Desde hace menos de dos semanas tenemos nuevo presidente: Iván Duque.
Gustavo Petro fue un Fenómeno en las redes sociales, especialmente en Twitter, y el fenómeno creado por los estrategas de la Nueva Política -que ya es bastante vieja- hizo que muchas personas se atragantaran de dopamina digital; sentían que el triunfo en las redes sociales, la euforia en las redes sociales, el ruido en las redes sociales y todo lo que pasó en las redes sociales alrededor del candidato de la Colombia Humana sería imparable.
Muchos llegaron a sentirse politólogos, otros soñaron con encontrar trabajo pegados a la fama de su candidato y los más inocentes pensaron que la euforia no terminaría nunca y parecen desconocer la ley que dice que todo lo que sube baja y todo lo que empieza se acaba y la campaña se acabó, se acabó la fiesta en la plaza y es hora de cambiar de tema, resignarse a la idea de que siguen siendo gente común que debe seguir luchando en el mundo del autoempleo.
En medio de su inocencia muchos petristas conservan el ímpetu de hace tres o cuatro meses y han cambiado la política del amor por la política de la guerra y andan peleando entre ellos y con los que votaron en blanco.
Colombia definitivamente es un circo pobre y por más divertido que pueda llegar a ser el espectáculo también llega a agotar. Ojalá que los petristas encuentren una nueva campaña con Esika o con Yanbal para que vuelvan a sentirse influyentes, poderosos y gente divinamente.
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