A. Tengo pereza de salir pero podemos almorzar, claro.
B. Veámonos en el café, como al comienzo.
En el café:
B. Estuve viendo porno y hasta en el porno las mujeres se emocionan más y hasta se enamoran si antes han visto al hombre vestido y han hablado con él. Lo mira a los ojos con atención y eso los hace ver humanos y entusiasma a los espectadores. *mientras B. le dice eso a A. mira esa forma de mirar suya que le gusta tanto, la de A. Mirada al vacío pensando complacido en lo que está oyendo, esa mirada que le gusta tanto, y piensa que sería buena idea ir al motel después de tan agradable conversación) y continúa: La actriz estaba feliz y miraba con más atención al actor con el que había hablado durante más tiempo. Era rubia, como mis pretendientes. Deberíamos ir a ver perrear y también ir a un prostíbulo y buscar una rubia para un trío. Ir a un sitio de esos a soñar.
A. Las rubias nos hacen sufrir a todos, a hombres y a mujeres; juegan con nosotros porque saben que son escasas.
B. ¿Vamos a almorzar?
A. ¡Vamos a almorzar!
En el restaurante:
B. Muy bueno todo, ¿ahora qué hacemos?
A. Sigamos hablando aquí y luego volvamos al café.
En el café:
A. y B. ¡Mucho ruido! Partido de fútbol, busquemos otro lugar.
*después de intentar encontrar otro sitio terminaron en el mismo lugar de siempre al aire libre.
B. Oigamos las frases neas de La vendedora de rosas.
*A. trata de sincronizar los dos teléfonos para oír mejor sin lograrlo y oyen lo que pueden muertos de la risa.
B. ¿Qué más hacemos? ¿A dónde vamos?
A. A esta hora se congestiona el tráfico. ¿Todavía quiere ir al motel?
B. ¡Sí! ¡Vamos! Ya casi empieza a llover, tendríamos que haber salido hace cinco minutos, vamos rápido y tal vez no alcanzamos a mojarnos.
*son más o menos diez cuadras (quince minutos) y se viene el aguacero. El plan siempre consiste en llegar caminando desde ese mismo café, no el inicial sino en el que se han encontrado con más frecuencia durante el último año antes de lo que llaman el plan de tías: café, almuerzo, cine, café, despedida cordial.
B. Está lloviendo muy fuerte, esperemos aquí un rato.
*A. y B. se quedaron hablando de política desde una parte alta pensando en llegar en taxi pero no se imaginan indicándole la ruta al conductor por más que nunca lo volverán a ver y deciden lanzarse al vacío, llegar caminando con paso decidido, casi corriendo, haciendo bromas sobre lo graciosos que se deben ver mientras A. le cuenta a B. la triste historia narrada en una película reciente sobre transexuales, el amor, la muerte, la vida convencional y la familia tradicional.
En el motel el asistente les dice a A. y a B. que pueden dejar las sombrillas en el parqueadero, las dejan ahí y suben muertos de frío con la mitad de la ropa empapada y los zapatos y las medias completamente mojadas.
A. y B. no son novios ni amantes sino amigos pero también se divierten bastante con la gimnasia amorosa y esta tarde noche fue una de las más apasionadas porque ayudó la conversación, la risa, el café, el almuerzo y las frases neas pero especialmente la lluvia y lo decididos que estaban, como si se tratara de una gran empresa, un asunto muy serio, de la mayor importancia; caminar, casi correr muertos de frío y luego recordar mientras hablaban de lo bien que la pasan en ese sitio poco frecuentado por amigos, de lo importante que es reunirse para no hacer nada especial sino para matar los horas mientras los demás corren detrás de sueños que no van a ninguna parte.
Frases típicas en esos encuentros apasionados dichas por B entre risas:
¿Y si me enamoro qué?
¡Este hombre es mío!
Me enamoré de un imposible.
Me gusta todo lo que hacemos, es la amistad perfecta, esta vida merece ser narrada.
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