la alta intelectualidad colombiana. Ricardo Silva Romero es intocable, eso ya lo sé, es el niño mimado de los medios y de algunas universidades. Doña Marianne Ponsford se indignó cuando leyó una breve remembranza que escribí hace un tiempo sobre su adorada Margarita Posada. Quienes dicen la verdad se exponen al odio de la masa y que yo sepa a Carolina Sanín nadie la odia, la ven como a una señora ridícula y sobreactuada convencida de que es chistosa cuando sólo es sería, amargada, arrogante, sin sentido del humor y víctima del autoengaño. Eso la convierte en un ser patético.

Carolina Sanín debería hacerse el favor de  leer, por ejemplo, a Nietzsche y a Étienne de La Boétie para que aprenda a distinguir la verdad de la grosería y la vulgaridad, que es lo que ella practica. Debería tomarse el trabajo de leer “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” y “Sobre la servidumbre voluntaria” y reflexionar profundamente y con humildad sobre el hecho de si vale la pena seguir exponiéndose al ridículo de forma deliberada en Facebook y en YouTube.

El gran error de nuestra señora mayor de cuarenta años que asume la actitud de una niña mimada y malcriada -una humorista que no hace reír sino que da pena ajena en su papel de irreverente-es que parece no conocer las cualidades del humor y la ironía. Para que entienda de una vez por todas y para siempre en qué consiste este bello arte vamos a explicarle brevemente y de forma clara (1,2,3,4…) en qué consiste y por qué se requiere no sólo el deseo de hacer reír sino que también hay que contar con algunas cualidades escasas en ella y abundantes en mí: libertad, convencimiento, honestidad, inteligencia, estilo y creatividad, cualidades que nuestra señora de alcurnia no posee, entre otras cosas, porque no se ha untado de pueblo y porque cree que la verdad está en los libros y sólo es chistoso lo que le causa gracia a ella y a su perra salchicha, animal con el que come en el mismo plato y con el que comparte el lecho. ¡Qué asco!

Mientras explico en qué consiste el arte de hacer reír al inteligente y llorar al tonto daré ejemplos detallados para que el lector comprenda por qué la feminista más ofendida de Colombia, la señora indignada que cree que todos la odian sólo porque es mujer, no es una señora graciosa sino una señora seria, afectada, convencida, amargada y engañada. Se empeña en ser divertida y logra el efecto contrario.

  1. Carolina Sanín no posee la vis comica, está poseída por la indignación y un feminismo malsano, el que suele envenenar a tantas mujeres:

Quien por ejemplo sepa dejar en ridículo a un hipócrita, también podrá aplastarlo con su indignación. En cambio, el que quiera emplear la indignación y no posea la correspondiente vis comica sucumbirá fácilmente a la declamación y resultará cómico él mismo. Soren Kierkegaard.

  1. Carolina Sanín no sabe reír, está demasiado llena de ella misma. Aunque parezca convencida no está segura de su propia valía y de su propio poder, es una señora indignada que gruñe y se muerde a sí misma porque está muy ofendida:

Si el crítico gruñe o no sonríe es porque todavía no hay apropiación cabal de posición dominante o simplemente el portador del rostro -la máscara, la personalidad- no ha descubierto los beneficios que aporta el hecho de desplegar una amplia sonrisa. El hombre indignado, y todo aquel que con sus propios dientes se despedaza y se desgarra a sí mismo (o, en sustitución de sí mismo, al mundo, a Dios, o a la sociedad), ése quizá sea superior, según el cálculo de la moral, al sátiro reidor y autosatisfecho, pero en todos los demás sentidos es el caso más habitual, más indiferente, menos instructivo. Y nadie miente tanto como el indignado. Nietzsche.

  1. Carolina Sanín es una señora seria y amargada:

El humor es una herramienta crítica de gran eficacia, manifestación de grandeza que pareciera revelar que en última instancia todo es absurdo y por lo tanto la mejor alternativa consiste en reír, es una afirmación de dignidad, declaración de superioridad ante los acontecimientos. Carecer de humor es carecer de humildad, es estar demasiado lleno de uno mismo. Elsy Rosas Crespo.

  1. Carolina Sanín es muy trascendental:

El sentido del humor es el término medio entre frivolidad y seriedad: para el frívolo nada tiene sentido, para el serio todo es trascendente. El frívolo se ríe siempre, es insípido y molesto, no se preocupa por evitar herir a otros con sus comentarios, para el serio todo es profundo. El serio confía en que el camino que recorre lo conducirá hacia el lugar con el que sueña, cree que podrá descubrir algo nuevo sobre la faz de la tierra y suele concebirse como centro y fin del universo aunque no lo manifieste.Elsy Rosas Crespo.

  1. ¿A qué aspira un sátiro reidor y autosatisfecho? Al sueño de Baudelaire:

Una amplia sonrisa en un hermoso rostro de gigante.

Lo que existe de embriagador en el mal gusto es el placer aristocrático de disgustar. Pero hay que disgustar a los grandes, a los poderosos, a tus amigos y colegas, querida Carolina, no a la gente que comenta tus chistes malos y tus insultos llenos de insolencia y mala educación en Facebook.

Ayer publicaron en El Espectador un lamento titulado “La utilidad de un mal pensamiento”, se trata de una noticia y un grito desesperado: la revista El Malpensante está a punto de quebrar y Andrés Hoyos pide una colaboración a sus suscriptores para que no se pierda esta joya. Cuando leí la  noticia me alegré porque le he hecho seguimiento a esta revista desde 1996, desde su fundación, he sido testigo de los mitos y leyendas que se han creado a partir de su nombre. Creo que su quiebra es un hermoso pretexto para escribir sobre revistas, intelectuales y escritores colombianos.

En 1996 Andrés Hoyos fundó la revista El Malpensante y ese fue un gran acontecimiento para los intelectuales colombianos, era una revista famosa en los departamentos de literatura de las universidades bogotanas, relucía en librerías grandes y pequeñas, hasta un mísero vendedor de revistas tiradas en una acera -carcomidas por el polvo y por el agua- se sentía elegante porque vendía los números pasados de tan importante documento. Tener el primer número era signo de estatus. Nosotros, los lectores, los intelectuales, las jóvenes promesas, nos sentíamos obligados a formar parte del milagro, también queríamos leer la revista El Malpensante.

Sin más preámbulos empecemos a desarrollar tan apasionantes temas:

1) Revistas

Las revistas están condenadas a desaparecer, desaparecerán todas antes de que caigan los pocos periódicos que todavía sobreviven. A pesar de los soportes pasados, presentes y por venir el libro seguirá existiendo, el papel de los libros sigue siendo seductor, comprar libros todavía es la  gran experiencia y leerlos nunca pasará de moda porque los lectores de libros no leen por moda, leen en letra impresa porque ese es el soporte perfecto para el libro, no es cuestión de estatus.

Se puede prescindir de revistas y periódicos impresos porque los contenidos de estos medios son manejables en la web, no tiene sentido luchar y llorar por una revista o un periódico que desaparece porque hay millones de periódicos y revistas en versiones digitales; es ridículo armar un escándalo, sentir que al desaparecer El Malpensante los lectores pierden algo noble, algo que no puede faltar en el estudio o en la sala de nuestra casa, un objeto de aristocracia, un fetiche cultural, cuando en realidad no se está perdiendo nada, los contenidos que publican en ese medio seguramente están publicados en otras revistas o en las páginas personales de los autores. No tiene sentido armar un drama por algo que se veía venir, las revistas que desaparecen mueren de muerte natural. Lo que las mata no es la mala calidad sino la tecnología.

