En 2006 inicié una cruzada contra la estupidez universal y me sentí satisfecha con los resultados.
En 2010 inicié una cruzada contra un tipo de estupidez particular: la colombiana.
Fue una lucha a muerte en la que hordas insumisas de masas anónimas se hicieron bastante visibles precisamente porque se trataba de una gigantesca masa sin forma definida que asumía tener una especie de poder, el poder de la masa invisible que puede parecer real en el mundo virtual donde no vemos caras ni nombres y precisamente por esa razón vomitan odio y amenazas escudados en el poder que concede el teclado.
Uno o uno, una a una fueron cayendo las vacas sagradas ridiculizadas por mi estilo implacable y ahora todos están mudos sin necesidad de bloquearlos, la Comunidad Virtual Colombiana está mansa como un corderito y leen en silencio a esta Su Servidora.
La masa anónima me dio la razón, aprendieron a respetar a los mayores, a la señora seria y exigente. Siento que se resignaron y saben que no vale la pena pelear porque de entrada saben que van a perder y ahora esperan que me manifieste, que después de conocer de memoria mis destrezas para la guerra me disponga ahora sí a expresar mi Verdad de forma tranquila, sosegada, sin mirar a los lados, hacia atrás ni hacia adelante; ahora quieren oír con atención a la Señora, a la persona que querían callar porque les parecía un chiste ejecutar el papel de censores e intimidadores con una pobre mujercita y entonces esta es la Apuesta:
Tengo la atención del público, están dispuestos a oír con las orejas bien paradas, a leer frase por frase y entonces la meta ahora es mucho más compleja porque el público está en silencio y atento, listo para aprender de la sabia, de la Elegida, y yo debo estar dispuesta a pronunciar tan selecto discurso en el que no se trata de pontificar porque ya pontifiqué desde 2002 hasta 2005 ni de regañar y ridiculizar (porque ya lo hice durante mucho tiempo) sino de pronunciar ahora sí la Palabra. En eso consiste el nuevo reto.
Deja una respuesta