No hay nada más emocionante que irse sin avisar cuando todos esperan el desenlace final porque apenas está empezando la fiesta.
Me fui de varios colegios sin avisar.
He dejado de hablarle a mucha gente sin ninguna explicación.
Abandoné varios trabajos antes de haber terminado el primer día.
Me fui de mi barrio de infancia sin haber saludado a ningún vecino.
Me iré de mi barrio actual sin haber saludado a ningún vecino.
Llegaré a la vivienda del futuro -el lugar en el que espero morir- y nadie sabrá quién soy ni por qué decidí llegar a morir ahí y no en otro lugar.
Me fui de todas las redes sociales sin un adiós y sin un por qué, sin que ninguno de esos millones de pequeños seres que leyeron mis ocurrencias durante quince años tuvieran la certeza de que yo era yo. Nunca oyeron mi voz.
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