2) Intelectuales

Los intelectuales colombianos quedaron desnudos gracias a las redes sociales, primero en Facebook y luego en Twitter. Algunos, los más rancios, los herederos de Adorno, todavía no tienen correo electrónico y siguen escribiendo sus composiciones en su vieja máquina de escribir, esas almas de élite no producen ni risa.

Los otros, los de las redes sociales, nos mostraron de qué está hecha la cultura colombiana. Los grandes intelectuales, las grandes mentes, los gestores, los editores, los correctores de estilo y los colaboradores frecuentes de la revista El Malpensante están casi todos en las redes sociales y el panorama no puede ser más desalentador. Deben estar muy tristes con la muerte de  la revista, cuando desaparezca quedarán convertidos en un simple tuitero, en un pobre hombre con cinco mil amigos en su cuenta de Facebook. ¿Para reír o para llorar? Yo creo que es lo justo, es lo que esta gente se merece.

3) Escritores colombianos

En el artículo de El Espectador mencionan tres grandes mentes de la cultura colombiana: Ricardo Silva Romero, Alberto Salcedo Ramos y Piedad Bonnett, me permito citar:

Sobre el tema de la calidad, el escritor Ricardo Silva Romero, varias veces publicado en El Malpensante, cree que esta revista “ha logrado elevar el nivel de la discusión, no tiene miedo de hablar y ha servido para conectar a muchos autores en español”. Alberto Salcedo Ramos, quien se dedica en exclusiva a la literatura de no ficción, siente que allí encontró “unos editores que siempre se mostraron dispuestos a apostar por una buena historia”.

Salcedo Ramos es periodista, pero en el caso de Silva y otros autores que crecieron en la ficción, el periodismo ha sido otra forma de vivir de la escritura. Aunque muchos no viven de ello. Es el caso de Piedad Bonnett: “No espero vivir de escribir. Tener otros oficios no es bueno sólo en términos pragmáticos sino como opción de vida. Por ejemplo, Kafka era abogado.

Gracias a las redes sociales y a la lectura de las obras de estos “maestros” sabemos que la literatura colombiana pasa por una de sus peores crisis. No hay escritores dignos de ser estudiados en un salón de clase (por eso, yo, por ejemplo, prefiero a los estudiantes de comunicación social, música, mercadología, publicidad o pedagogía), porque la literatura colombiana actual, la que publican las editoriales, la de los autores que ganan los premios importantes, no es digna de ser leída, mucho menos de ser estudiada. Es triste haber estudiado  literatura para terminar renunciando a dar clases de literatura.

Faltó que en El Espectador pidieran la voz de auxilio de estas otras mentes brillantes, amantes todos de la alta cultura, de la Idea que defiende con ahínco el gran intelectual Andrés Hoyos. ¿Por qué no sentaron su voz de protesta también las mentes más autorizadas, los amigos de la Casa Malpensante: Héctor Abad Faciolince, Jorge Franco, Daniel Samper Ospina, Adolfo Zableh, Luis H. Aristizábal, Antonio García Ángel, Camilo Jiménez,Vladdo, Carolina Sanín, Juan Gabriel Vázquez, Evelio Rosero Diago, Juan Esteban Constaín, Margarita Posada, Virginia Mayer, Catalina Ruiz-Navarro..?

Lo justo es que escriban una hermosa Carta Abierta para que sea firmada por ellos y por los que no están en la lista, los  intelectuales que no desean que desaparezca la revista. Convertir el sueño en una gran causa para promover en un grupo de Facebook.

Les propongo el título de la Carta: “La revista  El Malpensante no puede desaparecer”.

Ayer me encontré con uno de mis pocos amigos. Hablamos de Petro, de Twitter, de humor e ironía. Me regañó como siempre porque le parezco inmisericorde con mi prójimo y porque no sé reírme de mí misma. Yo le dije con mirada dulce y sonrisa resplandeciente: “Jamás me reiré de mí misma, no estoy dispuesta a hacer eso, no sé en qué consiste reírme de mí misma”. Y es cierto, no lo sé. El tampoco se esfuerza, no me explica en qué consiste ese arte tan cultivado por la mayoría de los humoristas colombianos.

Mientras me dice furioso que no sé reírme de mí misma yo me río de él porque se ve hermoso tratando de cambiar a una persona como yo, precisamente como yo. Yo tampoco lo puedo cambiar a él y no hago ningún intento porque no es un imbécil, es un hombre que sabe lo que quiere y por eso me gusta hablar con él. Me fascino con sus planes, con los resultados de sus planes y con la expresión de su rostro cuando se indigna pensado en el futuro de Colombia o en la mala educación de la gente que pasa por su lado y lo mortifica con sus actitudes de miquito malcriado y subdesarrollado.

El tema de nuestra conversación que más me impactó tiene que ver con que él (mi amigo) habló con ella (una mujer a quien los dos conocemos) y ella le dijo en tono solemne que había tomado una decisión radical que cambiará su vida: dejará de usar su cuenta de Twitter para siempre. En ese momento yo pensé: “Ay, Dios mío, qué gran hazaña, a partir de mañana la declaro mi heroína”.

Mi amigo cree que ella debe tener algo de razón para haber tomado semejante decisión tan bien pensada, puesto que ella es la esposa de un hombre ilustre y ese hombre no va a relacionarse con una tonta y, entonces, desde la lógica de mi amigo y la de mucha gente que piensa como él, la tonta deja su estatus de tonta, se le borra de un plumazo la tontería, sólo porque fue capaz de convertirse en la fiel esposa de un hombre ilustre.

No dije nada, pero la imagen de la esposa boba del hombre ilustre me desilusionó todavía más de esa neointelectual que se esfuerza por estar a la altura de su marido, se devaluó todavía más la imagen que tenía de ella, la que tenía antes de saber que es la esposa de ese hombre y no de otro y a continuación les voy a explicar por qué:

Una mujer como Virginia Woolf es admirable porque encontró el esposo perfecto para convertirse en la escritora que llegó a ser. No es la sombra de ese hombre sino que es ese hombre quien está maravillado ante el talento de su mujer; sacrificó su vida y soportó su locura  porque sabía que no era una tonta como nuestra joven enamorada y orgullosa porque se sabe la esposa de un gran intelectual, un hombre ilustre al que todos respetamos y admiramos.

Esta pobre muchacha (porque es mucho más joven que el Maestro) me recuerda a la boba Simone de Beauvoir, la supuesta feminista que vivió siempre a la sombra de Sartre y que acomodó su feminismo a su estado de sumisión con ese hombre mezquino que siempre la trató como seguramente el Maestro de la historia trata a nuestra heroína desilusionada del impacto de las redes sociales.

Anoche fue 31 de diciembre y -como siempre- estuve compartiendo en familia. En un momento pasé a revisar mi cuenta de Twitter y uno de mis tantos detectives no remunerados y no convocados compartió esta imagen a través de un mensaje privado conmigo. La vi, me impactó y como no me la puedo sacar de la mente la quise compartir con ustedes porque si no escribo lo que pienso de la bendita foto me gano un dolor de estómago y -ya saben- lo que más amo y cuido es mi salud.

En la imagen aparecen en pose informal y descomplicada Javier Moreno, Alejandro Gaviria, Katherine Ríos y Jorge Orlando Melo. La niña alzada es la hija de Javier Moreno, creo. Hay un ministro y un gran intelectual, un hombre joven que presume con su combo de Año Nuevo (gente importante) y una joven esposa de un hombre muy culto pero muy viejo que no me deja dormir en paz desde hace varias noches.

