La calle atronadora aullaba en torno mío. Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina Una dama pasó, que con gesto fastuoso Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos, Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas. Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza ¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca! Charles Baudelaire |
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