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Tu perro es tan estúpido como tú

22 Sep

Porque un imbécil tenga dos pies como yo, en vez de cuatro como un burro, no me creo obligado a quererlo, o al menos, a decir que lo quiero y que me interesa.

Gustave Flaubert

La mayoría indiscutible de seres humanos son un simple ser vivo que pasa por la vida igual que la gran mayoría de cuadrúpedos: sin pena ni gloria, siendo un simple bulto más en medio de otros bultos, seres tan insignificantes como las motas y el polvo que barremos cada semana en la sala de la casa, si es que acaso tenemos una casa y aliento para mover la escoba.

Si Dios existe tiene que ser un gran bromista porque dotó al ser humano de un cerebro prodigioso pero le puso también el espejo, la sombra, el miedo al vacío, a la pobreza y a la soledad; lo dotó de conciencia y memoria y, como si fuera poco, le adornó la vida miserable y sin sentido con televisores, carros, aviones, centros comerciales, redes sociales, familia, vecinos, estatus, deseo, clases sociales, raza, género, desarrollo, subdesarrollo y vía hacia el desarrollo.

La mayoría indiscutible de seres humamos cumplen funciones biológicas esenciales inherentes al hecho de estar vivos: comer, dormir, caminar, reunirse en grupo, vivir en comunidad, tener hijos, envejecer y morir. A lo largo de la vida buscan ocupaciones de diversa índole con el sano interés de no tener la más remota posibilidad de pensar y de sentir y, entonces, hacen lo posible para estar ocupados siempre porque si piensan, si se quedan un solo día encerrados en su casa en silencio y sin joder a nadie, terminarían tirándose de cabeza desde un balcón o desde la terraza de un centro comercial.

El cerebro del humano es mucho más desarrollado que el del perro pero la mayoría de los seres humanos se sienten hermanos de los perros porque su masa encefálica, a pesar de tener un gran potencial, es perezosa y por eso les resulta infinitamente satisfactorio repetir como una lora que el mejor amigo del hombre es el perro y que ambos, humano y perro, devienen en hermanos y por eso comparten la cama y comen en el mismo plato.

La publicidad te quiere hacer creer que tu perro es tan inteligente como tú, que los dos, hombre y perro, son prodigios de entrega y amor incondicional, que tú eres bueno porque amas a los perros y a tu perro le compras la mejor marca de concentrado precisamente porque lo amas y quieres lo mejor para él. Te sientes fascinado con tu perro porque te hace sentir inteligente sin necesidad de usar el cerebro, lo amas porque te da un aire de superioridad, te hace sentir amo, maestro y compañero. No te interesa experimentar esta superioridad con un ser humano porque sabes de sobra que no darás la talla porque eres un tarado social.

Amar a tu perro es casi más fácil que amar a tu madre y quizá un poco más porque tu madre es un poco estorbosa cuando habla más de lo que estás dispuesto a soportar. Tu perro, en cambio, siempre te va a dar grandes satisfacciones porque sabe callarse, es agradecido, sale barato, no te reclama nada, no te trata de idiota y siempre está dispuesto para ti.

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Supongamos que soy una influencer “feminista”

22 Sep

Lxs invito a pensar en dos palabras: privilegio y empatía.

Les propongo que hablemos de forma clara y sin miedo a incomodar: somos una sociedad racista y clasista. Hemos normalizado prácticas discriminatorias que deben parar porque aunque no nos gusten los pobres, los negros ni los feos y aunque los ignoremos en nuestras redes sociales, por obvias razones, debemos aprender a decir que sí nos gustan porque eso nos hace ver lindas y empáticas y vamos a atraer más campañas con las mejores marcas. Todxs sabemos que no importa ser sino representar y por eso propongo que esta gente sea visibilizada. Amigues: no nos acostumbremos a normalizar la falta de empatía.

Es urgente establecer debates en diferentes espacios sobre racismo, colonialismo, falta de representación de mujeres de barrios marginales, negras e indígenas en los medios, en las universidades, en cargos administrativos y gerenciales. Pensemos en supremacía blanca, colonialismo, invisibilización de personas feas, gordas, sucias y con aliento pestilente por exceso de pobreza y falta de higiene; pensemos en la forma en que practicamos la apropiación cultural de la jerga de los ñeros. Los invito a que nos preguntemos por qué no tenemos amigues ñeros pero nos encanta decir gonorrea, parce, garbimba y severa lámpara.

A veces el privilegio (ser blancxs, pertenecer a determinada clase social, no estudiar en el SENA ni en universidades públicas llenas de gente fea y mal vestida, ser una persona cisgénero, etc.) y la falta absoluta de empatía (no nos enseñaron a desarrollarla) no nos dejan ver lo rentable que puede ser para una persona con privilegio como yo defender a esta pobre gente para ganar más seguidores y que me entrevisten en los medios.

Estamos en un momento de mayor conciencia, mayor conexión, mayor posibilidad de escuchar esas voces que han sido históricamente invisibilizadas… ¡Hagámoslo! Reconozcamos esos errores, esos comportamientos racistas y clasistas.

No nos gustaría que la coima que barre el piso de nuestra casa compartiera los mismos lugares ni nuestros gustos, como tampoco nos gustaría que ella usara la misma ropa que usamos nosotras porque ¡qué boleta, en serio, parce! pero les propongo que luchemos para cambiar esa forma de ser y de pensar.

Aprendamos a desear que ellas y nosotras seamos Hermanas de Causa, feministas empoderadas y empresarias de la mentira, la melosería y la manipulación.

¡Que se acaben todas las barreras!

ita