Yo admiraba a Jorge Orlando Melo por sus reflexiones sobre la lectura y porque fue director de la biblioteca Luis Angel Arango. Vine a ver fotos suyas en las redes sociales, lo leía desde hace mucho tiempo sin interesarme en ver su cara, sólo lo pensaba como intelectual, como un gran intelectual colombiano. Viendo sus fotografías, enterándome de su vida privada a través de la redes sociales, vuelve a mi mente la frase triste que dice: “si te gusta el libro no conozcas al autor”. Las redes sociales echan a perder la imagen que teníamos de las personas ilustres, de los autores que nos conmovieron con sus ideas. Para mí es una gran pérdida, no lo puedo negar.

Desde cuando supe que Jorge Orlando Melo es el esposo que Katherine Ríos, la geógrafa de la Universidad Nacional que nunca ejerció, una especie de secretaria del Maestro, la encargada de organizar su obra en una página web; cuando vi que él puede ser cuarenta o más años mayor que ella, no dejo de pensar en los dos como pareja, en su séquito de admiradores que hacen todo lo posible por posicionar a Katherine Ríos como una mujer con méritos intelectuales sólo por ser la esposa de Jorge Orlando Melo. Cuando noto que nadie cuestiona que él podría ser el abuelo de ella me vuelve a fastidiar la condición humana porque es vil, despreciable, interesada, zalamera, disimulada y arrodillada ante el poder, ante la imagen que representa la gente importante, es casi como si el viejo tuviera derecho a su niña sólo porque es Jorge Orlando Melo, un gran intelectual. Para mí eso es simplemente asqueroso, más cuando es consentido y casi aplaudido por su club de fans en Twitter (sin nombrarlo a él, claro).

¿Qué hace él con esa mujer tan joven? ¿qué hace ella con ese hombre tan viejo? ¿qué piensan los fans de la pareja que hablan de temas serios como si no fuera serio pensar en la pareja dispareja? Todos callan, estoy intrigada y admirada, casi desconcertada.

Los comentarios a la fotografía también fastidian mucho, Javier Moreno es digno de  la envidia de su público -que quisiera estar allá en vez de él y posando para la foto, claro-  y con ese propósito publicó la fotografía. Es un juego, una exhibición. Si no hay registro fotográfico el encuentro es irrelevante, se puede decir que no existió. Esto lo veíamos en Facebook, las fiestas de los muchachos jóvenes presumiendo con su trago barato. Ahora vemos a las figuras públicas de renombre representando el mismo papel. ¿A dónde hemos llegado?

Cuando una mujer ve a una perra, a una gata o a una burra extasiada frente a sus bebés recién nacidos queda maravillada ante la pasión de esas madres para hacerse cargo de sus crías, para amarlas con amor incondicional, desinteresado, gratuito… como sólo una madre puede amar a sus hijos.

Lo que la señora no sabe es que ella es hermana de la burra, la rata y la cerda porque son mamíferos, animales que se reproducen gracias al intercambio genético de una hembra y un macho a través del apareamiento, que las señoras llaman de forma “romántica” – para olvidar que son animales- Hacer el amor.

Hacer el amor como Dios manda para que dentro de nueve meses nazca un bebé gordo y llorón al que llamaremos El milagro de la vida.

¿Milagro de la vida?

Pero si somos siete mil millones de seres humanos. Una especie de virus que se inventó el amor para justificar la reproducción irracional y despiadada que vulnera los derechos fundamentales de las demás especies. Hombres y mujeres son responsables de semejante acto irracional. Hombres y mujeres participan del crimen de seres vivos mucho más hermosos y discretos que los hombres y las mujeres.

Si el milagro de la vida es varón será recibido como un rey, si es una niña será recibida con desprecio, lástima y consideración porque esa pobre criatura no sabe que llegó a una sociedad patriarcal y falocéntrica, piensa la madre feminista de la hipotética recién nacida que sólo ha leído libros de Ciencias Humanas y no sabe que también existe la biología, la genética y la neuorociencia y que cuando se aborda la vida desde estas perspectivas la hembra no sale muy bien librada porque la naturaleza no es precisamente feminista, a la naturaleza no le interesa la felicidad humana ni la liberación de la mujer, sólo le interesa crear estrategias para conservar especies.

Las feministas no saben que entre las hembras en general la mujer es una de las que mejor ha desarrollado armas para seleccionar al macho y para ejercer control sobre él. El cuerpo de la mujer es una trampa exquisita para seducir al pobre hombre presa del deseo y la pasión loca. ¡Por eso somos siete mil millones de milagros de la vida!

La feminista militante educará a su hija para que sea una mujer emancipada como ella, pero cuando la niña descubra que tiene tetas, culo, cintura, cadera, piel, voz y naturaleza de mujer descubrirá, sin saberlo, que es una máquina de seducción y correrá a buscar a su macho para reproducirse como todas las demás, como el animal más irresponsable de la tierra.

Deseará ser modelo SoHo como Catalina Ruiz-Navarro o verá maltrato a las pobres criaturas llamadas mujeres en los detalles más insignificantes, como Carolina Sanín.

Es difícil encontrar feministas en un rango de edad entre los 12 y los 20 años, esa es la edad de la reproducción y el animal joven no racionaliza la naturaleza de su deseo, sólo busca, como cualquier gata o perra en celo, a lo que ella llamará El amor de su vida para hacer el amor, pero todos sabemos que esos bellos sentimientos, esas búsquedas metafísicas son máscaras que la criatura inventa para no sentirse hermana en el deseo de la rata o de la gata.

Cuando el hombre ve a la mujer como un objeto, cuando la mira con deseo y babea como un perro porque quiere compartir sus genes con ella también se convierte en objeto, en objeto del deseo, no es más objeto la mujer que el hombre porque ella sea la deseada y él el deseoso, es la naturaleza manifestándose en ellos.

Feministas fanáticas: los hombres también sufren, los hombres también son tratados como objetos. ¿Quién defenderá a James y a Falcao? ¿No se dan cuenta de que esos dos pobres hombres son tratados como putas y son mucho más rentables que una puta?

Esta historia continuará….

Hoy quiero analizar la columna de Adolfo Zableh titulada “De eso no se habla” a la luz de lo planteado por Paula Sibilia en La intimidad como espectáculo(2008). La columna fue publicada en El Tiempo y en Twitter causó y sigue causando revuelo; sospecho que las frases cargadas de afecto de parte de los comprensivos lectores para la víctima de abuso sexual en la infancia son mucho más efusivas en Facebook porque en Facebook las personas suelen ser  más emocionales que en las demás redes sociales.

Una de las frases al comienzo del texto dice: “A cualquiera lo matan por meterse con quien no debe”, se refiere a los periodistas asesinados en Colombia. Yo no soy periodista, pero por tratar temas sensibles como este me han cerrado la cuenta tres veces en Twitter, me han amenazado cinco veces de muerte y una con ácido. Espero que el análisis de la columna que ha despertado tantas emociones en los cibernautas colombianos no se vaya a constituir en una nueva amenaza de muerte o en la suspensión de mi nueva cuenta de Twitter. Los invito a leer de manera objetiva y desapasionada. Recuerden que no estar de acuerdo con la mayoría no debe convertir al disidente en enemigo o en objetivo militar.

Paula Sibilia nos presenta en su libro el triste panorama que estamos viviendo desde hace ya bastante tiempo en lo relacionado con el yo narrador y la creación del autor. Las obras que se producen, quién las produce, con qué propósito, quién las ve, cómo se exhiben, quién gana con la exhibición, etc.

El libro está dividido en nueve partes:

El show del yo.

Yo narrador y la vida como relato.

Yo privado y el declive del hombre público.

Yo visible y el eclipse de la interioridad.

Yo actual y la subjetividad instantánea.

