Por: Alvaro García Trujillo
Es curioso leer de alguien que debería ser cauto, una diatriba ponzoñoza contra alguien que no hace ningún daño y que por wl contrario trate de desembrutecer de buena fe a aquellos que (comparto la opinión) no saben del mundo sino lo que ven en telenovelas insulsas, noticieros amañados y revistas fatuas. Soy actor, hijo y nieto de letrados intelectuales, sobrino de pintores, padre de un filósofo y un músico, ambos sobresalientes en sus actividades, y sigo a Margarita. Parece, además que no soy el único que ha leído más de 20 libros en su vida entre los que la apreciamos y agradecemos su sencilla sabiduría, sus acertados comentarios, pero sobre todo, la transparencia y pulcritud de su pensar y la confeuwncia en su vivir, que es en últimas lo único que importa. Lamento, sin haber oído de usted jamás, leer de alguien que parece educada y tal vez, (especulo y lo siento) algo frustrada, tamaños despropósitos. Ojalá, pasada la emoción que la lleva a tales extremos, pueda ver lo bonito que hay, después de los cincuenta, en alguien que sin pretenciones se ganó el corazón de los colombianos, sin necesidad de títulos y grados rimbombantes. Ojalá encuentre usted la paz en su corazón.
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