Usar la ropa hasta que se rompa

12 Feb

Hasta 2002 lo que más me interesaba en la vida era leer, no me importaba la forma en que iba vestida porque no trabajaba ni había trabajado antes y hubiera podido vivir toda la vida en la misma casa, con la misma ropa y sin trabajar. El trabajo remunerado me hizo pensar por primera vez en que tenía que gastar esa plata que me ganaba y empecé a comprar ropa, zapatos, maletas y todo tipo de tonterías para ponerme encima. El sueldo también me dio para comprar casa y para comprar muchos más libros que en mis tiempos de lectora juvenil, cuando mi felicidad consistía en pasar todo el día en la biblioteca. La casa me sirve para vivir, los libros son una buena compañía y la ropa no es la gran cosa porque es puro consumo y nada más. Apariencia y banalidad.

Justo antes de la pandemia había tomado la decisión de dejar de gastarme la plata en tonterías sólo para justificar que si uno trabaja le pagan y lo justo es que si pagan es para que uno consuma. Completamos siete meses de trabajo en línea y mi ropa de trabajo es la misma ropa con la que salgo a caminar todo los días: una sudadera vieja. En siete meses he comprado solo comida y desechado dos prendas de vestir porque estaban rotas. Siento un placer morboso cuando veo que la ropa envejece hasta que se rompe y me gustaría volver a ser la misma de hace treinta años cuando no me importaba cómo iba vestida, cuando no miraba ropa en centros comerciales porque no tenía plata para comprar ropa y tampoco la deseaba.

El problema de no comprar ropa ni tonterías para ponerme encima es que termino ahorrando más pero ese problema tiene solución, el consumo absurdo es un mal sin remedio.

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