Mi mamá era la flor del descanso y mi papá es la flor del trabajo y como soy una persona inteligente tomé como referente a mi mamá. Mi mamá no era sólo la flor del descanso sino también de la alegría y la sociabilidad y por eso siempre tuvo sofás cómodos para acostarse a hablar de sofá a sofá, eso lo hicimos durante mucho tiempo y por eso mi mueble favorito de todos los tiempos es el sofá porque me recuerda la comodidad, la risa y el descanso.
Me encantan los sofás de casa ajena pero no los de mi propia casa porque si quiero descansar me acuesto en la cama y como no soporto las visitas no tener sofá es la excusa perfecta para no recibirlas y cuando alguien por algún motivo pasa por esta casa sabe que la visita tiene que ser corta sin posibilidad de quedarse a dormir, precisamente porque hablar en la silla del comedor o recostado contra una pared no tiene nada de reconfortante.
Mi mamá soñaba con una sala familiar a su medida y nos dejó un espacio amplísimo para reunirnos con seis sofás, una sala con dos ambientes y una cocina como de restaurante. Esa sala gigante ahora permanece casi siempre vacía porque mi papá es tan alérgico a las visitas como yo. Nos sentamos cara a cara de sofá a sofá a tomar tinto, a hablar y a oír audios de Alcohólicos Anónimos y es otra forma de ser felices, vivir el placer del confort en el espacio soñado por una persona que amaba la vida y el descanso pero se murió.
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