Las mujeres son demasiado emocionales, carecen casi por completo de objetividad.
¿Ha visto alguna vez a un ama de casa que haya piloteado un transatlántico a través del océano?
Las grandes tragedias sólo se pueden representar con mujeres de voces sombrías, que se confunden casi con la de un hombre.
El gran drama no soporta las voces altas, y la voz de la mujer, si no está borracha, resulta casi siempre demasiado alta para el gran drama.
La mujer lo tiene todo en sus manos. El instrumento de poder de la mujer es, desde hace siglos, convencer al mundo de que el hombre la oprime.
Las mujeres son mucho más astutas y viven aplicando el método de que la mejor defensa es el ataque, echando siempre en cara al hombre todo.
No encontrará una mujer en una sola cabina de mando del mundo, y tampoco en una compañía aérea que quiera disminuir en lo posible los accidentes.
No se puede representar bien una tragedia con una mujer que tenga una voz femenina completamente natural. No funciona. Y en el gran teatro del mundo, naturalmente, tampoco.
La mujer, en cualquier trabajo físico, se fatiga en las tres cuartas partes del tiempo, por ejemplo en una cadena de producción; cuando los hombres trabajan todavía perfectamente, la mujer tiembla ya y lo deja caer todo y lo hace todo al revés.
Se hace un favor a las mujeres al decirles siempre que tienen sentimientos pero no inteligencia, y no se les hace ningún favor cuando se les concede cualquier inteligencia, porque se las expone a un viento de una intensidad que, sencillamente, no pueden afrontar.
Y si se estudia más de cerca la inteligencia femenina , cosa que es posible en las obras literarias, porque científicas apenas hay -apenas hay obras científicas o filosóficas escritas por mujeres, sencillamente no las hay-, sólo ha habido mujeres que fueran científicas en calidad de ayudantes de científicos. Piense en el caso de Madame Curie, en el fondo el inteligente era el marido y ella la sirvienta.
¿Pero es que esta fulana en vez de masa cerebral tiene las glándulas mamarias en la bóveda craneal? ¡Pocas veces he leído un escrito tan misógino viniendo de una propia mujer! Usted sola se está describiendo en esta entrada pretendiendo que todas las mujeres son como usted: vieja bruta, pretenciosa y débil.
¿De verdad usted no agarra su PA TE TIS MO?
El autor es Thomas Bernhard:
Thomas Bernhard un encuentro. Conversaciones con Krista Fleischmann. Barcelona. Tusquets. 1998. 158 páginas.
Existen las comillas, las citas, los pies de página, las notas al margen, pero su sapiencia fuera de todo humano estándar no le alcanzó para ponerlas en su copia.
Raro de alguien que se haga llamar «Ensayista».
En el título dice claramente El feminismo de Thomas Bernhard. Yo no podría escribir tan bien, me sorprende que me haya confundido con ese maestro del humor y la ironía.