Sé de varios autores de libros que han incursionado en el mundo del blog y escriben en tiempo real como escriben sus libros: con el mismo tono, con el mismo estilo, con el mismo amor propio. Después de dos o tres años en el mundo digital dan el gran paso y convierten sus mejores posts en un gran libro, en otro libro para la colección, para anotar en la Hoja de Vida del gran erudito.
Esos libros, los libros que surgieron de un blog, son libros sin sentido porque el universo del libro no es igual al universo del blog y a continuación les voy a explicar por qué:
El libro está hecho de átomos, el blog está hecho de bits. Walter Ong y Paul Virilio son de gran ayuda para entender mejor el asunto.
El libro es para leer de forma lineal, el blog es para leer de forma aleatoria.
El libro exige un tipo de lector, un lector formado a partir de la lectura de libros; el lector de blogs, en cambio, es un lector nuevo, un lector «educado» en entornos digitales o un lector que pudo haber sido antes un lector de libros. Son lectores diferentes, su configuración mental cambia cuando cambia el soporte.
Pasar del libro al blog es muy ligero y pasar de blog al libro es muy pesado.
El autor de libros es una especie de Dios y su lector es un lector conforme, no tiene derecho a refutarlo; el autor de posts que serán publicados en un blog es un pobre ser dispuesto a ser ridiculizado, banalizado, escarnecido, atormentado… porque los posts se pueden compartir, porque Google puede direccionar a un blog, porque los lectores pueden comentar, y si el creador del blog es generoso y publica todos los comentarios, puede llegar un momento en el que los lectores se pongan por encima del genio digital y lo destrocen por el simple placer de hacerlo sonrojar o porque lo que escribe los afecta tanto que se sienten obligados a comentar y comentan. Y no precisamente en los mejores términos.
El libro es un ladrillo, el blog es como la seda.
El autor de un libro queda condenado de por vida después de publicar sus bellas composiciones, no se puede arrepentir de lo dicho; el autor del blog puede, en cambio, disponer del material a su antojo: puede modificarlo las veces que desee, puede desarrollar una idea en varios posts y enlazarlos a través de etiquetas. Puede -si pasa por una terrible crisis existencial- borrar el blog entero y empezar de cero con otro nuevo blog o, simplemente, darse un tiro y acabar con todo, porque la persona que escribe en un blog es un ser libre, autónomo, juguetón y mucho menos serio y pesado que el arrogante escritor de libros.
En el libro el autor lo es todo, en el blog el autor no es nada, no importa quién escribió lo que estamos leyendo sino cuánto nos divierte y con quién lo queremos compartir. El blog está matando al autor pero no al libro.
El autor de libros no sabe quién lee sus libros ni cómo reaccionan los lectores, la venta de ejemplares no garantiza la lectura; el escritor de blogs, en cambio, tiene un registro diario de las visitar a su blog y sabe cuáles son los textos más comentados, los más leídos y, además, puede interactuar con sus lectores. Aunque no tenga nombre ni cuerpo puede llegar a ser más humano que el autor de libros.
Como se podrán dar cuenta, soy una defensora absoluta de la escritura en medios digitales y desprecio a los escritores de libros que no han descubierto las grandes diferencias entre un soporte y otro.
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