Yo autor y el culto de la personalidad.

Yo real y la crisis de la ficción.

Yo personaje y el pánico de la soledad.

Yo espectador y la gestión de sí como una marca.

 

Es un libro erudito que nos recuerda los textos más representativos de Walter Benjamin, Virginia Woolf, Marcel Proust, Friedrich Nietzsche y Guy Debord, entre muchos otros, en temas relacionados con procesos de escritura, la figura del autor, la materia para la narración, el arte de futuro, el comercio del arte, la preeminencia del arte sobre el artista y el propósito buscado por el autor en el momento de aventurarse en el ejercicio de la escritura o de cualquier otro tipo de creación.

 La sociedad del espectáculo, “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica” y Ecce Homo se constituyen en los textos fundamentales a partir de los cuales se articulan las ideas centrales, que no son nada alentadoras y que en un lector culto y atento pueden llevarlo a replantear el papel que juegan sus textos en la red, en un blog por ejemplo, en un espacio tan banal como el soporte que uso para redactar y publicar esta  crítica, precisamente.

La autora considera que los blogs y YouTube son los grandes soportes para crear historias y que casi todas las historias que se presentan en esos espacios son historias banales narradas por gente común que busca ser vista y leída y que para conseguirlo se valen de estrategias que en muchas ocasiones atentan contra su dignidad como seres humanos. A ellos no les importa, lo que de verdad importa es que los vean y los lean.

Los textos que circulan en la red son en su mayoría textos de gente común, personas que quieren ser visibilizadas, reconocidas y remuneradas, lo que esas personas no saben es que las usan. Hay una parte del libro relacionada con el trabajo de marketing que hay detrás de las grandes pequeñas figuras de la web, la gente que se siente triunfadora porque le sirve a una marca.

Hay un gran despliegue a lo largo del libro sobre la forma en que se ha perdido la obra para destacar la figura del autor, ya no importa qué se escribe sino quién lo escribe y qué se sabe de esa persona, especialmente de su vida privada, de su intimidad más escabrosa, preferiblemente relacionada con sus experiencias  sexuales, sus intentos de suicidio, sus desórdenes alimenticios, su deseo infinito de morir o de matar. Los lectores y espectadores no esperan historias bien narradas sino hechos reales de gente común, gozan viendo cómo se va narrando una vida, no importa de quién sea, y quieren conocer muchas vidas, no sólo una, y por eso Twitter es el espacio perfecto para saciar nuestro morbo porque cada día tenemos una vida real para despedazar o alguien a quien felicitar porque tuvo el valor de compartir con nosotros el origen de todos sus males.

Emociona ver la disputa entre la esposa, la amante y el marido infiel en plena calle gracias a una persona generosa que grabó la escena y la publicó en YouTube para nosotros, entristece la tristeza de Faryd Mondragón, buscamos desesperados la teta de una tuitera que dicen que mostró las tetas, la convertimos en TT y finalmente descubrimos que no mostró las tetas sino que eran apenas una inocentes fotografías en brasier. Y ocurre más o menos lo mismo todos los días: hoy sabemos que Adolfo Zableh fue víctima de abuso sexual en la infancia, mañana aparecerá una nueva víctima, un nuevo verdugo, un nuevo suicidio o tal vez otro guerrillero criticando duramente el capitalismo mientras lleva puesta una sudadera Adidas.

El espectáculo que brinda la telenovela o el reality Show ya no nos sacia, queremos miserias y alegrías de gente real y si esa gente es de la farándula nos emocionamos todavía más. Así está el mundo que nos correspondió vivir. El día menos pensado cualquiera de nosotros puede ser el protagonista.

Una vida narrada da paso a otra vida y no hay cuándo parar porque todos los días en los blogs y en YouTube podemos presenciar historias nuevas y eso es lo que busca quien exhibe su vida y quien la contempla: exhibirse como se exhibe otra gente en los programas de televisión, pero ahora no son actores sino gente real, historias reales, y eso nos excita más, nos hace sentir más “humanos”. No importa que la imagen personal se deteriore, lo que de verdad importa es capturar lectores y espectadores y sentirse famoso.

La autora no habla mucho de Facebook ni de Twitter y es una verdadera lástima porque es un hecho que son esos espacios los que tienen capturados y perdidos a más seres humanos que se toman por famosos y dan cuenta de su vida privada sin respetar límites. En el libro sólo se menciona a un autor colombiano: Efraím Medina y su desnudo frontal en Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, pero es evidente que algunos autores colombianos han llegado mucho más lejos y han caído mucho más bajo. Lo que Carolina Sanín hace en YouTube, por ejemplo, es mucho más lastimero que cualquier desnudo frontal de un hombre en la carátula de un libro, más cuando se trata de una persona que, se supone, sabe  de escritura, lectura, literatura, interpretación, manejo de la imagen…

Vamos ahora con la columna de Adolfo Zableh.

El periodista vio una película y esa película lo llevó a pensar en abuso sexual, en la forma como ese hecho le arruina la vida a mucha gente, en el origen de su tartamudeo y sin decirlo nos da a entender que su forma de insultar a la gente desde su cuenta de Twitter tiene mucho que ver con esa experiencia traumática en la infancia. La violencia en Colombia y en el mundo tiene que ver con el hecho de que ocho de cada diez niños han sido víctimas de algún tipo de abuso y por eso el mundo está hecho una mierda. Ese es más o menos el resumen de su columna de opinión. Lo que el autor del texto dice es algo que todos sabemos desde hace mucho tiempo y las alarmas están encendidas. Una de las grandes promotoras fue Gilma Jiménez Gómez, gracias a sus campañas ahora los adultos no abusadores debemos tener mucho cuidado, no debemos ser muy cariñosos con los niños porque ellos viven con la sensación permanente de que pueden ser abusados y que el abusador casi siempre es un adulto de su círculo.

A cualquiera lo matan por meterse con quien no debe, escribe Adolfo Azableh, y luego se confiesa con nosotros:

“No es fácil decirlo, pero de mí abusaron cuando tenía 5 años y eso ha marcado mi vida. De entrada, es el origen de mi tartamudeo, y el tartamudeo no es otra cosa que miedo. A la gente, a la vida, a mí mismo. Queda roto quien es víctima de abuso. Desde pesadillas y depresión hasta consumo de drogas y deseos de suicidarse, pasando por un menú que incluye adicción o rechazo al sexo, desórdenes alimentarios, ansiedad e incapacidad de relacionarse. A mí no me ha ido tan mal, me tocó tartamudear y otro par de cositas. Eso, y la eterna angustia que no se va. El hueco en el estómago, la sensación de que algo está mal y no saber qué es. Con ese agujero, con el que dan ganas de llorar y salir corriendo, vive la mitad del mundo y lo ignora.

Hay mucha gente rota jugando a estar bien, quizá por eso el mundo está hecho mierda.

pero en todos los casos es más importante posar para la foto que reconocer el problema. Cuando las cosas se venden como excesivamente pulcras y correctas, es porque algo anda mal.

