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Usted cambió esta mañana mi mundo

27 Nov

Usted cambió esta mañana mi mundo. Me sentía melancólico, aterrorizado del futuro. Y cuando usted apareció quedé deslumbrado… la sangre se me oxigenó, los músculos se me fortalecieron, el pensamiento se me aclaró, y me creció el valor. El amor me dice las mentiras más absurdas: me dice que usted es la mujer más hermosa del mundo. Mi loco corazón me dice que llore como un chiquillo. Su voz me está desgarrando el corazón en jirones. Se ha introducido usted en lo más íntimo de mi ser, me inquieta y me desazona… Es extraño, ¿no es cierto? Tenga en cuenta que soy un hombre nada sentimental.

André Gide

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¿Por qué el humor solemne ofende tanto?

27 Nov

¿Por qué logra ofender a tanta gente con su forma de escribir?

Porque soy una  heroína desbordante de alegría.

¿Usted qué piensa de la vida?

Creo que está disfrazada de apariencia y  de belleza y que tiene mucho de divertida.

¿Por qué algunas personas creen que usted es una persona peligrosa?

Porque manejo las armas de manera potente y victoriosa.

¿Cuáles armas?

Una palabra antes o después de la otra. Muchos puntos y pocas comas.

¿Cuál es el rasgo que mejor la caracteriza?

Intento configurar una cultura y establecer el dominio del arte sobre la vida.

¿Cree que lo logra?

Sí.

¿Por qué cree que la leen tanto a pesar de la repulsión que genera?

Porque hay gente que cree que digo la verdad.

¿Y dice la verdad?

Sí.  Ni la casa, ni la silla, ni la bufanda ni la piedra para partir un pedazo de panela descubren que ha sido la necesidad la que los ha concebido, sino el juego y el disfrute del tiempo libre: parece como si en todos ellos hubiera de expresarse una felicidad sublime y una serenidad olímpica y, en cierto modo, un juego con la seriedad. Lo mismo pasa con lo que escribo. No le brinda nada a las personas y sin embargo les sirve para algo. Leen. Leen y luego piensan en aquello que leen y la experiencia tiene que ser sublime, porque quieren volver a leer. Les gusta repetir. Quieren que no deje de escribir. Esa es la petición más constante que recibo. No quieren leer varias veces el mismo texto sino que sueñan con un texto nuevo cada día. Varias personas me han dicho que gozan mucho, como niños, con mis autoentrevistas. Mientras pasan sus ojos por esta línea los imagino fascinados. Y eso es simplemente encantador: escribir para darle placer a un lector ávido de estilo y corrección.

¿Qué es lo más claro en usted?

Logro conjurar los males gracias a que en mí es muy fuerte la energía interna que se convierte en constante claridad, animación y liberación. A través de un proceso que inició hace mucho tiempo puedo experimentar ráfagas de dicha de forma natural. Lo que llaman el simple placer de estar vivo. Como un gato durmiendo olvidado del universo o un perro vagabundo tomando el sol tirado en la mitad de una calle transitada. Puedo gozar como las bestias, puedo dejarme llevar por mis propios pasos por el simple placer de caminar.

¿Las palabras hirientes no la tocan?

No.

¿Las calumnias y las injurias no la tocan?

No.

Me estaba haciendo demasiado mayor para disfrutar de aquello

27 Nov

Lovecraft es un hombre lúcido, inteligente y sincero.  Al cumplir los dieciocho años se abate sobre él una especie de terror letárgico, cuyo origen conoce a la perfección. En una carta de 1920, habla mucho de su infancia.  Su pequeña línea férrea, con los vagones hechos de cajas de embalaje… La cochera, donde había instalado su teatro de marionetas. Y más adelante su jardín, cuyos planos había trazado él mismo, cuyas avenidas había delimitado. Regado por un sistema de canales que había cavado con sus propias manos, el jardín se escalonaba en torno a un pequeño césped, con un reloj de sol en el centro. Ése fue, dijo, «el reino de mi adolescencia».

Luego viene un pasaje, que concluye la carta: «Entonces me di cuenta de que me estaba haciendo demasiado mayor para disfrutar de aquello.  El despiadado tiempo había dejado caer sobre mí su garra feroz, y tenía diecisiete años. Los chicos mayores no juegan en casas de juguetes y falsos jardines; lleno de tristeza, tuve que cederle mi mundo a un chico más joven que vivía al otro lado del terreno. Y desde entonces no he vuelto a cavar la tierra, ni a trazar senderos o caminos; para mí,  esas operaciones están asociadas a demasiadas añoranzas, porque no podemos recuperar jamás la alegría fugitiva de la infancia. La edad adulta es el infierno».

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Ahora lo veo todo más claro

27 Nov

Mientras leía un viejo texto de Nietzsche -y reflexionaba sobre la verdad y la mentira con ceño fruncido y mirada profunda y reflexiva-, mientras eso hacía una bombilla del cuarto desde el que escribo esta bella composición empezó a titilar con desesperación hasta que la luz dejó de existir y llegaron las tinieblas y la oscuridad, no la obscuridad. La bombilla no existía para mí hasta que se convirtió en una bombilla muerta y empolvada. Sin pensarlo dos veces me levanté de mi mesa, olvidé por un momento al loco, desenrosqué la bendita bombilla y bajé por otra, por una bombilla nueva (siempre tengo dos o tres bombillas de repuesto porque soy adoradora de la luz y no podría dormir si cada roseta no tiene su correspondiente bombilla -deben ser más de treinta en total, nunca las he contado-).  Ha habido tardes tormentosas en las que la fuerza de mi ser- la furia interna que  a veces me posee-  hace que dos o tres bombillas dejen de funcionar en menos de una hora. Hay gente que se sorprende ante esas dotes mías, yo ya estoy acostumbrada. Puedo hacer morir una bombilla recién instalada con una simple mirada.

Subí de nuevo pensando en Nietzsche, instalé la bombilla nueva y oh milagro. Se aclaró de forma fantástica este espacio. No sé cuántos años completó esa bombilla en su roseta, era una bombilla ahorradora, de las que duran seis o siete años.  Ahora sospecho que estaba escribiendo en un sitio tan oscuro como en el que escribía sus poemas más tristes y melancólicos el pobre José Asunción Silva. Mientras una bombilla envejece rumbo a la extinción definitiva se rodea de tierra y la luz no es tan pura como cuando se instaló por primera vez. Si estoy tan inspirada y tan romántica es porque estoy escribiendo bajo el efecto de una luz nueva y sorprendente. Mi sospecha es que no cambiaba esa bombilla desde hace más de siete años y esa nueva luz me hace verlo todo nuevo. Siento que la vida es bella y lo gente buena. Siento que vale la pena vivir por el simple placer de ver esa luz cada mañana desparramándose sobre los libros, las películas y esta máquina portentosa desde la que escribo.

Mis dedos se deslizan como si tuvieran alas y sospecho de nuevo que así se sienten quienes escriben bajo el efecto de las drogas o el alcohol. Mi droga es esa bombilla nueva. Espero que dure tanto como la anterior y me inspire muchos poemas en prosa como el que acabo de escribir.

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