Fragmento de una carta enviada por Freud a su novia después de haber visto la representación de Carmen
La muchedumbre da salida a sus impulsos y nosotros nos abstenemos. Lo hacemos para conservar nuestra integridad. Economizamos nuestra salud, nuestra capacidad de gozar, nuestras fuerzas: ahorramos para algo, no sabemos para qué. Y esta costumbre de la supresión constante de los instintos naturales nos da un carácter de refinamiento. También sentimos más hondamente y, por lo tanto, no nos atrevemos a exigirnos mucho a nosotros mismos. ¿Por qué no nos emborrachamos? Porque el malestar y la vergüenza subsiguientes nos producen más desplacer que placer nos produce emborracharnos. ¿Por qué no hacemos un amigo de cada persona? Porque su pérdida o cualquier desgracia que le ocurriera nos afectaría amargamente. Por consiguiente, nuestros esfuerzos se dirigen más a evitar el sufrimiento que a buscar el placer.
Comentarios recientes