El tartamudeo me resultó cómodo durante mucho tiempo. Y aunque me han atacado por no poder hablar de corrido, me gusta saber que no tienen mucho más de dónde agarrarse. Mientras los animales, las mujeres, los niños y las minorías étnicas tienen sus defensores, a nosotros (James Rodríguez y Juan Manuel Santos incluidos) nadie nos cobija. Aprovechen, antes de que agredirnos dé cárcel. Gaguear me sirvió para que por mí sintieran lástima y compasión, y así evadir responsabilidades, incluso para que mi madre dejara de pegarme, pero la verdad es que estoy cansado, ya no me sirve. Si en algún momento fue útil, ahora me frena. El niño tartamudeaba, yo seré un hombre el día que lo supere. Cada palabra que digo, cada cosa que hago, cada tuit, cada columna es un grito de auxilio, una nueva oportunidad de liberarme. Esta no es la excepción”

El teatro en Colombia es un completo desastre si pensamos que el teatro es arte, arte excelso como la música, la danza y la pintura. Las obras las escriben los artistas y son representadas por los actores, que también son artistas. Los dramaturgos (Shakespeare, Ibsen, Brecht, Bernhard…) escriben las obras para ser representadas en un escenario  por los actores y -como pasa con la música, la danza y todo lo que implique la presencia de artistas en el escenario- el público debe ser un público cultivado, el público debe conocer la obra, amar el arte y presenciar cada representación con pleno conocimiento de lo que significa el teatro y la actuación en un contexto bien definido. El teatro no es la televisión, el cine ni la ópera, el teatro es el teatro, se rige a partir de unas reglas bien definidas, no es diversión ni entretenimiento, es arte y como arte debe ser escrito, representado y contemplado. En el teatro, como en la música, la danza y la pintura, no se vive de buenas intenciones sino de ejecución, de la puesta en escena segundo a segundo. Es como el deporte de alto nivel: no se valora el esfuerzo del artista ni el aplauso del público.

Cuando el teatro se convierte en un circo merece ser despreciado y en Colombia el teatro siempre ha sido un circo. Merece todo nuestro desprecio. Un libro sobre el teatro en Colombia merece un buen título: La náusea. Debemos imaginar que leemos ese libro y luego vomitamos y sacamos todos nuestros demonios internos, los que nos dicen que en Colombia todo es un fracaso y tiende a empeorar.

El principal drama del teatro en Colombia es que se trata como otra forma de rebusque, el teatro se maltrata más que la televisión y el cine porque para hacer teatro no se necesita nada y la prueba de eso es que cualquier persona en Colombia puede terminar convertida en actriz o en actor de teatro como quien se lanza a una pista de baile sin saber bailar. Son actores La gorda Fabiola, La gorda Mayer, La exgorda Azcárate y El flaco Solórzano. Las personas que actúan en Sábados Felices y en las telenovelas de Dago Producciones son las mismas que sin ningún tipo de pudor se presentan en una sala de teatro con el rótulo de actores; lo peor de todo es que esas personas y esas obras tienen público, el público compra las boletas, llena los espacios y aplaude de pie ante esos espectáculos que llaman El teatro en Colombia. Ese público que ama el teatro colombiano es el mismo que ama Sábados Felices, la telenovela de Diomedes y las películas de Dago. El panorama es aterrador.

La televisión colombiana tiende a empeorar pero el teatro tiende a ganar estatus gracias a Fabio Rubiano, un hombre con buenas intenciones que se para al lado de los grandes para hablar de arte y se atrevió a humillar y ofender a Héctor Abad Faciolince, le dio clases de erudición a uno de los escritores más eruditos y con mejor ortografía de Colombia. ¡No hay derecho!

El maestro Fabio Rubiano -así lo llaman ahora en los perfiles y las entrevistas- se presenta a sí mismo como un gran artista, pensador, filósofo y hombre comprometido, es una especie de Camus del siglo XXI en la tierra de Gabo. La figura del maestro da como para escribir una buena comedia titulada El hombre sin atributos:

Érase una vez un niño que nació en Fusagasugá pero no era de Fusagasugá sino de Bogotá, más rolo que Andrés Ospina, ala. Ese niño vivía en el barrio Restrepo pero luego se fue a vivir a Chapinero; fue mesero y arreglaba máquinas de escribir, inició más de cinco carreras y no terminó ninguna, tenía un bar y una noche se dijo “tengo que escoger entre el teatro o la noche”, escogió el teatro pero lo vimos en televisión actuando de él mismo -como casi todos los actores colombianos- en Vuelo Secreto (una de las series colombianas más vistas en la historia de la televisión colombiana -lo que no sabe el maestro Fabio es que los colombianos tienen muy mal gusto y por eso Sábados Felices es el programa más antiguo de la televisión colombiana). El maestro conoció a Marcela Valencia (su compañera de toda la vida) fundaron Petra y es ahí, en ese momento, cuando Fabio se sintió al lado de los grandes dramaturgos, se presenta como tal, asume la pose de pensador y erudito y todos los periodistas y el público no exigente le siguen el juego. Su última Gran Obra es Labio de librey ante Labio de liebre todos salen estupefactos y el más estupefacto es él. Gracias a su genio se da el lujo de cambiar de esposa con cierta frecuencia y esas muchachas se sienten a su lado como ante la Idea hecha hombre, habría que ver cómo se desvivía en palabras hacia Fabio la recién reemplazada Carolina Cuervo, en fin.

Algunas personas impresionables se deslumbran cuando conocen Twitter, si completan mil seguidores sienten que tienen un pedacito de cielo y se toman por celebridades, empiezan a dar conferencias a nivel nacional e internacional tituladas:

Cómo ser buen tuitero y no perder seguidores en el intento.

Cómo influir en los demás con un trino bien pensado y estructurado.

Cómo lograr ser nombrado en el noticiero del mediodía o en La red.

Cómo ser condecorado en la revista Soho con un premio muy codiciado entre intelectuales colombianos: Tuitero del mes (si no logra ser condecorado en la revista Soho puede intentar en Arcadia o El Malpensante -A esos intelectuales también les gusta encontrar buenos aforistas online-).

Cómo escribir aforismos.

Cómo convertirse en poeta tuitero.

Cómo convertirse en novelista tuitero.

Cómo convertirse en pensador tuitero.

Cómo convertirse en humorista tuitero.

Cómo redactar noticias en Twitter.

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Si sólo contamos con 140 caracteres los mensajes deben ser breves. Las Mentes Brillantes descubrieron que Twitter es la herramienta perfecta para crear y copiar aforismos.

El gran aforista de Twitter es Luis H. Aristizábal, Luis es un tuitero relativamente nuevo y todavía babea ante el caudal inmanejable de inteligencia que destilan los usuarios (más si son mujeres, estudiantes, bellas, dóciles… jóvenes que ríen y lo hacen reír a él con sus travesuras de 140 caracteres).

Luis se siente en Twitter ante un templo de Sabiduría, pasa la mayor parte de su vida buscando aforismos y publicando otros (casi todos encontrados en proverbia.net). Cuando no está copiando aforismos está chateando con sus conquistas; cuando no está chateando con sus conquistas está recomendado libros o artículos hediondos de Héctor Abad Faciolince, Ricardo Silva Romero, Jorge Franco, Alberto Salcedo Ramos, Daniel Samper Ospina y demás amigos de El Malpensante, Arcadia, Soho, Semana, Cromos, TVyNovelas… Y cuando no está en Twitter debe estar reclinado en algún sofá pensando en alguna frase divertida o inteligente para tuitear más tarde o simplemente debe sertirse orgulloso de ser un gran intelectual y pensador tuitero.

El gran problema de los cazadores de aforismos y de mentes brillantes parece tener que ver con su particular idea de aforismo tuitero. No se dan cuenta de que es una contradicción: el aforismo es eterno, los tuits son pasajeros. Los tuits -por más poéticos o filosóficos que parezcan y por más que hayan sido escritos en un soporte que se conserva y que se puede recuperar y rememorar- pierden sentido fuera de contexto, tienen sentido sólo si son memorizados y repetidos por los usuarios y en esa medida no forman parte de la cultura escrita sino de la cultura oral y popular, la del humor y la vida práctica. La escritura en Twitter tiene poco que ver con la escritura de libros y la lectura de tuits tiene poco que ver con la lectura de libros de más de trescientas páginas.

