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A las relaciones humanas las sostiene la mentira

20 Jun

Al único amigo que me quedaba

No es la aversión a este mundo donde todos traicionan, venden y engañan, la que convierte a muchas personas en raros y solitarios. Es el temor de no tener fuerzas suficientes para desconfiar continuamente, para timar, para saquear.

Walter Serner

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La mentira, la falsedad y el disimulo son cualidades humanas que descubrí siendo niña, en una conversación familiar hace mucho tiempo.

No podía creer que esto pasara: que unas personas hablaran mal de otras y que luego, al verlas venir de nuevo, a esas mismas personas a las que acababan de despellejar con críticas implacables, a las mismas que acababan de criticar y juzgar sin ningún tipo de contemplación, las recibieran como a gente de élite, como a las personas más apreciadas, y se dispusieran, entonces, a destruir con nuevas palabras a los nuevos ausentes, que también aparecerían de nuevo en cualquier momento para volver a repetir la triste hazaña.

En eso consiste la vida, ese día me lo explicaron con risa y pesar ante mi inocencia. Ese día también me explicaron, entre risas ante mi cara perpleja, que a la gente le pagan por trabajar porque todos odian el trabajo, si lo amaran no les pagarían, lo harían gratis, es una lógica muy sencilla; la recompensa por el sacrificio es monetaria, así ha sido y será siempre y no se puede pensar la vida de otra manera.

Dos grandes verdades reveladas sin compasión que me resisto a convertir en verdades para mi vida porque vivir de esa manera no vale la pena. Sigo pensando en la amistad pura y en el amor al trabajo no como abstracciones sino como realidades, pero debo reconocer que es más fácil amar el trabajo que gozar a fondo los frutos de la amistad; esa bonita palabra sólo puede ser pensada como un ideal, un sueño que no podrá alcanzar la perfección porque quienes aspiran a la amistad son seres humanos dominados por la ambición, la desconfianza y el miedo a ser burlados. Casi ningún ser humano confía en otro ser humano, ese el origen del gran drama barroco alemán.

A pesar de saberlo siempre creo en la gente, siempre inicio una nueva conversación con la idea de que esa persona no va a mentir, de que nuestra conversación va a ser transparente y que la suma de varias conversaciones podría terminar convertida en una linda amistad.

Casi nunca se realiza el sueño, pronto descubro una frase, un gesto, una actitud, un movimiento de manos, de labios o de ojos que me llevan a pensar que esa persona miente, oculta o disimula y me alejo con cautela. Si la relación con esa persona debe continuar porque estamos condenados a seguir viéndonos sigo hablando con ella pero sin confiar, la trato como a un ser humano más, no como al elegido al que decidí entregarle lo mejor de mí, que no son regalos costosos ni amigos influyentes, sino algo mucho más simple: mi amistad.

Hoy descubrí que tenía un amigo y lo supe porque me falló, porque quebrantó nuestro pacto no firmado que consistía en que él y yo parados en un trono como un par de dioses satisfechos contemplábamos el mundo y podíamos burlar a otros pero jamás nos mentiríamos entre nosotros. Y anoche él me convirtió en el objeto de su burla, se olvidó de nuestro trono y me trató como se trata a la gente común, no a las almas de élite como yo.