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Para vivir tranquilo hay que vivir solo

7 Oct

Debido a su indiferencia ante el mundo y a sus ideas estrafalarias en relación con las de la mayoría -con los lugares comunes- tanto como por su deseo de querer pasar desapercibidos aún en medio de sus excentricidades, de no querer llamar la atención de nadie, los melancólicos terminan siendo, paradójicamente, condenados por los demás debido a que su comportamiento es interpretado de manera equivocada o exagerada: su indiferencia se interpreta como arrogancia, su sequedad como orgullo y su frialdad como desprecio: “Lo que me sorprende es que, debajo de esas críticas se note un odio contra mí, contra mi persona, un prejuicio denigrador” (citado por Barnes. 1984; 1986: 37); “La diferencia que ha existido siempre entre mi modo de ver la vida y el de los demás ha hecho que me encerrase (¡no bastante, por desgracia!) en una áspera soledad de la que nada lograba hacerme salir. Me han humillado tantas veces, he escandalizado y hecho gritar tanto que he terminado, desde hace ya mucho tiempo, por reconocer que, para vivir tranquilo, hay que vivir solo y poner burletas en todas las ventanas por miedo a que el aire del mundo llegue hasta uno” (Flaubert. 1846; 1988: 91).

Bibliografía:

Barnes, Julian. El loro de Flaubert. Barcelona: Anagrama. 1986. Título de la edición original: Flaubert’s Parrot. Jonathan Cape Ltd. Londres: 1984.

Flaubert, Gustave. Carta a Louise Colet. Madrid: Siruela. 1989. Traducción, prólogo y notas de ignacio Malaxechevaerría.

Siempre se pierde algo al darse al público

7 Oct

Siempre se pierde algo al darse al público

Lo más tierno -lo indecible- se puede convertir -con un movimiento de la mano- en vulgar.

Los más grandes y refinados afectos no pueden expresarse más que simplemente,

El énfasis los estropea.

Soy reservada, directa y poco dispuestas a expresar cariño a través de efusivas manifestaciones (razón por la cual es casi imposible saber a quién amo y a quién desprecio).

Evoco acontecimientos por las reacciones que éstos suscitaron en mí,

Los lugares los recuerdo con nostalgia por las emociones que han producido en mí

Y las personas por el encuentro que experimenté conmigo misma.

¿Culpable o inocente?

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