Luis H. Aristizábal forma parte de la inmensa mayoría de ancianos rancios que leen y escriben en redes sociales como si escribieran y leyeran en papel. Esta gente pontifica en periódicos y revistas y se sienten con autoridad para pontificar en espacios virtuales también, repiten esquemas y son felices organizando listas y buscando genios, calificando y descalificando por el poder que les confiere ser escritor de reseñas en revistas tan rancias como ellos.

Colombia es país de alianzas estratégicas y la cultura no se salva de esta miseria. Casi todos están en Twitter, tienen miedo de no figurar en la página de moda en televisión, radio y prensa. No vale la pena nombrarlos, todos sabemos quiénes son.

Personajes:

Vladimir Flórez como @vladdo

Andrés Hoyos como @andrewholes

Héctor Abad Faciolince como @hectorabadf

Daniel Samper Ospina como @danielsampero

Una red social. El más mísero de nuestros personajes tiene algo más de 12.000 followers y el más inteligente de los cuatro está cerca de los 150.000 (bastante lejos de @shakira que en este preciso instante tiene 8.601.232). Los muebles, el lujo y el arte carecen de importancia aquí.

Óyese el rumor de que @vladdo tiene pensado recoger en uno o varios volúmenes la selección de sus mejores tweets y ha ideado un nombre para tan venerable obra: #coleccionvladdo.

@andrewholes.- ¿Leíste lo que estaba trinando @vladdo ayer?

@hectorabadf.- No me pareció correcto leer, señor.

@andrewholes.- Lo siento por ti. No es que yo tenga mucha ejecución, pero, en cambio creo que @vladdo lo hace bastante bien, es un verdadero divo. Y un hombre muy inteligente, por cierto ¿Sabías que inventó la palabra twinto? Jajajaja ¡Qué imaginación!

@hectorabadf- Sí, señor.

@andrewholes.- Y ya que hablamos de la ciencia y de la vida, ¿has retweeteado mis mejores trinos? Son bastante eruditos, casi todos frases célebres de los Grandes Maestros. No le digas a nadie que los copio de Proverbia.net

@hectorabadf- Descuide, señor.

@andrewholes.- ¡Ah!… A propósito, @danielsampero: ¿has visto la última agenda de @aleidaoriginal? Es un primor, cuando leo esas frases tan sublimes se me pasa por la mente consumir ocho botellas de champagne de un solo sorbo. ¿Por qué @vladdo siendo hombre puede navegar tan hábilmente por las profundidades del alma femenina? Para mí sigue siendo un misterio.

@danielsampero.- Muy interesante tu pregunta ¿Sabes que no se me había ocurrido? ¡Estoy tan ocupado últimamente!

@andrewholes.- ¿Por qué será que en todas las casas de solteros son tan aficionados al champagne los criados? Lo pregunto solamente a título de curiosidad.

@hectorabadf.- Yo lo atribuyo a la buena calidad del vino, señor. He observado una porción de veces que en casa de los hombres casados raramente es de primera el champagne.

@andrewholes. – ¡Caramba! ¿Tan desmoralizador es el matrimonio?

@hectorabadf.- Dígamelo usted, señor.

@andrewholes- Te voy a hacer una pregunta y necesito que me respondas con total sinceridad.

@hectorabadf.- Sí, señor.

@andrewholes- ¿Crees que se va a vender más el volumen #coleccionvladdo o las agendas @aleidaoriginal?

@hectorabadf.- Creo que el volumen de venta va a ser similar. Público femenino, depresivo y solo, es la mejor clientela para ese tipo de obras, se trata del mismo público que pide más ediciones de El olvido que seremos. Ahora que las mujeres tienen poder adquisitivo vale la pena pensar en escribir libros como parte del negocio, socio. Y de paso se siente uno al lado de los grandes: Shakespeare, Dante, Cervantes… Si @jbalvin hace música sinfónica pues yo hago literatura para señoras. Además de los libros cuento con el Festival Malpensante, los ocho o diez concursos a los que me postulo anualmente y las charlas remuneradas que nunca faltan. Pero para no salirme del tema ni extenderme más, creo, sinceramente, señor, que @vladdo nunca me va a superar en ventas duélale a quien le duela, incluido él y @danielsampero, por supuesto.

@andrewholes- No te pongas así, hombre, no es para tanto ¡Qué tal si te pregunto por el premio gordo que se ganó recientemente Fernando Vallejo!

@hectorabadf.- Le agradezco que no mencione a ese señor. Ya me indispuse. Lo siento, lamento interrumpir tan agradable conversación pero usted no me deja más alternativa (se retira a su cuarto llorando de indignación).

Ahora se encuentran en cualquier esquina mesas con libros de Editorial Norma a $4.000 y $5.000 ¿Por qué? Una campaña para combatir la piratería. Gracias a la campaña tuve el placer de leer Las Horas, de Michael Cunningham, y ahora me espera Días cruciales, del mismo autor. Espero encontrarme con otro Frederic Beigbeder y no con otro Daniel Pennac: de Frederic Beigbeder me gusta todo, de Daniel Pennac sólo Como una novela. Con la lectura de Las Horas puedo terminar en paz el 2008, en un año se descubre un autor, esa es la norma a la que estoy acostumbrada y eso que paso la mayor parte del tiempo leyendo.

En la mesa había un libro de Andrés Hoyos, una novela escrita por el director de la Revista El Malpensante. El no me gusta ni como director, ni como columnista, ni como administrador de grupos en Facebook, ni como contador de chistes o anécdotas graciosas; él es de los que no hace reír sino enfurecer cuando se las quiere dar de chistoso, supongo que admira con desesperación a Daniel Samper Ospina.

Compré el libro con la intención de ejercitar un tipo de escritura que tengo abandonada: la crítica ofendida, la que se escribe después de haber leído pensando en la persona que escribe y con la seguridad de que el texto no merece ser leído pero se lee. La ventaja de este tipo de lectura y de escritura es que no exige relectura, desde la primera página se usa el resaltador y antes de llegar a la página veinte ya se sabe sobre qué se va a escribir, mientras se escribe se piensa en la cara que pondrá el Artista si es que llegara a leer lo que se escribió sobre su novela.

Compré el libro a las doce, son 148 páginas de la coleccion La otra orilla, ni muy grande ni muy pequeño, comencé a leer a las dos, son la seis, ya lo terminé con breves interrupciones: un café, una llamada de veinte minutos. Lectura rápida, no muy predecible, abundantes lugares comunes, un libro digno para subir los niveles de lectura en el colombiano promedio. El comienzo me hace pensar en el estilo de Ricardo Cano Gaviria, en la página veinte recuerdo un libro sobre el parlache, en la cincuenta rememoro Muertos de susto de Harold Trompetero. No pienso en Flaubert, en Bufalino, en Chandler, en Dickinson, en Ribeyro… en ningún gran escritor.

Lo más desagradable de la novela es el uso reiterado de la expresión “muy interesante”, una expresión vacía. Se supone que Vera es vista y narrada desde tres perspectivas: la del detective, la del columnista y la de ella misma, a pesar de que el escritor se esfuerza por hacerle creer al lector que se trata de tres voces diferentes los tres narradores desprecian lo mismo que desprecia Andrés Hoyos por diferentes razones: la izquierda, los profesores universitarios que se follan a las estudiantes bonitas y desaplicadas del curso, los sociólogos, los pobres, los feos… y los tres se hallan inmersos en situaciones “muy interesantes”. Vamos a dar varios ejemplos en los que se usa la expresión que, de paso, sirven para plasmar la pobreza del estilo en la escritura del autor:

Examinando con mayor cuidado, noto que varias de las fotos más interesantes son tomadas en una discoteca que yo conozco. (Pág. 20)

Estas últimas, pese a que están hechas para mundos que no existen, no dejan de tener aquí y allá ideas interesantes. (Pág. 73)

Interesante, pero no para lo que nos ocupa. (Pág. 74)

¿No le interesarán a tu amiguito el grafómano ése para que malgaste en cosas más interesantes su mala prosa? (pág. 91)

El parlache:

Hay varios pasajes a lo largo de la novela que hacen pensar en el parlache, nunca sabré cuál es el propósito de usar este tipo de registro en personajes que se vanaglorian de su buen gusto y su clase cuando se trata de pensar en comida, bebida, lugares de encuentro. Para quienes no saben lo que es el parlache a continuación la conversación entre amigas de la base social en la que se origina el “fenómeno”, sería lamentable que no sólo el cine colombiano sino la literatura se favorecieran de este recurso, creo que es una pérdida:

Texto número cuatro

-Quiubo.

-Bien.

-Hijueputa. Más mal, estuve en el entierro de Janik.

– ¿Cómo?

– Sí, hijueputa, lo mataron el viernes.

– Vida marica: ¡lo mataron! ¿Quién fue el gonorrea?

– No que va, el malparido se mató solo.

– ¿Mande?

– Sí, íba en una moto con Jerry y se le atravesó una puta buseta y el gorzobia voló, explotó.

– Hijueputa, es güevón vivito todavía no se pasaba de remojo, pa’ ir a matase él mismo.

– Sí, aquél… está más grave, el que lo íba parrillando y a ese sí no, sólo se jodió una mano y se cortó la cara. Ese man ya está es de mental y no hace sino gritar, dizque: viejo, por qué vos, hijueputa, y casi no lo deja enterrrar.

– Jerry es un amor, una nota, Hoy mismo me piso pa’ allá. El no se va a joder más.

-Yanik quedó más lindo, todo nota, lo peinaron muy cuquita, yo me tomé todo un rollo con él; pero ahí el feto era yo, él estaba preciosis. Los muchachos, cuando lo íban a enterrar, se tiraron a es gueco, casi no dejan hacer nada. Los chachos están dolidos, más si no tienen por qué vengarse. Porque cuando hay con quién, ellos se desahogan, pero ahora están con eso adentro. Mejor no vas donde Yerry.

– ¡Las güevas! Así me den chumbimba, yo tengo que ir, tengo que estar con él, a la efe, como debe ser, ¿o sino qué? Yo vuelo, no, olvídate, ese man me necesita.

-Sisas, tienes razón, cuando él entienda te va a agradecer.

-Bueno parcera, parlamos, paso por vos a las ocho pa’ que nos pisemos pa la novena.

-¡Jmp! Hijueputa, me dañaste la mañana. Chao.

-Bye.

 

 

Un post sobre la suspensión de mi cuenta en Twitter

13 May

Quiero compartir con ustedes un post escrito por dos tuiteros sobre la suspensión de mi cuenta por quienes ejercen la censura en las redes sociales:

Esta entrada es diferente de las que suelo escribir en este blog respecto a dos cosas. Primero, no concierne los temas usuales (análisis de medios, cultura y política) sino que trata de la muy reciente suspensión de la cuenta de Elsy Rosas Crespo (@ensayista), famosa pero aparentemente impopular en Colombia. Segundo, está escrita a cuatro manos con un invitado especial: Homo antonymum (@heterosinonimo).

Ayer (12 de mayo de 2015) la cuenta de la tuitera colombiana Elsy Rosas Crespo (@ensayista) fue suspendida. Después de la suspensión, @ensayista utilizó otra cuenta (@diganmeandres_, rebautizada temporalmente @suensayista) para explicar el asunto y decir adiós. Nos habría gustado participar en el debate que se armó, pero era tarde para nosotros. Esta mañana la discusión había llegado a su fin.

No es nuestro objetivo montar una defensa incondicional de @ensayista, pues no conocemos suficientemente ni la cuenta ni la persona detrás de ella. En efecto, a pesar de saber de su existencia desde hace más de un año, apenas la empezamos a seguir hace algunos días. Hay ciertas cosas que hemos leído que definitivamente nos molestan: los comentarios sexistas, misóginos, anti-feministas y clasistas son recurrentes, y el uso del insulto es desmedido. (Por cierto, cuentas así pululan en Colombia y no por ello son reportadas). A pesar de lo anterior, la cuenta sobresale en su diferencia en un país donde la opiniones son normalizadas y uniformes. Ciertas entradas del blog de Elsy ponen el dedo en la llaga porque la autora osa decir cosas que nadie más dice en Colombia, y aunque muchas veces la burla desdibuja la crítica, ésta no deja de ser válida. En efecto, criticar a través de la burla y el insulto personal hace parte de la cultura hegemónica colombiana. La prueba es que un Daniel Samper Ospina (@DanielSamperO) ha hecho de ella su profesión, con la diferencia que en la crítica de Samper Ospina –burda, sexista y clasista– no hay nada ni de original ni de profundo. Cabe anotar que, contrariamente a Daniel Samper, Elsy Rosas no tiene un ápice de poder.

Pasemos a la cuestión de los mecanismos para la suspensión en Twitter. Leyendo las reglas de uso de la red vemos que cuando se reporta una cuenta hay que señalar la razón. Suponemos que ésta fue la última de las opciones listadas (“Están siendo abusivos o perjudiciales”). Sin embargo, observando la dinámica tuitera colombiana se puede fácilmente llegar a la conclusión de que muchas de las cuentas son abusivas y perjudiciales. Basta ver las cosas que escribe María Fernanda Cabal (@MariaFdaCabal), el abuso que recibe Piedad Córdoba (@piedadcordoba), o las barbaridades de tanta macabra cuenta uribista que no nombramos por puro miedo. Entonces ¿por qué se hace suspender la cuenta de @ensayista? ¿No basta simplemente con bloquearla? Esto muestra una vez más que en Colombia la idea de callar a la gente que nos fastidia –sean cuales sean las razones al origen del fastidio– sigue siendo vigente. Lo curioso es que, como lo hizo notar @jalexanderg, muchos de los defensores de la libertad de expresión en el contexto de los ataques a Charlie Hebdo probablemente están detrás de la masa de tuiteros que decidieron callarla.

A pesar de que no compartimos muchos de sus puntos de vista, nos parece una lástima su suspensión. Gracias a esa cuenta conocimos joyas de la sátira, como la entrada de blog “Emprendedores colombianos en la red — El caso Catalina Alba” y esa frase clave de la cultura económica colombiana (“No nos dan plata pero nos dan cositas”) con las cuales estuvimos a punto, literalmente, de estallarnos de la risa.

https://viragos.wordpress.com/2015/05/13/la-suspension-de-ensayista/

Emprendedores colombianos en la red. El caso Sandra Suárez

4 Feb

En este blog nos hemos ocupado de dos emprendedores colombianos: Adrián Peláez y Catalina Alba, dos vendedores de humo e ilusiones que le han roto el corazón a quienes esperan con ansias verlos triunfar como Justin Bieber y Lady Gaga. Nada de eso, ni siquiera Nicolás Arrieta ha llegado a ese nivel.

Se puede triunfar en la vida dando cursos de emprendimiento, dando cursos de marketing digital y posicionamiento de marca, cocinando o tatuándose todo el cuerpo, pero también se puede triunfar encontrando novio famoso producto de un trabajo calculado de actuación y melodramatismo digno de una telenovela. Con Sandra tenemos toda la trama.

Sandra Suárez supo usar su capital (aparentemente negativo y lastimero) para conquistar el mundo. Con mucho menos recursos superó a Catalina Ruiz-Navarro y a Virginia Mayer, maestras indiscutibles en el arte de conquistar el corazón de la gente influyente para estar cada día más cerca de sus sueños. Ellas llevan media vida en la tarea, a Sandra le bastaron dos o tres años. Es un verdadero ejemplo de autosuperación, un modelo a seguir.

Sandra es madre soltera y eso no la convierte en una brincona -dice ella cada cierto tiempo- una joven bailarina sin recursos pero con muchas ganas de triunfar, una joven promesa de Floridablanca que sueña con llegar a Bogotá para conquistar el mundo y está a punto de lograrlo. Renunció a su carrera de Derecho porque los profesores le mataron la pasión.

Sandra se dio a conocer en Twitter por #operacionsandra. Dos o tres tuiteros influyentes -los que ayudan a los débiles y a los pobres de manera desinteresada- convencieron a otros tuiteros de que las bailarinas pobres tienen derecho a realizar sus sueños y gracias a un patrocinador Sandra bailó y fue feliz. Después del baile vino la radio. Sospecho que la madre soltera convenció a algún amigo influyente de que podría ser una buena locutora y entonces la vimos compartiendo espacio con Antonio García Ángel, otra joven promesa de la literatura que lleva más de quince años tratando de convencernos de que tiene mucho talento. Lo último que supe del famoso @erizodemar es que está dictando cursos de escritura creativa en La madriguera del conejo. Bien por él.

En la radio Sandra se sentía segura y tenía motivos de sobra, en el tono de su voz evidenciábamos que se sentía bien, segura de su valía, el presente era maravilloso pero el futuro era mucho más prometedor y lo fue: Sandra está en el Hay Festival posando para los medios al lado de su novio Fabio Rubiano, una especie de Jorge Orlando Melo de las artes escénicas.

¿Cómo logró Sandra conquistar el cuerpo y el alma de un hombre tan serio, exigente y comprometido? ¡Sólo Dios lo sabe!

Mientras nos enteramos de los pormenores que llevaron a nuestros personajes a convertirse en un pareja digna de ser fotografiada para las revistas de farándula criolla es un hecho que Sandra logró en poco tiempo lo que muchas tuiteras, instagrameras, facebookeras y blogueras han estado soñando mientras exhiben la esencia de su ser, la profundidad de sus pensamientos, su cultura general, su desempeño en el lecho, su desparpajo o su falta de vergüenza, su tristeza, su locura, su talento o su cuerpo provocativo. Ninguna ha llegado tan lejos como Sandra. ¿Qué está fallando en su plan de negocios? ¿Cuál es el problema en su estrategia de marketing?

La pareja se instalará en Bogotá. Sandra posa desde ya con su ropa de neobogotana. Lo más seguro es que en poco tiempo la veremos en los medios como nueva estrella de teatro o de televisión, todo depende de los planes que tenga con Fabio Rubiano.

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El trío perfecto para una mujer como yo

21 Oct

Segura de que no habrá nada nuevo que supere al blog, a Facebook ni a Twitter paso a explicar por qué estos tres recursos son la combinación perfecta.

Escribir en este blog con regularidad, contar diariamente con un promedio de mil personas interesadas en leer eso que escribo aquí -precisamente aquí y no en un medio oficial patrocinado por Pacific Rubiales-, tener  606 «fans» en una página de Figura Pública en Facebook que uso sólo para enlazar posts y en la que jamás interactúo con los lectores ni ofrezco productos de panadería (como Catalina Alba, alias @catalba), y no sé cuántas personas leyendo diariamente lo que publico en Twitter, siendo como soy una persona odiosa, selectiva en el momento de escoger con quién interactúo y con quién no; asqueada de la ignorancia, el mal gusto y la zalamería. Una persona vil a los ojos de los tontos y un genio para quienes no me conocen cara a cara. ¡Tantos beneficios! Es un verdadero privilegio gozar de tanta popularidad en las famosas redes sociales, más si tenemos que cuenta que yo no soy nadie aquí ni en ninguna otra parte.

Millones de personas tienen un blog, una página de fans en Facebook y una cuenta en Twitter. La mayoría son un simple idiota entre millones de idiotas. Yo soy la excepción.

¿Por qué?

-Porque sé leer y escribir, tengo algo que decir y lo digo. Sé cómo obligar a la gente a que lea lo que escribo aunque lo lea temblando de ira ¿estás temblando de ira mientras lees esta línea y te preguntas qué haces aquí?  Anda, dime que sí.

Sé cómo doblegar a un masoquista y lo mejor de todo: no aplico ninguna estrategia de marketing ni cuento con un grupo interdisciplinario que me asesora sobre cómo posicionarme como marca personal, no he hecho curso en la Cámara de Comercio para sacar ganancia de mi «empresa digital». Eso es lo más gracioso del asunto, el «triunfo» se me da de manera espontánea y natural. Y lo peor de todo: no quiero nada, no espero nada y no ofrezco nada.

El blog es perfecto para redactar todo tipo de textos, Facebook es perfecto para divulgar el último post y Twitter es un espacio maravilloso para descubrir temas, para desarrollar ideas que surgen mientras escribo tuits o mientras interactúo con algún usuario.

La guerra contra las mujeres

29 Sep

Soy bloguera desde hace nueve años pero tengo blog en esta comunidad apenas desde febrero y hay un dato que me tiene impactada: los temas más populares, los más leídos, son los relacionados con nombres propios -con autores- pero los primeros siete son sobre mujeres. Vende escribir sobre mujeres, vende analizarlas y criticarlas y parece que funciona más la estrategia si quien se toma el trabajo de hacerlo es otra mujer.

Si he cautivado una audiencia dispuesta a leer cada texto que escribo no ha sido por ser amiga de los escritores que venden más libros, publican en más revistas y tienen los mejores contactos, por decir que Alberto Salcedo Ramos es el mejor cronista, Héctor Abad Facilonce y  Ricardo Silva Romero los herederos indiscutibles de Proust, Joyce, Musil, Kafka… y  Daniel Samper Ospina un gran columnista, humorista, periodista… Es muy fácil decirlo, todos lo dicen y todos lo creen. No tiene sentido repetirlo de nuevo para sentirme inteligente, profunda y enterada.

Mi apuesta es un poco más arriesgada: consiste en decir que no es cierto lo que se dice sobre el buen momento por el que pasa la literatura colombiana. Para mí el único escritor vivo que saca la cara por esta pobre patria es Fernando Vallejo, que no es poca cosa. El autor de La virgen de los sicarios y El desbarrancadero es, quizá, uno de los escritores más brillantes de la historia de la literatura, un clásico vivo, duélale a quien le duela.

A continuación el titulo de los posts más leídos siendo el primero el más popular de todos los publicados durante casi un año.

1. El periodismo de investigación de Virginia Mayer

2. Margarita Posada: una puta vieja

3. Emprendedores colombiano en la red: el caso Catalina Alba

4. Carolina Sanín se desnuda para El Espacio

5. Mario Mendoza y Antonio García Ángel

6. Luis H. Aristizábal: maestro del aforismo en Twitter

7. Emprendedores colombianos en la red: el caso Adrián Peláez

8. Sexualidad femenina según cien mujeres típicas de la revista SoHo

9. Masturbación a la carta (sobre Virginia Mayer)

10. Twitter le cambió la vida a Virginia Mayer

Los diez textos son de denuncia, los diez son sobre diferentes formas de engaño, sea desde la literatura, el periodismo, la vida intelectual o el marketing.